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nes públicas y tuvo sus correspondientes cuestiones de cortesía con el clero, que sentido de ellas no quiso acudir á la función acordada para la parroquia de San Miguel, y hubo que celebrarla en el convento de San Agustín. Aquella Corporación, tan ávida de honores y besamanos, cogió por los cabellos la ocasión de llegar á Zafra el general D. Juan de Austria, y envió á visitarle una comisión de Regidores, acompañada de maceros y edecanes (1).

Así, no se comprende por qué causa en 1651 desperdiciaron la ocasión de que la ciudad de Jerez tuviese voto en Cortes. Otorgó la Corona dos procuraciones á Extremadura, mediante el pago de 80.000 ducados, según contrato que celebró con las municipalidades de Badajoz, Mérida, Trujillo, Cáceres y Plasencia, con la cláusula de que si las de Jerez, Llerena y Alcántara querían contribuir con las anteriores al pago de los 80.000 ducados, tendrían también derecho á ser cabezas de Extremadura y enviar procuradores á las Cortes los años que les tocase. Notificóse al Ayuntamiento de Jerez un Real despacho de 24 de Octubre del año precitado, en que se le hacía saber que, si aceptaba la representación, le correspondería pagar la cantidad de 10.000 ducados, de los que 5.000 serían por cuenta de los propios y arbitrios de la Ciudad y los otros 5.000 habían de pagarlos los Regidores perpetuos de sus propios. bienes. La respuesta del Ayuntamiento debió ser algún vergonzoso non possumus, ó algún más vergonzoso silencio. En el mismo despacho hay á continuación un acuerdo en que se dice que «por quanto faltan del dicho cauildo algu»nos caualleros Rexidores interesados en la participacion >del voto en Córtes, es necessario conferirlo con ellos, que »aviéndolo fecho la ziudad tomará rresoluçion de lo que debe hazer.» No he podido averiguar qué resolución se to

(1) Archivo municipal, Acuerdos de 1662.

mara, pues faltan en el Archivo los acuerdos de aquel año; pero es claro que debió ser negativa, pues en el reverso del mismo despacho se leen, en distinta letra, estas significativas palabras: «Despacho para que la Ciudad tome el Boto >>en Córtes. Y porque fueron los Rexidores unos cuytados >se quedaron sin el Boto» (1). No puede negarse que eran unos menguados aquellos hombres tan ansiosos de honores, sin el trabajo de conquistarlos.

La cuestión de jurisdicción entre el Obispado y la Vicaría continuaba tan ardua como siempre. Una concordia celebrada en 1605 entre la Mitra de Badajoz y el Consejo de las Órdenes, que debiera haber puesto término á tan enojosas querellas, vino á aumentarlas considerablemente por la ambigüedad de sus capítulos. Así ocurría que, mientras el Sínodo reunido en Badajoz en 1672 excomulgó al clero de Jerez por no haber asistido, el Concejo de las Órdenes sostenía en el mismo año con el Obispo larga contienda por la provisión del curato de San Bartolomé, y un mismo artículo de la concordia servía de fundamento á ambas partes para lanzarse sendas excomuniones (2). El Cabildo municipal desplegaba también por su parte, á favor del Con. sejo de las Órdenes, un celo que nunca puso en acción á beneficio del interés público. Parecía estar condenado á consumir el dinero y el tiempo en pleitos y cuestiones sobre honores fútiles.

El día 17 de Abril de 1672 se reunieron los Capitulares solamente para acordar, con mucha energía, que por ningún concepto permitirían que se infringiese la antigua costumbre de que, en los sermones, hiciese venia el predicador á la Corporación, y no al Vicario. En 1678 puso el Vicacario sitial y tapete en su asiento del coro, y la Ciudad le

(1) Archivo municipal, legajos sobre Reales provisiones.
(2) Memorial Ajustado.-Archivo municipal, Acuerdos de 1672.

mandó quitar aquellas insignias de distinción. ¿Risum teneatis? Pues aún hay más. Celebrábase en la iglesia de Santa María la misa de la Candelaria el 2 de Febrero de 1679, y al tiempo de ir á comenzar el sermón promovieron un escándalo mayúsculo en el templo el soberbio vicario D. Antonio Maldonado y los no menos soberbios é imprudentes Regidores. Empeñóse el primero en que el predicador le hiciese la venia; opusiéronse los Capitulares, reclamando su necio privilegio; el predicador, por salir del apuro, hizo la venia al Ayuntamiento, y el Vicario se marchó inmediatamente del templo, lleno de despecho y de cólera. Si el desairado hubiese sido el Cabildo, hubiera gastado todos los bienes de propios en litigios hasta recabar un privilegio tan interesante. ¿Cómo dudarlo, tratándose de aquellos ridículos y linajudos concejales, que, para dar mayor lustre á sus personas, hicieron colocar aquel año en el salón de sesiones magníficos asientos bordados de oro? (1).

