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mente este gran suceso del intolerable sistema represivo del anterior ministerio, de sus violaciones de la constitucion del país y de los derechos mas legítimos y sagrados, y del predominio absorvente que ciertas personas, demasiado conocidas por su reprensible conducta, ejercian sobre el ánimo de la destronada doña Isabel.

El cuadro en que se haya pintado el principio de la revolucion, sus recursos y los pasos sucesivos de su desarrollo hasta propagarle á todas las provincias y elevar á la esfera de Gobierno las ideas censuradas y proscritas, es notable por su sencillez y verdad, tanto como por los minuciosos pormenores y documentos que contiene. El mérito de pormenores y documentos no suele ser tan estimado por los contemporáneos como por los venideros, pues la proximidad de los hechos con que se conexionan hace que abunden y sean de no difícil adquisicion; pero á medida que los acontecimientos se alejan de nosotros, á medida que el tiempo vá cubriéndolos de una sombra densa y ocultándolos en parte á nuestros ojos, adquieren gradualmente un valor inestimable por la luz que arrojan sobre los períodos históricos á que se refieren.

Ciertamente no leemos con tanta atencion los empolvados cronicones de la Edad media por la elegancia de lenguage, por lo elocuente de su estilo, ni por las reflexiones filosóficas destinadas á investigar y poner en claro dia la nuturaleza de los hechos, pues carecen absolutamente de tales requisitos, sino por las preciosas minuciosidades con que nos trasladan en espíritu á los tiempos pasados, haciéndonos conocer sus instituciones, leyes, tendencias, trajes y costumbres. Aun en obras de carácter mucho más elevado en donde campean juntamente la elocuencia y la profundidad de la doctrina, apreciamos en extremo tales pormenores, y llaman con justicia nuestra atencion en medio de tantas bellezas; así nadie que haya leido á Tácito puede olvidar la descripcion que el insigne historiador latino presenta de los usos y costumbres germánicas; ninguno deja de agradecer á Salustio el

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magnífico retrato de Catilina, ni á J. César las noticias sobre la organizacion y disciplina del ejército romano en campaña.

La narracion histórica del Sr. Alba, á pesar de hallarse escrita con mucha copia de datos y con el mayor deseo del acierto, no puede eximirse de la suerte comun á todas las historias de sucesos contemporáneos; esto es, de hallarse envuelta en el torbellino de encontradas pasiones é intereses que agitan la sociedad, y por tanto, de ser juzgada sin imparcialidad, creyéndola tibia en sus elogios y pálida en el relato de los acontecimientos los amigos de la situacion actual, mientras que los adversarios la tendrán por sobrado benigna en sus apreciaciones, aunque nunca podrán desmentir las pruebas y documentos que encierra.

No es ciertamente el autor, ni ménos todavía quien escribe estas líneas, el llamado á juzgar de un modo decisivo la situacion política, económica y moral de España antes de la memorable revolucion de Setiembre, ni las fundamentales alteraciones de la Nacion; aun está abierto el período revolucionario, y muchas innovaciones inspiradas en el espíritu de los tiempos modernos han de hallar cabida en nuestras leyes, en nuestra administracion y en nuestras costumbres. A los hombres del siglo venidero, á los que recojan el fruto de las semillas hoy sembradas, corresponde apreciar su sabor y calificarlos en definitiva. No verán ellos turbada ni oscurecida la serenidad de su pensamiento, ni la imparcialidad de sus juicios por el choque violento de las pasiones actuales, ni heridos en sus aspiraciones ó intereses caerán en el error de valuar personajes y hechos, examinándolas á través del prisma de su conveniencia particular, sino que cual verdaderos filósofos elogiarán lo bueno y censurarán lo malo, solo por serlo, y no por consideraciones extrañas y bastardas.

Pero mientras llega ese dia de la luz y la justicia, mientras que el frio y desinteresado raciocinio llama se

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veramente á su tribunal hechos y personas, permítase á un español, amante siempre de la libertad y el progreso, lanzar una mirada retrospectiva sobre el cuadro que esta nacion generosa presentaba ayer, y que hoy parece haber olvidado los que lanzan estériles lamentos, prefiriendo la inmovilidad y la degradante calma de la esclavitud á las manifestaciones del pensamiento y á la agitacion, dolorosa á veces, pero siempre benéfica de la libertad. ¿Qué bienes disfrutábamos ayer, y cuáles son los funestos, los incurables males que, segun moderados y absolutistas, ha venido á traernos la revolucion de Setiembre?

