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se desprendían, como desagüe que buscaba la gratitud, consoli dándose la confianza que tenían en esta divina Ceres, cuyas andas se habían disputado el honor de llevar en la procesión todos los mozos de los distintos pueblos, hasta el extremo de tener que regularizar el orden y establecer la sucesión entre ellos, con el fin de que todos participasen de este honor y consuelo.

Celebradas las rogativas con el mismo feliz resultado que catorce años antes y como quiera que la obra del camarín no se había terminado, hízose preciso dejar la veneranda Imágen en la citada parroquia de Santa María, teniendo siempre encendida una lámpara y cuatro velas de cera durante todo el tiempo que permanecia abierto el templo

El día dieciocho de Junio convinieron ya en trasladarla el día dos del próximo Septiembre, á las tres de la tarde, haciendo de nuevo la convocatoria á los pueblos, avisando en esta villa al clero y los conventos de religiosos con las cofradías de Cruz y de Angustias y á las demás por pregón, invitando á todos los vecinos y moradores de Tordesillas á que pusieran hogueras ó luminarias en sus portadas, ventanas ó balcones al toque de campana y hora de las nueve de la noche, para que se manifestara el regocijo público á su Soberana Patrona.

Llegado el día primero del mes de Septiembre y hallándose todo preparado para la traslación, se hizo presente al Ayuntamiento que en los conventos de Santa Clara y San Juan había muchas religiosas enfermas y todas manifestaban mucha ansia porque llevaran á la Virgen para despedirse de ella, y, accediendo los señores capitulares á este deseo, tan santo como devoto, acordaron que en aquella tarde se llevase la Imágen en procesión á San Juan y de allí á Santa Clara, donde quedaría toda la noche, acompañándola el rosario de la Congregación de Santa Bárbara, sita en Santa María, y al día siguiente, á las siete de la mañana, se restituyera á ésta para celebrar la Misa y sermón. Entre los festejos hubo también dos danzas y fuegos. (1)

La fiesta de Nuestra Señora de la Peña vino celebrándose por espacio de muchos años el día quince de Agosto, hasta que en el día primero de Julio del año mil setecientos uno, el Sr. D. Joseph Medina, mayordomo de la Cofradía de ciudadanos, propuso al Ayuntamiento trasladar para siempre al Domingo infraoctava de la Natividad la función con que la villa obsequiaba á su Patrona y sin discusión y por unanimidad se acordó así. (2)

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De esta suerte ha venido celebrándose hasta nuestros tiempos! y me llama la atención que, acordándose todos los años por el concejo el género de festejos que habían de celebrarse, figurando indefectiblemente la corrida de toros, muchas veces con despeñamiento, ni una sola vez se haga mención del Estradillo. Esto me induce á creer que esta fiesta es relativamente moderna, no remontándose más allá de los primeros años del siglo diecinueve, ó cuando mucho de los últimos del dieciocho; no quedando de la antigua más que el Toro de la Vega, al que en lugar de despeñarle por la vertiente que había desde el Mirador de los Pobres al río, se le da suelta para alancearlo en campo libre. La función de nuestros días es una parodia de la de caballeros en plaza del tiempo de los moriscos y la aventura del Quijote que Cervantes refiere en el capítulo cincuenta y ocho de la segunda parte de su inmortal obra.

XXII

Proclamación de Nuestra Señora de la Guía
por Patrona particular,

Todavía pertenece indudablemente al siglo que acabamos de recorrer, la fundación del Hospital de Misericordia, cuarto de los existentes en esta generosa y caritativa villa. Su objeto era albergar á los pobres transeuntes, proporcionándoles cena, habitación donde pernoctar y almuerzo, no pudiendo detenerse en él cada uno más de cuarenta y ocho horas. Fué fundado por D. Cristóbal Puncet, canónigo de la S. I. C. de Pamplona, hijo de Thome Puncet, Regidor de esta villa, y María de Orozco, nacido en quince de Noviembre del año mil quinientos noventa y siete, según consta en el libro de bautizados correspondiente á este año, de la parroquia de Santa María, página 250.

