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IDEA DE UN PRÍNCIPE

POLÍTICO-CRISTIANO,

REPRESENTADA EN CIEN EMPRESAS;

DEDICADA AL PRINCIPE DE LAS ESPAÑAS, NUESTRO SEÑOR,

POR

DON DIEGO DE SAAVEDRA FAJARDO,

CABALLERO DEL órden de SANTIAGO, DEL CONSEJO DE SU MAJESTAD EN EL SUPREMO DE INDIAS, Y SU EMBAJADOR PLENIPOTENCIARIO EN LOS TRECE CANTONES, EN LA DIETA IMPERIAL DE RATISBONA POR EL CÍRCULO Y CASA DE BORGOÑA, Y EN EL Congreso de MUNSTER PARA LA PAZ GENERAL.

APROBACION

DEL REVERENDO PADRE FRAY PEDRO DE CUENCA Y CARDENAS, del órden de los mínimos de San Francisco de Paula, lector jubilado, calificador del consejo de la general Inquisicion de España, vicario general del ejército de su majestad en Italia, provincial que ha sido tres veces, oeloso y procurador general de su religion, etc.

POR comision del Santo Oficio he visto estas Empresas políticas, y digo que si á algun libro se habia de conceder privilegio para que pasase sin censura, ó para que bastase la de su autor, era á este, á imitacion de Dios, que aprobó lo que habia criado : Vidit cuncta quae fecerat, et erant valde bona; con que quedaria sin esta mortificacion, y mi humildad sin peligro. La obra es tal, que solamente necesita de sí misma para su recomendacion, pues como dijo san Ambrosio, liber ipse per se loquitur. En ella la razon de estado se adorna con tanta erudicion y con tan prudentes aforismos y profundas sentencias, que si Córdoba nos dió un Séneca filósofo, Murcia nos le da politico. Solamente me lastimo de que no la hayan gozado las edades, con que el emperador Carlos V hubiera excusado el leer á Comineo, Marco Bruto á Polibio, y Augusto no se hubiera cansado en escribir de su mano las noticias del imperio. Y si el mayor punto de la naturaleza consiste en engendrar un rey y producir un príncipe, mezclando en su generacion el oro de su mayor quilate, como dijo Platon, quod natura intendens generare regem, miscuit aurum; este libro le excede, pues para el mundo moral engendra reyes con formacion tan rica, que tiene bien qué gastar la mas extendida monarquía, con seguridad que no hallará nuestra santa fe qué sentir, la mayor curiosidad qué censurar, ni las mejores costumbres qué huir. Nada le merezco al autor en esta aprobacion, porque la materia no deja libertad al juicio; y así, obedezco al gran Bernardo, cuando enseña, disce verecundia decorare fidem, reprimere praesumptionem.

Milan, 20 de marzo de 1642.

FRAY PEDRO DE CUENCA Y CÁRDENAS.

Attenta relatione praedicta Adm. R. P. Mag. Fr. Petri de Cuenca y Cárdenas, concedo quod IMPRIMATUR. Fr. Basilius Commiss. S. Officii Mediol. - lo. Paulus Mazuchellus pro Eminentiss. D. Card. Archiep. - Comes Maioragius pro Excellentiss. Senatu.

S.

AL PRINCIPE NUESTRO SEÑOR.

SERENÍSIMO SEÑOR: Propongo à vuestra alteza la Idea de un principe politico-cristiano, representada con el buril y con la pluma, para que por los ojos y por los oidos (instrumentos del saber) quede mas informado el ánimo de vuestra alteza en la ciencia de reinar, y sirvan las figuras de memoria artificiosa. Y porque en las materias políticas se suele engañar el discurso si la experiencia de los casos no las asegura, y ningunos ejemplos mueven mas al sucesor que los de sus antepasados, me valgo de las acciones de los de vuestra alteza; y así, no lisonjeo sus memorias encubriendo sus defectos, porque no alcanzaria el fin de que en ellos aprenda vuestra alteza á gobernar. Por esta razon nadie me podrá acusar que les pierdo el respeto, porque ninguna libertad mas importante á los reyes y á los reinos que la que sin malicia ni pasion refiere cómo fueron las acciones de los gobiernos pasados, para enmienda de los presentes. Solo este bien queda de haber tenido un príncipe malo, en cuyo cadáver haga anatomía la prudencia, conociendo por él las enfermedades de un mal gobierno, para curallas. Los pintores y estatuarios tienen museos con diversas pinturas y fragmentos de estatuas, donde observan los aciertos ó errores de los antiguos. Con este fin refiere la historia libremente los hechos pasados, para que las virtudes queden por ejemplo, y se repriman los vicios con el temor de la memoria de la infamia. Con el mismo fin señalo aquí las de los progenitores de vuestra alteza, para que unas le enciendan en gloriosa emulacion, y otras le cubran el rostro de generosa vergüenza, imitando aquellas y huyendo destas. No menos industria han menester las artes de reinar, que son las mas dificiles y peligrosas, habiendo de pender de uno solo el gobierno y la salud de todos. Por esto trabajaron tanto los mayores ingenios en delinear al Príncipe una cierta y segura carta de gobernar, por donde reconociendo los escollos y bajíos, pudiese seguramente conducir al puerto el bajel de su estado. Pero no todos miraron á aquel divino norte, eternamente inmóbil; y así, señalaron rumbos peligrosos, que dieron con muchos príncipes en las rocas. Las agujas tocadas con la impiedad, el engaño y la malicia, hacen erradas las demarcaciones. Tóquelas siempre vuestra alteza con la piedad, la razon y la justicia, como hicieron sus gloriosos progenitores, y arrójese animoso y confiado á las mayores borrascas del gobierno futuro, cuando después de largos y felices años del presente, pusiere Dios en él á vuestra alteza para bien de la cristiandad.

