Imágenes de páginas
PDF
EPUB

baston.

Entrégale el do por las circunstancias, esclamó Elío: "Os entrego, señor, el baston de general: empuñadlo; (aqui S. M. contestó diciendo estaba bien en su mano; pero Elio prosiguió ): empuñadlo, señor; empúñelo V. M. un solo momento, y en él adquirirá nuevo valor, nueva fortaleza. (S. M. tomó y devolvió el baston.) Dígnese V. M. darme su real mano á besar." Y el rey alargó la diestra para que su esclavo imprimiera en ella los labios que acababan de destilar aquella miel tan dulce para el tirano, (Ap. lib. 7. y tan ponzoñosa para los verdaderos españoles (*). Farsa de antemano convenida, como hemos visto, para cortar de un solo golpe y por el tronco el arbol de la libertad, cuyas ramas áridas en medio de una guerra sangrienta hubiéranse tornado frondosas y fructíferas con el sol de la ilustracion popular y el copioso riego de las reformas sensatas y progresivas, hijas de la paz.

núm. 5.)

Pasando adelante encontró el rey cerca de Puzol al cardenal arzobispo de Toledo don Luis de Borbon, presidente de la regencia, y mandando parar el coche apeóse Fernando y se detuvo. El cardenal, que tambien se habia apeado y hecho alto aguardando que llegara el rey, tuvo que adelantarse hasta donde estaba el orgulloso. moEscena entre narca; y apenas se acercó volvió Fernando el aiFernando y el cardenalde rado rostro para manifestar su enojo, alargando

Burbon.

empero la mano al propio tiempo para que el arzobispo la besara en señal de vasallage y sumision. Por espacio de seis ó siete segundos hizo el rey varios esfuerzos para levantar la mano, y el presidente de la regencia para bajarla y no besarla: hasta que cansado el déspota de la resistencia del cardenal, y pálido de cólera, estendió el brazo, y presentando la diestra dijo al presidente con sumo imperio: "Besa." Inclinóse el débil don Luis, y selló con su boca aquella fórmula de humilla

cion y abatimiento, imagen del triunfo del par-
tido absolutista. El príncipe, despues de haber da-
do algunos pasos atrás, recibió igual homenage de
varios guardias y personas de la servidumbre
sin prestar oido al presidente le volvió la espalda
y subió en el coche. "Triunfaste, Fernando, es-
clamaba al dia siguiente Lucindo; y desde este
momento empieza la segunda época de tu rei-
nado."

Entró pues el monarca en la ciudad que baña el Turia el 16, tirado tambien su coche por la muchedumbre, que á oleadas se precipitaba á disputarse el honor reservado á los caballos de arrastrar á su dueño. Desde aquel punto dió el santo y la orden, con desprecio de las Cortes y del presidente de la regencia, condenado á desempeñar un papel en estremo desairado. Al dia siguiente asistió S. M. en la catedral á un magnífico TeDeum, rodeado de sus consejeros y favoritos, y de tantos grandes y prelados que no cesaban de llegar para asediarle en su trono, y ocultarle con el espeso humo de los inciensos el negro porvenir que á lo lejos se divisaba, y que presagiaba las futuras revoluciones que asolarian la tierra patria. Por la tarde presentó el general Elío al monarca los oficiales de su ejército, y preguntóles en alta y fuerte voz: "¿Juran ustedes sostener al rey en la plenitud de sus derechos ?" y respondieron todos: "Sí juramos." Acto contínuo besaron la mano al príncipe, y entre los plácemes y gratulaciones de los palaciegos retirarónse ufanos con los grillos y la argolla que ellos mismos se habian puesto. Por aquellos dias distribuyéronse fuertes sumas, procedentes de cuatro millones de reales que facilitaron al rey en clase de préstamo, hay quien dice que los ingleses, y quien afirma por el contrario que algunos grandes. Tan solo podemos asegurar que varios 4

T. II.

Abril de 1814.

Entra el rey en Valencia.

Juramento de los oficiales del

segundo ejército.

individuos de la primera nobleza presentaron al rey voluntarios y cuantiosos dones para que por falta de fondos no se malograse la empresa, enRegalos de los tre los cuales se contó el marques de Dos-Aguas, que adornó el presente de ricas piezas de holanda con una crecida suma en dinero efectivo.

grandes.

Madrid.

