de ó la salvacion ó la perdicion de la nave. Está la lengua en parte muy húmeda, y fácilmente se desliza si no la detiene la prudencia. Guardas pedia David á Dios para su boca, y candados para sus labios 10. Entrar el príncipe en varios discursos con todos es desacreditada familiaridad, llena de inconvenientes, si ya no es que convenga para la informacion; porque cada uno de los negociantes quisiera un príncipe muy advertido y informado en su negocio, lo cual es imposible, no pudiendo comprehendello todo 11; y si no responde muy al caso, le juzga por incapaz ó por descuidado; fuera de que nunca corresponde el conocimiento de las partes del príncipe á la opinion que se tiene dellas. Bien consideraron estos peligros los emperadores romanos cuando introdujeron que les hablasen por memoriales, y respondian por escrito, para tomar tiempo, y que fuese mas considerada la respuesta, y tambien porque á menos peligro está la pluma que la lengua. Esta no puede detenerse mucho en responder, y aquella sí. Seyano, aunque tan valido de Tiberio, le hablaba por memorial 12; pero hay negocios de tal calidad, que es mejor tratallos que escribillos, principalmente cuando no es bien dejar la prenda de una escritura, que es un testimonio perpetuo, sujeto á mas interpretaciones que las palabras, las cuales, como pasan ligeras y no se retienen fielmente, no se puede hacer por ellas reconvencion cierta; pero ó ya responda el príncipe de una ó de otra suerte, siempre es de prudentes la brevedad 13, y mas conforme á la majestad de los principes. Imperial la llamó Tácito 14. De la lenguay de la espada se ha de jugar sin abrirse; el que descubre el pecho, peligra. Los razonamientos breves son eficaces y dan mucho que pensar. Ninguna cosa mas propia del oficio de rey que hablar poco y oir mucho. No es menos conveniente saber callar que saber hablar. En esto tenemos por maestros á los hombres, y en aquello á Dios, que siempre nos enseña el silencio en sus misterios. Mucho se allega á su divinidad quien sabe callar. Entendido parece el que tiene los labios cerrados 15. Los locos tienen el corazon en la boca, y los cuerdos la boca en el corazon 16. La prudencia consiste en no exceder los fines en lo uno ni en lo otro, porque en ellos está el peligro : Ut diversa sibi, vicinaque culpa est, Entonces son convenientes las palabras, cuando el silencio seria dañoso al príncipe ó á la verdad. Bastaute 10 Pone, Domine, custodiam ori meo, et ostium circunstantiae labiis meis. (Psal. 140, 3.) Neque posse Principem sua scientia cuncta complecti. (Tac., lib. 3, Ann.) 12 Componit ad Caesarem codicillos; moris quippe tunc erat, quanquam praesentem, scripto adire. (Tac., lib. 4, Ann.) 15 Multum brevi sermoni inest prudentiae. (Sophocl.) 14 Imperatoriam brevitatem. (Tac., lib. 1, Hist.) 15 Stultus quoque si tacuerit, sapiens reputabitur et si compresserit labia sua, intelligens. (Prov. 17, 28.) 16 In ore fatuorum cor illorum, et in corde sapientium os illorum. (Eccl., 21, 29.) 17 Auson. mente se deja entender por los movimientos la majestad. Muy elocuente es en los príncipes un mudo silencio á su tiempo, y mas suelen significar la mesura y el agrado que las palabras; y cuando haya de usar dellas, sean sencillas, con sentimiento libre y real: Liberi sensi in semplici parole 18, Porque se desacreditan y hacen sospechosas con las exageraciones, los juramentos y los testimonios; y así, han de ser sin desprecio graves, sin cuidado graciosas, sin aspereza constantes, y sin vulgaridad comunes. Aun con Dios parece que tienen alguna fuerza las palabras bien compuestas 19. En lo que es menester mas recato de la lengua y de la pluma es en las promesas, en las cuales, ó por generosidad propia ó por facilitar los fines ó por