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mas tribunas parlamentarias muchos de esos ilustres ignorantes que aspiran á dirigir la opinion pública. Por eso Mons. Dechamps dedica su libro á estos falsos intérpretes de la ciencia, mas ó menos incrédulos, pero todos enemigos irreconciliables de la infalibilidad. En este profundo estudio religioso el autor se propone conver— tirlos en partidarios de la infalibilidad, demostrándoles que si el Concilio confirmase en el Papa este atributo de su poder espiritual, lejos de engendrar un nuevo monstruo, como se supone, y de proclamar un nuevo dogma, no haria mas que «definir dogmáticamente una creencia tan antigua y universal como la Iglesia misma. »

Pero si útil es el libro de Mons. Dechamps para los hijos del error, no lo es menos para los creyentes y católicos, entre los cuales la infalibilidad del Papa ha tenido y aun tiene encarnizados enemigos. Todavía hay creyentes que abogan por la limitacion de la infalibilidad como un medio de dar la mayor libertad posible al pensamiento humano. Pero á los que tal pretenden el eminente Arzobispo de Malinas, con razones indiscutibles que disipan el error sin dejar lugar á duda, les demuestra de una manera clara y terminante la imposibilidad de limitar este atributo del poder espiritual; y lo hace en frases tan elocuentes, en un estilo tan llano y al mismo tiempo tan ameno, que no creemos equivocarnos al asegurar que hasta las personas menos dadas á estudios serios leerán con gusto, por mucha aversion que tengan á esta clase de obras, la magistral del señor Arzobispo de Malinas.

Para dar una idea de ella bastará que indiquemos por órden las materias de que se ocupa, insertando algunos de los párrafos mas importantes.

la

En el cap. 1, titulado L'Infaillibilité naturelle ou la certitude (La infalibilidad natural ó la certeza), el autor hace notar á los profanos que rechazan la infalibilidad del Papa, que el hombre tiene una infalibilidad natural, es decir, una certeza absoluta con relacion á determinadas verdades que se fundan en la naturaleza misma de razon; infalibilidad que los libre-pensadores rechazan, oponiéndole el absurdo derecho de que el hombre no tiene mas que opiniones sobre lo que le rodea. Y sin embargo, en el mundo moral y religioso, donde mas odio les inspira la verdad y con mayor empeño se sumen en las tinieblas del error, la infalibilidad, la certeza natural se manifiesta al espíritu con toda su evidencia; sirve de base á la certeza sobrenatural que por medio de ella se adquiere, porque la razon humana, aun dirigida por la revelacion, no admite de una manera inconcusa las verdades reveladas por Dios sino despues de haberse por sí misma persuadido, á la luz de la certeza natural, del hecho divino de la revelacion.

En el cap. 1, titulado L'Eglise ou la société religieuse (La Iglesia ó la sociedad religiosa), Mons. Dechamps esplica la senda por la cual Dios conduce á los hombres, de la certeza natural de la razon, á la certeza sobrenatural de la fe. Esta senda no es otra que su Iglesia. Así como su voluntad ha sido que en el órden natural recibamos la vida y la educacion en el seno de la sociedad y para la sociedad, así tambien ha establecido que en el órden sobrenatural recibamos la vida y la educacion sobrenatural de la Iglesia y para la Iglesia. Esta, que por sí sola ofrece al mundo una prueba incontestable y espléndida de la revelacion divina, atestigua por medio de la certeza natural el hecho divino de la revelacion, obligando de este modo á la razon humana á

admitir con la certeza sobrenatural de la fe las verdades reveladas que Dios ha depositado en su Iglesia, única autorizada para interpretarlas, para difundirlas entre · los hombres de que es soberana. Ahora bien: la Iglesia, establecida por Dios como soberana, no puede menos de ser infalible, y así nos la presenta el autor en el cap. 1, que lleva por epígrafe L'infaillibilité surnaturelle (La infalibilidad sobrenatural), demostrando con poderosas razones la necesidad y la naturaleza de esta infalibilidad.

En el cap. vi, Mons. Dechamps determina L'objet précis de l'infaillibilité (objeto único de la infalibilidad), que, abarcando la revelacion por completo, comprende tambien todas las verdades de la fe y de la moral, tanto las que aparecen ostensiblemente en la revelacion, como las que de una manera implícita se manifiestan ó están con ella íntima y necesariamente relacionadas.

