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-¿Piensas que nada cuesta reinar? Has seguido consejos pérfidos; ni aspiro á volver á mandar, ni puedo nada por mí; sal como te plazca del precipicio.

Napoleon puso fin á aquella acalorada entrevista declarando al príncipe que su resistencia á la renuncia era de todo, punto inútil, y que solo lograria con ella empeorar su suerte.

XXVIII.

Al dia siguiente, 6 de Mayo, Fernando abdicó sin restriccion alguna en favor de su padre, quien á su vez abdicó en Napoleon por medio de un tratado que firmaron el príncipe de la Paz y el mariscal Duroc.

De este modo vendieron á la España sus reyes.

Fernando y sus hermanos enviaron desde Burdeos á España esta declaracion:

«D. Fernando, príncipe de Asturias, y los infantes D. Cárlos y D. Antonio, agradecidos al amor y á la fidelidad constante que les han manifestado todos los españoles, los ven con el mayor dolor en el dia sumergidos en la confusion, y amenazados de resultas de una de las mayores calamidades, y conociendo que esto nace en la mayor parte de ellos de la ignorancia en que están, así de las causas de la conducta que SS. AA. han observado hasta ahora, como de los planes que para la felicidad de la patria están ya trazados, no pueden menos de procurar darles 'el saludable desengaño que necesitan para no estorbar su ejecucion, y al mismo tiempo el más claro testimonio del afecto que les pro

fesan.

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No pueden en consecuencia dejar de manifestarles que las circunstancias en que el príncipe, por la abdicacion del rey su padre, tomó las riendas del gobierno, estando muchas provincias del reino y todas las plazas fronterizas ocu. padas por un gran número de tropas francesas, y mas de sententa mil hombres de la misma nacion situados en la córte y sus inmediaciones, como muchos datos que otras personas no podrian tener, les persuadieron que rodeados de escollos no tenian más arbitrio que el de escoger entre varios partidos el que produjese menos males, y eligieron el de ir á Bayona.

«Llegados SS. AA. á dicha ciudad, se encontró impensadamente el príncipe (entonces rey,) con la novedad de que el rey su padre habia protestado contra su abdicacion, pretendiendo no haber sido voluntaria. No habiendo admitido la corona sino en la buena fé de que lo hubiese sido, apenas se aseguró de la existencia de dicha protesta, cuando su respeto filial le hizo devolverla, y poco despues el rey su padre la renunció en su nombre y en el de toda su disnatía, á favor del emperador de los franceses, para que éste, atendiendo al bien de la nacion eligiese la persona y persona y dinastía huque biesen de ocuparla en adelante.

«En este estado de cosas, considerando SS. AA. la situacion en que se hallan, las críticas circunstancias en que se ve la España, y que en ellas todo esfuerzo de sus habitantes en favor de sus derechos parece, no solo inútil, sino funesto, y que solo serviria para derramar rios de sangre, asegurar la pérdida cuando menos de una gran parte de sus provincias y las de todas sus colonias ultramarinas; haciéndose cargo tambien de que será un remedio eficacísimo para evitar estos males el adherir cada uno de SS. AA. de por

si

en cuanto esté de su parte, á la cesion de sus derechos á aquel trono, hecha ya por el rey su padre; reflexionando igualmente que el expresado emperador de los franceses se obliga en este supuesto á conservar la absoluta independen. cia y la integridad de la monarquía española, como de todas sus colonias ultramarinas, sin reservarse ni desmembrar la menor parte de sus reinos, á mantener la unidad de la religion católica, las propiedades, las leyes y usos, lo que asegura para muchos tiempos y de un modo incontrastable, el poder y la prosperidad de la nacion española; creen sus altezas dar la mayor muestra de su generosidad, del amor que la profesan, y del agradecimiento con que corresponden al afecto que la han debido, sacrificando en cuanto esté de su parte sus intereses propios y personales en beneficio suyo, y adhiriendo para esto, como han adherido por un convenio particular á la cesion de sus derechos al trono, absolviendo á los españoles de sus obligaciones en esta parte, y exhortándoles, como lo hacen, á que miren por los intereses comunes de la patria, manteniéndose tranquilos, esperando su felicidad de las sábias disposiciones y del emperador Napoleon, y que prontos á conformarse con ellas, creen que darán á su príncipe y á ambos infantes el testimonio mayor de su lealtad, así como SS. AA. se lo dan de su paternal cariño cediendo todos sus derechos, y olvidando sus propios intereses para hacerla dichosa, que es el único objeto de sus deseos.-Burdeos 12 de Mayo de 1808.»

Despues de esta indigna manifestacion, los reyes padres fueron á Fontainebleau con Godoy y Fernando y su hermano á Valencey.

España quedó á merced de Francia.

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Donde valiéndose el autor del específico usado por D. Gil, hace contar á un respetable anciano todo lo más íntimo y curioso que pasó en España despues del Dos de Mayo y durante la guerra de la Independencia.

I.

Despues del terrible suceso del Dos de Mayo, dice un testigo ocular, ministro por más señas, que tendrá un lugar en esta galería (B), habia quedado Madrid aterrado, pero á la par con el terror reinaba la ira. Los sucesos de Bayona, donde fué obligado el rey Fernando, locamente amado por lo mismo que era un enigma interpretado de modos diversos, todos favorables á ideas tambien diversas, fué compelido á hacer renuncia de la corona de su padre, para que éste la traspasase á Napoleon, estaban previstos y á nadie admiraron. Pero lo verdaderamente singular es que en la opinion general, aun contando la gente muy entendida é ilustrada, habia poco temor de que uno ú otro Napoleon reinase. Entre tanto menudeaban decretos y proclamas de Bayona: el trono habia quedado como vacante (aunque de oficio nunca lo estaba, pues fué cedido por Cárlos IV á Napoleon, y éste á su hermano José) España estaba tranquila: de ejército español solo habia cortas divisiones en lugares muy distintos unos de otros, de suerte, que ninguna esperanza fundada existia de

libertad á España del yugo francés: pero suplia completamente la falta de la esperanza lo vivo del deseo, ó diciéndolo con toda propiedad, era éste tal y tanto, que pasando más allá de esperanza llegaba á ser persuasion.

Todos tenian puesta la vista en las provincias, como decíamos en el lenguaje comun de aquellos dias, y de allí aguardábamos el remedio creyendo infalible su llegada y aun su eficacia. Habrá quien achaque esta locura patriótica á una causa por muchos creida innegable verdad, y es que en nuestra patria la gente superior en talento y ciencia, con raras excepciones, creia que debiamos aceptar de Francia con nuevo rey, leyes nuevas y un gobierno ilustrado; y que solo el vulgo ignorante ó los hombres de rancias doctrinas, deseaban ó esperaban el restablecimiento del trono de los Borbones, de lo cual y como es natural, se sigue que conformándose la fé con el deseo, y éste y aquella con la ceguedad intelectual, ofuscasen el ánimo visiones que representaban como fácil y seguro lo casi imposible.

Tan errada persuasion, originada en escritos y dichos de los franceses y sus parciales, acogida y fomentada por algunos ingleses, y á la cual dió valimiento la conducta del rey en 1814, está en contradiccion con los hechos.

II.

La tertulia de D. Manuel Quintana, por ejemplo, era el punto principal en que concurrian los hombres más señalados en España por su talento y saber, y tambien por sus ideas favorables á la libertad política y religiosa en grado hasta excesivo.

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