excusar los peligros, se suelen alargar los príncipes, y no pudiendo después satisfacer á ellas, se pierde el crédito y se ganan enemigos, y fuera mejor haberlas excusado 20. Mas guerras han nacido de las promesas hechas y no cumplidas que de las injurias, porque en las injurias no siempre va mezclado el interés, como en lo prometido, y mas se mueven los príncipes por él que por la injuria. Lo que se promete y no se cumple lo recibe por afrenta el superior, por injusticia el igual, y por tiranía el inferior; y así, es menester que la lengua no se arroje á ofrecer lo que no sabe que puede cumplir 21. En las amenazas suele exceder la lengua, porque el fuego de la cólera la mueve muy aprisa, y como no puede corresponder la venganza á la pasion del corazon, queda después desacreditada la prudencia y el poder del príncipe; y así, es menester disimular las ofensas, y que primero se vean los efectos de la satisfaccion que la amenaza. El que se vale primero de la amenaza que de las manos, quiere solamente vengarse con ella ó avisar al enemigo. Ninguna amenaza mayor que un silencio mudo. La mina que ya reventó no se teme; la que está oculta parece siempre mayor, porque es mayor el efecto de la imaginacion que el de los sentidos. La murmuracion tiene mucho de invidia ó jactancia propia, y casi siempre es del inferior al superior; y así, indigna de los príncipes, en cuyos labios ha de estar segura la honra de todos. Si hay vicios, debe castigarlos; si faltas, reprehendellas ó disimulallas. La alabanza de la virtud, de las acciones y servicios es parte de premio, y causa emulacion de sí mismo en quien se atribuye. Exhorta y anima á los demás; pero la de los sugetos es peligrosa, porque siendo incierto el juicio dellos, y la alabanza una, como sentencia difinitiva, puede descubrir el tiempo que fué ligereza el daHa, y queda el príncipe obligado por reputacion á no desdecirse de lo que una vez aprobó ; y así por esto, co 18 Tass. 19 Non parcam ei, et verbis potentibus, et ad deprecandum compositis. (Job., 41, 3.) 20 Multò melius et non vovere, quàm post votum promissa non reddere. (Eccles., 5, 4.) 21 Noli citatus esse in lingua tua: et inutilis, et remissus in operibus tuis. (Eccl., 4, 34.) A lo mas profundo del pecho retiró la naturaleza el corazon humano, y porque viéndose oculto y sin testigos no obrase contra la razon, dejó dispuesto aquel nativo y natural color ó aquella llama de sangre con que la vergüenza encendiese el rostro y le acusase cuando se aparta de lo honesto, ó siente una cosa, y profiere otra la lengua, debiendo haber entre ella y el corazon un mismo movimiento y una igual consonancia; pero esta señal que suele mostrarse en la juventud, la borra con el tiempo la malicia; por lo cual los romanos, considerando la importancia de la verdad, y que es la que conserva en la república el trato y el comercio, y deseando que la vergüenza de faltar á ella se conservase en los hombres, colgaban del pecho de los niños un corazon de oro, que llamaban bula, jeroglífico que dijo Ausonio haberlo inventado Pitágoras para significar la ingenuidad que deben profesar los hombres, y la puntualidad en la verdad, llevando en el pecho el corazon, símbolo della, que es lo que vulgarmente significamos cuando decimos de un hombre verdadero, que lleva el corazon en las manos. Lo mismo daban á entender los sacerdotes de Egipto, poniendo al pecho de sus príncipes un záfiro, cuyo nombre retrae al de la verdad, y los ministros de justicia llevaban una imágen suya; y no parezca á alguno que si trujese el príncipe tan patente la verdad, estaria expuesto á los engaños y artes, porque ninguna cosa mas eficaz que ella para deshacellos y para tener mas léjos la mentira, la cual no se atreve á miralla rostro