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CAPITULO VI.

LA BATALLA DE ALMANSA.

ABOLICION DE LOS FUEROS DE VALENCIA Y ARAGON,

1707.

Reveses é infortunios de Felipe en la guerra esterior.-Derrota del mariscal Villeroy en Ramilliers.-Apodérase Marlborough de todo el Brabante.-Piérdese la Flandes española.-Españoles y franceses son arrojados del Piamonte.-Proclámase á Cárlos de Austria en Milan y en Nápoles.-Guerra de España.-Vuelve el archiduque á Barcelona.-Célebre batalla de Almansa.-Triunfo memorable del duque de Berwick.-Consecuencias de esta victoria.-Orleans y Berwick someten á Valencia y Zaragoza.-Rendicion de Játiva.--Sitio y conquista de Lérida.-El duque de Orleans en Madrid.-Bautizo del príncipe de Asturias.-Nueva forma de gobierno en Aragon y Valencia.-Abolicion de los fueros.-Chancillerías.-Confiscaciones.-Terrible castigo de la ciudad de Játiva.-Es reducida á cenizas.-Edificase sobre sus ruinas la nueva ciudad de San Felipe.

Si grandes fueron las contrariedades que en estos últimos años sufrió la causa de los Borbones en España, mayores habian sido Ꭹ de mas difícil remedio los reveses y los infortunios de fuera. Los Estados de Flandes, aquella rica herencia de Cárlos V., por cuya conservacion tantos y tan costosos sacrificios habian he

cho por espacio de siglos los monarcas españoles de la casa de Austria, estaban destinados á dejar de ser patrimonio de la corona de Castilla con el primer soberano de la casa de Borbon. Considerables fuerzas habian aglomerado alli los aliados, y el activo conde de Marlborough que iba y venia de Inglaterra á Holanda, se habia propuesto juntar cuantas fuerzas pudiese de mar y tierra para dar un golpe decisivo á Francia y España en los Paises Bajos, y en verdad no le salió vano su intento.

Marchando pues el de Marlborough con sus tropas á unirse con las de Holanda, Prusia y Witemberg, dirigióse á Brabante, donde se hallaba acampado con su ejército el mariscal francés Villeroy. No esperó éste para aceptar la batalla á que se le reuniera el mariscal de Marsin que pasaba á juntársele con diez mil hombres. La consecuencia de esta conducta, en que acaso no hubo ni error ni precipitacion, sino obediencia á las órdencs que tenia, como dirémos luego, fué sufrir una completa derrota (mayo, 1706), en que perdió trece mil hombres, cincuenta piezas de cañon y ciento veinte banderas. El resultado de la derrota de Ramilliers, que asi se llamó por el lugar en que se dió el combate, fué rendirse Malinas y Bruselas, de donde el gobernador, que era el elector de Baviera, se apresuró á sacar consejos y tribunales, y ĺlevarlos á Amberes, y retirarse á Mons el mariscal de Marsin que se hallaba ya cerca del campo de batalla

El marqués de Chamillard, ministro de la guerra de Luis XIV., que fué enviado por este monarca á Flandes para informarse del estado del país y dar órdenes para su defensa, y estaba de inteligencia con los duques de Borgoña y madama de Maintenon, autores de aquellos desastres, persuadió al rey Cristianísimo que convenia llevar á los Paises Bajos al duque de Vendôme, único que estaba sosteniendo en Italia la causa y los estados de Felipe V., y trasladar á Italia al mariscal de Marsin: funesto plan, que envolvia el designio de abandonar á un tiempo la Italia y la Flandes.

Asi fué que el de Marlborough se apoderó fácilmente de casi todo el Brabante, el elector de Baviera tuvo que retirarse tambien á Mons con las tropas walonas y españolas, y hasta el gobernador de Ambéres, que era el español don Luis de Borja, marqués de Caracena y hermano del duque de Gandía, entregó aquella plaza al enemigo, mancillando el lustre y la fidelidad de su casa y familia. Algo se recobró el valor perdido de nuestras tropas con la llegada del duque de Vendôme (agosto, 1706), mas no tardaron en volver á desalentarse al ver á los enemigos enseñorearse de Menin y de Dundermonde, de modo que pudo el de Marlborough establecer sus cuarteles en todo el Brabante español (setiembre). Y todavía pasó á Holanda á pedir mas tropas para la próxima campaña, con tener ciento treinta y seis batallones de

infantería, que hacian cerca de setenta mil hombres, y ciento cuarenta y cinco escuadrones de caballería que componian quince mil caballos. Tambien el duque de Vendôme fué á París á solicitar refuerzos. Pero es lo cierto que ya quedaban perdidos para España casi todos los Paises Bajos españoles, y para Francia aquella línea de fortificaciones que con su activa política habia ido formando y le daba la superioridad sobre la Holanda, siendo ahora los aliados los que quedaban dominando en aquellos paises y amenazando á la Francia.

Solo en Alemania el mariscal de Villars sostenia con gloria el honor de las armas francesas, dominando desde el Rhin hasta Philisburg, bloqueando y amenazando á Landau, protegiendo la Alsacia, derrotando ó teniendo en respeto al príncipe Luis de Baden y al conde de Frisia que mandaban el ejército imperial, y poniendo en contribucion á Worms, Spira y otros pueblos del Palatinado.

Porque en Italia no habían ido las cosas de españoles

y franceses menos de caida que en Flandes, por influjo de las mismas siniestras causas. Cuando los mariscales Berwick y Vendôme, tomada Niza y cortados los caminos del Mincio, tenian ya reducido al príncipe Eugenio de Saboya á solas dos plazas, y aun de ellas amenazada de sitio la de Turin, el duque y la duquesa de Borgoña, y madama de Maintenon, los envidiosos de la fortuna de Felipe V. de España, saca

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ron de alli aquellos dos generales, haciendo que el de Vendôme fuera llamado á Versalles y el de Berwick destinado á la Estremadura española. Al fin volvió el de Vendôme, porque hizo comprender á Luis XIV. lo que importaba acabar la guerra de Italia; derrotó un cuerpo de alemanes, echándolos del otro lado del Adige, y unido á La Feuillade circunvalaron ambos la importante ciudad de Turin, obligando al duque de Saboya á retirar á Génova su familia para no exponerla á los peligros de un sitio. En tal estado, ó por mejor decir, cuando tenian ya apretado el cerco, tomadas las obras exteriores de la plaza, abierta trinchera, intimidada la guarnicion y á punto de coronar sus esfuerzos con la ocupacion de la capital de Lombardía, no obstante que llegaba el príncipe Eugenio con un refuerzo de tropas alemanas, entonces (julio, 1706), con motivo de la derrota sufrida por Villeroy en Ramilliers de Flandes, fué destinado el de Vendôme á los Paises Bajos y reemplazado por Marsin, dejando el ejército sitiador al mando del duque de Orleans.

Dióse con esto lugar á que el príncipe Eugenio con sus alemanes forzando sus marchas se uniera al duque de Saboya, los cuales desde luego resolvieron atacar al ejército sitiador en sus mismas líneas. Dos veces fueron rechazados, pero á la tercera lograron forzarlas, desordenando de tal modo á los franceses, que herido de muerte el mariscal de Marsin (de cuyas

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