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>en Cortes de Valladolid, librado en ella por el señor >Rey D. Pedro, al mismo Concejo de esta villa y demás individuos que refiere á 28 de Setiembre de 1389 y com›prende diferentes ordenanzas. Este documento que debía encerrar verdadero interés ha corrido la misma infausta suerte que otros muchos desapareciendo del archivo municipal.

El día tres del mes de Junio del año mil trescientos cincuenta y tres celebráronse con justas y torneos las bodas de D. Pedro y Doña Blanca de Borbón, hermana de la reina Doña Juana, esposa de Carlos quinto de Francia, mujer bien fermosa, como dice Áyala blanca é rubia é de buen donayre é de buen seso; pero á pesar de tan excelentes cualidades, á los dos días faltando el rey á la palabra que había empeñado con su propia madre, la reina viuda Doña María, y con sutia Doña Leonor, quienes le increpaban por su honor y el bienestar del reino á no abandonarla, como se corrían las voces, salió de Valladolid con pretexto de caza y se fué á unir á su querida María de Padilla. Todavía á instancias de los grandes que con este motivo veían cernerse sobre Castilla negras tempestades, volvió á aquella ciudad y se restituyó al lado de su legitima esposa, más arrastrado por su ciega é indomable pasión, tornó á desampararla á los dos días para no volver á verla.

Esta desventurada reina, digna de mejor suerte por sus relevantes prendas físicas y morales, halló protección en su suegra, con la cual se retiró á su palacio de Tordesillas, que formaba parte de su patrimonio, por pertenecer con Marzales, Villan, Bercero, Berceruelo, Velliza, Velilla, Villavieja, Matilla de los Caños y otras aldeas á la merindad del infantazgo de Valladolid y eran de la citada reina viuda de Alfonso once. No gozó mucho tiempo de tranquilidad en esta villa, pues pronto su liviano esposo la hizo trasladar á Arévalo y desde aquí á Toledo.

Y cuando lleno el universo del estrépito de sus delitos, ›llegada á los oidos de todos la fama de sus pecados, por >los cuales era su salvación dudosa y estaba obscurecido > el esplendor de su nombre, velađa su gloria, su dignidad >humillada, su honor marchito y su naciente fama real > manchada, desgarrada desde un principio por los labios » de la multitud.» según las valientes frases de Inocencio 6.o en breve dirigido al disoluto monarca, fechado en Aviñón á seis de Abril y conducido por Bertrán de Siena, su internuncio, dió lugar á la liga de los Infantes, de los Grandes y del pueblo en favor de la reina repudiada, Don Pedro, á quien apenas le quedaban fieles

seiscientas lanzas, se refugió en Tordesillas con su madre y la Padilla. Á esta villa vino doña Leonor, como embajadora de la citada liga, á intimarle que volviese al lado de su legitima esposa, pues no se hallaban en ánimo de combatir contra su señor natural (1). En Tordesillas le dió á luz la Paḍilla, entre los años 1354 y 1355, una niña, á quien pusieron por nombre Isabel, celebrando con torneos y fiestas tan, para ellos, fausto acontecimiento; aunque algunos maliciosos le atribuyeron á Don Pedro la siniestra intención de atraer con este aparato al maestre Don Fadrique, cuya muerte maquinaba, confirmándose en esta sospecha con el asesinato que mandó hacer en dos servidores de aquel al salir para Villalpando; porque el maestre, recelando una asechanza, no acudió.

En esta misma villa y el año 1359 aumentó su ya numerosa prole adulterina con un infante que recibió el nombre de Alfonso y el que, á no haber muerto prematuramente, hubiera sido sucesor de su padre; pero falleció en 18 de Octubre del año 1362.

En medio de la caliginosa atmósfera formada por los hedores pestilentes de tantas liviandades y los espesos vapores de tanta sangre, justa ó injusta, pero siempre ferozmente derramada durante este triste y agitadísimo reinado, consuela el alma ver levantarse un monumento de desagravio á la Divina Majestad por los mismos frutos inocentes de los vergonzosos crímenes que ennegrecen aquel horizonte y envenenan aquel ambiente: me refiero á la fundación del Real Monasterio de Santa Clara, realizada por las infantas doña Beatriz y doña Isabel. ¡Qué sorprende verdaderamente contemplar en esa edad tan grande en los vicios como en las virtudes la mezcla extraña de pasiones monstruosas y de encendida piedad!