á rostro. A esto aludió Pitágoras cuando enseñó que no se hablase vueltas las espaldas al sol, queriendo significar que ninguno debia mentir, porque el que miente no puede resistir á los rayos de la verdad, significada por el sol, así en ser uno, como en que deshace las tinieblas y ahuyenta las sombras, dando á las cosas sus verdaderas luces y colores; como se repre senta en esta empresa, donde al paso que se va descubriendo por los horizontes el sol, se va retirando la no che, y se recogen á lo obscuro de los troncos las aves nocturnas, que en su ausencia, embozadas con las tinieblas, hacian sus robos, salteando engañosamente el sueño de las demás aves. ¡Qué confusa se halla una lechuza cuando por algun accidente se presenta delante del sol! En su misma luz tropieza y se embaraza; su resplandor la ciega, y deja inútiles sus artes. ¿Quién es tan astuto y fraudulento, que no se pierda en la presencia de un príncipe real y verdadero 1? No hay poder penetrar los desinios de un ánimo cándido cuando la candidez tiene dentro de sí los fondos convenientes de la prudencia. Ningun cuerpo mas patente á los ojos del mundo, ni mas claro y opuesto á las sombras y tinieblas que el sol; y si alguno intenta averigualle sus rayos y penetrar sus secretos, halla en él profundos golfos y escuridades de luz que le deslumbran los ojos, sin que puedan dar razon de lo que vieron. La malicia queda ciega al candor de la verdad, y pierde sus presupuestos, no hallando arte que vencer con el arte. Digno triunfo de un príncipe deshacer los engaños con la ingenuidad, y la mentira con la verdad. Mentir es accion vil de esclavos y indigna del magnánimo corazon de un príncipe 2, que mas que todos debe procurar parecerse á Dios, que es la misma verdad. « Onde los Reyes (palabras son del rey don Alonso el Sabio 3, hablando della) que tienen su lugar en la tierra, á quien pertenece de la guardar mucho, deben parar mientes que no sean contra ella, diciendo palabras mentirosas;» y abajo da otra razon, en la misma ley: «É demas, quando él min 1 Magni praesentia veri. (Virgil.) 2 Non decent stultum verba composita, nec Principem labium mentiens. (Prov. 17, 7.) 3 L. 3, tit. 4, part. n. no tiesse en sus palabras, no le creerian los omes que le oyessen, maguer dixesse verdad, é tomarian ende carrera para mentir. >> Este inconviniente se experimentó en Tiberio, el cual, diciendo muchas veces fingidamente que estaba resuelto á poner en libertad la república ó sostituir en otros hombros el peso del imperio, fué creido después en las cosas verdaderas y justas 4. Cuanto son mayores las monarquías, mas sujetas están á la mentira. La fuerza de los rayos de una fortuna ilustre levanta contra sí las nieblas de la murmuracion 5. Todo se interpreta á mal y se calumnia en los grandes imperios. Lo que no puede derribar la fuerza, lo intenta la calumnia ó con secretas minas ó con supuestas cuñas, en que es menester gran valor de quien domina sobre las naciones, para no alterar su curso, y pasalle sereno, sin que le perturben sus voces. Esta valerosa constancia se ha visto siempre en los reyes de España, despreciando la invidia y murmuracion de sus émulos, con que se han deshecho semejantes nieblas, las cuales, como las levanta la grandeza, tambien la grandeza las derriba con la fuerza de la verdad, como sucede al soi con los vapores. ¿Qué libelos infamatorios, qué manifiestos falsos, qué fingidos Parnasos, qué pasquines maliciosos no se han esparcido contra la monarquía de España? No pudo la emulacion manchar su justo gobierno en los reinos que posee en Europa, por estar á los ojos del mundo; y para hacer odioso su dominio é irreconciliable la inobediencia de las provincias rebeldes con falsedades difíciles de averiguar, divulgó