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Bartolomé de San Basilio, que fue el segundo ermitaño. Este Padre fue natural de Aracena, en el reino de Sevilla; tuvo los principales ministerios de la Orden, pero deseando dedicarse mas esclusivamente á Dios, se retiró á este Desierto é hizo una vida santa y ejemplar, siéndole molesto hablar con los hombres, pues solo queria hacerlo con Dios. A este fin se retiró á la ermita del Nacimiento, donde estuvo calorce años entregado á sus penitencias. Cuando comia venian los pajarillos, se ponian sobre la mesa, comian y bebian en la jarrita que tenia. En esta ermita le visitó el Señor D. Felipe III; antes le habló su privado el duque de Lerma, y dijo al Rey admirado de ver hombre tan fervoroso: «Señor, venga V. M., y verá un loco enamorado á lo espiritual y divino.» Llegando el Rey hácia la ermita, salió el V. Padre, y arrodillado, le pidió la mano el Rey; agasajándole, le echó el brazo al cuello y dijo: «Encomendadme á Dios, Padre,» y se despidió. Mucho padeció este V. del enemigo comun; una noche le dejó tan maltratado, que tuvieron que subirle al convento, donde vivió cuatro años, y murió el de 1618. Su cuerpo está en la capilla de las reliquias de esta iglesia colegial; con él se conserva su jarrita, y dentro hay un escrito que contiene todos los pormenores de su traslacion.

Lo que mas llamaba la atencion en esta iglesia de Bolarque (que era pequeñita) era la capilla de las reliquias, fundacion de D. Francisco Contreras y de su mujer Doña María Gasca de la Vega. Aunque pequeña, era muy hermosa, y enriquecida con preciosas reliquias. En ella estaban los sepulcros de los fundadores, que son de mármol negro, con mesetas de alabastro; en uno dice: «Aquí yace Don Francisco Contreras, que fue Comendador mayor de Leon y Presidente de Castilla, y fue del Condestado; murió

el año 1630 á 4 de mayo, de edad de 86 años: fue muy recto, y amparo de pobres y favorecedor de las religiones.» En el otro pone: «Aquí yace Doña María Gasca de la Vega, mujer de D. Francisco Contreras; murió el año del Señor de 1625, á 26 de marzo, despues de haber vivido 80 años loable y santamente: fue madre de pobres.»

Estos sepulcros se trasladaron á esta iglesia Colegial en 1843, y están en la capilla de las reliquias: en cada uno hay una razon circunstanciada de su traslacion.

Aunque el cerro que hay enfrente de Bolarque no sea jurisdiccion de Pastrana, y sí de Buendía, obispado de Cuenca, el lector curioso se alegrará de saber que hubo en dicho cerro una antigua ciudad que se llamó llarcurris, de la que dicen tomó el nombre la Alcarria: despues se llamó Recópolis por haberla reedificado Recaredo. De ella hablaron varios autores. Marco Máximo en la Era 617, año 579, núm. 7, dice (1): Leovigildus Rex edificat urbem Ricopolim, quæ prius dicta fuit Illarcurris in confluenti Tagi, et Guduliæ in ipsius Celtiveria confinio. Segun la opinion mas comun, no fue Leovigildo el que reedificó esta ciudad, sino Recaredo, como dice el moro Rasis, y como se puede ver en la historia de España por el P. Mariana.

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Fr. Diego de Jesus María, que escribió la historia de Bolarque en 1651, dice: «La sierra opuesta, que llaman de enmedio, jurisdiccion de Cuenca y término de Buendía, en la esquina en que remata para dar lugar á la mezcla de los dos rios Tajo y Guadiela, publica hoy los vestigios de alguna antigualla, con cimientos de grandes edificios, piedras labradas, y á la caida de Guadiela padrastros de puen

(1) Cada uno apreciará esta noticia como le parezca.

les ya desenlazados; nuestros ojos registran indicios y señales de alguna arruinada ciudad.».

Poco mas abajo de la junta de los rios está la Olla de Bolarque. Despues de la esclaustracion, por el año 1840, ha hecho en este sitio un hermoso molino harinero D. Pedro Hermosa, y hace poco habilitó de madera el antiquísimo puente; pero el año de 1849 se le han quemado. Tambien ha abierto un canal en el peñasco, para que pasen las maderas con mas facilidad, si le pagan un tanto.

No quiero concluir este capítulo sin copiar las sentenciosas poesías que se leen en las paredes de esta santa casa, por si la injuria de los tiempos las hace desapa

recer.

PORTERIA PRIMERA.

Tú, que entras por esta puerta,
Detén el paso, y advierte
Que este sitio te convida
A que mueras en la vida
Para vivir en la muerte.

Entra, hijo, mas te advierto
Que en esta humilde clausura,
Solo vive con dulzura

El hombre que al mundo ha muerto.
Mundo, ¡con qué fingimiento

Nos atraes y entretienes!
Humo son todos tus bienes,
Y todas tus pompas viento.
Si misericordia quieres,
Ora el tiempo te convida,

Que en pasando de esta vida,
Misericordia no esperes.

¿Qué vicio no se refrena
Si se tiene en la memoria
Una eternidad de gloria
Y una eternidad de pena?

La sangre de Dios vertida,
Que hoy te convida al perdon,
Será, si no te enmendares,
Tu eterna condenacion.

El que la infalible muerte

En la soledad medita,
Muriendo en la soledad

Encuentra su eterna vida.

ANTE-PORTERIA DEL CONVENTO.

Vuelve, hombre, al pasar de aquí

La espalda al mundo engañoso;

Si entras así, ¡qué dichoso!

Si no lo haces, ¡ay de ti!
O tranquila soledad
Donde el hombre retirado
Se goza en paz, olvidado

Del mundo y su vanidad!

AL LADO DE UN ECCE-HOMO.

Si el verme así maltratado

Te causa justo dolor,

Sabe que para mi amor
Fue el gusto mas deseado:
Yo daré por bien logrado
Cuanto por ti he padecido,
Si de pródigo perdido
A ser mio te resuelves,
Y al fin á mis brazos vuelves
Lloroso y arrepentido.

¡O eternidad deliciosa, Reino donde viven tantos Con el Santo de los santos En trasformacion gloriosa! ¡O eternidad poderosa, Donde la felicidad

Consiste en ver la deidad
Del Señor, y en su presencia
Gozar la divina esencia
Por toda una eternidad!
Hijos de aquella mujer
Que tuvo toda su gloria
En lograr esta victoria
A costa de padecer,
Debemos siempre escojer,
No el gozar, sino el sentir;
No el aplauso, sí el sufrir;
Teniendo como blason
El que diga el corazon:
O padecer, ó morir.

Pues te hallas introducido

En este desierto santo,
Donde vive alegre el llanto
Y consolado el gemido,

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