Viena, 10 de julio 1640.

DON DIEGO DE SAAVEDRA FAJARDO.

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En la trabajosa ociosidad de mis continuos viajes por Alemania y por otras provincias pensé en esas cien empresas, que forman la Idea de un principe politico-cristiano, escribiendo en las posadas lo que habia discurrido entre mi por el camino, cuando la correspondencia ordinaria de despachos con el Rey nuestro señor y con sus ministros, y los demás negocios públicos que estaban á mi cargo, daban algun espacio de tiempo. Creció la obra, y aunque reconocí que no podia tener la perfeccion que convenia, por no haberse hecho con aquel sosiego de ánimo y continuado calor del discurso que habria menester para que sus partes tuviesen mas trabazon y correspondencia entre sí, y que era soberbia presumir que podia yo dar preceptos á los príncipes', me obligaron las instancias de amigos (en mi muy poderosas) á sacalla á luz, en que tambien tuvo alguna parte el amor propio, porque no menos desvanecen los partos del entendimiento que los de la naturaleza.

No escribo esto, oh lector, para disculpa de errores, porque cualquiera seria flaca, sino para granjear alguna piedad dellos en quien considerare mi celo de haber, en medio de tantas ocupaciones, trabajos y peligros, procurado cultivar este libro, por si acaso entre sus hojas pudiese nacer algun fruto, que cogiese mi príncipe y señor natural, y no se perdiesen conmigo las experiencias adquiridas en treinta y cuatro años que, después de cinco en los estudios de la universidad de Salamanca, he empleado en las cortes mas principales de Europa, siempre ocupado en los negocios públicos, habiendo asistido en Roma á dos cónclaves, en Ratisbona á un convento electoral, en que fué elegido rey de romanos el presente Emperador; en los cantones esguízaros á ocho dietas; y últimamente, en Ratisbona á la dieta general del imperio, siendo plenipotenciario de la serenísima casa y círculo de Borgoña. Pues cuando uno de los advertimientos políticos deste libro aproveche á quien nació para gobernar dos mundos, quedará disculpado mi atrevimiento.

A nadie podrá parecer poco grave el asunto de las empresas, pues fué Dios autor dellas. La sierpe de metal, la zarza encendida, el vellocino de Gedeon, el leon de Sanson*, las vestiduras del Sacerdote, los requiebros del Esposo ', ¿qué son sino empresas?

He procurado que sea nueva la invencion, y no sé si lo habré conseguido, siendo muchos los ingenios que han pensado en este estudio, y fácil encontrarse los pensamientos, como me ha sucedido, inventando algunas empresas, que después hallé ser ajenas, y las dejé, no sin daño del intento, porque nuestros antecesores se valieron de los cuerpos y motes mas nobles, y huyendo agora dellos, es fuerza dar en otros no tales.

1 Praecipere qualis debeat esse Princeps, pulchrum quidem, sed onerosum, ac prope superbum. (Plin. Jun., lib. 3, epist. 18.)

