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llado una conjuracion en Nápoles contra el gobierno de España, movida y manejada por el emperador, empleó Felipe los dias siguientes en disponer el embarque de tropas de Cataluña y de otras partes para aquella ciudad de sus dominios. Despues de lo cual se dirigió á Figueras á esperar y recibir á la reina su esposa. Llegado que hubo la princesa, ratificó el matrimonio el patriarca de las Indias (3 de noviembre), y á los dos dias partieron los régios consortes para Barcelona, donde fueron agasajados con magníficas fiestas y con todo género de regocijos. Participó Felipe tan fausto suceso á Luis XIV. y á las córtes de todas las potencias amigas.

El monarca francés habia dispuesto que al llegar la reina á la frontera de España fuese despedida toda la comitiva de piamonteses que traia, y asi se ejecutó con gran pesadumbre de la jóven María Luisa. Hacíalo Luis XIV. por temor á la doblez y á la ambicion del duque de Saboya su padre, y al influjo que los personages saboyanos podrian ejercer en el ánimo y conducta de la reina. Acompáñabala solamente, en concepto de aya y de camarera mayor, buscada y escogida para esto por el mismo Luis XIV., la princesa

sucedieron: MS. de la Real Aca demia de la Historia.-Macanaz, Memorias, tom. I. cap. 4. MS. Archivo de la corona de Aragon, Procesos de Córtes.-El dia que juró el rey en la catedral le hicieron canónigo, y le dieron asiento

en el coro, y todos los dias iban dos racioneros y un pertiguero con las ropas de coro á llevarle el pan que le tocaba por el canonicato, el cual repartia él á los pobres.Belando, Historia civil de España. Parte I., c. 19.

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de los Ursinos, Ana María, hija de Luis, duque de Noirmoutiers, de la ilustre familia de la Tremouille. Esta señora, destinada desde entonces á ejercer una grande influencia y representar un gran papel en todos los negocios de España, habia vivido algun tiempo en la península con su primer marido Adrian de Talleyrand. Despues estuvo en Roma, donde conoció y tuvo amistad con Portocarrero, ministro entonces de España cerca de la Santa Sede. Casó en segundas nupcias con Flavio de Orsini, duque de Bracciano, cuyo apellido tomó y conservó despues de haber enviudado de este segundo marido (1). Habíase hecho notable en Roma por su talento y sus encantos: no fué menos ventajosamente conocida en la córte de Versalles, donde se hizo amiga íntima de la célebre madama de Maintenon. De ella y de la duquesa de Noailles se valió para indicar su deseo de venir á Madrid luego que supo haber sido elegida para esposa del rey una princesa italiana (2). No vaciló Luis XIV. en elegir para camarera de la nueva reina de España á una

(1) Llamaban los franceses, y asi lo escribian, «des Ursins,» à la familia de los Orsini; y los españoles, traduciéndolo del francés, dijeron siempre los Ursinos: de aqui el haber seguido denominándola constantemente La Princesa de los Ursinos.

(2) «Mi deseo, escribia á la de Noailles, es ir hasta Madrid, donde permaneceré el tiempo que plazca al rey, viniendo en seguida

á dar cuenta á S. M. de los pormenores de mi viage. Soy viuda de un grande de España, sé el español, me estiman en aquel pais, y tengo en él muchos amigos, entre ellos el cardenal Portocarrero. Segun esto juzgad vos qué podria resistir á mi influjo, y si es estraña vanidad en mi ofrecer mis servicios.»-Memorias de Noailles.

señora de tan raras prendas y condiciones y que le inspiraba por muchos títulos una confianza completa. Proponíase que con su talento neutralizaría el ascendiente que de la reina temía, aunque jóven, sobre el carácter dócil y suave en demasía de su nieto, y esperaba que sería tambien apropósito para instruir á la jóven reina en el arte de dirigir y manejar una córte con dignidad. El tiempo justificó la prevision del monarca francés (1).

