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LA VICTORIA una órden en 18 de junio, preventiva de que el presupuesto general de ingresos y gastos estuviese concluido en el ministerio de Hacienda, y pronto para presentarlo á las córtes, en 30 de setiembre del año anterior en que habia de regir: y llevando á efecto el Sr. Surrá esta disposicion, presentó la ley de presupuestos, aceptada en los mismos términos que la habia presentado el ministerio anterior.

Esta ley fue objeto de muchos debates y de nuevo escándalo y desasosiego para muchos ministros. Y el de Hacienda Hevó la peor parte en esta contienda. El Eco del Comercio en aquella época hacia la oposicion, y dijo que el ministerio habia sido batido treinta y dos veces, lo que en efecto era una verdad, pues perdió otras tantas votaciones, porque se empeñó en sostener artículos tan antireformistas como lo demostró el espediente instruido en la inmediata legislatura, á fin de proporcionar un bill de indemnidad por haberse separado del testo y letra de la ley. Y no se crea que era arbitraria esta separacion, sino que la producia el que estando aquellos señores abundando en los mejores deseos no miraban mas que á la parte de abono, sin tomar en cuenta que muchísimas veces acontece que se presentan medios de realizar economías; pero por vehementes y grandes que sean los deseos de adoptarlas no pueden llevarse á cabo sin que precedan erogaciones, ó sin vencer otros inconvenientes. En prueba de esta verdad citaremos el hecho siguiente. Entre las muchas supresiones que se hicieron sin tener consideraciones á las causas ni á los hechos, fue una (en que se creyó hallar una economía) la de la cantidad de 100,000 reales destinados á la confeccion de la bula de la Santa Cruzada, siendo de advertir que la misma bula constaba en el presupuesto de ingresos. ¿Era, pues, posible creer que podria reclamarse ni levantarse el impuesto sin dar la consignacion que io motivaba? Pues sin embargo á esto se llamó reforma, y el ministerio era derrotado porque se oponia á ellas.

Tambien ocurrió el caso siguiente: en la fábrica de tabacos de SeviHa hizo el ministerio de Hacienda varias alteraciones que ascendian la primera á 270,000 reales y las córtes realzaron esta partida hasta doble cantidad. Esto prueba hasta la evidencia el sistema de oposicion á que se estraviaban las cosas. Por fin se aprobaron los presupuestos, y despues de mil debates y conferencias se presentó el proyecto de ley relativo á la centralizacion de la deuda. Ya en otro lugar se ha indicado la responsabilidad y la censura que el gobierno tuvo que arrostrar respecto á esta deuda. Este era un objeto de ataques especiales y personales agitados si se quiere por la idea de las fortunas que habian aparecido improvisadas en diversas personas, que todos creian emanadas de los contratos

honrosos que habian formado con el gobierno. Ninguno de estos contratos podia echarse en cara al gabinete de mayo; este gabinete conocia que para tener algun crédito era menester pagar; pues sin adoptar este medio era imposible levantar dinero en un pais en que los establecimientos públicos no se ocupaban de esta clase de negocios, y los particulares abrigaban temores de entrar en negociaciones con el gobierno por la triste esperiencia de la ruina que muchos habian esperimentado en esta clase de transacciones. Rebasose tambien esta dificultad, y para manifestar que el gobierno tenia un pensamiento, un plan y un proyecto, se presentó desde luego la ley sobre la mejora de las rentas de bienes nacionales: siguióse á esta la de reforma de las tarifas del derecho de puertas, y no tardó en confeccionarse la legislacion general de aduanas, la ley de capitalizacion, y por último, el complemento de nuestra revolucion, que asi se consideraba en aquella época: la ley de culto y clero.

Estas leyes ofrecieron vivos y animados debates: algunas salieron mejoradas y otras desfiguradas: pero al fin el gobierno consiguió su adop→ ciou, si bien sujeto á las prescripciones que le fueron impuestas de dar cuenta de cada una de ellas en particular.

Estas leyes fueron indudablemente la base de una nueva situacion, la base de un nuevo órden de cosas, la base de la confianza pública, la de una regularidad hasta entonces desconocida que nos condujo á un estado normal.

