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cometió el delito de estafa, que esto es en último término lo que se menciona en la consulta, puede y debe ser perseguido por este delito independientemente del estado de la quiebra, y cualesquiera que sea la marcha que ésta siga, porque el hecho sólo de distraer pertenencias de la quiebra constituye un fraude de los intereses de los acreedores, es un engaño efectuado en perjuicio de éstos, y como este hecho punible puede ser perfectamente independiente de los resultados de la quiebra, una vez denunciado como delito, debe sustanciarse independientemente de la quiebra y sin atender al estado en que ésta se encuentra.

Ni siquiera puede presentarse como obstáculo para esta solucion la competencia entablada y cuya tramitacion tiene en suspenso el procedimiento de quiebra, porque siendo la competencia distinta en materia criminal, si para el conocimiento de la causa que se ha de formar no surgiera otro incidente del mismo género, porque empezara las diligencias el Juez del lugar en que se cometió el delito, que es el competente en primer término, continuaria la causa sin entorpecimiento alguno por el expediente de calificacion que ha de incoarse en el juicio universal.

Se trata de dos hechos distintos que tienen procedimiento especial distinto tambien y pertenecen á diferente materia dentro del derecho; deben tramitarse independientemente cada cuál segun los preceptos jurídicos aplicables, porque así como no hay incompatibilidad en los hechos no la puede haber tampoco en las acciones á que dan origen, mucho más siendo aquellos de distinta apreciacion jurídica.

A. Charrin.

TOMO XLIX.

16

RELACIONES ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO.

Discusion en la ACADEMIA MATRITENSE DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACION, de la Memoria del Sr. Charrin (1).

Abierta discusion sobre la Memoria, el Sr. Gonzalez Castejon usó el primero de la palabra en contra.

Comenzó diciendo, que marcándose como objeto y base fundamental de la Iglesia católica el derecho a la predicacion de la verdad, ó tọdas las religiones son verdad, lo que es un absurdo, ó sólo ella puede abrogarse ese derecho, el cual debe tener todas las condiciones propias de la libertad para que pueda exigirse. Que la Iglesia no hizo, como se supone, concesiones para alcanzar el triunfo en los tiempos de Constantino, no perdiendo en su consecuencia su libertad; porque el cambio que pudo verificar fué un cambio natural, conquistado con su sangre en el martirio; y que si bien la Iglesia se quejó al poco tiempo de las intrusiones del poder civil, fué por un resabio de gentilismo de los Emperadores cristianos, con los que se mostró tan fuerte como lo habia sido con los gentiles. Que la Iglesia no podia hacer concesiones, porque no po tia ni puede abdicar de las facultades concedidas por Jesucristo; y que si ha hecho alguna concesion, esas concesiones no entrañan en la parte espiritual, siño que están dentro del terreno canónico, como por ejemplo, los patronatos, lo cual puede hacer la Iglesia como lo hace el particular.

Dijo que nada tenia de extraño que la Iglesia alcanzara gran influjo despues de la caida del Imperio romano; porque presentándose ya en la historia con un nuevo carácter, su importancia habia de ser necesariamente mayor, sin que fuese su ánimo ambicioso, ni la ambición la llevase á crear la unidad católica, sino que representando un gran papel en la sociedad, lo cual se explica dada su mayor cultura y su mejor organizacion en medio de generaciones nuevas que se acogian á su institucion protectora, ella habia de aplicar sus doctrinas para formar la vida de aquellos pueblos.

Aseguró que el cambio de ciertas facultades, ya radicando en los Concilios, ya en el Romano Pontífice, era un hecho explicable por la historia y por el Derecho canónico.

Explicó las Reservas por el Derecho de devolucion; porque necesitando la Iglesia que sus fines se cumplieran, y no pudiendo ó no queriendo, por varias causas, los Prelados cumplirlos, por el Derecho de devolucion, el Pontífice habia llamado á sí esas facultades para ejercerlas y cumplir los deberes de la Iglesia, no siendo los Pontifices responsables de los abusos que hayan podido cometerse; porque si se les ha concedido la infalibilidad, no se les ha concedido la impecabilidad.

Extrañó que no se encontrara en la Reforma más razon que la ambicion del Pontificado, cuando precisamente la Reforma, uniendo su fin al fin del Estado civil se hizo vasalla y servidora de éste.

(1) Véase la Memoria en el tomo anterior de nuestra REVISTA.

Añadió que la Iglesia y el Estado siempre han tenido deslindados sus campos, como lo prueba la guerra de las investiduras, en la que la Iglesia defendia el poder espiritual altamente avasallado por el poder temporal, quizás porque la condicion feudal que tenian los Obispos lo hacia indispensable.

Aseguró que la libertad é independencia es necesaria á la Iglesia, si ha de cumplir el fin para que fue creada, como lo demuestra el cautiverio de Avignon, durante el cual, el poder espiritual fué vasallo de la Francia.