un libro supuesto de los malos tratamientos de los indios, con nombre del obispo de Chiapa, dejándole correr primero en España como impreso en Sevilla, por acreditar mas la mentira, y traduciéndole después en todas lenguas. Ingeniosa y nociva traza, aguda malicia que en los ánimos sencillos obró malos efectos, aunque los prudentes conocieron luego el engaño, desmentido con el celo de la religion y justicia que en todas partes nuestra la nacion española, no siendo desigual á sí misma en las Indias. No niego que en las primeras conquistas de América sucederian algunos desórdenes, por haberlas emprendido hombres que, no cabiendo la bizarría de sus ánimos en el mundo, se arrojaron, mas por permision que por eleccion de su rey, á probar su fortuna con el descubrimiento de nuevas regiones, donde ballaron idólatras mas fieros que las mismas fieras, que tenian carnicerías de carne humana, con que se sustentaban; los cuales no podian reducirse á la razon si no era con la fuerza y el rigor. Pero no quedaron sin remedio aquellos desórdenes, enviando contra ellos los Reyes Católicos severos comisarios que los castigasen, y mantuviesen los indios en justicia, dando paternales órdenes para su conservacion, eximiéndolos del trabajo de las minas y de otros que entre ellos eran ordinarios antes del descubrimiento; enviando varones apostóli Ad vana, et toties irrisa revolutus, de reddenda Republica, atque consules, seu quis alius regimen susciperet, vero quoque, et honesto fidem dempsit. (Tac., lib. 4, Ann.) 5 Cuncta magnis imperiis objectari solita. (Tac., ibid.) cos que los instruyesen en la fe, y sustentando á costa de las rentas reales los obispados, los templos y religiones, para beneficio de aquel nuevo plantel de la Iglesia, sin que después de conquistadas aquellas vastas provincias se echase menos la ausencia del nuevo señor; en que se aventajó el gobierno de aquel imperio y el desvelo de sus ministros al del sol y al de la luna y estrellas, pues en solas doce horas que falta la presencia del sol al uno de los dos hemisferios, se confunde y perturba el otro, vistiéndose la malicia de las sombras de la noche, y ejecutando con la máscara de la escuridad homicidios, hurtos, adulterios y todos los demás delitos, sin que baste á remediallo la providencia del sol en comunicalle por el horizonte del mundo sus crepúsculos, en dejar en su lugar por vireina á la luna, con la asistencia de las estrellas como ministros suyos, y en dalles la autoridad de sus rayos; y desde este mund mantienen aquel los reyes de España en justicia, en paz y en religion, con la misma felicidad política que gozan los reinos de Castilla. Pero, porque no triunfen las artes de los émulos y enemigos de la monarquía de España, y quede desvanecida la invencion de aquel libro, considérense todos los casos imaginados que en él fingió la malicia haberse ejercitado contra los indios, y pónganse en paralelo con los verdaderos que hemos visto en las guerras de nuestros tiempos, así en la que se movió contra Génova, como en las presentes de Alemania, Borgoña y Lorena, y se verá que no llegó aquella mentira á esta verdad. ¿Qué géneros de tormentos crueles inventaron los tiranos contra la inocencia, que no los hayamos visto en obra, no ya contra bárbaros inhumanos, sino contra naciones cultas, civiles y religiosas; y no contra enemigas, sino contra sí mismas, turbado el órden natural del parentesco, y desconocido el afecto á la patria? Las mismas armas auxiliares se volvian contra quien las sustentaba. Mas sangrienta era la defensa que la oposicion. No habia diferencia entre la proteccion y el despojo, entre la amistad y la hostilidad. A ningun edificio ilustre, á ningun lugar sagrado perdonó la furia y la llama. Breve