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pitalidad), es bien que todos sepan que esta suma considerable, fue la de un millon de pesos, que Alberoni dió adelantado al Rey de Suecia, quando hizo la liga con él, la que cesó por la muerre de este Príncipe: así en órden á intereses dice Alberoni, que no se hallará que haya falsificado firma alguna del Rey, ni en órden á empleos militares, pues porque no se rebelase el secreto, él firmó multitud de patentes de Oficiales, con el nombre en blanco, y se llevó a su quarto la estampilla, y con ella las firmó, porque habiendo de servir para las expediciones secretas de Sicilia y Escocia, no convenia que pasasen por otras manos: de donde se ve, que aquí lo mas que se puede sacar es, que por esta confesion él se hace autor de esta guerra, pero no que él haya falsificado las firmas del Rey, pues la estampilla es para escusar al Rey el trabajo de firmar los despachos ordinarios, que fueron los que él firmó en esta

ocasion.

Entre escribir diciendo, el Rey me ordena, que vmd. haga tal, ó tal cosa ; que dé vmd. ó no dé tal dinero, que salga desterrado, ó se restituya de destier

ro,

&c. y en otras órdenes á este modo, que se dan en nombre del Rey, ignorándolo él mismo: ó sacar una firma fortuita del Rey, ó abusar de ella iniquamente, entre otras especies de delitos, no dan diferencia las leyes, ni los autores, ni los cánones, y con ellos tambien ponen el de falsificar los sellos Reales. Esto supues to, preguntesele á su Eminencia, į si en el tiempo de su Ministerio fue el que dió á todos los Secretarios del Despacho, quantas órdenes se expidieron en nombre del Rey? No puede negarse, y si lo hiciere, segun su acostumbrado modo de decir, los mismos Secretarios lo dirán, que no solamente les ordenaba lo que habian de escribir en nombre del Rey, sino que ni aún les dexa

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ba jamas tomar las órdenes del Rey mismo, como siempre lo habian practicado.

Siendo esto así, ¿cómo podrá negarnos que no ha abusado del nombre, de la firma, y del sello del Rey? En el mismo dia que fue depuesto, hizo el Rey saber á la España, que no habia aprobado las cargas pesadísimas, que le habia impuesto; hizo saber á los Grandes de España, que estaban encerrados en castillos, ó desterrados de la Corte, ó depuestos de sus empleos, que todo habia sido contra su real voluntad, y con engaños. Hizo saber al Papa, y á la Corte Romana, que quanto habia hecho contra ella, desde que se hizo salir at Nuncio de España, á los Españoles de Roma, y se cerró el total comercio hasta aquel dia, todo ello, y sus incidentes, se habia executado por artificio de su Eminencia, y sin su real beneplacito; y en fin, se hizo saber á la Europa, que la guerra que contra ella habia concitado Alberoni, no habia sido sino por sus máxîmas; y que él era el que con él mismo arte diferia la paz. En una palabra, desde aquel dia en adelante gastó mucho el Rey en deshacer parte de los desaciertos é injusticias, que baxo su real nombre habia hecho. Vease si se le puede justamente acusar, no solo de una, sino de millones de firmas del Rey que empleó en sus fines, abusando de la real confianza.

Ni le sirve de disculpa lo que en este punto dice, y es: que desde que se dió principio á la guerra, no habló jamas al Rey sin estar presente la Reyna, ni á la Reyna, sin estar presente el Rey; y lo que despues añade, que quanto se executó en el tiempo de su Ministerio, fue consultado con el confesor, y éste lo aprobó; pues es cierto, que jamas les habló ni dió lugar, á que otros consultasen otra cosa, que aquello que veía que le sería de gusto, y le aprobarian su gobierno fue, como el último tercio de la vida

del

del gran Luis XIV.o, que ni aún le dexaban los del ma nejo de él, que le hablasen otras personas, ni de otras cosas que de aquellas que le podian ser agradables ; el Rey y la Reyna, engañados por Alberoni, hacian una vida privada, sin que jamás se permitiese que le hablasen otras personas que las que Alberoni queria, ni de otros asuntos, que los que él les sugeria. El halló la materia bien dispuesta; porque aquellos Príncipes amaban naturalmente la virtud y el retiro; con el qual ignoraban todo quanto él queria que ignorasen, porque es propio de grandes Príncipes no creer facilmente que sus Ministros los engañan, como ni el proceder contra éstos, sin que con verdad, y sin mentira se les persuada alguna cosa grave contra ellos. El memorial, que dicen dieron al Rey contra él poco antes de que le apar tasen del gobierno, pudo haber dado lugar á que S, M. acabase de conocer parte del mal que su Ministerio causaba á la Monarquía, y que abusaba no solamente de su firma, sino de toda su Real autoridad.