Mientras corrian los sucesos en Valencia tan á sabor del partido realista, ardia en Madrid la fragua con mayores creces, soplando los conjuraFragua de dos el fuego con todo su poder para reducir á cenizas al bando contrario en el esfuerzo de una llamarada. Apuntóles San Carlos la idea de elevar al rey una representacion firmada por los diputados que les eran adictos, pidiendo el restablecimiento del despotismo; porque solicitado asi por los representantes mismos de la nacion, dábase un barniz de legalidad á la conducta del monarca. Don Bernardo Mózo Rosales, autor de las anteriores conspiraciones, conocido despues con el título de marques de Mataflorida, urdió los hilos de la trama con el auxilio de los frailes de Atocha, en cuyo convento se celebraron las reuniones: trama que encubierta á todos los ojos con el mayor cuidado, apenas se traslució en sus principios. Redactado el escrito en 12 de Abril, y apoyado primero por pocos, aunque despues reunió sesenta y nueve firmas, desapareció de la villa madrideña el futuro marques de Mataflorida, partiendo á las márgenes del Turia, acompañado de otros diputados, á depositarlo en las reales manos, desRepresenta- pues de haber protestado contra todo lo que resoleion de los 69 vieran las Cortes, como él mismo dice en su es

persas.

1814.

posicion otra vez citada. Contenia aquella obra "un elogio de la monarquía absoluta, hija de la razon y de la inteligencia, segun alli se espresaba, y subordinada á la ley divina ;" pero concluía para demostracion de la consecuencia de sus auto

[ocr errors]

res, pidiendo "se procediese á celebrar Cortes con la solemnidad y en la forma que se celebraron las antiguas." Llamóse á esta representacion la de los persas, porque su comienzo, tan ridículo como impropio, decia asi: "Era costumbre en los antiguos persas pasar cinco dias en anarquía despues del fallecimiento de su rey, á fin de que la esperiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias los obligase á ser mas fieles á su sucesor." (*) Joya preciosa para los consejeros del monarca, que recogiéndola con afan como el mas rico diamante del trono, pensaron que le devolvia su antiguo brillo, puesto que nacida en las minas del poder popular deslumbraria por su origen, y engastada á aquella diadema de derecho divino, amalgaba opiniones opuestas. Creó Fernando una cruz particular para remunerar á los diputados persas.

Las escenas de Valencia hasta ahora referidas, y las que se siguieron hasta el hundimiento de las nuevas leyes, penetrando en el salon de la asamblea nacional, alarmaron á los diputados liberales. Para adoptar las medidas de salud que reclamaban las circunstancias celebráronse varias sesiones secretas; y en la de 6 de Mayo, la mas borrascosa de esta asamblea de corta existencia, el ardor de las pasiones y la desesperacion del peligro despeñaron á los representantes del pueblo en estremos dignos de vituperio. El olvido de la opinion pública, nunca nos cansaremos de repetirlo, y del estado de la nacion, cegó sus ojos con triple venda, y no conocieron que cuando la atmósfera está cargada de electricidad y formada la borrasca, no hay en el mundo conjuros que la contengan y eviten su esplosion. El orador mas brillante del congreso, don Francisco Martinez de la Rosa, tan mesurado con el tiempo, dejóse llevar de un ardimiento no acostumbrado, de que mas de una vez se

(* Ap. lib. 7, núm. 6.)

1814.

Martinez de la
Rosa en las
Cortes.

habrá reprendido á sí mismo, amaestrado por la esProposicion de periencia, é hizo la indicacion, admitida en primera lectura, de que el diputado que propusiese alguna adicion ó reforma en el Código de 1812 hasta pasados los años prescritos de puesto en práctica en todas sus partes, fuese condenado á muerte. Pero las Cortes no creían aun que Fernando quisiese destruir de raiz su obra, sino mutilarla; y no osaron jugar el dado á tan peligroso azar y aventurar sus vidas. Demasiadamente confiados en la pureza de sus intenciones permanecieron tranquilos, sin preveer que sus palabras, pronunciadas en la efusion de sus corazones, eran cuidadosainente recogidas por los Judas de la asamblea, y trasmitidas á Valencia para aumentar las listas de proscripcion. Limitáronse pues á escribir de nuevo dos cartas, manifestando al rey el deseo que tenian de verle sentado en el trono y los riesgos de la tardanza; mas no habiendo merecido respuesta, discutieron con mucha calma el modo de recibir á Fernando á su entrada en la capital, y al tiempo de prestar el juramento, cual si aquellas ilusiones pudieran detener el rayo que amagaba desprenderse de las nubes formadas por el humo de las adulaciones. Para mayor pompa trasladáronse del teatro de los Caños del Peral, donde tenian sus sesiones, á la casa de estudios y convento de Agustinos calzados de doña María de Aragon, decorando con mas lujo y magnificencia el salon destinado á tan grandiosa y sublime ceremonia. Verificaron la traslacion el 2 de Mayo, dia en que se celebraba la primer fiesta nacional en conmemoracion de las víctimas de 1808, libertando sus cenizas del olvido en que yacían, y depositándolas en urnas fúnebres para que sirviesen de estímulo y ejemplo á los venideros. Al abrirse las puertas de aquel edificio en dia tan triste, y que tantos horrores recordaba, pareció presa

1814.

« AnteriorContinuar »