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escriptores desta ciudad de Sevilla Patria suya, y Veyntiquatro della, y vno de sus antiguos Cavalleros decendiente del Solar y Casa de Don Gonçalo Mexia Señor de la Guardia, y Marques de Santofimia (1). El qual despues de aver servido por algun tiempo al Emperador nuestro Señor Carlos quinto, le fue forçado retirarse (por falta de salud, y por enfermedades que le sobrevinieron) a su casa en esta ciudad, donde ocupó todos los dias, que vivio, en virtuosos y sanctos exercicios, y escrivio las obras que todos saben, en las quales mostro bien su mucha erudicion, y la gravedad de su doctrina, su mucha Christiandad, y mucha fidelidad y verdad. Y vistas y leydas por el Emperador nuestro Señor de gloriosa memoria todas sus obras, acordó de le encargar y mandar, que se dispusiesse a escreuir su vida, porque le parecio que ninguno la podia escrevir con mas fidelidad y verdad, y que vida que avia de contener cosas tan altas y heroycas, era bien, que la escriviesse hombre de su calidad y autoridad, como quiera que tan consumadamente supo escrevir las de todos los Cesares Emperadores de Roma. El qual obedecio el mandado de su Principe, y aunque con mucha falta de salud se dispuso y començo a escrevir la vida deste invictissimo Monarcha, y llegó con su Chronica hasta los treynta y dos años de su edad. Y llegando alli fue Dios servido, de llevarle para si. Murio en esta ciudad de Sevilla, de edad de cincuenta y dos años. Esta sepultado en la Iglesia Parrochial de Sancta Marina en su Capilla mayor. Fue su muerte generalmente sentida en esta ciudad, cuyo nombre y fama durará siempre en ella. La escriptura quedó en poder de su digno hijo Don Francisco Mexia (2) Cavallero virtuo

(1) Loores del muy magnifico Cavallero Pedro Mexia.

(2) Don Francisco Mexia.

sissimo, y al fin otro su padre, aquien la mando pedir la Real Magestad del Rey Don Philipe, que la guarda en su poder con mucha estimacion, hasta su tiempo que salga a luz.

Primero de presentar esta historia a la censura y aprobacion del Real Consejo quise comunicarla (por no confiarme de mi) con personas doctas y de letras, y de mucha reputacion en ellas. Y el que primero se me ofrecio en el seguro de mi intento, fue el doctissimo Doctor Don Frey Benito Arias Montano (1) del habito de Sanctiago, por ser como es: de los eminentes en todo genero de buenas letras, y diversidad de lenguas, que oy tiene la Christiandad, de haze buen argumento la estimacion, que de su persona, y satisfacion que de su escriptura sagrada y divina, ha tenido siempre la Real Magestad.

que

De su vida inculpable y grande merecimiento me atrevo a tratar, ni a esperar licencia de su profunda humildad, ni aun ay para que, estando de por medio su floreciente fama por todo el Reyno. Acuerdome pues, que yendo el insigne Doctor leyendo estos dignos loores del nobilissimo Sevillano Pedro Mexia: de tal manera se enternecio, que se le arrasaron los ojos de agua, y repitiendo diversas vezes el nombre de su buen Maestro Pedro Mexia se bolvio a mi, como que increpando mi inadvertencia de llamarle gloria y felicidad solamente de los escriptores de su Patria, pudiendo con razon darle tal titulo sobre todos los escriptores de España. Bien conozco el agravio, que hago a este insigne Cavallero con tan breve memoria, y tambien ofendo a Sevilla, en no darle las gracias que merece, por aver produzido vn tal hijo que tanto la ennoblecio y honró con su doctrina y obras. Mas pues la oportunidad

(1) El Doctor Don Frey Benito

Arias Mont ano.

no da lugar a mas, prossigo, que señala el doctissimo Cavallero, que a ninguna ciudad de las de España reconoce Sevilla ventaja en antiguedad y grandeza, y dello da autores, y que se llamó en sus principios del nombre de Hispalo, que en ella Reynó hijo o sobrino de Hercules. Y alega la opinion de San Isidro, en lo tocante a que la renovó Iulio Cesar, y la ennoblecio haziendola Colonia Romana, mas que ya entonces era ciudad muy grande y importante.

S DE ALGVNOS EXEMPLOS, QUE COMPRUEvan la mucha estimacion, que los Romanos hizieron de Sevilla. Y de las ciudades sobre que la señaló por su Cabeça el Emperador Constantino, en la reparticion, que hizo

de toda España en seys Arçobispados. Cap. 4.

