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Frescos se conservaban tambien en el corazon de los representantes del pueblo los agravios que habian recibido; y no obstante la templanza de los moderados, dejábanse arrastrar algunas veces por este sentimiento, que degeneraba en desconfianza del cetro y en su aborrecimiento. La comision encargada de responder al discurso del rey, en la que figuraron el conde de Toreno y Martinez de la Rosa, hablando del juramento del monarca á la Constitucion dijo: "que habia cobrado con este acto la nacion sus derechos, y legitimado S. M. los del trono." Una sola palabra envolvia la acusacion de todos los actos del reinado hasta alli consumados, puesto que los calificaba de ilegítimos.

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Las Cortes comenzaron sus tareas discutiendo la ley de infracciones que quedó pendiente en 1814; y revocaron el decreto del año doce, en el que habian escluido de la sucesion á la corona al infante don Francisco de Paula y á doña María Luisa, gran duquesa de Luca. Ocupáronse igualmente en el proyecto de inmortalizar el dia en. què S. M. habia jurado las nuevas leyes, proponiendo llamar á Fernando el Grande, levantarle una estátua pedestre con una corona cívica, y el libro de la Constitucion en la mano; acuñar medallas, y pintar un cuadro que representase el acto del juramento. La instruccion pública y la agricultura llamaron del mismo modo la atencion del congreso, digno de los mayores elogios por la mesura y sabiduría con que dió sus primeros pasos.

Y mientras la asamblea empleaba sus fuerzas en dar aplomo al código restablecido, levantábanse á combatir en sentidos opuestos las conspiraciones de Fernando y de los realistas, y la anarquía del vulgo. Nuestro embajador en Roma, don Antonio Vargas y Laguna, á quien con el tiem po valió la negativa el título de marques de la

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Roma.

Constancia, negóse á jurar el sistema constitucional, y contribuyó á formar en la ciudad que baña Intrigas de el Tiber una junta llamada apostólica, que atrayéndose los ánimos de los obispos declaró guerra á muerte á los liberales españoles. Vargas y el consul de Marsella fueron los dos únicos súbditos que rehusaron el juramento al código político recien proclamado. El prelado de Orihuela don Simon Lopez, defensor de la inquisicion en las Cortes de Cádiz, no quiso obedecer una circular del ministro de Gracia y Justicia, en la que encargaba que los párrocos esplicasen en el púlpito las bases de la ley fundamental de la monarquía; y despues de una porfiada lucha con el gobierno salió estrañado del reino. Otros obispos, no obstante la abolicion del santo oficio, renovaron los índices formados por los inquisidores prohibiendo libros, para contrariar el espíritu y la marcha del ministerio. La carta secreta del Papa enviada en este año al monarca español por medio de tercera persona descubre los deseos, el plan y toda la máquina que se fabricaba contra la libertad de España en la intrigante RoCarta de Pio ma. "Un torrente de libros perniciosísimos inundan VII al rey. ya la España en daño de la religion y de las buenas costumbres, dice Pio VII: ya comienzan á buscar pretestos para disminuir y envilecer al clero: los clérigos que forman la esperanza de la iglesia, y los seculares consagrados á Dios en los claustros con votos solemnes, se ven obligados al servicio militar: se viola la sagrada inmunidad de las personas eclesiásticas: se atenta á la clausura de las vírgenes sagradas: se trata de la abolicion total de los dieżmos: pretenden sustraerse de la autoridad de la santa sede en objetos dependientes de ella: en una palabra, se abren contínuas, heridas á la disciplina eclesiástica y á las máximas conservadoras de la unidad católica profesadas hasta ahora, y

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con tanta gloria practicadas en los dominios de V. M." (*) Asi la mano sagrada de un pastor de paz encendiendo la tea de la supersticion, tan temible en nuestro suelo, preparaba el próximo incendio y acaloraba las pasiones de un príncipe que ya no obraba de buena fé, si la tuvo alguna vez, como dice el marques de Miraflores (*).

El clero obedecia ciegamente las inspiraciones del solio pontificio. El padre Maduaga predicaba en Cáceres contra el sistema constitucional: en Burgos Fr. Miguel Gonzalez, corrector de la Victoria, fulminaba iguales anàtemas; y los obispos secundaban en todas partes este plan horrible acalorando los ánimos, y prodigando larga siembra de tribulaciones y alarına en las conciencias.