En la esfera intelectual teniamos el pensamiento encadenado: eran sus espías y opresores el Gobierno y la Iglesia: el uno, por medio de sus fiscales, acusaba á los escritores, lanzándolos luego á la emigracion ó al presidio, mientras la otra, absorviendo la enseñanza, procuraba estacionarla y aun hacerla retroceder á los tiempos del escolasticismo. Se obligaba á la juventud á que aprendiese errores, imponiéndola obligatoriamente obras de tèxto disparatadas y absurdas; se hacian quemas de libros como en el siglo XVII: se prendia y deportaba á los liberales arbitrariamente, sin dejarles el legítimo derecho de defensa, ni aun manifestarles la causa de tan brutal atropello: el espionaje y la traicion se premiaban con grados, cruces y empleos; teniamos la inmoralidad arriba y la servidumbre abajo; un malestar profundo y comprimid o en lo interior, y más allá de nuestras fronteras la desdeñosa lástima y el menosprecio de las naciones extrañas. A veces los déspotas procuran compensar su tiranía con el bienestar y la tranquilidad material de sus oprimidos; mas entre nosotros, lejos de suceder así, todos temian, todas las fuentes de produccion se agotaban, y solo ciertos hombres funestos medraban de una manera insolente y escandalosa, siendo su conducta un amargo sarcasmo contra la general miseria.

Hoy el pensamiento puede extenderse sin trabas, y llevar su ley y su benéfica influencia á todas partes en

alas de la libertad; hoy la ciencia respetada y tranquila no teme ser contenida y atropellada en su desarrollo; el domicilio es un sagrado que nadie puede hollar arbitrariamente; los derechos individuales, preciosísima conquista de los tiempos modernos, se hallan promulgados por la Constitucion del país, habiendo pasado la nacion española desde la abyeccion en que se hallaba sumida, á ser una de las más libres de toda Europa.

Pero tan repentino tránsito no podia verificarse sin graves agitaciones y rudos sacudimientos. Los que en política no ven más allá del dia presente, se lamentan con amargura de las turbaciones actuales, temiendo que no tengan fin ó que lleven la nacion á su completa ruina. Olvidan que todo cambio brusco produce una conmocion fuerte, y que las naciones no se arruinan por la libertad, sino por el fanatismo y la servidumbre. Deploramos las revueltas, pero amamos las revoluciones, porque ellas son las grandes justicias de la historia.

Con el corazon lleno de fé y la mirada puesta en un porvenir más tranquilo y espléndido, aseguramos que las turbulencias presentes se desvanecerán como nubes pasajeras, dando lugar á que resplandezca en todo su brillo el sol de la libertad, y á que España sea grande por haber sabido reconquistarla y consolidarla, consignándola primero en las leyes, y haciéndola pasar despues á las costumbres.

¡Honor á los hombres que en Setiembre de 1868 supieron volver por la honra de España, haciendo huir despavoridos á sus opresores, y hagamos extensivo nuestro agradecimiento á cuantos, como el Señor Alba, procuran perpetuar el recuerdo de tan gloriosa Revolucion en la memoria de las generaciones!

N. CAMPILLO.

INTRODUCCION.

Solo la admiracion y el entusiasmo que producen las acciones esforzadas, los hechos heróicos, son capaces de sacar á los hombres de su ordinaria esfera, alentándoles á empresas superiores á sus débiles fuerzas; y esta es la única disculpa que puede encontrar el que, temerario, lánzase con su atrevida pluma á tratar hechos de que se han ocupado ilustres escritores, y hombres de reconocido criterio en la ciencia política y en la historia.

Amante entusiasta de la libertad de mi pátria, he gemido en público y en secreto por la tiránica opresion de que ha sido víctima durante tantos años; he recordado con dolor, vertiendo mi corazon abundantes lágrimas, la suerte de los héroes que han sido inmolados, al furor de sanguinarias hienas que han regido los destinos de la noble España, en Madrid, Barcelona, Alicante, Coruña, Palma de Mallorca, Valencia, Cádiz, Roa, Granada, Sevilla, Málaga, Baracaldo, Zaragoza, Badajoz, Logroño, Araal, Hecho y Ansó, Carral y otros puntos: ¿y porqué? Por defender la libertad, por proclamar los derechos del pueblo, de los que son enemigos únicamente los tiranos; pero he visto colmados todos mis deseos cuando el valor de nuestros libertadores ha quebrantado las cadenas que oprimian nuestros dóciles cuellos, dejándonos en completa libertad para que podamos hacer uso del precioso don que ellos nos consiguieron exponiendo sus vidas, cuando tantas se han sacrificado por esa misma causa durante el presente siglo, como

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