Léase sino el preámbulo de la licencia que Don Pedro concedió á sus hijas para esta fundación. Porque segun dice la >Santa Escritura el rey católico é buen principe perte>nece á hacer fundar las iglesias y defenderlas por cuan>>to en ellas es loado el nombre de nuestro Señor Dios, al » que deben rendir todas las gentes, los rreyes señalada»mente lo deben adorar y loar... etc... por ende sepan > cuantos este privilegio vieren, como yo Don Pedro por > la gracia de Dios rrey de Castilla etc... ví una carta de »la infanta Doña Beatriz y otra de la infanta doña Isavel > mis hijas y de la rreina doña maría mi mujer que fue

(1) Gebhart, Historia general də España, tom. 4. cap. 41.

>que Dios perdone de las cuales el tenor de ellas es este que sigue (trascribe á continuación la carta de Doña Beatriz exponiendo las razones que impulsaban á fundar el monasterio, los bienes que dejaba para sustentación de las religiosas y encargos piadosos que hacía, lo mismo que contiene la de Doña Isabel y termina): «Eyo veyendo que la intención de cada una de las >dichas Infantas es santa y vuena y á servicio é loor de > Dios y de la bienaventurada santa María su madre é de >todos los santos del parayso porque ellos sean rogado>res á Dios por mi vida y por mi salud e por mi estado ›dí é do autoridad y licencia á las dichas Infantas y á >cada una dellas que fíciesen en ellas y cada una dellas > las dichas donaciones... etc... y defiendo que algun > non sea osado de venir contra lo que dicho es, ni contra >parte dello ansi en la mi vida como despues de mi fina>miento en qualquier manera sino qualquier que lo fi>ciese que aya la ira de Dios y de la santa María é la mi > maldición, que Lago con todos los diavolos en los Infier> nosso Judas escariote per omnia secula seculorum amen». Sevilla 2 de Henero de 1401, que corresponde al año mil trescientos sesenta y tres de la era vulgar, pues aquella fecha es de la española (1).

Impetróse la licencia para esta fundación de Don Gutiérrez, Obispo de Palencia, á cuya diócesis pertenecía entonces Tordesillas, quien la concedió en cinco de Febrero del mismo año. El Papa Urbano quinto, del orden de San Benito, á súplicas del rey Don Pedro confirmó la fundación, dotación y construcción que dicho rey con licencia de Don Gutiérrez, el citado Obispo de Palencia, hizo del monasterio de Santa Clara de Tordesillas (Jugasellarum) por bula expediḍa en Aviñón á veintisiete de Febrero del año mil trescientos sesenta y tres.

Posteriormente este mismo prelado, refiriéndose á la licencia que había concedido para hacer el monasterio que nos ocupa en el palacio llamado de La Pelea de Benamarin, (2) por cuanto la

(1) Puede verse más por extenso esta fundación en la monografía institulada «El Real Monasterio de Santa Clara de Tordesillas» muy bien escrita por el presbitero Don Estanislao Sánchez, Capellán mayor de él en el año 1887.

(2) Este Benamarin debió ser un famoso justador o guerrero que tal vez sostuvo algún paso honroso en este palacio, por cuanto Alfonso Álvarez Villasandino, poeta del siglo quince y uno de los incluídos en el cancionero de Baena, fustigando á los vates que derrochan su estro en bagatelas, habla de él con encomio, diciendo en un distico;

reina (ya la esposa de Enrique 2.0) habia determinado enterrar en él el cuerpo de Doña Leonor, madre del rey, y era muy estrecha la iglesia y había de quedar encerrada dentro del convento, añade en otro rescripto: por ende Nos por servicio de Dios de Nues>tros Señores el Rey é la Reina é por honra del cuerpo › de la dha. Doña Leonor é por honra é acrecentamiento »é nobleza de dicho Monasterio... asignamos los dichos >portales para que de ellos y en ellos sea fecha Eglesia >>para el dicho Monasterio... etc..

Al pie de este rescripto hay una nota del puño y letra del mismo prelado, siendo ya cardenal, fechada en Otordesillas, en la que advierte que por no haber puesto el sello, cuando se expidió, lo suple ahora.

Siendo costumbre de todos los que han escrito después que el señor Quadrado dió à la imprenta su obra «España, sus Monu>mentos y Artes, Naturaleza é Historia», copiar lo que este insigne escritor dice acerca de Tordesillas y muy especialmente cuando se ocupa en monasterio de Santa Clara, por ser en verdad su descripción la más exacta y brillante, yo me acomodaré también á ella, trasladándola tal cual la consigna el mencionado presbítero Don Estanislao Sánchez en su citada obra, sin perjuicio de hacer algunas advertencias: «Antigüedad y magneficencia, si > las hay en Tordesillas, hallarse han en un convento de > religiosas Han perecido el de Franciscanos y el de >Dominicos de Santo Tomás (1); el de comendadoras de >San Juan, fundado en 1489 (2), se ha modernizado por >completo; el de Santa Clara empero ostenta á la vez sus >augustas memorias y sus formas monumentales...