espacio de tiempo vió en cenizas las villas Y las ciudades, y reducidas á desiertos las poblaciones. Insaciable fué la sed de sangre humana. Como en troncos se probaban en los pechos de los hombres las pistolas y las espadas, aun después del furor de Marte. La vista se alegraba de los disformes visajes de la muerte. Abiertos los pechos y vientres humanos, servian de pesebres, y tal vez en los de las mujeres preñadas comieron los caballos, envueltos entre la paja, los no bien formados miembrecillos de las criaturas. A costa de la vida se hacian pruebas del agua que cabia en un cuerpo humano, y del tiempo que podia un hombre sustentar la hambre. Las vírgenes consagradas á Dios fueron violadas, estupradas las doncellas y forzadas las casadas á la vista de sus padres y maridos. Las mujeres se vendian y permutaban por vacas y caballos, como las demás presas y despojos, para deshonestos usos. Uncidos los rústicos, tiraban los carros, y para que des cubriesen las riquezas escondidas los colgaban de los piés y de otras partes obscenas, y los metian en los hornos encendidos. A sus ojos despedazaban las criaturas, para que obrase el amor paternal en el dolor ajeno de aquellos, partes de sus entrañas, lo que no podia el propio. En las selvas y bosques donde tienen refugio las fieras, no le tenian los hombres, porque con perros venteros los buscaban en ellas, y los sacaban por el rastro. Los lagos no estaban seguros de la cudicia, ingeniosa en inquirir las alhajas, sacándolas con anzuelos y redes de sus profundos senos. Aun los huesos difuntos perdieron su último reposo, trastornadas las urnas y levantados los mármoles para buscar lo que en ellos estaba escondido. No hay arte mágica y diabólica que no se ejercitase en el descubrimiento del oro y de la plata. A manos de la crueldad y de la cudicia murieron muchos millones de personas, no de vileza de ánimo como los indios, en cuya extirpacion se ejercitó la divina justicia por haber sido por tantos siglos rebeldes á su criador. No refiero estas cosas por acusar alguna nacion, pues casi todas intervinieron en esta tragedia inhumana, sino para defender de la impostura á la española. La mas compuesta de costumbres está á riesgo de estragarse. Vicio es de nuestra naturaleza, tan frágil, que no hay accion irracional en que no pueda caer si le faltare el freno de la religion ó de la justica. Repara la luna las ausencias del sol, presidiendo á la noche. De sus movimientos, crecientes y menguantes pende la conservacion de las cosas, y aunque es tanto mas hermosa cuanto son ellas mas escuras y desmayadas, recibiendo ser de su luz, ni por esto ni por sus continuos beneficios hay quien repare en ella, aun cuando se ofrece mas llena de resplandores; pero si alguna vez interpuesta la sombra de la tierra, se eclipsan sus rayos, y descubre el defecto de su cuerpo, no iluminado, como se ofrecia antes á la vista, sino opaco y escuro, todos levantan los ojos á notalla, y aun antes que suceda, está prevenida la curiosidad, y le tiene medidos los pasos grado á grado y minuto á minuto. Son los príncipes los planetas de la tierra, las lunas en las cuales substituye sus rayos aquel divino Sol de justicia para el gobierno temporal; porque si aquellos predominan á las cosas, estos á los ánimos 1; y así, los reyes de Persia con fingidos rayos en forma del sol y de la luna procuraban ser estimados como astros; y el rey Sa por no dudó de intitularse hermano del sol y de la luna en una carta que escribió al emperador Constancio 2. Entre todos los hombres resplandece la grandeza de los príncipes, colocados en los orbes levantados del poder y del mando, donde están expuestos á la censura de to Chrysolog., serm. 120. 