Lecciones de literatura española, Volumen1

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Página 189 - Y cuando he de escribir una comedia, Encierro los preceptos con seis llaves; Saco a Terencio y Plauto de mi estudio, Para que no me den voces; que suele Dar gritos la verdad en libros mudos; Y escribo por el arte que inventaron Los que el vulgar aplauso pretendieron; Porque, como las paga el vulgo, es justo Hablarle en necio para darle gusto.
Página 76 - ... ave con que están escritas, por la gravedad de aquestos nombres y signos que en este papel se contienen...
Página 102 - Ese prodigio que espanta, Espectáculo que admira, Símbolo de la desgracia. Gutierre, menester es Consuelo; y porque le haya En pérdida que es tan grande Con otra tanta ganancia, Dadle la mano a Leonor; Que es tiempo que satisfaga Vuestro valor lo que debe, Y yo cumpla la palabra De volver en la ocasión Por su valor y su fama.
Página 228 - Y en sus dos ojos mirad si es digno y dichoso el yerro que hace esclavos á los míos, aunque ellos sean los negros. Mirad el sangriento labio, que fino coral vertiendo, parece que se ha teñido en la herida que me ha hecho ; aquel cuello de cristal, que por ser de garza el cuello, al cielo de su hermosura osa llegar con el vuelo ; aquel talle tan delgado, que yo pintarle no puedo, porque es él más delicado que todos mis pensamientos.
Página 165 - Duero gentil, que con torcidas vueltas humedeces gran parte de mi seno, ansí en tus aguas siempre veas envueltas arenas de oro, cual el Tajo ameno, y...
Página 104 - Los que de un oficio tratan, ponen, señor, a las puertas un escudo de sus armas; trato en honor, y así pongo mi mano en sangre bañada a la puerta; que el honor con sangre, señor, se lava.
Página 118 - Yos aseguro, marido, que nunca se os acordó de plantar aquel renuevo de aceitunas que rogué que plantásedes.
Página 293 - Su bonetazo calado, Lucio, grave, carilleno, Muía de veintidoseno, El cuello torcido á un lado; Y hombre en fin, que nos...
Página 311 - Pero no á mi amor rendido, Sino á ofenderme has llegado, Confiado De no ser aborrecido Por lo que fuiste adorado. Mas vete, vete, Rodrigo, Disculpará mi decoro Con quien piensa que te adoro El saber que te persigo.
Página 247 - Teresa, y arrojar a mis sabuesos el esqueleto roído, y oír por tono el crujido de los dientes y los huesos, y en el cristal transparente brindar, y, con mano franca, hacer la razón mi Blanca con el cristal de una fuente ; levantar la mesa, dando gracias...

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