Pasó la legislatura de aquella época, y el gobierno en vez de descansar de las penosas fatigas que habia tenido por espacio de tres meses contínuos, tuvo que dedicarse al desarrollo de las leyes citadas, á la estension y ejecucion de sus reglamentos, siempre acosado de la prensa, siempre luchando con una oposicion viva y eficaz, y siempre vacilante entre el deseo de conservar una mayoría ficticia, y el de halagar á un partido que aspirando á lo mejor no habia acertado con los medios para conseguirlo.

Hasta aquí la primera época del gabinete de mayo respecto á Hacienda: y si bien la mayor parte del tiempo que duró aquella legislaturà se ocupó en cosas del ministerio de Hacienda, y seguramente la situacion así lo exigía, puesto que como se habia indicado en la memoria leida al principio de las sesiones, el ruinoso estado del Tesoro reclamaba toda la atencion y eficacia de los legisladores, pues no era posible dar un paso adelante sin arreglar antes la parte vital de la administracion pública.

En la segunda época se circularon las leyes de que se ha hecho mérito, cuyos reglamentos é instrucciones ocuparon por muchísimos dias

las meditaciones del gobierno. Dichas leyes, todas á cual de mayor gravedad y trascendencia requerian mucho pulso y tino para su aplicacion, por la necesidad de conciliar los intereses particulares con los de la nacion, y con los muchos que se creaban análogos á la situacion que debia producir la regularidad en el pago de las obligaciones, y no podia menos de ocuparse el ministerio en centralizar todos los ingresos def Tesoro. Existian rentas y existen todavía administradas por el ministerio de la Gobernacion, anomalia que resalta mas, cuando con ella se ve trançada la unidad de la mano recaudadora, y menoscabados los recursos para hacer frente á todas las obligaciones del Estado.

Interpuso el Sr. Surrá gestiones esforzadas á fin de que el ministerio de la Gobernacion se inhibiera de la recaudacion de ciertos arbitrios: propuso transacciones, medios adecuados y convencimientos de utilidad pública, y por fin se vino á terminar en una especie de acomodamiento, que no fue poco conseguir, considerada la oposicion que en todos tiempos se ha manifestado por parte de aquel ministerio para entregar al de Hacienda la recaudacion de los arbitrios y rentas que manejaba. Hasta cierto punto se llenó el objeto del Sr. Surrá, que no quiso ser demasiado exigente dejando para sus sucesores que reformando paulatinamente esta parte de la administracion, pudiesen ponerla en consonancia con el principio y con el pensamiento de la absoluta centralizacion de fondos, que consideraba indispensable para poder marchar y establecer los pagos uniformes y la regularidad de atender á todas las clases y cargas del Estado con la debida proporcion. Bajo este punto de vista consultó con el consejo el decreto de centralizacion, decreto que le honrará siempre y que consideró como la piedra fundamental de la regularidad y del órden administrativo del pais. Muchos bienes hizo, y aunque manco y diminuto, desde luego se tocó la ventaja de que desapareciese la nomenclatura de las cajas de totales y líquidos; desaparecieron tambien los arbitrios particulares, de los cuales resultaba que varias dependencias estaban atendidas perfectamente, mientras que otras sufrian atrasos considerables con perjuicios de los individuos y del servicio. Aquel plan de centralizacion fue tambien como se ha dicho manco y diminuto, pues aunque el ministro conocia el sistema y la práctica que se observaba en otras naciones, que era productivo de ventajas palpables é interesantes en el órden administrativo, no llegó al caso de proponer los medios de desarrollarlo en toda la plenitud de sus efectos, conociendo de antemano que la sola idea de proponerse secciones de contabilidad en los respectivos ministerios, dependientes estas del de Hacienda, ó se habria estimado como una arrogante invasion que este departamento queria hacer en los demas,