Haciendo coro á estas pequeñas grandezas de campanario, los libros de Acuerdos dan noticia de desastres que por entonces sufría el vecindario, y que la Corporación no supo nunca remediar en nada. En 1676 había gran epidemia de viruela; en 1682 hacía estragos terribles la peste; en 1680, 1683 y 1694 la sequía trajo el hambre más desoladora. En todas las fechas citadas acuerda el Ayuntamiento hacer rogativas públicas (2): mas no acierta á arbitrar medio alguno de socorrer á los vecinos. Los buenos señores, que tan excelente memoria tenían para recordar sus privilegios, habían olvidado el refrán que dice que á Dios rogando y con el mazo dando.

(1) Núñez Barrero, Minuta.

(2) Archivo municipal, Acuerdos.-Núñez Barrero, lugar citado.

§ II.--La Guerra de Sucesión.

Amaneció el siglo XVIII, y con él la guerra de sucesión á la Corona de España, en la cual intervino Portugal á favor del archiduque D. Carlos de Austria. Esta ingerencia del reino vecino fué tan desastrosa para nuestra ciudad de Jerez, que por dos veces vamos á verla víctima de las tropelías portuguesas.

Estaba la población indefensa de todo punto, por lo que en Abril del año 1704 enviaron los Regidores al Conde de Tilly, que estaba en Badajoz, una comisión que le informase del peligro que corría la plaza de ser acometida por el enemigo sin tener armas ni municiones algunas con que hacerle frente. En Julio del mismo año vinieron de guarnición dos regimientos de caballería y uno de infantería; y entonces se hizo una carga pesada para los vecinos el tener fuerza con que defenderse, pues el abasto de provisiones y la distribución de alojamientos llegaron á ser insoportables para el vecindario pobre. El Síndico pedía que se arbitrasen medios con que librar á éste de tales gabelas (1), y quizás no duraron estas tropas mucho tiempo en la Ciudad, pues en 1705 se concentraron para defender á Badajoz todas las que había en la provincia.

En el año 1706 «se supo en Badajoz por algunos prisioneros y confidentes que los Portugueses hacian nuevo llamamiento de gente en su Reyno, y junta en Extremós, para hacer otra entrada por Extremadura, y que aguarda

(1) Archivo municipal, Acuerdos de 1704.

ban á un canónigo que capitaneaba tropas levantadas á su costa, con las cuales ántes de esto habia saqueado y quemado unos lugares de Castilla junto á Encinasola; y tomando mayor cuerpo esta noticia, se supo por partidas nuestras de los vecinos de Badajoz, que el Portugues estaba acampado cerca del Puente de Olivenza y de allí pasó á Aldea de Alor, mansionando detras de su tierra, y segun las marchas que llevaba, se discurria encaminarse á la Ciudad de Xerez de los Caballeros.

>Gobernaba este campo Juan Hurtado de Mendoza, hidalgo de la primera sangre de Portugal, Maese de Campo General de la Provincia de Alentexo y Gobernador de las armas de ella en ausencia del Marques de las Minas. Su campo contenia diez mil hombres, la mayor parte arreglados sacándolos de las guarniciones de las Plazas, y los otros de paisanos y labradores, y mil yeguas con algunos caballos de oreja cortada, seis morteros de bombas y granadas reales y cuatro piezas de campaña.

>Salió de Badajoz á oponerse á esta invasion el Marques del Bay, acompañándole el Mariscal de Campo y Teniente General de Caballería Don Alonso de Escobar, Don Luis de Solís, Caballero del Órden de Santiago, Teniente Coronel del Regimiento que fué de la Reyna, y en Lovon incorporó á sí el Regimiento de Caballería de Baltasar de Moscoso; y llegando á la ciudad de Mérida expedió cartas órdenes á todas las justicias de los partidos circunvecinos, en que les mandaba remitiesen todos los vecinos que tuviesen armas para el socorro de la provincia; y juntamente llamó los nobles, los cuales á caballo se le agregaron en el lugar de Burguillos.

» Llegó tambien Don Francisco Spínola, Caballero del Órden de San Juan, Gobernador del partido de Fregenal y Brigadier, con dos Regimientos, uno de Infantería y otro de Caballería, que era el de Extremadura viejo.

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