2 Rex regum Sapor, particeps siderum, et frater solis et lunae, Constantio fratri meo salutem. (Amm. Marcel., lib. 7.) dos. Colosos son que no pueden descomponerse sin ser notados; y así, miren bien cómo obran, porque en ellos tiene puesta su atencion el mundo, el cual podrá dejar de reparar en sus aciertos, pero no en sus errores. De cien ojos y otras tantas orejas se previene la curiosidad para penetrar lo mas oculto de sus pensamientos. Aquella piedra es de Zacarías, sobre quien estaban siete ojos 3; por lo cual, cuanto es mayor la grandeza, ha de ser menor la licencia en las desenvolturas 4. La mano del príncipe lleva la solfa á la música del gobierno; y si no señalare á compás el tiempo, causará disonancias en los demás, porque todos remedan su movimiento; de donde nace que los estados se parecen á sus príncipes, y mas fácilmente á los malos que á los buenos; porque estando muy atentos los súbditos á sus vicios, quedan fijos en sus imaginaciones, y la lisonja los imita, y así hace el príncipe mas daño con su ejemplo que con sus vicios, siendo mas perjudiciales sus malas costumbres que provechosas sus buenas, porque nuestra mala inclinacion mas se aplica á emular vicios que virtudes. Grandes fueron las que resplandecieron en Alejandro Magno, y procuraba el emperador Caracalla parecerse solamente á él en llevar inclinada la cabeza 3 Super lapidem unum septem oculi sunt. (Zach., 3, 9.) 4 Qui magno imperio praediti, in excelso aetatem agunt, eorumque facta cuncti mortales novere ila maxima fortuna minima licentia est. (Sallust.) canos, que obligaban á sus reyes 13 (cuando los consa no oprimirian á sus vasallos; que serian fuertes en la guerra; que harian mantener al sol su curso y esplendor, llover á las nubes, correr á los rios, y que la tierra produjese abundantemente sus frutos; porque á un rey santo obedece el sol, como á Josué, en premio de su virtud, y la tierra da mas fecundos partos, reconocida á la justificacion del gobierno. Así lo dió á entender Homero en estos versos: Sicut percelebris Regis, qui numina curat, In multisque probisque viris jura aequa ministrat, A la virtud del príncipe justo, no á los campos, se han de atribuir las buenas cosechas 11. El pueblo siempre cree que los que le gobiernan son causa de sus desgracias ó felicidades, y muchas veces de los casos fortúitos 15, como se los achacaba á Tiberio el pueblo ro mano. al lado izquierdo ; y así, aunque unos vicios en el príncipe son malos á sí solo, y otros á la república, como lograban) á que jurasen que administrarian justicia ; que notó Tácito en Vitelio y Oton 5, todos son dañosos á los súbditos por el ejemplo. Girasoles somos, que damos vuelta mirando y imitando al príncipe 6, semejantes á aquellas ruedas de la vision de Ecequiel, que seguian siempre el movimiento del Querubin 7. Las acciones del príncipe son mandatos para el pueblo, que con la imitacion las obedece 8. Piensan los súbditos que hacen agradable servicio al príncipe en imitalle en los vicios, y como estos son señores de la voluntad, juzga la aduJacion que con ellos podrá granjealla, como procuraba Tigellino la de Neron, haciéndose compañero en sus maldades 9. Desordénase la república y se confunde la virtud; y así, es menester que sean tales las costumbres del príncipe, que dellas aprendan todos á ser buenos, como lo dió por documento á los príncipes el rey don Alonso el Sabio 10: «É otrosi para mantener bien su pueblo, dandole buenos exemplos de sí mismos, mostrandoles los errores para que fagan bien : ca non podria él conoscer á Dios, nin lo sabria temer, nin amar, nin otro, si bien guardar su corazon, nin sus palabras, nin sus obras (segun diximos de suso en las otras leyes) nin bien mantener su pueblo, si él costumbres é maneras buenas non oviesse.» Porque en apagando