Dijo que él no trataba de defender los actos del Pontífice Bonifacio VIII, especialmente en su célebre bula Unam Sanctam; pero que no debe condenarse una doctrina por las aplicaciones erróneas que de ella se hagan.

Añadió que no es esta época de luchar ultramontanos y regalistas, sino de unirse y sacar á salvo los altos principios y los altos fundamentos de la Iglesia que radiquen en uno ó en otro campo.

Dijo que si la Iglesia no fuera una sociedad encargada de una mision especial, de un fin religioso que interesa á todos los hombres, y sí sólo una sociedad destinada a cumplir fines secundarios, su separacion del Estado podria y aun debia ser completa; pero que como tiene un fin más alto y elevado, cual es el cumplimiento de un fin total, no puede aislársela de cierta influencia; por ejemplo en la enseñanza; porque, teniendo la mision de enseñar la verdad absoluta, tiene el deber de examinar si lo que se enseña es conforme ó contrario á ella; y que aun suponiendo que pudieran separarse ámbas potestades, no habiendo ya esfera de relaciones de compenetrabilidad, podia suceder que ambas potestades chocasen, lo cual es una dificultad insuperable, que sólo puede resolverse por instituciones mixtas, por lo que se explican y tienen su razon de ser los Concordatos, en los que intervienen dos autoridades legitimas y soberanas.

Manifestó que si en los Estados-Unidos se cumple la teoria de la separacion de la Iglesia y el Estado, es debido tal vez à que aquella nacion tiene una fisonomía propia; porque no tiene tradicion ni allí domina el espíritu de las demás naciones; porque aquella es una nacion en donde no hay más que comercio; pero que es una situacion tirante, que tendrá que desaparecer mañana, porque la Iglesia católica vá desarrollándose, y bien ésta ú otra han de triunfar y hacer con aquel pueblo lo que la religion católica hizo con el pueblo romano.

Dijo que si la libertad de cultos ha sido algunas veces una verdad en la historia, lo ha sido en momentos de lucha religiosa y por motivos políticos; y que si la libertad de conciencia debe admitirse, debe admitirse tambien la libertad de religion, dejando libres á todas dentro de un Estado, incluso la religion mahometana ó la mormónica, puesto que la moral no es superior á la religion.

Aseguró que la Inglesia tiene que ser intolerante, porque defendiendo la verdad, no puede admitir el error, y tiene que ser intolerante

con él.

Añadió que el Estado tiene perfecto derecho para mantener la unidad de religion; porque si la mayoria de un pueblo tiene esas idas, puede llevarlas á las leyes como lleva las cuestiones politicas.

Defendió calurosamente los Concordatos, que son en su concepto una fuente legitima de derecho, en la que cada potestad sin abdicar de nada, tiene marcado su papel en la proporcion justa y conveniente, y

concluyó manifestando que desde el momento en que la potestad civil y la eclesiástica se convengan y hagan nacer condiciones jurídicas, y esas condiciones se cumplan siempre, no por temor, ni por razon de poder, se habrá dado un gran paso en el camino de la separacion de la Iglesia y el Estado.

El Sr. Echegaray (D. Miguel) consumió el primer turno en pró de la Memoria.

Empezó, manifestando que no pensaba tomar parte en las tareas de la Academia; pero que desde el momento en que habia oido la palabra Estado y la palabra Iglesia, corria presuroso como si creyera en inminente peligro á su mejor amigo, y corria para defender y aconsejar una separacion dolorosa, pero necesaria.

Manifestó que si las ideas cambian con el tiempo en los hombres, y el que principia por ser liberal vá siéndolo cada vez ménos, hasta que llega á ser absolutista; en él tambien se operaba este cambio, aunque en sentido contrario; porque habiendo empezado por ser liberal, lo era cada vez más, hasta el punto de tener por símbolo esa Trinidad que tiene por nombre libertad, libertad y libertad.

Dijo, que la Iglesia y el Estado no podrán nunca vivir en armonia, porque el Estado con su Jefe, sus Cámaras y sus Ejércitos, la Iglesia con su Pontifice, sus Concilios y sus Obispos son dos poderes independientes y dos poderes no pueden existir, porque uno tratará de avasallar al otro, teniendo, si la Iglesia domina, un Pontifice Rey, y si el Estado triunfa, un Rey Pontífice.

Manifestó que el poder temporal de los Pontifices es hoy un absurdo, y que lo que ha dejado de ser no será ya, así se levantara de su tumba el mismo Carlo-Magno. Que el poder temporal ha cumplido su mision en la Historia, y que la Iglesia no puede ser ya más que lo que debe ser, aquello para que fué instituida. Añadió que no comprendia cómo el que tiene el cetro del dominio universal, en su calidad de representante de Jesucristo, quiera tener el cetro de Rey, que es un fantasma del feudalismo y como el que tiene un ejército de hombres, mujeres y niños, quiera tener unas cuantas compañías de soldados.

