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la prenda más alta del hombre; tanto en las tiendas de los príncipes de las tribus y en las córtes de los reyes de Gassan y de Hira, cuanto en el pobre campamento de los esclavos y en la guarida del facineroso, eran celebrados en verso el heroismo, la lealtad y el amor. Los versos que se distinguian por felicidad de pensamientos ó de expresion se propagaban con rapidez, pasando de boca en boca. De esta suerte eran incalculables el poder y el influjo que el talento poético ejercia. Cuando surgian disputas entre las familias, el poeta era á menudo elegido como árbitro, y las gentes se sometian de buen talante á sus decisiones. Como por su encomio ó su censura podia extenderse la fama y la gloria de una tribu, el favor del poeta era tan solicitado, como temido su enojo. Un pobre habitante de la Meca, que áun tenía muchas hijas por casar, hospedó amistosamente al poeta Ascha, que iba camino de Ocaz, y le habló incidentalmente de sus hijas y de la triste situacion de él y de ellas. El poeta no creyó pagar mejor aquella buena hospitalidad, que cantando en la feria de Ocaz las nobles calidades del huésped y de sus hijas. Así lo hizo, y se cumplió su propósito. Apenas se divulgó su canto, los más ilustres caudillos de las diversas tribus pretendieron casarse con las doncellas.

La poesía ante-islámica de los árabes se conserva principalmente en la coleccion de las Muallakat, Hamasa, Divan de los Hudseilitas y Gran libro de los Cantares. Un conocimiento cumplido de este inmenso

tesoro es cosa de que pocos se pueden jactar; pero áun para aquel que sólo en parte le conoce, es motivo de pasmo la contraposicion entre el contenido y la forma de estos cantares. Por un lado, las pasiones desenfrenadas de un tiempo bárbaro, el asesinato y la sed de venganza; por otro, tal sutileza de lenguaje y tan rebuscado primor en la expresion, como si la poesía se hubiese escrito para aclarar con ejemplos un capítulo de la gramática. ¿Cómo era posible que el guerrero errante y sin reposo, que diariamente tenía que combatir por la vida contra la inclemencia y aridez del suelo y contra las enemigas espadas, pudiese cuidar la parte técnica de la poesía con esmero propio sólo de los períodos de la más alta y avanzada civilizacion? Ésta es una excepcion entre todas las literaturas; pero el conocimiento de las leyes y riquezas del idioma, así como el de las diferentes genealogías y el de los astros que los guiaban en sus excursiones nocturnas, fué desde muy antiguo para los árabes objeto de constante afan y de trabajoso estudio (1). Aun de los tiempos primitivos se citan ejemplos que demuestran cuán grande importancia daban á la eleccion de los vocablos, á la exactitud de las rimas y á la perfeccion del estilo. El poeta Tarafa criticó, siendo áun niño y mientras jugaba con otros niños, una expresion mal escogida en una poesía,

(1) CAUSSIN DE PERCEVAL, Essai sur l'histoire des arabes avant l'islamisme, I, 352.

por lo cual fué admirada la delicadeza de su gusto. Otro poeta, Nabiga, recitó á ciertos amigos, á quienes visitó en Jathrib, uno de sus cantares. Los amigos, notables conocedores del arte, advirtieron que habia un consonante malo; pero, temiendo ofenderle si ellos mismos se lo decian, hicieron que una cantadora, que tenía excelente pronunciacion, recitase el cantar. Al punto reconoció el defecto el propio Nabiga, y se apresuró á corregirle. Desde entónces solia decir: «Cuando fuí á Jathrib, mis versos no carecian de defectos; cuando salí de Jathrib, era yo el más grande de los poetas. » Más sensible á la crítica se muestra Amr-ul-Kais. Conversando una vez sobre poesía con el poeta Alkama, se recitaron ambos mutuamente sus versos, y convinieron al cabo en que la mujer de Amr-ul-Kais fuera árbitro y decidiese á cuál de los dos pertenecia el lugar primero. El certamen empezó. Cado uno hizo cuanto pudo por sobrepujar á su contrario; pero ella decidió al fin que Alkama habia ganado el premio, por haber hecho una más feliz descripcion del caballo. Amr-ul-Kais se sintió tan herido en su orgullo poético por esta sentencia de su mujer, que vino á divorciarse de ella. Alkama la tomó por suya.

A imitacion de la Muallaka de Amr-ul-Kais, empezaron á escribirse poesías más extensas, ó Kasidas, en las cuales el poeta convida á uno ó más amigos, que le acompañan en una peregrinacion, á lamentarse con él sobre el suelo dichoso, ya abandonado, donde moró su

á

amada. Ella ha ido con los suyos á otras regiones del desierto. En su dolor, el poeta no presta oido á las palabras con que sus amigos procuran consolarle; sumido en sus recuerdos, cuenta las horas deliciosas que ha pasado con su amor. Ley es de este género de poesía que sus diversas partes formen un todo como las perlas de una gargantilla; pero la eleccion y el órden de estas partes (que son por lo comun descripciones, panegiricos y narraciones breves) dependen de la voluntad del autor, y suelen ser distintos, segun quien escribe. Puede darse, con todo, una nocion general de la marcha y forma de estas composiciones. Venciendo poco a poco su melancolía, habla el poeta de los lugares que ha visitado ya, con la esperanza de volver á encontrar á su querida, y refiere las aventuras que le han ocurrido en estas excursiones. Luégo suele pasar á una descripcion de su corcel ó camello, que ha resistido todas las fatigas del largo viaje; alaba su propia valentía y su prontitud en cumplir el deber de la venganza, ó cuenta cómo una noche se perdió en el desierto y vió brillar sobre una altura una luz que le guió á la tienda de un árabe hospitalario. Los amigos le exhortan entónces á que concluya; él dirige una mirada de despedida á los sitios que le han sido tan caros, y da fin con la alabanza de la liberalidad y de los gloriosos hechos de su tribu. Acaso descubre el poeta una nube, precursora de lluvia, y su vista le llena de contento. La tierra seca reverdecerá, y él podrá concebir la esperanza de que la tribu de su

amada vuelva pronto á los primeros sitios en que apacentó su ganado.

No es fácil de desechar la constante acusacion de que la antigua poesía arábiga se mueve siempre dentro de un estrecho círculo. Sin una mitología propia, sin una tradicion épica (pues las referentes á Antar y á otros libros de caballería son probablemente de épocas posteriores), y al mismo tiempo sin fuerza de imaginacion bastante á crear estas cosas, el árabe gentil se limita á la descripcion de la realidad que le rodea y á la expresion de sus sentimientos. De aquí la perpétua repeticion de los mismos asuntos. Casi siempre leemos en dichas poesías una peligrosa excursion por el desierto, un encuentro con tribus enemigas, la descripcion de una tempestad, de un caballo, de un camello ó de una gacela, con puntual y menuda pintura de cada una de sus partes, el elogio de diversas armas, etc., etc. Mas, á pesar de la poca variedad en los asuntos, y á pesar de la falta de unidad en el plan, poseen las antiguas Ka sidas indisputables bellezas. El beduino, cuyos ojos se han hecho más perspicaces con la contemplacion de la naturaleza, ve todo cuanto le circunda bajo mil diversos puntos de vista, y sabe dar novedad áun á los objetos con más frecuencia descritos. El desierto, así en la temerosa oscuridad de la noche, como durante el encendido resplandor del mediodía, cuando los rayos del sol pintan en las leves y vagarosas exhalaciones de la tierra mágicas imágenes, ofrece al poeta á cada momen

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