2 Num., cap. 21.

3 Exod., cap. 3. Judic., cap. 6. Judic., cap. 14. Exod., cap. 28. 7 Cant. Cantic.

Tambien á algunos pensamientos y preceptos políticos, que si no en el tiempo, en la invencion, fueron hijos propios, les hallé después padres, y los señalé á la márgen, respetando lo venerable de la antigüedad. Felices los ingenios pasados, que hurtaron a los futuros la gloria de lo que habian de inventar; si bien con particular estudio y desvelo he procurado tejer esta tela con los estambres políticos de Cornelio Tacito, por ser gran maestro de principes, y quien con mas buen juicio penetra sus naturales, y descubre las costumbres de los palacios y cortes, y los errores ó aciertos del gobierno. Por sus documentos y sentencias llevo de la mano al príncipe que forman estas empresas, para que sin ofensa del pié coja sus flores, trasplantadas aquí, y preservadas del veneno y espinas que tienen algunas en su terreno nativo y les añadió la malicia destos tiempos. Pero las máximas principales de estado confirmo en esta impresion con testimonios de las sagradas letras, porque la política que ha pasado por su crisol, es plata siete veces purgada y refinada al fuego de la verdad '. ¿Para qué tener por maestro á un Etnico ó á un impio, si se puede al Espíritu Santo?

En la declaracion de los cuerpos de las empresas no me detengo, porque el lector no pierda el gusto de entendellas por sí mismo. Y si en los discursos sobre ellas mezclo alguna erudicion, no es por ostentar estudios, sino para ilustrar el ingenio del Príncipe y hacer suave la enseñanza. Toda la obra está compuesta de sentencias y máximas de estado, porque estas son las piedras con que se levantan los edificios políticos. No van sueltas, sino atadas al discurso y aplicadas al caso, por huir del peligro de los preceptos universales.

Con estudio particular he procurado que el estilo sea levantado sin afectacion, y breve sin obscuridad; empresa que à Horacio pareció dificultosa, y que no la he visto intentada en nuestra lengua castellana. Yo me atreví á ella, porque en lo que se escribe á los príncipes ni ha de haber cláusula ociosa ni palabra sobrada. En ellos es preciso el tiempo, y peca contra el público bien el que vanamente los entretiene.

No me ocupo tanto en la institucion y gobierno del príncipe, que no me divierta al de las repúblicas, á sus crecimientos, conservacion y caidas, y á formar un ministro de estado y un cortesano advertido.

Si alguna vez me alargo en las alabanzas, es por animar la emulacion, no por lisonjear, de que estoy muy lejos; porque seria gran delito tomar el buril para abrir adulaciones en el bronce, ó incurrir en lo mismo que reprehendo ó advierto.

Si en las verdades soy libre, atribúyase á los achaques de la dominacion, cuya ambicion se arraiga tanto en el corazon humano que no se puede curar sin el hierro y el fuego. Las doctrinas son generales; pero si alguno, por la semejanza de los vicios, entendiere en su persona lo que noto generalmente, ó juzgare que se acusa en él lo que se alaba en los demás, no será mia la culpa. Cuando repruebo las acciones de los príncipes, ó hablo de los tiranos, ó solamente de la naturaleza del principado, siendo así que muchas veces es bueno el príncipe y obra mal porque le encubren la verdad ó porque es mal aconsejado.

Lo mismo se ha de entender en lo que se afea de las repúblicas; porque, ó es documento de lo que ordinariamente sucede á las comunidades, ó no comprehende á aquellas repúblicas coronadas ó bien instituidas, cuyo proceder es generoso y real.

Me he valido de ejemplos antiguos y modernos: de aquellos por la autoridad, y destos porque persuaden mas eficazmente, y tambien porque, habiendo pasado poco tiempo, está menos alterado el estado de las cosas, y con menor peligro se pueden imitar ó con mayor acierto formar por ellos un juicio político y advertido, siendo este el mas seguro aprovechamiento de la historia: fuera de que no es tan estéril de virtudes y heróicos hechos nuestra edad, que no dé al siglo presente y á los futuros insignes ejemplos, y seria una especie de invidia engrandecer las cosas antiguas y olvidarnos de las presentes.

Bien sé, oh lector, que semejantes libros de razon de estado son como los estafermos, que todos se ensayan en ellos y todos los hieren; y que quien saca á luz sus obras ha de pasar por el humo y prensa de la murmuracion (que es lo que significa la empresa antecedente, cuyo cuerpo es la emprenta); pero tambien sé que cuanto es mas obscuro el humo que baña las letras, y mas rigurosa la prensa que las oprime, salen á luz mas claras y resplandecientes. Vale.

↑ Eloquia Domini, eloquia casta: argentum igne examinatum, probatum terrae, purgatum septuplum. (Psalm. 11,7.) 2 Dum brevis esse laboro, obscurus fio. (Horat., Art. Poet.)

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