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NOTICIA HISTÓRICA

DE LA ACADEMIA

DESDE EL AÑO DE 1832 HASTA EL PRESENTE.

Cuando la Academia dió al público, en 1832, el tomo VII de sus Memorias, era prós

pero su estado, y asi se echaba de ver en sus trabajos, proyectos y esperanzas.

Componíanla varones respetables, de fama muy conocida. El Sr. D. Martin Fernandez de Navarrete era Director, elegido ya por tres veces, como despues lo fué en cuatro sucesivas. Eran Académicos de número los Sres. D. Francisco Martinez Marina, D. Vicente Gonzalez Arnao, D. Diego Clemencin, D. Francisco Antonio Gonzalez, D. José Sabau y Blanco y D. Tomás Gonzalez Carvajal; nombres que viven en la memoria de todos y pasarán á la posteridad remota. Supernumerarios eran los Sres. Don Antonio de Siles, R. P. Maestro Fr. José de la Canal, D. José Garcia de la Torre, Don Justo José Banqueri, D. Juan Pablo Perez Caballero, D. Sebastian Miñano, D. Vicente Argüello, D. Antonio Lopez de Córdoba, D. José Gomez de la Cortina, D. Pedro Maria Olive, D. Pedro Sainz de Baranda, D. José Maria de Zuaznabar, D. Miguel Salvá, y D. Marcial Antonio Lopez y D. Francisco de Paula Quadrado, á la sazon ausentes: Honorarios, personas de las mas elevadas de España y de las mas notables de Europa: Correspondientes, muchos sugetos ilustrados y bien conocidos en cada una de las provincias de España, y otros de los reinos extrangeros.

El estado económico de la Academia, escaso como era, porque la pobreza, y en especial en España, ha sido siempre patrimonio de las letras y cuerpos literarios, habíase mejorado desde el arreglo de la Hacienda pública que se hizo en 1828, lo cual dejó consignado la Academia, diciendo: «Mejorado notablemente en este período el estado » de sus intereses, por el órden establecido en la distribucion de las rentas del reino, la TOMO VIII. 1

NOTICIA HISTÓRICA

DE LA ACADEMIA

DESDE EL AÑO DE 1832 HASTA EL PRESENTE.

Cuando la Academia dió al público, en 1832, el tomo VII de sus Memorias, era prós

pero su estado, y asi se echaba de ver en sus trabajos, proyectos y esperanzas.

Componíanla varones respetables, de fama muy conocida. El Sr. D. Martin Fernandez de Navarrete era Director, elegido ya por tres veces, como despues lo fué en cuatro sucesivas. Eran Académicos de número los Sres. D. Francisco Martinez Marina, D. Vicente Gonzalez Arnao, D. Diego Clemencin, D. Francisco Antonio Gonzalez, D. José Sabau y Blanco y D. Tomás Gonzalez Carvajal; nombres que viven en la memoria de todos y pasarán á la posteridad remota. Supernumerarios eran los Sres. Don Antonio de Siles, R. P. Maestro Fr. José de la Canal, D. José Garcia de la Torre, Don Justo José Banqueri, D. Juan Pablo Perez Caballero, D. Sebastian Miñano, D. Vicente Argüello, D. Antonio Lopez de Córdoba, D. José Gomez de la Cortina, D. Pedro Maria Olive, D. Pedro Sainz de Baranda, D. José Maria de Zuaznabar, D. Miguel Salvá, y D. Marcial Antonio Lopez y D. Francisco de Paula Quadrado, á la sazon ausentes: Honorarios, personas de las mas elevadas de España y de las mas notables de Europa: Correspondientes, muchos sugetos ilustrados y bien conocidos en cada una de las provincias de España, y otros de los reinos extrangeros.

El estado económico de la Academia, escaso como era, porque la pobreza, y en especial en España, ha sido siempre patrimonio de las letras y cuerpos literarios, habíase mejorado desde el arreglo de la Hacienda pública que se hizo en 1828, lo cual dejó consignado la Academia, diciendo: «Mejorado notablemente en este período el estado »de sus intereses, por el órden establecido en la distribucion de las rentas del reino, la TOMO VIII. 1

>>Academia ha podido atender ya con desahogo á sus ocupaciones, dirigidas siempre á >>promover los adelantos de la historia de España.»

Su estado literario se demuestra por la publicacion de dicho tomo, en el cual se comprenden obras, que con los preciosos documentos que contienen sus apéndices, ilustran asuntos interesantes de nuestra historia. Demuéstrase todavia mas por los proyec‐ tos y trabajos que tenia concebidos y habia emprendido para dar en breve el tomo siguiente y otros sucesivos. «Quédase disponiendo, decia á su nombre el Secretario en »la Noticia histórica, la continuacion de otros, para que ya estan preparados copiosos »materiales.>>

Aparte de las Memorias, se proponia la Academia continuar publicando por separado otras obras importantes.

Y animada de su noble deseo, llamó tambien á las personas no pertenecientes al Cuerpo, ofreciendo premios, para los cuales señaló estos dos asuntos: 1.o autenticidad y crédito que merezca la Historia compostelana, publicada por el P. M. Florez, y severamente censurada por Masdeu; 2.o cuáles fueran las relaciones políticas y comerciales de la corona de Castilla con las demas naciones antes del descubrimiento de la América.

