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se convirtió á veces, ó en gran daño suyo, ó en gran descrédito, como aconteció en aquella ocasion y en los sucesos de Cataluña.

Liberal en un principio, aparentemente al ménos, furibundo perseguidor y azote de los liberales despues, el ilustrado biógrafo atribuye el cambio, si no de opiniones, por lo ménos de conducta, á las mismas causas que nosotros dejamos apuntadas en nuestra historia; así como conviene con nosotros en atribuir el principio de su elevacion y su fortuna al matrimonio á que tan mal correspondió.

Dice, sin embargo, que consiguió del rey una pension de doce mil reales para su mujer, que vivia oscuramente en Zaragoza. Ella, que murió antes, correspondió á su ingratitud dejándole por heredero de su pobre patrimonio.

Calomarde recibió con la misma indiferencia la noticia del humilde legado que la de la muerte de su esposa.

La órden de su destierro le cogió en Olba, donde poseia una fábrica de papel y donde se habia retirado secretamente.

En Francia, donde se fugó de la manera que hemos dicho, fué objeto de insultos y escarnios de parte de aquellos liberales fogosos que por culpa suya habian sufrido la emigracion, y ahora volvian á su patria libres ya de la proscripcion que pesaba sobre ellos; y los carlistas le maldecian á la vez con exagerado encono por su comportamiento con ellos en las ocasiones críticas.

Cuando el gobierno francés supo su fallecimiento, dió órden para que se le hiciesen funerales con toda pompa. En España se recibió la noticia de su muerte con frialdad; el tiempo habia entibiado el encono de los partidos para con quien ya no era temible á ninguno. Sus cenizas fueron sepul

tadas en el mismo lugar de su destierro. Allí reposa, concluye el biógrafo, para escarmiento de cortesanos y ejemplo de pecadores arrepentidos.

Yo añadiré algo más: durante su expatriacion hizo amistad con un portugués. Para que no pudiesen acusarle de haberse llevado riquezas al destierro, compró fincas y puso las escrituras á nombre del portugués; preparábase á legalizar su situacion respecto de su amigo cuando le sorprendió la muerte, y el portugués quedó disfrutando los ahorros del ex-ministro.

Zea Bermudez (D. Francisco).—Véase en la TERCERA PARTE la Vida y milagros de los ministros constitucionales.

CONDE DE ALCUDIA.-Personaje poco menos que mudo. Fué ministro de Estado cuando cayó por primera vez Zea Bermudez; estuvo algunos meses en el poder, lució el uniforme y solo dejó huellas en el presupuesto.

CONDE DE OFALIA.-Véase en la TERCERA PARTE la Vida y milagros de los ministros constitucionales.

CRUZ (D. José de la).-Buen militar y hombre templado en sus ideas, por más que servia de buen grado á Fernando VII. Fué dos veces ministro de la Guerra, la primera desde Diciembre del 23 hasta Agosto del 24; la segunda desde Marzo del 33 hasta que la reina gobernadora llamó á Martinez de la Rosa. Dejó buenos recuerdos á pesar de sus ideas.

ERRO (D. Juan Bautista).-Personaje sombrio, todo lo reaccionario que Vds. quieran. La Regencia nombrada por Angulema le hizo ministro de Hacienda, y apenas tuvo tiempo de sentarse en la poltrona.

ENCINA Y PIEDRA (D. Victoriano).-Ultimo ministro de Hacienda de Fernando VII. No era ni absolutista ni liberal;

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se contentaba con entender de cuentas, y la historia no dice de él nada bueno ni nada malo.

FERNANDEZ DEL PINO (D. Francisco).-Buen jurisconsulto y poco dado á la política. Desempeñó algun tiempo la cartera de Gracia y Justicia con buen acierto y tuvo la suerte de que las malas lenguas y las plumas satíricas le dejasen en paz.

GONZALEZ (D. Juan Gualberto).-Véase en la TERCERA PARTE la Vida y milagros de los ministros constitucionales.

LABORDA (D. Angel).-Ministro de Marina desde Octubre á Diciembre del 32. En este breve tiempo apenas pudo llegar al puerto, y naufragó.

LOPEZ BALLESTEROS (D. Luis).-Excelente rentista y ministro de Hacienda desde Octubre del 23 hasta Octubre del 32. Este ministro, entre otros decretos, tuvo la gloria de firmar el que sigue:

«Ministerio de Hacienda de España.- Al intendente de Sevilla digo con esta fecha lo que sigue. He dado cuenta al rey nuestro señor del oficio de V. E. de 2 del corriente, en que da parte de haber nombrado á D. Jerónimo José Cándido para la plaza de maestro de Tauromáquia, mandada establecer en esa ciudad por real órden de 28 de Mayo último, y á Antonio Ruiz para ayudante de la misma escuela; y S. M. se ha servido observar, que habiendo llegado á establecerse una escuela de Tauromáquia en vida del célebre D. Pedro Romero, cuyo nombre resuena en España por su notoria é indisputable habilidad y nombradía hace cerca de medio siglo, y probablemente durará por largo tiempo, seria un contrasentido dejarle sin esta preeminente plaza de honor y de comodidad, especialmente solicitándola como la solicita, y hallándose po

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