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DISERTACION

QUE

CONTRA EL NUEVO SISTEMA ESTABLECIDO POR EL ABATE MASDEU

EN LA CRONOLOGIA DE LOS OCHO PRIMEROS REYES DE ASTURIAS;

Y EN DEFENSA

DE LA CRONOLOGIA DE LOS DOS CRONICONES

DE SEBASTIAN Y DE ALBELDA,

PRESENTA

A LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

EL INDIVIDUO DEL NÚMERO

D. ANGEL CASIMIRO DE GOVANTES.

DISERTACION

QUE CONTRA EL NUEVO SISTEMA ESTABLECIDO POR EL ABATE MASDEU

EN LA CRONOLOGIA DE LOS OCHO PRIMEROS REYES DE ASTURIAS;

Y EN DEFENSA DE LA CRONOLOGIA DE LOS DOS CRONICONES

DE SEBASTIAN Y DE ALBELDA,

PRESENTA

A LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

EL INDIVIDUO DEL NÚMERO

D. ANGEL CASIMIRO DE GOVANTES.

La cronología de nuestros primeros reyes de Asturias no ha sufrido con

tradiccion hasta nuestros dias: los historiadores mas próximos á la restauracion la fijaron con tanta exactitud, que, claramente se conoce, pusieron mas cuidado en señalar el principio y fin de cada uno de los reinados, que en referir los grandes acontecimientos de la época, ó las ilustres hazañas de sus reyes: no obstante, el abate Masdeu, abrazando algunas indicaciones de Pellicer y Mondejar, seducido por su declarada aficion á sostener

:

nuevos sistemas históricos, apoyado principalmente en dos argumentos, uno negativo y otro fundado en una fácil equivocacion de un nombre, se ha atrevido á echar por tierra la cronología, no ya de un rey, sino de los ocho primeros reyes de Asturias.

Me propongo probar que Masdeu, separándose de nuestros primitivos cronicones, en vez de aclarar, oscureció la cronología de nuestros primeros reyes de la restauracion: y para hacerlo con mas claridad y evitando repeticiones, en el mismo párrafo en que referiré las pruebas, que de su sistema nos da el crítico historiador, las refutaré y procuraré desvanecer.

El primer argumento que hace Masdeu para separarse de la cronología ganeralmente recibida, y para fijar el reinado de D. Pelayo cuarenta años despues, se funda en el silencio del Biclarense: el marqués de Mondejar, en la nota 7. al cap. I del libro 7.° del Mariana, no propuso esta dificultad; tuvo acaso presente que el Biclarense cierra la historia de España con el fin del califato de Ualid, que murió en el año de 715, época cabalmente en que empezaba el reinado de D. Pelayo: «Ualid, dice el Biclarense en el número 45, in occidentis quoque partibus Regnum Gotorum antiqua soliditate firmatum apud Spanias, per Ducem sui exercitus nomine Musæ adgressus, edomuit, et regno abjecto vectigales facit, sic omnia prospere gerens nono regni anno prævisis copiis universorum gentium sibi exhibitis vitæ terminum dedit.» Murió, segun Masdeu, en Febrero del año 715. En este tiempo, y aun muchos años despues, acaso ignoraria el abad de Valclara la existencia de D. Pelayo, y, aunque la supiese, miraria con desprecio la empresa á todas luces temeraria de un puñado de montañeses, que se levantaban á desafiar á los dominadores del mundo.

En el texto copiado y en todos los escritores de aquella época se nota una especie de estupor, el asombro que les causaban los triunfos y conquistas de los árabes, á cuya vista temblaban los imperios de Oriente y Occidente: trasladémonos á aquellos tiempos: consideremos el gigantesco poder de los califas de Damasco, sus continuados triunfos, sus extensas conquistas, y luego, mirando á Asturias, consideremos á D. Pelayo levantando un corto pais, ¿para qué? para vencer, para abatir á unos ejércitos que entonces mismo intentaban conquistar la Francia: ¿qué juicio formarian los contemporáneos de proyectos tan aventurados? Indudablemente los tendrian por temerarios, por pasageros, por insubsistentes, como los últimos rugidos de un leon que espira. Con esto se explica el silencio de los historiadores de la misma época. No sucedió asi con los que los si

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