Por esta relacion se ve cuan altos eran los proyectos y esperanzas de la Academia. Creció en un principio, lejos de entibiarse, el ardor y la constancia de tan dignos Académicos; pero á las circunstancias favorables sucedió muy pronto una série tal de contratiempos y desventuras, ya privadas y personales, ya en la Corporacion, ya generales y públicas, que fué imposible superarlas con todos los esfuerzos.

Empezó primero la desgracia por la parte personal, por la sensible pérdida de muchas de las mas antiguas é ilustradas personas que componian la Academia. En poco mas de un año tuvo esta que llorar la muerte de los Sres. D. Francisco Martinez Marina, D. José Sabau y Blanco, D. Diego Clemencin, D. Tomás Gonzalez, D. Tomás Gonzalez Carvajal y D. Antonio Siles. A D. Diego Clemencin sucedió en el cargo de Secretario el Sr. D. Vicente Gonzalez Arnao.

Afligidos con tan graves pérdidas, los que quedaron continuaban sosteniendo el honor del Cuerpo, y trabajaban para llevar adelante los planes y tareas comunes con firme ánimo y resolucion. Pero arreciaba ya por entonces en nuestra España la brava tormenta de la guerra civil, que se extendió luego por todas partes, arrancando á todos de sus asientos, llamando los ánimos á las discusiones políticas, exaltando las pasiones y embargando por fin todas las facultades con las atenciones presentes, las aficiones, los cuidados, las dificultades, los peligros. Hay momentos en la vida de las naciones, como en la de los individuos, en que lo presente lo absorbe todo, sin que quede capacidad para volver la vista á lo pasado, á los dulces ó tristes recuerdos con que vamos enlazando y componiendo la fugaz existencia. Períodos semejantes no son á propósito para el estudio de la historia: rómpese al contrario con ella, y no se vuelve á establecer la ley de continuidad hasta que han pasado, dejando añadido un nuevo eslabon en la cadena de los tiempos.

Y absorbiendo, en los años de que hablamos, las atenciones generales de la política y guerra, á la vez que todas las fuerzas, todos los recursos y medios públicos, no po

dia haberlos para las letras. Asi fué que en los presupuestos de 1835 quedó reducida la dotacion de la Academia á 30,000 rs., de los cuales en muchos años apenas percibió la mitad, con que era de todo punto imposible atender á los objetos del instituto.

A la vista de tantos contratiempos, no habrá de parecer extraño que en la época á que nos referimos flaqueáran las fuerzas, si no el buen ánimo, de nuestros antiguos académicos.

« Parece (decia el Sr. Navarrete en el discurso de aquel año) que los fatales aconte»cimientos que afligieron á la Academia en los últimos dias del anterior trienio por la pér»dida de algunos de sus mas ilustres individuos, fueron preludio de los que habian de »seguir en el que hoy concluye, por efecto de la guerra civil.»

En 1840 repetia el ilustrado Director: «Los tiempos fatales de turbulencias civiles, >> cuando las opiniones y principios contradictorios luchan por trastornar la constitucion Dy el gobierno de las naciones, no son propios ciertamente para cultivar aquellos estu»dios áridos é ingratos que exige la investigacion de la verdad en los acontecimientos » antiguos.>>

«La situacion política de España (continuaba en 1843) desde que concluyó el anterior »trienio, apenas ha variado en cuanto pudiera influir en beneficio de las letras.» Y lo mismo hubo que repetir mas adelante.

Con todo, y sin embargo de tantas dificultades, fué tal la decision y constancia del venerable Director, de algunos pocos Académicos que quedaban y de otras personas que les auxiliaron, que no solamente supieron conservar la Academia y su instituto, sino prestar utilísimos servicios, desempeñar trabajos graves, hacer algunas publicaciones importantes, y sostener el buen nombre literario de la Academia. Hagamos justicia á esfuerzos tanto mas apreciables cuanto fueron mas desinteresados y difíciles, y permitasenos referir los mas principales.

Las publicaciones, escasas en número, fueron notables por su importancia. Antes de 1834 concluyó la Academia de arreglar é imprimir el Sumario de las antigüedades romanas que hay en España, escrito por el Sr. Cean.

Hizo la bella edicion de los Opúsculos legales del Rey D. Alonso el Sabio, que tenia ya concluida en 1834 y publicó en 1836 en dos tomos en fólio, continuando su antiguo plan de dar perfectamente corregidas, confrontadas é ilustradas todas las obras del sabio Rey, y concluyendo con esto, dadas ya las Partidas, las obras legales. Comprenden los Opúsculos el Espéculo ó espejo de todos los derechos, inédito hasta entonces, el Fuero Real, las Leyes de los Adelantados mayores, las Leyes nuevas, ó sean dadas despues de aquel Fuero, el Ordenamiento de las Tafurerias, y en apéndice las Leyes del Estilo, que aunque ne sean obra del rey D. Alfonso, han acompañado siempre al Fuero Real como interpretacion ó aclaracion de sus disposiciones. En el prólogo se dá noticia de los códices que se tuvieron presentes, de su autenticidad y paradero, de la proligidad con que se hicieron las confrontaciones, y de las variantes ó notas que habian producido. Para la edicion del Espéculo franqueó el Excmo. Sr. Duque del Infantado el códice que posee aquella ilustre casa, asi como para la del Fuero Real otro que del mismo tiene, y juntamente varios papeles curiosos; lo que entonces publicó y publicará siempre agradecida la Academia.

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