Aseguró que el Estado no es la Religion, sino la ley, el derecho y la justicia; y que si para realizar estos fines el Estado pide su cooperacion á los indivíduos, éstos deben concederle todo; pero que si quiere ser creyente é imponer una religion, esto no puede concedérseles, porque el Estado no se puede bautizar, ni se puede casar, ni se puede morir, porque no tiene las condiciones morales que tienen los hombres, pudiendo ser ateo impunemente, toda vez que es el sér más imperturbable que existe.

Dijo que el hombre tenia varios fines que realizar en la vida: que teniendo el fin de realizar la belleza, unas veces le aplicaba al mármol y salia la Venus de Milo; otras veces le expresaba por medio de palabras y resultaba La divina Comedia del Dante, ó el Quijote de Cervantes; otras por medio de la paleta y los colores, y resultaba el Pasmo de Sicilia de Rafaél; otras por medio de sonidos, y era la Sinfonía Pastoral de Betowen: que otro fin del hombre es la religion, el cual debe cumplir independientemente del Estado, porque el Estado no es el arte, ni la ciencia, ni la enseñanza. Añadió que la Iglesia, representante de la ciencia en la Edad Media, no podria hoy enseñar nada, dadas las modernas escuelas, que no conoce ni puede conocer, porque las rechaza todas, y que lo único que podria enseñar eran cursos de

Decretales y conferencias dominicales sobre el Syllabus, siendo la suprema inteligencia en la suprema ignorancia.

Condenó la tolerancia de cultos, diciendo que no la podia admitir porque, ó el Estado tenia que defender una religion, y era un Estado religioso, ó tenia que condenar á todas, y era un ateo.

Defendió la separacion de la Iglesia y el Estado como la única teoría aceptable: el Estado viviendo para el derecho, y la Iglesia viviendo para la religion. Dijo que el Estado con la separacion no puede per- . turbar á la Iglesia; que el Estado no puede sostener el culto de ésta, porque es ó puede ser el representante de algunos que no pertenecen á ella; que el Estado no puede entretenerse en arreglar Diócesis y nombrar Obispos, porque esto es de la exclusiva competencia de la Iglesia, así como la Iglesia no puede penetrar en el Derecho civil ni penal, creando instituciones, delitos ni penas, porque esto es de la exclusiva competencia del Estado.

Dijo que porque hasta ahora no haya sido un hecho la separacion de la Iglesia y el Estado, no quiere decir que no lo pueda ser en adelante, pues muchas cosas son hoy que no lo habian sido nunca, tales como la tolerancia religiosa y la libertad de cultos, que es por donde ha empezado á realizarse el ideal de la separacion de la Iglesia y el Estado.

Añadió que no tenia grandes simpatías por los Estados-Unidos; pero que no era cierto que en aquella nacion existieran sólo lazos mercantiles, pues esto no puede constituir un pueblo, sino que lo constiyen la unidad de costumbres, la unidad de idioma, el vivir bajo el mismo cielo y respirar el mismo aire. Que aquel pueblo ha llegado á un gran estado de civilizacion y no puede ser un libro de cuentas corrientes, sino un pueblo separado de la Iglesia y entregado á la libertad.

Aseguró que las religiones no han sido más que la traduccion de la ley moral universal, y la mejor la religion católica.

Hablando del poder Pontificio, hizo la historia de algunos Pontífices, deteniéndose en Gregorio VII, que representa, segun el Sr. Echegaray, la dominacion universal, Inocencio III la intolerancia religiosa y Bonifacio VIII la parodia de Gregorio VII.

Dijo que Gregorio VII aspiraba al dominio absoluto, como lo probó en aquel simil del sol y la luna, añadiendo que en aquel Pontífice hubo grandeza; que soñó delirios, pero delirios grandes, que cometió errores y excesos, pero excesos y errores de Titan.

Aseguró que el enemigo más encarnizado de la religion, ha sido siempre Roma. Que al Pontificado se debe la intolerancia religiosa, lo cual es propio de todas las religiones positivas, que amenazan y humillan, y que la Iglesia que fué perseguida por que aspiraba á un más alla, cuando dejó de ser perseguida, empezó á perseguir; citando con este motivo los nombres de Prisciliano, Arnaldo de Brescia, Savonarola, Raimundo de Tolosa y Juan Hus.

Dijo, que hoy no puede ningun pueblo civilizado presentarse en el concurso de las demás naciones sin llevar la libertad de cultos, asi, como los indivíduos no pueden presentarse en ciertas reuniones, sin llevar el frác. Añadió, que un pueblo se parece al Océano; que penetrando en él las ideas, ya no pueden salir, como no pueden salir las aguas del mar.

Manifestó, que todas las religiones le parecen igualmente respetables; y que si alguna tiene una moral más ó ménos verdadera, como

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