o como una cosa innecesaria y un gasto superfluo, intentado únicamente para aumentar los empleados y las influencias del ministerio de Hacien da, cuando solo se trataba de economías. Pero cualquiera que esté me dianamente versado en esta clase de negocios no podrá dejar de conocer, que pudiendo un ministro de Hacienda reunir mensualmente cantidades atendibles por las consignaciones de los respectivos ministerios, solo podrá conseguirlas, siendo la inversion de ellos objeto especial de las secciones ó comisiones que estuviesen encargadas del detall, las cuales correspondiéndose con el Tesoro y en su dia con el tribunal mayor de cuentas, se facilitaria mucho el acierto y la igualdad en la distribucion, llevando el cargo y data de ella, y procurando que estuviese hecho con arreglo á las leyes y siempre circunscrita á los presupuestos votados por las córtes. Pero ni habia facilidad de introducir este sis tema, ni tampoco lo hubieran permitido las ideas exageradas de reforma que dominaban en aquellas córtes. El anuncio solamente de es-› te pensamiento se hubiera considerado merecedor á un voto de cent sura, y por una economía mal entendida habria dejado de hacerse un bien cuya conveniencia y saludables efectos se tocaban en la teoría y que hubieran sido palpables en la práctica. Establecida sin embargo la centralizacion del modo que fue posible hacerlo, porque el camino escabroso que se pisaba solo permitia una marcha pausada, se ocupó el ministerio de Hacienda en formar igualmente la direccion general de aduanas. A esta renta que por su índole puede ser considerada como legislacion en continuo movimiento, en roce con los estrangeros, la balanza de la prosperidad agrícola, industrial y fabril del pais, se trató de darle toda la importancia á que es acreedora y planteando las bases que permitiesen la libre circulacion de los géneros, reduciendo el pago de sus derechos á un solo arancel y á una sola cuota para toda la Península con arreglo á las tarifas, para que tuviese todo el movimiento que se merece y que se le dispensa en todas las naciones cultas; y pára conseguir este objeto de tanto interés, se utilizaron los vastos conoci→ mientos en la materia del Excmo. Sr. D. Antonio Fernandez de Gamboa, poniendo á su lado un consejo administrativo compuesto de personas muy conocedoras y muy versadas y respetables en este ramo. En sus resultas se reconoció con satisfaccion que la institucion fue desde luego desenvolviéndose, y que á poco tiempo apareciese creada una renta desembarazada, administrada por sí, con sus departamentos estadísticos, con oficinas en relacion con los paises estrangeros, con una censura continua sobre los rendimientos de las respectivas aduanas y sobre las mejoras que podian introducirse para simplificar el comercio,

elevar los ingresos y hacer desaparecer la anomalía de que una nacion de 15 millones de habitantes apenas apareciese con un rendimiento tan mezquino que se calculaba por un término medio en la cantidad de sesenta millones de reales netos. Esta direccion concluyó tambien con la junta de aranceles, la cual no tenia ya objeto, luchando los cimientos de la nueva legislacion y de las reformas y mejoras en la ley, que no podian ser efecto de las combinaciones del ministerio y de la sancion de las córtes. Por esta razon se encargó á esta direccion que se ocupase de revisar las tarifas, haciendo un análisis de los derechos que pudiesen ser recargados y de las mejoras que requiriese la reciprocidad del comercio con otras naciones: todo dirigido á que la renta correspondiese á los cálculos prudentes que de ella se habian formado para que resultase productiva, los cuales no fueron desmentidos, como puede verse tomando por tipo los rendimientos de los tres primeros meses para ha-· cer una comparacion con los del año precedente, á pesar de mediar la circunstancia de haberse permitido la opcion en el adeudo de derechos entre la nuevas y las viejas tarifas. Desapareció esta institucion dando un público y solemne testimonio de que el pensamiento que tenia el gobierno estaba animado por los mejores deseos de favorecer los intereses del pais, el fomento de su industria, habiendo escogido para el efecto personas muy versadas en estas materias, conocedoras de los buenos principios y de su aplicacion á la práctica.

A este proyecto siguióse tambien el deseo de reformar el sistema tributario, trabajo de mucha gravedad, porque se proponia el ministerio minorar los impuestos, y el tránsito del sistema oneroso hasta entonces para los pueblos, á otro menos productivo para el Tesoro, ofrecia dificultades á un gobierno que no tenia otros recursos mas que los antiguos y cerrada la puerta para hacer uso del crédito mientras se desarro-. llaban los nuevos.

Para conseguir el formar una opinion sobre este asunto de tamaña importancia, para fijar las cuestiones graves que son consecuencias precisas, se formó una comision de personas tambien á su vez ilustradas y conocedoras, á quienes se les trasmitieron todos los antecedentes, todos los datos estadísticos que poseia el ministerio, las memorias que se habian escrito por patriotas ilustrados y por personas siempre dispuestas á hacer el bien del pais, los reglamentos y pareceres de economistas estrangeros ilustrados, y últimamente todos aquellos medios que el gobier no podia proporcionar para que formasen una recta opinion, conforme á la base del pensamiento consignado en el proyecto de ley presentado á las córtes en la legislatura siguiente.

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