Aunque no consta el año de la fundación, es de creer que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo diecisiete; porque en uno de los legajos de acuerdos de este Ayuntamiento, en la sesión del día cuatro de Mayo del año mil setecientos tres, se consigna: «Que se dé comisión á los dichos Don Alonso Baca y Tomás Ca>rrasco, procuradores y cada uno insólidum para que >vean y reconozcan la facultad real que tiene el estado > del comun de esta villa para poder repartir cierta can>tidad de maravedis que dicho estado había tomado á

censo de Don Cristóbal Puncet y que hoy se pagan äl >Rector del hospital de Misericordia, y den cuenta á la villa de lo que falta de repartir para que se disponga el >repartimiento y se quiten dichos censos». De donde se deduce que ya llevaba algunos años de existencia este benéfico establecimiento, y como el fundador de quien se había tomado el capital, nació en los últimos años del siglo dieciseis, no es improbable congeturar que su institución vino á realizarse á la mitad del siglo siguiente.

Y aunque en el escudo que corona la puerta principal ostenta el rótulo: Hospital de Misericordia, 1763»: debe referirse á la construcción de la portada, y esto indica la pátina de la piedra de esta, pues el resto del edificio acusa mayor antigüedad.

Por la sesión celebrada en este Ayuntamiento en el día trece de Abril del año mil setecientos uno, se sabe que esta villa gozó de voto en cortes; porque entre los privilegios cuya devolución recomendaba á dos regidores de este concejo que se hallaban en Madrid con motivo de otras cuestiones, que reclamasen con energía del rey Don Felipe 5.° era este.

Pero el suceso más culminante para Tordesillas en este siglo, por lo menos el que más hondas huellas. ha dejado, es la proclamación de la Santísima Virgen María con el titulo de la Guía por patrona particular de la villa. No era bastante á la fervorosa devoción de este pueblo hacia la Madre de Dios el tenerla por patrona en La Peña; pues por lo mismo que con este título abrazaba á la villa y toda su jurisdicción, parecía difundirse la devoción y admitir en ella cierta competencia: necesitaba por lo tanto algo más concreto, más propio, más personal, por decirlo así: una devoción exclusivamente suya y un título en que la Virgen de sus amores se manifestase también particularmente patrona suya. Y para esto se le presentó propicia ocasión el día ocho de Septiembre del año mil setecientos cuatro.

Más, fiel á mi proposito de reflejar en estos relatos no sólo los hechos y sentimientos de las personas que intervinieron, sino hasta el modo de referirlos, cuando esto puede tener lugar, para poder conocer más á fondo el carácter de la época, dejaré aquí la palabra á uno de los testigos y victima del suceso que dió motivo á la proclamación en que nos ocupamos. Es el prólogo de la novena dedicada á esta santa Imágen, verdadero desbordamiento de gratitud y devoción de un sacerdote, hijo de la villa, reconocido al favor más insigne como lo veremos en su reverberante narración, que es como sigue.

*Esta imágen ha sido siempre para los vecinos de esta »villa el blanco de su piedad, el imán de sus afectos, el >asilo en las tribulaciones y calamidades particulares y >especialmente en tiempo de tempestades, en que anti>guamente padecía frecuentes estragos de rayos y cente>llas con funestos sucesos que cada día se lloraban. Pero »><con la luz de estos desengaños creció la devoción, se avivó la esperanza, implorando el auxilio de esta sobe>rana Belona. Y parece que su piedad divina oyó los cla>mores y recibió benigna la protección amorosa de este »pueblo, declarándose patrona, abogada y defensora >nuestra, para defendernos de las justas iras de su Hijo, convirtiendo en piedades sus enojos y guiando los co>razones hacia la penitencia, y los rayos á otras partes, »á donde no había este fortísimo escudo, con que su in»dignación ha manifestado tener á este pueblo debajo de >su especial protección y tutela.