La sociedad patriótica de Madrid que se reunia en los cafés de Lorencini y de la Fontana de Oro era un foco contínuo de insurreccion donde se predicaban las doctrinas de Danton y de los septembristas franceses, y se criticaban los actos del gobierno y á sus individuos, sin perdonar al monarca, que era inviolable segun las leyes. Los oradores sacaban á plaza la vida y los vicios privados del rey y de los ministros, pintándolos con colores exagerados, y despertando asi la cólera del vulgo y del príncipe, á quien no bastaba odiar naturalmente la libertad, sino que la confundia ahora con la licencia. El ministerio no apagó en sus principios con mano fuerte el amenazador volcan; y en una de sus violentas erupciones trataron de atacar al secretario de la Guerra, marques de las AmariIlas, enviando á las doce de la noche del 16 de Mayo los oradores una comision al palacio real para que solicitase la caida del marques. Llovia en estas reuniones el oro, derramado por algunos estrangeros que removian el oculto fuego de los resentimientos, enardeciendo con desmedidos elogios

(*Ap. lib. 9. núm. 4.)

(* Ap. lib. 9. núm. 5.)

Sociedad patriótica de Lo

rencini.

1820.

á los tribunos, y zahiriendo á los que se conte→ nian en los límites de la moderacion. El doble juego que empleaba un inglés descubierto en el acto le ocasionó un accidente que le puso en los umbrales de la muerte.

De todos los secretarios del despacho era Amarillas el que mas comedimiento y atenciones merecia al rey, al paso que Argüelles se veía abrumado con todo el peso de la regia ojeriza, sin que el disimulo y la astucia bastasen á encubrir aqueIla invencible antipatía. Respondia el marques á los reales agasajos con hidalgo proceder, y con ios Odio mútuo finos modales de un cortesano antiguo que sabe del rey y los maridar con su amor á la monarquía representa

ministros.

1820.

tiva las genuflexiones y la aduladora etiqueta de la cámara real. Los ministros pues, que siempre hallaban ceñudo el rostro de Fernando, ó alumbrado por una sonrisa maligna que espresaba la sátira ó el menosprecio, no podian por tales medios olvidar al tirano que los habia oprimido, ni emplear las flores y el refinamiento del amor con quien tan desabrida y ásperamente los trataba. No se encubre nuestra débil naturaleza cuando media tan frecuente trato. Crecia pues el odio entre el rey y sus secretarios, convirtiendo el despacho en un disimulado sainete en que Fernando, dejándose llevar á las veces de su propension á la burla derramaba á manos llenas las alusiones satíricas y las zumbas continuadas. Cuando volvian la espalda. llamábalos presidiarios; y ellos, lejos de ceder en la pugna, ya que no podian pagar con otras sátiras los reales epígramas, no se daban prisa á precaver escenas que habian de afligir el ánimo del monarca. El 20 de Julio trasJadóse S. M. á Sacedon en compañía de la reina, siendo recibido con entusiasmo y tirado el coche por el pueblo alli permaneció hasta el 12 de Agosto

Entre tanto que en el reino hispano se entur、 biaba aceleradamente el piélago que parecia tan claro y bonancible, no lucía estrella mas brillante en las naciones estrañas. Inglaterra escandalizaba al mundo con el proceso de su reina Carolina, acusada á los cincuenta años de edad de adulterio con su criado Bergami, italiano elevado á conde por la misma reina. En Nápoles habíase proclamado la Constitucion española, y el rey habia nombrado lugar teniente suyo al príncipe heredero, duque de Calabria. Tambien Sicilia repitió el mismo grito, cometiéndose en Palermo los asesinatos mas horrorosos, y siendo teatro de todos los escesos de la anarquía.

Las memorias de los secretarios del despacho habian retratado el pais al abrirse las Cortes en el estado mas triste y miserable: el tesoro exhausto, la administracion sumida en un caos, el ejército desnudo, hambriento y reducido casi á cero, y los caminos sembrados de ladrones que cometian las mayores atrocidades. El congreso para ocurric al remedio de tantos males aprobó un empréstito de cuarenta millones que habia abierto el gobierno: autorizó la venta de los bienes pertenecientes al crédico público, y formó el reglamento de la milicia nacional. Tambien decretaron las Cortes la formacion de causa al marques de Castelar, capitan de guardias, por haber arrestado á un cadete que injurió á sus gefes por medio de la prensa: asi destrozaron sus manos la ordenanza militar, dando pie en adelante á la indisciplina. Aboliéronse los Jesuitas el 14 de Agosto, mientras el 19 el ministro de Gracia y Justicia participaba al congreso que condescendiendo con los deseos del rey habia autorizado un breve de Roma para que la misa y rezo del beato Juan Bautista de la Concepcion, reformador del orden de Trinitarios, se estendiese 25

T. II.

Revolucion de Nápoles.

1820.

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