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tiar lo acusó, y siendo condenado Sabino, Latiar alcanzó la gracia de Seyano, íntimo favorecido del Principe.

Esto en suma es lo que he podido acordarme de este autor; y si no tuviese mas documentos inventados, de la crueldad y torpeza de los que he referido, poco daño podian causar en la juventud, porque sería de la misma manera, que el rocio de una sola mañana, que no es bastante á dar vigor, ni hacer crecer una planta; pero la continuacion de la lectura,, y la misma costumbre de leer tantos vicios, y las trazas que inventaron sus autores, de que está llena esta arte de política; ¿quién negará que no sea un camino abierto para los mismos vicios, como afirma san Basilio el Magno? Pues de estos exemplos vanos y copiosos, se sacan los preceptos perni ciosos con que se entretexe la política, y se enciende aquel fuego, que arde en Flandes, Suecia, Francia é Italia y aquel que con lagrimas de sangre temia que no se emprendiese por España aquel valor prudentísimo y religiosísimo el P. Pedro de Ribadeneira, con la experiencia de los daños que habia causado por estas partes; ¿ pues qué diría si viese imprimir en lengua de niños y y doncellas el arte político de Tácito, de quien tanto blasfemó en la Instruccion del Príncipe christiano, que decia, que esta impresion serviría para sembrar sus proposiciones en nuestra lengua materna, y para que cada uno bebiese de estas aguas inficionadas, á discrecion de la edad, ข medida del afecto? La autoridad de un varon tan santo y prudente me basta á mi para no tratar de imprimir mi traduccion, y esta es suficiente para pensar, que no conviene jamás sacarla á luz, ni aún permitir, quando se imprima en algun reyno extrangero, que se divulgue en España, quando la experiencia de cada dia no muestre la inclinacion que los hombres tienen á esta Tom. XIII

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doctrina gentil, y los autores que escriben continuamente sobre ella, con notable perjuicio de la sinceridad natural del christianismo habiendo infinitos viéndose agravados de la costumbre de pecar, y desesperados de salir del laberinto en que ellos mismos se metieron, falsamente se persuaden á lo que ellos querian, y es, que no hay Dios á quien amar y temer, sino que conviene, segun congruencia del interés propio, gobernarse por si, sacando éstos de los libros del Paganismo ciertas proposiciones, que concuerdan con sus costumbres, guardándolas como leyes inviolables, solo porque mandan torpemente, que no se ba de reparar en derecho divino ni humano, quando lo pide la necesidad de la conservacion del Estado. Alguno dirá, que esta obra la canonizó por buena Lipsio, diciendo: que pa ra su política, Tácito solo le habia llenado las medidas, mas que todos los otros autores juntos. Creemos, que los preceptos que Lipsio sacó de la leccion de esta obra, fueron saludables, por ser buen christiano; pero Nicolas Machiabelo, Plesis, Morneo, y el Bodino, ¿qué doctrina han sacado de este autor, y de su política? El uno asegura, que no son necesarias virtudes en un Principe, si no la muestra, y apariencia de ellas. El otro, que un Principe nuevo ante todas cosas, ba de procurar quitarse de delante sus emulos, tope donde topáre, abora sea derecho divino, ahora sea bumano. El otro, que es li cito mentir por el bien público, segun doctrina de Aristó-teles y Xenofonte. Otro, que para la conservacion del Estado conviene permitir bereges y católicos. Y el Bodino dice (como refiere el P. Posevino), que juzgaría á Cornelio Tácito por impio, si por defender su religion, no bubiese escrito contra la nuestra.