Aunque las Córtes de Cataluña, que entonces se celebraron en Barcelona, y cuyas sesiones duraron hasta el 12 de enero del año siguiente (1702), sirvieron desde luego al rey con un donativo de millon y medio del pais, y acordaron un servicio de doce millones pagaderos en seis años, que no llegó á realizarse, su principal objeto y ocupacion fué el restablecimiento de sus antiguos privilegios y franquicias, y la adquisi

(4) El marqués de San Simon, que conocia personalmente á la princesa de los Ursinos, hace de ella el siguiente retrato:

Era una muger mas bien alta que baja, morena, con ojos azules que decian lo que ella queria, torneada cintura, hermosa garganta, rostro encantador, aunque no bello, y aspecto noble. Tenia en su porte cierta magestad, y tanta gracia hasta en la cosa mas insignificante, que á nadie he visto que se pareciese ni en cuerpo ni en entendimiento: agasajadora, cariñosa, comedida, agradable por solo el placer de agradar, y seductora hasta un punto que no era fácil resistir. Añadíase á esto cier

to aire, que al propio tiempo que anunciaba grandeza, atraia en vez de imponer: su conversacion era deliciosa, inagotable y divertida, como quien habia visto muchos paises y conocido muchos personages; su tono de voz y manera de hablar agradables y dulces. Habia leido mucho, y meditado bastante, y como habia tratado tantas gentes, sabía recibir á toda clase de personas por elevadas que fuesen..... Como tenia mucha ambicion, era tambien dispuesta á intrigas; pero era una ambicion elevada, muy superior å las de su sexo y á las de muchos hombres.... etc.»-San Simon, Memorias, tomo III.

cion de otros nuevos. Y si bien el rey puso al principio alguna resistencia á varias de las peticiones que le hacian cada dia, es lo cierto que en último resultado obtuvieron mas de lo que habian podido prometerse, y que, como dice un acreditado escritor de aquel tiempo, «lograron los catalanes cuanto deseaban, pues ni á ellos les quedó qué pedir, ni al rey cosa especial que concederles, y así vinieron á quedarse mas independientes del rey que lo está el parlamento de Inglaterra (),» Dióles además catorce títulos de marqueses y condes, veinte privilegios de nobleza, veinte de caballeros, y otros veinte de ciudadanos. Lo cual no fué agradecido, ni sirvió mas que para enorgullecerlos, no atribuyéndolo á generosidad del rey, sino á temor debilidad, y no tardaremos en ver cómo correspondieron á la liberalidad de su nuevo soberano.

y

Los sucesos de Nápoles inspiraron á Felipe el deseo y la resolucion de pasar á Italia en persona, á jurar sus fueros á los de Nápoles y Sicilia, y ponerse al frente de su ejército para resistir á los enemigos. Mas no lo hizo sin pedir su venia y aprobacion á Luis XIV. su abuelo. «No perdiera Felipe II. (le decia > muy dignamente entre otras cosas) sus estados de > Holanda, si á ellos se hubiera trasladado cuando con> venia: á mí toca, os respondo que si llego

por

lo que

(1) Macanaz, Memorias manuscritas, tom. I. cap. 5.-En el mismo sentido, y mas fuertemente se esplica el marqués de San Felipe

en sus Comentarios, tom. I. año 1702.-Archivo de la corona de Aragon, Registro de Córtes.-Diario de Ubilla.

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»á perder algunos de mis estados, no será jamás por »igual falta.» No pudo Luis negarle su consentimiento pesar de algunos inconvenientes que en ello veia, y al fin le escribió una carta satisfactoria de aprobacion ofreciéndole navíos para su embarque y el de sus tropas, y dándole instrucciones y sanos consejos (1),

y

Pensó Felipe en el principio llevar consigo á su esposa, á lo cual le animaban tambien la misma reina la princesa de los Ursinos, aquella por el natural deseo de no separarse de su esposo, y ambas por el placer de presentarse en su pais con el brillo y aparato de su nueva posicion. En cuya virtud habia ya nombrado una junta de gobierno bajo la presidencia de Portocarrero, dando á éste la misma autoridad que habia tenido la reina doña Mariana por el testamento de Carlos II. Pero la consideracion al aumento de gastos, el temor de Luis XIV. á que la reina volviera á verse con su padre el duque de Saboya, el estado de la córte misma de Madrid, donde los ánimos andaban ya inquietos, agitados por los austriacos, todo movió á Felipe á renunciar á su primer pensamiento.

(4) «He aprobado siempre (le acometer una empresa tan digna decia) el intento que teneis de ir de vuestra sangre como es la de à Italia, y deseo que le lleveis á ir vos mismo á defender vuestros cabo; pero por lo mismo que me estados de Italia. Ocasiones hay en interesa vuestra gloria no puedo que debe uno resolver por si mismenos de pensar en las dificul- mo, y puesto que no os intimidan tades que vos no podeis preveer. los inconvenientes que os han esLas he examinado todas, y debeis puesto, alabo vuestra firmeza y conocerlas por los apuntes que confirmo vuestra decision... etc. Martin os ha leido. Veo con satis--Noailles, Memorias, tom. II. faccion que no os arredrau para

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