Poesĭa y arte de los árabes en España y Sicilia Tr. del aleman por Don Juan Valera ...M. Rivadeneyra, 1872 |
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... civilizacion debe mu- cho á la influencia inspiradora del cielo de Anda- lucía , y á la raza que antes de la conquista habi- taba allí . En Persia , á pesar del Corán y á pesar a de la conquista mahometana , se desenvolvió y flo- reció VII.
... civilizacion debe mu- cho á la influencia inspiradora del cielo de Anda- lucía , y á la raza que antes de la conquista habi- taba allí . En Persia , á pesar del Corán y á pesar a de la conquista mahometana , se desenvolvió y flo- reció VII.
Página 9
... sol , que vierte sus rayos abrasadores . Alguna vez , ó bien cuando la tormenta anuncia y trae la por largo tiempo deseada lluvia , ó bien cuando en la clara bóveda del cielo , profundamente azul , resplandecen vertical- mente las.
... sol , que vierte sus rayos abrasadores . Alguna vez , ó bien cuando la tormenta anuncia y trae la por largo tiempo deseada lluvia , ó bien cuando en la clara bóveda del cielo , profundamente azul , resplandecen vertical- mente las.
Página 10
Adolf Friedrich von Schack. del cielo , profundamente azul , resplandecen vertical- mente las pléyadas y la maravillosa estrella de Canopo , hay un cambio en la triste uniformidad . En este inmenso desierto , que se extiende desde las ...
Adolf Friedrich von Schack. del cielo , profundamente azul , resplandecen vertical- mente las pléyadas y la maravillosa estrella de Canopo , hay un cambio en la triste uniformidad . En este inmenso desierto , que se extiende desde las ...
Página 16
... da sobre las llanuras arenosas y respiran el aire libre bajo la bóveda inmensa del cielo , resonaban tales can- tares , y eran estimados , despues de la valentía , como la prenda más alta del hombre ; tanto en las 16.
... da sobre las llanuras arenosas y respiran el aire libre bajo la bóveda inmensa del cielo , resonaban tales can- tares , y eran estimados , despues de la valentía , como la prenda más alta del hombre ; tanto en las 16.
Página 22
... cielo tenebroso , de todo esto , no sólo en general , sino en cada uno de sus momentos , y con su propio carácter y fisonomía , sabe apoderarse el poeta , y prestar duracion con gráficas palabras á la instantánea y mudable faz de las ...
... cielo tenebroso , de todo esto , no sólo en general , sino en cada uno de sus momentos , y con su propio carácter y fisonomía , sabe apoderarse el poeta , y prestar duracion con gráficas palabras á la instantánea y mudable faz de las ...
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 114 - Nunca dirigí contra ella la menor queja. Hoy mismo no tengo nada que echarle en cara. No me había dado derecho alguno para estar quejoso. ¿De qué la podía yo censurar? Yo hubiera podido quejarme si ella me hubiese halagado con esperanzas engañadoras; pero nunca me dió la menor esperanza; nunca me prometió cosa alguna.
Página 203 - Cnanto sube hasta la cima, Desciende pronto abatido Al profundo. ¡Ay de aquel que en algo estima El bien caduco y mentido De este mundo! En todo terreno ser Sólo permanece y dura El mudar. Lo que hoy es dicha o placer, Será mañana amargura Y pesar. Es la vida transitoria, Un caminar sin reposo Al olvido; Plazo breve a toda gloria Tiene el tiempo presuroso Concedido.
Página 142 - ... intrépido destruye; Caiga mordiendo el polvo el cristiano en la lid; A tus siervos la dicha y la paz restituye; Impacientes te aguardan como noble adalid. Fuerza será que al punto a defendernos vueles; España con tu auxilio valor recobrará.
Página 107 - Una voz canta: Por la inmensidad del cielo con afán mis ojos giran, en las estrellas buscando la luz de tu faz querida, En pos del rastro oloroso que tu beldad comunica, voy por todos los senderos y detengo al que camina.
Página 69 - Alfonso, todos los moros de la villa de Gibraltar salieron fuera de la villa , et estidieron muy quedos , et non consintieron que ninguno de ellos fuese á pelear, salvo que miraban cómo partían dende los cristianos
Página 181 - A Málaga tampoco mi corazón olvida; no apaga en mí la ausencia la llama del amor. ¿Dónde están tus almenas, ¡oh, Málaga querida! tus torres, azoteas y excelso mirador? Allí la copa llena de vino generoso hacia los puros astros mil veces elevé, y en la enramada verde, del céfiro amoroso, sobre mi frente, el plácido susurrar escuché. Las ramas agitaba con un leve ruido, y doblándolas ora, o elevándolas ya, prevenir parecía el seguro descuido, y advertirnos si alguien nos venía a espiar.
Página 90 - ... árabes, donde quiera que pusieron el pie en el suelo español, hicieron brotar fertilidad y abundancia de aguas, entretejieron en frondoso laberinto los sicómoros y los granados, los plátanos y las cañas de azúcar, y hasta lograron que floreciesen las piedras en variados colores, así también puede creerse que su poesía compitió en aroma y delicado esmalte con los bosquecillos umbrosos de la huerta de Valencia, y en rico esplendor con los arcos alicatados de prolijas labores y con las...
Página 155 - Otro día después que se entregó la ciudad y el Alhambra al rey Fernando, luego se partió el rey Chiquito para tierra del Alpujarra, las cuales tierras quedaron en la capitulación que él las tuviese y por suyas las gozase. Iban con el rey Chiquito aquel día la Reina, su madre, delante, y toda la caballería de su corte detrás; y como llegasen a este lugar...
Página 180 - Cuántas ligeras barcas en su espejo tranquilo se ven, al son de músicas alegres, discurrir! Y los oídos gozan, y gozan más los ojos con las bellas muchachas que en las barquillas van y cuya tersa frente, y cuyos labios rojos el fulgor de la luna avergonzando están. Con su sonar los vasos, las flores con su aroma, dicha en el alma infunden y lánguido placer; en noches de verano hasta que el alba asoma, es grato las orillas en barca recorrer. En pos deja la barca su luminosa estela, sueltos hilos...
Página 122 - Cuántas noches contigo, deliciosas, vino en el mismo cáliz yo bebía, y nuestro hablar suave parecía el susurro del céfiro en las rosas. Perfume dulce el cáliz exhalaba ; pero más nuestros juegos ; más las flores que de tu seno y ojos seductores y de tus frescos labios yo robaba. Sueño, embriaguez, un lánguido quebranto rindió tu cuerpo hermoso, que entre mis brazos a posarse vino ; pero la sed, en tanto, apagar quiso el corazón ansioso, de tu boca en el centro purpurino. Fue entonces...