Poesĭa y arte de los árabes en España y Sicilia Tr. del aleman por Don Juan Valera ...M. Rivadeneyra, 1872 |
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... muerte de un compañero de tribu , debe caer la cabeza del ma- tador . De generacion en generacion domina á aquellos hombres este terrible sentimiento , exigiendo sangre por sangre , y por cada sacrificio otro nuevo . A causa de las ...
... muerte de un compañero de tribu , debe caer la cabeza del ma- tador . De generacion en generacion domina á aquellos hombres este terrible sentimiento , exigiendo sangre por sangre , y por cada sacrificio otro nuevo . A causa de las ...
Página 12
... muerte : Cansado estoy de la vida ; Harto larga ha sido ya ; Años cuento por centenas ; Doscientos llegué á contar , Y aun caminando la luna , Me concedió algunos más ( 1 ) . En ocasiones habla uno en verso de repente , como provocacion ...
... muerte : Cansado estoy de la vida ; Harto larga ha sido ya ; Años cuento por centenas ; Doscientos llegué á contar , Y aun caminando la luna , Me concedió algunos más ( 1 ) . En ocasiones habla uno en verso de repente , como provocacion ...
Página 25
... muerte le arrebate , amonestar á las tribus para que observen con fidelidad los convenios , á fin de que no arda de nuevo la tea de la discordia , y la desventura las triture , pesada como piedra de molino . Pintorescas imágenes de ...
... muerte le arrebate , amonestar á las tribus para que observen con fidelidad los convenios , á fin de que no arda de nuevo la tea de la discordia , y la desventura las triture , pesada como piedra de molino . Pintorescas imágenes de ...
Página 42
... muerte , sin otro mal que mal de amores sin esperanza . Se cuenta que un beduino contestó á uno que le pregunta- ba de qué tribu era : « Yo soy de la tribu de los que mue- ren cuando aman » ; y que una muchacha que se hallaba presente ...
... muerte , sin otro mal que mal de amores sin esperanza . Se cuenta que un beduino contestó á uno que le pregunta- ba de qué tribu era : « Yo soy de la tribu de los que mue- ren cuando aman » ; y que una muchacha que se hallaba presente ...
Página 43
... muerte de Dschemil . La infeliz enamorada acudió entónces , con semblante descolorido , semejante á la pá- lida luna , y gritó y se hirió el rostro al ver el traje . Las mujeres de la tribu la cercaron y lloraron con ella , y entonaron ...
... muerte de Dschemil . La infeliz enamorada acudió entónces , con semblante descolorido , semejante á la pá- lida luna , y gritó y se hirió el rostro al ver el traje . Las mujeres de la tribu la cercaron y lloraron con ella , y entonaron ...
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 114 - Nunca dirigí contra ella la menor queja. Hoy mismo no tengo nada que echarle en cara. No me había dado derecho alguno para estar quejoso. ¿De qué la podía yo censurar? Yo hubiera podido quejarme si ella me hubiese halagado con esperanzas engañadoras; pero nunca me dió la menor esperanza; nunca me prometió cosa alguna.
Página 203 - Cnanto sube hasta la cima, Desciende pronto abatido Al profundo. ¡Ay de aquel que en algo estima El bien caduco y mentido De este mundo! En todo terreno ser Sólo permanece y dura El mudar. Lo que hoy es dicha o placer, Será mañana amargura Y pesar. Es la vida transitoria, Un caminar sin reposo Al olvido; Plazo breve a toda gloria Tiene el tiempo presuroso Concedido.
Página 142 - ... intrépido destruye; Caiga mordiendo el polvo el cristiano en la lid; A tus siervos la dicha y la paz restituye; Impacientes te aguardan como noble adalid. Fuerza será que al punto a defendernos vueles; España con tu auxilio valor recobrará.
Página 107 - Una voz canta: Por la inmensidad del cielo con afán mis ojos giran, en las estrellas buscando la luz de tu faz querida, En pos del rastro oloroso que tu beldad comunica, voy por todos los senderos y detengo al que camina.
Página 69 - Alfonso, todos los moros de la villa de Gibraltar salieron fuera de la villa , et estidieron muy quedos , et non consintieron que ninguno de ellos fuese á pelear, salvo que miraban cómo partían dende los cristianos
Página 181 - A Málaga tampoco mi corazón olvida; no apaga en mí la ausencia la llama del amor. ¿Dónde están tus almenas, ¡oh, Málaga querida! tus torres, azoteas y excelso mirador? Allí la copa llena de vino generoso hacia los puros astros mil veces elevé, y en la enramada verde, del céfiro amoroso, sobre mi frente, el plácido susurrar escuché. Las ramas agitaba con un leve ruido, y doblándolas ora, o elevándolas ya, prevenir parecía el seguro descuido, y advertirnos si alguien nos venía a espiar.
Página 90 - ... árabes, donde quiera que pusieron el pie en el suelo español, hicieron brotar fertilidad y abundancia de aguas, entretejieron en frondoso laberinto los sicómoros y los granados, los plátanos y las cañas de azúcar, y hasta lograron que floreciesen las piedras en variados colores, así también puede creerse que su poesía compitió en aroma y delicado esmalte con los bosquecillos umbrosos de la huerta de Valencia, y en rico esplendor con los arcos alicatados de prolijas labores y con las...
Página 155 - Otro día después que se entregó la ciudad y el Alhambra al rey Fernando, luego se partió el rey Chiquito para tierra del Alpujarra, las cuales tierras quedaron en la capitulación que él las tuviese y por suyas las gozase. Iban con el rey Chiquito aquel día la Reina, su madre, delante, y toda la caballería de su corte detrás; y como llegasen a este lugar...
Página 180 - Cuántas ligeras barcas en su espejo tranquilo se ven, al son de músicas alegres, discurrir! Y los oídos gozan, y gozan más los ojos con las bellas muchachas que en las barquillas van y cuya tersa frente, y cuyos labios rojos el fulgor de la luna avergonzando están. Con su sonar los vasos, las flores con su aroma, dicha en el alma infunden y lánguido placer; en noches de verano hasta que el alba asoma, es grato las orillas en barca recorrer. En pos deja la barca su luminosa estela, sueltos hilos...
Página 122 - Cuántas noches contigo, deliciosas, vino en el mismo cáliz yo bebía, y nuestro hablar suave parecía el susurro del céfiro en las rosas. Perfume dulce el cáliz exhalaba ; pero más nuestros juegos ; más las flores que de tu seno y ojos seductores y de tus frescos labios yo robaba. Sueño, embriaguez, un lánguido quebranto rindió tu cuerpo hermoso, que entre mis brazos a posarse vino ; pero la sed, en tanto, apagar quiso el corazón ansioso, de tu boca en el centro purpurino. Fue entonces...