«Pero nunca más se ha descubierto y visiblemente >manifestado esta su amorosa providencia, que desde el >año mil setecientos y cuatro, en que se vieron repetidos >prodigios en el día ocho de Septiembre, en que la Igle>sia celebra su feliz Nacimiento al mundo; y parece que >en este día nació para Tordesillas esta divina Aurora, >como misteriosa Guía y defensora nuestra, cuando las >tinieblas de que se vistió el aire y el ceño que demos>traba el cielo en obscuras y horribles nubes, parecían >indicios vehementes de fatales estragos que amenaza>>ban la más terrible desolación y última desdicha de >este pueblo.

<Serian como las siete de la mañana, cuando la tem>pestad obscureció tanto la luz del día, que parecía ano>checer entre densas tinieblas que aumentaban los re>lámpagos, que deslumbraban y aterraban con espantosos truenos. Estaban los Capitulares de esta villa con>gregados en su Ayuntamiento, para venir como lo tie»nen de costumbre en todas las festividades de nuestra >Señora, á cumplir en la Iglesia de San Antolín con la > asistencia de dotación de una Misa cantada (1), y lo sus

(1) El Capitán Alonso Román del Castillo, vecino de la ciudad de los Reyes en el Perú y natural de Tordesillas, envió treinta mil pesos de á ocho reales, á los que había que agregar otros mil de barras de plata y el valor del patrimonio que aquí tenía, para esta fundación. Apéndice L.

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>pendieron por mucho tiempo por no permitir la salida »lo terrible de la tempestad. En este tiempo cayeron en >>diferentes partes algunas centellas y se experimentaron >en toda la villa extraordinarios efectos del fuego que > en todas partes atemorizaba: hería á algunos y aterra>ba á todos. Parecía estar el lugar cercado con muro de » fuego y que había llegado para sus vecinos el día del >> Juicio. Fueron diferentes vecinos heridos ligeramente >con algunos violentos y repentinos golpes que ocasio>naron dolores de duración corta. Pero en la Iglesia de >San Antolín especialmente cayó un rayo en la torre y » mató á un soldado forastero, que estaba tocando, y ca»yendo sin sentido otro que estaba á su lado, se le halló >quemándosele el vestido con el fuego del muerto, pero >sin lesión considerable. En la Iglesia á una mujer que>mó parte de los vestidos sin grave daño. Viéronse dife>rentes globos de fuego discurriendo á diversas partes >sin haber causado más que algunas leves impresiones >á los que estaban en ella; pero en la sacristía estaban >dos sacerdotes sentados en un cajón, y les hirió por las »espaldas, dejándoles una como cinta de cuatro dedos de >ancho, (á los cuales dejó como muertos por mucho tiem>po) y se les dió la Santa Unción de prisa, y con graví»simos dolores padecieron muchos días las reliquias de >un ardentísimo fuego. Ambos después sanaron y uno de >ellos vive hoy, publicando agradecido el favor de María » Santísima que le libró de aquel voraz incendió. Al otro » se le hallaron las llaves que tenía en la faltriquera, he>> cha una confusa masa de hierro, sin la figura que antes >tenían. Pero lo más admirable (entre las cosas singula>res que se observaron aquel día) fué, que en el cajón » (sobre que estaban sentados los sacerdotes) había una > gran pieza de tafetanes, con que se adorna la iglesia en >> las fiestas, y entrando la centella por ellos y dejando un >pequeño agujero por señal y algo tiznado el cerco, lle»gó hasta la palia que se lleva en las procesiones del San>tísimo Sacramento, y quemando la tela toda con el fo»rro, dejó intacta y entera toda la forma del escudo en >que está grabada y bordada la figura de cáliz y hostia, >sin que tocase, ni desflorase cosa, ni en el centro ni en la circunferencia?) Y es más digno de consideración, que

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