› Con el caracter gallardo y sobrio de la arquitectura »ogival del siglo XIV, combinanse en Santa Clara los Non facen mención de Benamaryn

Nin de las conquistas del Rey Don Ferrando.

Biblioteca universal. siglo 15. pág. 47.

A menos que admitamos equivocación en la palabra que deba leerse benimerin. Y no tendría nada de sorprendente que en las guerras civiles de Alfonso décimo con su hijo y en aquellas mezcolanzas de cristianos y musulmanes para luchar contra otros musulmanes y cristianos, algún magnate de los moros benimerines aliados del Rey sabio, ó descompuesto con su señor natural, ó prendado del sitio de Tordesillas, hubiera construído este palacio para residir entre castellanos ó sostenido en él algún torneo, ó simplemente que le hubiera dirigido algún arquitecto mogrebino de la citada familia. Me inclino más á la primera explicación.

(1) Gebhart le llama de san Pablo.

(2) Esta fecha está evidentemente equivocada como lo veremos al tratar de él,

>rasgos del arte arábigo importado en Castilla, ó mude»jar, como se ha dado en llamar, tan floreciente en el > reinado de Don Pedro y tan del gusto de aquel Monar>ca. El claustro que pudo ser patio muy bien, apoya sus >rudos arcos semicurculares sobre capiteles Arábigo-bi>zantinos de columnas sin basa, desde las cuales suben >franjas de labores hasta las vigas que cubren los ánditos >en vez de bóvedas: acá y acullá alguna puerta en forma › de herradura, y en el muro exterior de la iglesia se di>visan unos arcos lobulados con dichos arabescos (1). Dí⚫cese que fué techumbre de una regia sala el artesonado › que se extiende sobre la capilla mayor, cuajado de oro »y describiendo ingeniosas estrellas, por cuyo arranque »corre á manera de friso una galería de arcos estalactí>ticos, conteniendo bustos de singular hermosura: y en > verdad que si algo desdice de un palacio, es por es>tas sagradas imágenes y no por falta de riqueza (2).

(1) Son de labor mucho más delicada los arcos y parte del zócalo que se hallan en el interior de la grada que llaman «segunda» y que acaso no vió el señor Quadrado.

(2) Esta extrañeza desaparecería diciendo: que al convertirse el techo de salón en bóveda de templo, ya dejándolo en el mismo lugar, ya trasladándole (cosa muy fácil por estar compuesto todo el artesonado de piezas aisladas), añadieron este zócalo de arcos estalactiticos, ó por lo menos las imágenes de los santos, á que aquellos sirven de homacinas; pues cuentan por lo menos un siglo de posterioridad ya que entre estas se halla la de San Bernardino (Bernaldino reza el letrero) de Sena fallecido en 20 de Mayo de 1444, y cuyo proceso de canonización, comenzado por el Papa Eugenio 1.o testigo de sus virtudes no concluyó hasta el 1449 en que fué canonizado por Nicolao 5.o. Y que debió ser palacio árabe parece demostrarse además de por el nombre de Benamarín y las labores que ostentan por su parte inferior los entredoses que cortan los ángulos de los lados del altar para darle forma de ábside, por otras servidumbres del monasterio convertidas en casas, cuadras y pasajes, con trozos de arcos lobulados y techos cuajados de horadaciones en forma de tubos como para servir de termas ó medios de calefacción muy frecuentes entre los moros. Descartando, por supuesto, las trasformaciones que estas partes han sufrido por haber servido de convento á los Religiosos observantes bajo cuya administración y dirección estuvieron muchos siglos estas Religiosas. Porque consta por una bula de Urbano 6.o dada en 1378 que dispensó á estas de poder aplicar fuera del monasterio las Misas que no pudieran celebrar en él; y en el año 1423 se otorgó por Hernando García, clérigo vecino de Welliza escritura de obligación de servir una de estas capellanías en la iglesia de este monasterio haciendo oficio de capellán, Así lo consigna el Dr. D. Gaspar de Quincoces en una relación que escribió con ocasión de ciertas informaciones que por comisión del Sr. Nuncio y del Rey tuvo que hacer Archiv. de la Comunidad. Y en los testamentos de la infanta Doña Beatriz y de Gamarra ya se hace mención de los Religiosos (véase apéndice F. hasta el tres de Noviembre del año mil setecientos veinticinco en que el Provincial Fr. Matheo Valdes comunicó á esta comunidad su separación de la Orden, Relac, cit.

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