De aquí resulta que la Iglesia es infalible al condenar las teorías que en algo puedan ofender al mundo de la fe y de la moral, que es infalible tambien al definir los hechos dogmáticos y en cuanto atañe al culto divino y á la disciplina en general; en una palabra: en todo aquello que, abandonado á la voluntad del hombre, pudiera comprometer la conservacion del sagrado depósito que guarda la santa Madre Iglesia. Determinado ya su verdadero objeto, el eminente Arzobispo de Malinas entra de lleno á examinar la trascendental cuestion de L'infaillibilité de l'Eglise (La infalibilidad de la Iglesia).

No cabe la menor duda de que los verdaderos intérpretes de la Iglesia infalible son los Obispos sucesores de los Apóstoles, unidos á su Jefe, el Pontífice Romano, sucesor de San Pedro. Y es esta union tan esencial, tan necesaria, que, á no existir la intalibilidad de los Obis

pos, es completamente nula, aun en el caso de obrar todos de comun acuerdo. Y si esto es así, ¿puede negarse que el don de la infalibilidad pertenece esclusivamente al Papa?

Antes de contestar á esta importante pregunta, el autor, fundándose en los testos evangélicos citados, al hablar de la constitucion gerárquica de la Iglesia, hace en el cap. vi una digression sur le fait decisif contre l'incrédulité (digresion sobre el hecho decisivo contra la incredulidad).

Este gran hecho, ante cuya irresistible lógica el incrédulo y el racionalista que niegan la existencia de lo sobrenatural se declaran vencidos, no es otro que la maravillosa armonía que existe entre la palabra del Evangelio y el hecho incontestable y perpetuo en que aquella tiene su aplicacion. El Evangelio nos dice, por ejemplo, que Jesucristo ha instituido la remision de los pecados por medio de la Penitencia; que ha erigido un Apostolado perpetuo y universal, único poseedor de la verdad, bajo la direccion de un supremo Pastor; y despues de diez y ocho siglos estas dos admirables instituciones de origen divino se nos presentan aun en la plenitud de su prodigiosa existencia, en todo el apogeo de su incesante progreso, á pesar de la continua y sistemática oposicion que encuentran en el mundo profano. Y como si esto no bastase para convencer al mas obstinado incrédulo, el Arzobispo de Malinas esclama al fin de su elocuente argumentacion:

<< Racionalistas: abrid de una vez los ojos, y abjurareis vuestro error, pues solo con abrirlos se comprende que lo sobrenatural es un hecho real y positivo. »

En el cap. vii, el autor se ocupa simultáneamente de la Ignorance des publicistes de la libre pensée sur la

nature et l'objet de l'infaillibilité (Ignorancia de los publicistas libre-pensadores acerca de la naturaleza y el objeto de la infalibilidad); y lo hace en la suposicion de que solo á una crasa ignorancia, mas que á mala fe, puede atribuirse la idea absurda Ꭹ ridícula que tales publicistas difunden acerca de la infalibilidad, para desprestigiarla á los ojos del vulgo.

El cap. vin es el mas importante de la obra que nos ocupa. En él se trata de L'Infaillibilité du Saint-Siège en matière de foi, ou de l'infaillibilité du Pape enseignant l'Eglise ex cathedra. (Infalibilidad de la Santa Sede en materia de fe, ó sea infalibilidad del Papa enseñando ex cathedra.)

Propónese el autor demostrar primeramente que la infalibilidad del Papa es una verdad evidente que se deriva de la revelacion, es decir, que forma parte de la palabra de Dios escrita y trasmitida por la tradicion. En segundo lugar, que es una verdad íntimamente relacionada con los dogmas de fe ya sancionados, y sin la cual la conducta pública de la Iglesia seria inesplicable y contraria á las promesas de Jesucristo. Es de todo punto imposible reunir en pocas líneas lo que el autor condensa en veinticinco páginas; nos contentaremos, pues, con indicar que encierran una de las demostraciones mas evidentes y luminosas de la infalibilidad pontificia, puesta al alcance de las personas legas en materias teológicas, para quienes se ha escrito espresamente el libro que nos ocupa. En los dos capítulos siguientes, el autor, con razones de sus mismos adversarios, confirma una vez mas la tésis antes mencionada.

Trata despues en el cap. ix de L'Infaillibilité verifiée. (Infalibilidad confirmada.) Y hace observar muy oportunamente que desde que hay Pontificado no cons

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