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HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA.

PARTE TERCERA.

EDAD MODERNA.

DOMINACION DE LA CASA DE BORBON.

LIBRO VI.

REINADO DE FELIPE V.

CAPITULO I.

FELIPE V. EN ESPAÑA.

LA REINA MARIA LUISA DE SABOYA.

1701.-1702.

Aclamaciones: regocijos públicos.-Consejo de gobierno: Portocarrero; Arias; Harcourt.-Sistema de reformas.-Influencia francesa.Disgusto contra los ministros.-Reconocimiento y jura del rey en las Córtes de Madrid.-Oposicion al restablecimiento de las antiguas Córtes de Castilla para tratar las cosas de gobierno.-Conciértase el matrimonio de Felipe con María Luisa de Saboya.—Jornada del rey á Cataluña á recibir á la reina.-Nombra á Portocar

rero gobernador del reino en su ausencia.-Recibimiento de Felipe en Zaragoza.-Idem en Barcelona.-Llegada de la reina con la princesa de los Ursinos.-Córtes de Cataluña.-Determina el rey pasar á Nápoles.-Regencia de la reina.—Celebra córtes á los aragoneses. Viene á Madrid.-Admirable talento, prudencia y discrecion de la jóven reina.-Reforma de costumbres.-Admiracion de Luis XIV.—Estado en que halló María Luisa la córte de España.-Disposicion de los ánimos.

La solemnidad y el júbilo con que, á ejemplo de Madrid, proclamaron al nuevo rey Felipe V. de Borbon todas las ciudades de España, sin esceptuar las de Cataluña, no obstante hallarse alli de virey el príncipe de Darmstad, austriaco y adicto al emperador (bien que fuese pronto reemplazado por el conde de Palma, que fué el primer despacho que el nuevo monarca firmó de su mano en Bayona); las fiestas y regocijos populares y las demostraciones de afecto con que fué recibido y agasajado en todas las poblaciones por donde pasó, desde que puso su planta en el suelo español (28 de enero, 1701) hasta que llegó á la capital de la monarquía (18 de febrero); el buen efecto que produjo la presencia del jóven príncipe, afable, vivo y cortés, en un pueblo acostumbrado al aspecto melancólico, al aire taciturno y á la prematura vejez del último soberano, todo parecia indicar el gusto con que acogian los españoles al vástago de una estirpe á la sazon vigorosa, que venia á reemplazar en el trono de Castilla á la vieja y degenerada dinastía de Austria.

Felipe, despues de haber dado gracias a Dios por su feliz arribo en el templo de Nuestra Señora de Atocha, pasó á aposentarse en el palacio del Buen Retiro que se le tenia destinado, hasta que se concluyeran los preparativos que se hacian para su entrada pública y solemne, la cual habia de verificarse con suntuosa ceremonia y con magnificencia grande. El primer acto del nuevo monarca, despues del besamanos de aquel dia, fué nombrar al cardenal Portocarrero, al gobernador del Consejo de Castilla don Manuel Arias, y al embajador francés conde de Harcourt, para que asistiesen al despacho con S. M., y dar órden á don Antonio de Ubilla para que continuara desempeñando la secretaría del despacho universal. Anticipadamente la habia dado ya á la reina viuda para que saliera de la córte. Una disputa que esta princesa habia tenido con los individuos de la junta de gobierno, y sobre la cual habia elevado sus quejas al rey, sirvió á éste de pretesto para enviarle antes de llegar á Madrid la siguiente sucinta pero significativa respuesta: «Señora; toda vez que algunas personas >>intentan por diferentes medios turbar la buena ar> monía que debe haber entre nosotros, parece con»veniente, á fin de asegurar nuestra mútua felicidad, que os alejeis de la córte hasta que yo pueda examiuar por mí mismo las causas de vuestro resenti>>miento. He dado las órdenes necesarias para que >>seais tratada con todas las consideraciones que os

»son debidas; recibiréis puntualmente la viudedad »que os señaló el rey vuestro esposo, y os autorizo á >> escoger para vuestra residencia la ciudad de Espa»ña que pueda seros mas agradable.» Con esta carta, y con algunas mortificaciones que Portocarrero la hizo todavía sufrir, decidióse la reina viuda doña Mariana de Neuburg á trasladarse á Toledo, donde tambien la madre de Cárlos II. estuvo en otro tiempo desterrada.

Inmediatamente dieron principio Portocarrero y Arias á proponer al rey su sistema de reformas, comenzando por la supresion de muchos empleos en la servidumbre de palacio; los gentiles-hombres quedaron reducidos á seis de cuarenta y dos que eran: reforma á que Felipe accedió en consideracion á lo disminuidas y empeñadas que encontró las rentas reales, pero con la cual disgustaron aquellos ministros á muchas familias de la córte, quedando como quedaban los reformados sin sueldo, gage, ni emolumento de ninguna especie. Por consejo de Portocarrero, que se proponia consolidar su influjo deshaciéndose de todos los que no le eran devotos, so pretesto de parcialidad á favor de la casa de Austria, fué privado el almirante don Juan Tomás Enriquez de su cargo de mayordomo mayor: confirmado el destierro de Oropesa; mandado retirar á su obispado de Segovia el inquisidor general; proscritos y alejados de la córte varios otros grandes, y colocados en los gobiernos de las provin cias y en los empleos de la administracion los parcia

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