Vcho da que pensar la poca memoria, que desta gran M ciudad de Sevilla ayan hecho las escripturas: que ya

pudieran dar claridad en mas de mil y setecientos años, que corrieron desde que Lybio Hercules la fundó, hasta los tiempos en que Iulio Cesar vino a España. Lo qual tanto mas admira, quanto señalan todas las historias, aver sido en la Andaluzia el mayor golpe de los concursos y guerras de las vnas y otras gentes, que a la fama venian (segun la relacion de todas las Chronicas de España) de las muchas y grandes riquezas, assi de oro y plata, como de otros metales, que sacavan de las muchas Minas, que por toda esta Provincia se descubrian de ordinario. Y assi mismo por la gran frequentacion de la Isla de Cadiz tan convezina á Seuilla, y de su insigne Templo del dios Hercules, que llamavan ellos Fundador de Sevilla. A cuyos huesos levantaron los Españoles de aquel tiempo en Cadiz vn se

pulchro muy opulento. Y vn templo muy insigne que consagraron a su eternidad y buena memoria reputandole todos los Gentiles tambien de su tiempo: y muchos años despues por su dios Hercules, y como a tal le hazian sus plegarias y sacrificios. Lo qual todo hazian ellos por sus heroycas hazañas, y singulares renombres que alcançó de justo, y defensor de la Patria y de la justicia, y otros semejantes honrosos cognomentos, despues que (por muerte de su hijo Hispalo, y de su nieto Hispan) sucedio en el Reynado de España por su onzeno Rey, y aver reynado en ella diez y nueve años. Y aun da mas que pensar en la causa de la poca memoria de Sevilla: leer que las mas de las Flotas se armavan en los Puertos de mar sus mas convezinos, y en su Rio Guadalquivir, sin que tan poco desta causa se haga della mencion. Por lo qual juzgo yo por vna de sus principales ocasiones, esta de hallarse tan poco escripto della (a lo menos hasta en tiempo de Romanos) para que ninguno antes de mi: se aya atrevido: a caminar por camino tan solo y despoblado, que no se halla a quien preguntar.

Mas ya que consta ser su Fundacion antiquissima en lo bueno de la fertilissima Andaluzia, y en lo mejor de sus llanos en la Ribera del Rio Guadalquivir diez y ocho leguas del mar de Barrameda, hase de advertir: como ya desde el tiempo en que Iulio Cesar vino en España, se halla desta gran ciudad noticia mas señalada, aunque muy confuso el discurso de su estado por todo el tiempo de Romanos, Carthagineses, Vandalos, Suevos, Alanos, Hunos, Sylingos, Godos, y hasta quando el Santo Rey Don Fernando Tercero la ganó de poder de moros. No obstante que se dexa bien entender la mucha estimacion, que siempre hizieron della todas estas gentes y naciones, en todo el tiempo que la señorearon, segun que se yran

señalando semejantes cosas notables juntamente con las vidas, muertes, y martyrios de los Santos de Sevilla, sin dexar de la mano su oscuro discurso, hasta venir a parar a estos nuestros tiempos, para por esta via dexar cada vna cosa señalada y puesta en su proprio tiempo y lugar. Sobre que advierto al curioso lector vaya en esta lectura con este presupuesto (1), pues con el se me tendra a claridad: lo que sin el se me pudiera tener a confusion.

El aprecio y mucha estimacion que los Romanos hizieron siempre de Sevilla en quanto señorearon a España: paresce se comprueva por lo que del mismo Iulio Cesar se colige en aquella propria platica y razonamiento, que hazia a los de Sevilla en el dicho fin de sus comentarios representandoles (quexandose injustamente dellos) quan favorable y buen amigo les fue de contino: aun desde el principio de su Questura, y Pretura. Y por lo que escrive Cornelio Tacito (2) del Emperador Othon, que sucedio a Neron año de setenta de la Natividad de nuestro Redemptor, de que previlegió a los Sevillanos, que fuessen Municipes, gozando Sevilla (3) de las mismas libertades, y franquezas: que la misma Roma. Y añade que concedio graciosamente a la Provincia del Andaluzia, que tuviesse jurisdicion sobre las ciudades de los Mauritanos, que serian (a mi saber) Tanjar, y Arzila, y las de mas ciudades de aquella costa de Africa. Lo qual paresce comprueva, aver estado en Sevilla este Emperador Othon. Y tambien por lo que Plinio escrive (4), que en las quatro mas principales ciudades de la Bethica tenian los Romanos quatro Chancillerias: llamadas en aquel tiempo Conventos Iuridicos, (5)

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