Quede, pues, por constante, que si el Papa dixo, que Alberoni le habia sacado con engaño el Capelo por haberle avisado que enviaba una esquadra contra el Turco, siendo así, que luego que tuvo el Capelo la envió contra el Emperador, y el Rey de Sicilia; el Papa tuvo razon, como la tuvo en persuadirse, que este nuevo Cardenal desde que lo fue, se empeñó en atacar la Corte Romana, y la santa Sede de un modo no oidos que él habia aconsejado que la Corte de España negase la obediencia á la santa Sede; que turbó el reposo público de Europa, que violó los Breves Pontificios; y que en fin abusó en todo de la confianza, y aún de la paciencia del Rey; y que en estos supuestos incontrastables su Santidad tuvo justísimos motivos para ordenar, que pudiendo ser habido, se llevase preso al

Casa

Castillo de sant-Angelo, porque esta prision importaba muchísimo á la Iglesia, á la santa Sede, al sacro Colegio, á la religion Católica, y á toda la republica Christiana. Estas son fas palabras con que se explicó su Santidad.

Con todo esto es cierto, si creemos á Alberoni, que el Papa no le dió el Capelo por haberle él escrito que enviaba la armada contra el Turco, quando realmente la enviaba contra el Emperador, y el Rey de Sicilia, sí por otros relevantísimos servicios que Alberoni habia hecho á la santa Sede, como él los expresa, y fueron, "haber solicicado que el Rey enviase una esquadra "contra el Turco, haber él solo dado á la santa Sede el "mayor triunfo en haber vuelto á España al Cardenal » Judice: en haberme apartado del servicio del Rey y de la Corte, suponiendo que era el mayor enemigo "de la Corte Romana: en haber llamado á Monseñor "Aldrobandi, Nuncio de su Santidad, que se hallaba "en París: en haber ajustado con él las diferencias que "habia entre las dos Cortes de España y Roma, y pues"to corriente el Tribunal de la Nunciatura en haber "solicitado reintegrar en su reyno al Rey Jacobo de In"glaterra y en fin, en haber hecho prohibir el libelo injurioso á su Santidad, que el Duque de Uceda habia "hecho imprimir en Napoles." Estos, dice Alberoni, que fueron los verdaderos motivos que el Papa tuvo pa¬ ra darle el Capelo; y así es justo que pasemos á exâminar en qué consisten estos grandes méritos y servicios de Alberoni.

Su Santidad reconoció que Alberoni habia hecho un mérito particular en haber insinuado al Rey Felipe V. que enviase sus naves contra el Turco; cuyo mérito, aunque su Santidad no nos dice, ni los Abogados de Alberoni expresan, que pudo ser muy recomen'dable para el Capelo, el mismo Alberoni nos dá á en

ten

tender, què no fue muy corto, pues que mientras que él solicitaba esta esquadra contra el Turco, el Cardenal Judice pretendia, que se enviase á las costas de Italia, para obligar al Papa á acordar á la Corte de España quanto esta le pedia; lo que no solo no se executó, porque la justificacion de la Reyna no lo permitió, sino que este fue el primer motivo de la desgracia del Cardenal Judice.

De mucho menor mérito fueron aún aquellas informaciones de Alberoni, si se advierte, que el socorro era en favor del Emperador, y de los Venecianos, que todavia no habian ajustado su paz con la España; pero no fue todo zelo por la Religion, ni amor desinteresado ázia el Papa. Alberoni tuvo en estas insinuaciones dos objetos el uno de ganar mas y mas la proteccion y confianza de la Reyna: y el otro, ir cultivando con esto la amistad del Papa á fin de conseguir el Capelo. El habia hecho ya tratar que convenia pensar que el Infante Don Carlos, hijo primogenito de la Reyna, fuese no solamente Duque de Parma y de Toscana, sí tambien Rey de Italia, Napoles, Sicilia y Cerdeña, y para poner en obra una tal planta, le conve nia probar las fuerzas que la España comenzaba á tener en el mar, debidas hasta entonces al cuidado de Juan Orri , y no al de Alberoni: acostumbrar al Emperador á no tener desconfianza de que las armas de España entrasen en Italia; hacer ver á los Italianos, que deseaban que la España volviese á recuperar sus estados en Italia; que esto podria empreenderse un dia: dar á entender al Turco que le convenia hacer una liga con la España: á poner de su parte al Papa, ya por el socorro contra el Turco, ya porque deseaba ver lexos de Roma, y de los estados de Italia á los Alemanes; y en fin, que se le diese tiempo de hacer los almacenes y demás prevenciones que se necesitaban para sus bastas ideas,

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