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Finalmente, mucho se ofrecia que decir ; pero no podré dexar de expresar, que el medio único para des

truir un reyno es sembrarlo de vicios y sectas extrangeras; y esta verdad alcanzaron los Gentiles; por lo qual Mecenas aconsejaba á Augusto, que desterrase de Roma los autores de Religiones peregrinas. Y Suetonio cuenta de Augusto, que quando necesitaba de algunos documentos antiguos, traducia del Griego al Latin so÷ lamente aquellos exemplos que le habian de ser prove chosos en público y secreto, por donde el mismo Au gusto desterró á Ovidio á la Isla de Ponto, por el das ño que habia causado con su libro de Arte amandi,hen la honestidad de sus hijas, y de toda Roma; y sabe Dios si nuestro autor ha sido la ruina de muchos com sus tretas de esgrimidor, y principalmente de aquel Secretario de Estado mas parecido á Seyano que á Pison á quien ét mismo se comparó, y mas confiado de su ingenio que Icaro de sus plumas.

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En una palabra, procediendo el acto de la Religion Christiana, como procede, de lo mas intimo del ánimo; la política, que tiene su asiento y morada en el Jugar mas escondido de la disimulacion, es el más fuer te enemigo que la puede echar de su asiento, y dese truir; porque no admitiendo nuestra santa Fé rastro de iniquidad, la política de Tácito permite, y arranca del ánimo christiano todas las virtudes, como dice el P. Ribadeneira, llamándola escuela infernal. San Agus, tin alaba á Pitagoras, porque no consentia á sus dis cípulos el arte de gobierno, sino quando eran ya maduros en la edad, y exercitados en todo generó de virtudes, por ser esta una ciencia de ciencias, como dixe ron san Gregorio Nazianceno, y san Juan. Chrisósto mo, corriendo gran peligro los mancebos en él: por donde Plutarco refiere, que Demostenes decia, que si á los mancebos sé les ofrecian dós caminos, uno del bien público, y otro de la destruccion, aunque fuesen manifiestos,

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escogian siempre la peor como sucedió á Roboan con el conseja de los mancebos, habiendo despreciado el parecer de los mas ancianos. Con esto me persuado, salvo el mejor juicio de los que leerán este discuso, que este libro de Tácito no es para imprimirse en Español, ni que es para mozos, ni para el vulgo, sino que traducido, y escri to de mano, es digno de un prudentísimo Mecenas, ó de aquel Grande Alexandro, el qual alcanzando este secreto, escribió á su Maestro Aristóteles, quejandose grandemente porque habia divulgado la Etica. y Políti ca, que le habia enseñado, diciendo, en qué doctrina vendrá un Príncipe á ser superior á los otros, si unas mismas ciencias son comunes á todos? Afirmando el mismo Alexandro, que mas preciaba aventajar á los demás en ciencia y disciplinas que en manda y poder: á cuya 1:y: carta respondió Aristóteles, que no pasase pena, que ya babia prevenido este inconveniente, y que le aseguraba, que quedaban aquellos libros tan cerrados para el vulgo como antes: cosa, que parece que tambien previno el mismo Cornelio Tácito, con la obscuridad y brevedad con que escribió, diciendo, que divulgados los secretos del imperio, se disminuiría la fuerza del poder.

Esto me ha ocurrido, como de paso, acerca de los motivos que me han quitado la gana de imprimir mi traduccion ; ya lo que mas me ha hecho no tratar de ello ha sido pensar, que no hay otro libro semejante en Español ; y en esto pienso haber hecho mayor servi cio á mi Nacion, de lo que por ventura será agradecido esperando solo el premio de quien remunera ciento por unò. nel

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FIN DEL TOMO DECIMOTERCIO.

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SEMANARIO ERUDITO,

QUE COMPREHENDE

VARIAS OBRAS INEDIT AS,

CRITICAS, MORALES, INSTRUCTIVAS,

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MADRID MDCCLXXXVIII.

POR DON BLAS ROMAN.

Se hallará en las Librerías de Maféo, Carrera de San Gerónimo,
en la de Bartolomé Lopez, Plazuela de Santo Domingo,
y en la de la Viuda de Sanchez, Calle de Toledo,
y en los puestos del Diario.

CON PRIVILEGIO REAL

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