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á quien tambien obedecieron los vizcainos y navarros, en cuyas tierras hasta entonces no habian entrado moros; de suerte que se extendia el reino cristiano desde el Océano occidental hasta la última raya de lo que llaman tierra de Campos, que viene á ser con poca diferencia una cuarta parte de toda España. En estos nuevos dominios es indecible cuánto trabajó D. Alonso en beneficio del público y de la Iglesia, disponiendo poblaciones nuevas donde ya no las habia, renovando ciudades y fortalezas.» Hasta aqui Masdeu, quien indudablemente cuando escribió estos párrafos no tuvo presentes los textos de los dos Cronicones que se han copiado y que él cita; porque si los hubiese tenido delante ¿cómo habia de afirmar que D. Alonso pobló aquellas ciudades que el texto dice que destruyó, y aquellos campos que el Albeldense dice que dejó yermos? ¿Con qué habitantes, preguntaremos al abate Masdeu, pobló el rey D. Alonso I á Liébana, Transmiera, Sopuerta, Carranza y la primitiva Castilla ó las montañas de Burgos? Felizmente estos valles, que son parte de las montañas de Burgos y de Santander, conservan aun sus nombres sin alteracion de una sola letra, y asi nos consta exactamente el pais que poblaba, pais próximo á su reino de Asturias, en la misma cordillera de montañas, y Liébana confinante con Asturias. En

estos valles indudablemente restauraria poblaciones arruinadas, levantaria otras de nuevo, fortificaria desfiladeros, haria castillos, etc., etc. Pero para la mas completa comprobacion de la exacta y genuina inteligencia del texto del cronicon, leemos en Sampiro que D. Alonso III pobló á Zamora, Dueñas y todos los campos de los Godos (hoy tierra de Campos). Dice Sampiro: «Urbes deserlas ab antiquis populari Rex jussit: hæc sunt Zemora, Septimancas, Domnas, vel omnes campi Gothorum: Taurum namque dedit ad populandum filio suo Garseano.>>

Resulta de todo que Masdeu confundió el texto del Cronicon de Sebastian: que por este consta que D. Alonso I taló y destruyó las poblaciones que Masdeu dice que restauró: que con sus habitantes cristianos pobló á Primorias, Liébana, Carranza, Sopuerta, las merindades de Castilla la Vieja y la marina de Galicia; y que quien volvió á repoblar parte de aquellas poblaciones destruidas fué D. Alonso III el Magno en el siglo siguiente noveno, cuando se escribian los dos cronicones, el del obispo Sebastian y el de Albelda. Es de notar que Masdeu de propia autoridad añadió Lara al texto del cronicon, por defender la dichosa lápida de que hemos hablado en la disertacion, en lo que no procedió con la buena fé que convenia.

NOTA SEGUNDA.

No se ha citado en el discurso leido la escritura de fundacion del monasterio de Santa María de Obona, que se dice hecha por Ade. gastro, hijo del rey Silon, en 17 de enero del año 780 (era 818), que confirma la cronología de los Cronicones que se ha defendido, porque consta del Cronicon de Albelda que el rey Silon no tuvo hijos, y el autor de la disertacion se propuso citar solamente documentos irrefragables; pero no obstante debe advertir que no faltan eruditos que expliquen

con bastante naturalidad la cláusula del Albeldense, conciliándola con la escritura, y dejando por tanto á esta en toda su fuerza o autoridad: observan que en la cláusula del Cronicon se habla de hijos legítimos ó hijos de la reina Adosinda, á quien expresamente se nombra; pero no de hijos naturales, á los que pudo pertenecer Adegastro, fundador del monasterio de Obona. V. Florez, Esp. Sagr., tomo 37, pag. 114.

MEMORIA

SOBRE LA AUTENTICIDAD

DE LA CRONICA DENOMINADA DEL MORO RASIS.

LEIDA

EN LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

POR

DON PASCUAL DE GAYANGOS,

al tomar posesion de su plaza de académico supernumerario.

Con el título de CRÓNICA DEL MORO RASIS, se conoce entre los curiosos una historia que se dice traducida de la lengua arábiga á la portuguesa, por mandado de D. Dionis, rey de Portugal, y trasladada depues á nuestro idioma castellano. El traductor portugués, se asegura haber sido Gil Perez, clérigo, con auxilio de un moro llamado Maese Mahomad el alarife ó arquitecto, y de otros que no se nom. bran. Del traductor castellano nada se sabe.

Son varios los juicios que acerca de esta produccion histórica han formado nuestros literatos. Los antiguos, como Morales, Mariana, Garibay, Zurita, Marmol, Rodrigo Caro y otros la citan á cada paso como obra auténtica y fidedigna: autores modernos y respetables la han calificado posteriormente de apócrifa y despreciable. El averiguar, pues, cual de tan encontradas opiniones sea la mas segura y acertada, y qué grado de confianza merezca una obra que, segun ya dijimos, ha sido consultada y citada por nuestros mejores historiadores, es cuestion que interesa sobremanera á los aficionados á estudios históricos, y que nos proponemos ventilar en este discurso; valiéndonos para ello de documentos y noticias que no poseyeron los ilustres literatos que nos precedieron en tan útil tarea.

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