los vicios cl farol luciente de la virtud del príncipe, que ha de pre-licencia, pero no el autor della; y así le costó la vida, ceder á todos, y mostrarles los rumbos seguros de la navegacion, dará en los escollos con la república, siendo imposible que sea acertado el gobierno de un príncipe vicioso. «Ca el vicio (palabras son del mismo rey don Alonso 11) ha en sí tal natura, que quanto el ome mas lo usa, tanto mas lo ama, é desto le vienen grandes males, é mengua el seso é la fortaleza del corazon, é por fuerza ha de dexar los fechos, quel convienen de fazer por sabor de los otros, en que halla el vicio. » Desprecia el pueblo las leyes, viendo que no las observa el que es alma dellas; y así como los defectos de la luna son perjudiciales á la tierra, así tambien los pecados del príncipe son la ruina de su reino, extendido el castigo á los vasallos, porque á ellos tambien se extienden sus vicios, como los de Jeroboan al pueblo de Israel 12. Una sombra de deshonestidad que escureció la fama del rey don Rodrigo, dejó por muchos siglos en tinieblas la libertad de España. De donde se puede en alguna manera disculpar el bárbaro estilo de los meji 5 Vitellius ventre? et gula sibipsi hostis: Otho luxu, saevitia, audacia Reip. exitiosior ducebatur. (Tacit., lib. 2, Hist) 6 Flexibiles quamcumque in partem ducimur à Principibus, atque ut ita dicam, sequaces sumus. (Plin., în Paneg.) 7 Cum ambularent Cherubim, ibant pariter et rotae juxta ea : et cum elevarent Cherubim alas suas, ut exaltarentur de terra, non residebant rotae, sed et ipsae juxta erant (Ezech., 10, 16.) 8 Ea conditio principum, ut quidquid faciant, praecipere videantur. (Quintil.) • Validiorque in dies Tigellinus, et malas artes, quibus pollebat, gratiores ratus, si Principem societate scelerum obstringeret. (Tac., lib. 14, Ann. No se persuadan los príncipes á que no serán notados sus vicios porque los permita y haga comunes al pueblo, como hizo Witiza; porque á los vasallos es grata la siendo aborrecido de todos por sus malas costumbres. Fácilmente disimulatnos en nosotros cualquier defecto, pero no podemos sufrir un átomo en el espejo donde nos miramos tal es el príncipe, en quien se contemplan sus vasallos, y llevan mal que esté empañado con los vicios. No disminuyó la infamia de Neron el haber hecho á otros cómplices de sus desenvolturas 16. No se aseguren los príncipes en fe de su recato en el secreto, porque cuando el pueblo no alcanza sus acciones, las discurre, y siempre siniestramente; y así, no basta que obren bien, sino es menester que los medios no parezcan malos. Y ¿qué cosa estará secreta en quien no puede huirse de su misma grandeza y acompañamiento, ni obrar solo; cuya libertad arrastra grillos y cadenas de oro, que suenan por todas partes? Esto daban á entender al sumo sacerdote las campanillas pendientes de sus vestiduras sacerdotales, para que no se olvidase de que sus pasos estaban expuestos al oido de todos 17. Cuantos están de guarda fuera y dentro del palacio, cuantos asisten al príncipe en sus cámaras y retretes, son espías de lo que hace y de lo que dice, y aun de lo que piensa, atentos todos á los ademanes y movimientos del rostro, por donde se explica el corazon; puestos siempre los ojos en sus manos 18; y en penetrando algun vicio del príncipe, si bien fingen disimulal!e 13 Pop. Gamar. 14 Annus bonus non tam de bonis fructibus, quam de juste regnantibus existimandus. (Boetius.) 45 Qui mos vulgo fortuita ad culpam trahentes. (Tac., lib. 4, Ann.) 16 Ratusque dedecus amoliri, si plures foedasset. (Tac., lib. 14, Annal.) 17 Et cinxit illum tintinnabulis aureis plurimis in gyro, dare sonitum in incessu suo. (Eccl., 45, 10.) 18 Oculi servorum in manibus dominorum suorum. (Psal. 122, 2.) |