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favor de Beatriz, hermana de Garsenda, casando á esta con Andrés de Borgoña, delfin del Vienesado (1). De aquí provino el que estallase la guerra entre los condes de Provenza y de Folcalquier.

No parece que fué muy favorable para el primero, el cual estuvo muy á punto de perder su condado. Guillermo de Folcalquier recibió el ausilio del conde de Tolosa, y entonces Alfonso II de Provenza llamó á su hermano Pedro de Aragon. Este se dirigió en seguida á Provenza, pero no á encender mas la guerra, sino á procurar la paz. Por lo que se desprende de las crónicas é historias de aquel

pais, , parece ser que le acompañaban los arzobispos de Narbona y Tarragona con otros señores y caballeros. Llegó hasta el Ródano, negoció la paz entre los dos condes, y la concluyó en fin afortunadamente antes del mes de noviembre de 1202 por la mediacion de diversos prelados y señores de la provincia. Se sospecha que el conde de Tolosa fué tambien uno de los principales árbitros de la paz (2). Entre los partidarios del conde de Folcalquier estaba el conde titular del Rosellon D. Sancho, tio del rey y de Alfonso de Provenza, pero se acomodó entonces con ellos y vivió ya de allí en adelante en buena armonía con sus deudos.

A juzgar por un dato que nos proporcionan los anales de Aragon (3), detúvose el rey en Aigues Mortes, y ordenó que se armasen algunas galeras para pasar con ellas á Roma, como lo tenia deliberado. En efecto, D. Pedro tuvo el costoso antojo de quererse hacer coronar por el papa y fué resolucion que acabó por llevar á cabo; proporcionando con su viaje á la capital del orbe católico hartos disgustos y contrariedades á sus pueblos.

El rey

de Aragon pasa á Provenza y negocia la paz.

Arreglo de limites

y Aragon.

En el mismo año de 1202 hubo una nueva entrevista de los reyes de Castilla y Aragon en el castillo de Susano, entre Agreda y entre Castilla Tarazona. Fué para dirimir diferencias nacidas por mala demarcacion de los lindes de ambos reinos. Nombráronse dos ricos hombres del reino de Aragon y otros dos del de Castilla, los cuales tuvieron varias conferencias y arreglaron definitivamente los límites de ambos estados.

Los amigos mejores del rey D. Pedro eran los que habian sido mayores enemigos de su padre. Pruébanlo sus frecuentes Ꭹ amistosas entrevistas con el rey de Castilla y su amistad con el conde de

(1) Arte de comprobar las fechas: tratado de los condes de Provenza.

(2) Historia del Languedoc, tom. III, pág. 116.

(5) Zurita, lib. II, cap. L.

Tolosa, amistad esta última que hubo de comprar á buen precio por lo que vamos á ver.

Y al llegar á este punto de nuestra historia, es preciso que mis lectores me permitan entrar en algunos detalles; tanto mas cuanto que el estudio que he debido hacer de la época á que hemos llegado, me obliga á presentar las cosas bajo un nuevo punto de vista, apartándome por completo del dictado y del espíritu de nuestras crónicas particulares.

CAPITULO XIII.

MARIA DE MONTPELLER.

SU CASAMIENTO CON EL REY DE ARAGON.

LAS LIBERTADES DE MONTPELLER.

(De 1202 á 1204 ).

A TENOR de lo que escriben las crónicas de Provenza y del Languedoc, á últimos de 1202 D. Pedro de Aragon, acompañado de su hermano Alfonso de Provenza, despues de haber puesto en paz á este con el conde de Folcalquier, llegó á la ciudad de Montpeller, precisamente en ocasion en que Guillermo VIII, señor de esta ciudad, se hallaba en los últimos momentos de su vida.

De este viaje de D. Pedro á Montpeller, de sus tratos con el de Tolosa para su matrimonio, del empeño á este de los vizcondados de Milhaud y Gevaudan y de muchas otras cosas de que se va á dar cuenta en el presente capítulo y que aclaran esta interesante parte de nuestra historia, no dicen ni una palabra nuestras crónicas aragonesas y catalanas, desde Zurita hasta Feliu. Esto prueba que nuestra historia no podia escribirse sin tener á la vista la de Provenza y sin consultar las memorias de este pais. Los detalles que estas nos dan, apoyados en documentos irrecusables, hacen una completa revolucion en la parte de nuestra historia que abraza este capítulo, y nos presentan las cosas y la política de D. Pedro bajo un nuevo punto de vista. Téngase esto muy presente porque se va á encontrar al autor de

El rey de Aragon

en

Montpeller. 1202.

María de Montpeller

casa

nupcias

esta obra en contradiccion palpable con las narraciones de nuestras crónicas y anales. Quien se halle en mejor terreno entre los antiguos analistas y el cronista moderno, lo dirá la verdadera crítica histórica. Yo no advertiré otra cosa por mi parte sino que he tratado de buscar la verdad, y que la lectura de documentos, desconocidos á nuestros antiguos, me ha hecho opinar distintamente que ellos, y tanto en el terreno conjetural como en el real, apreciar los hechos y las cosas de una manera que no podia ser apreciada por ellos á causa de hallarse faltos de ciertas noticias y documentos. Puede que yo vaya errado, pero de fijo anduvieron errados tambien los antiguos. Otro vendrá quizá algun dia á enmendar mis yerros, pero este no podrá menos de reconocer mi buena voluntad, y, á falta de talento en mí, hallará lógica en mi narracion.

Volvamos ahora á reanudar el hilo de la historia.

Es muy posible que lo que atrajera á Montpeller á D. Pedro de Aragon fuese la enfermedad del conde Guillermo, amigo siempre y valedor de su casa. Es esto tanto mas probable, cuanto que D. Pedro siguió al menos, con respecto á Montpeller, la política tradicional de su casa, si quier en lo demás se apartara de ella.

Ya sabemos por que casual circunstancia este Guillermo VIII de Montpeller, á quien ahora volvemos á hallar en los momentos de su muerte, habia casado en 1174 con Eudoxia Comeno, hija del emperador de Constantinopla; ya sabemos tambien como se comprometió á que el hijo que naciese de este matrimonio, fuese varon ó hembra, debia heredar el señorío de Montpeller; como nació una niña de este enlace que se llamó María, y como por fin en 1187 Guillermo repudió á su esposa Eudoxia para casarse con Inés de la casa de Aragon.

Todos los esfuerzos que hizo Guillermo para legitimar á los hijos de su segundo matrimonio, á fin de legarles su sucesion, fueron siempre inútiles. Jamás quiso consentir el papa en reconocer como verdadero y legítimo su segundo matrimonio, y á cuantas instancias hizo Guillermo, contestó siempre negativamente.

La jóven María habia sido casada por su padre, en una edad en que apenas era núbil, con Barral vizconde de Marsella, de quien en primeras quedó viuda en 1192, poco despues de su casamiento. Su padre, que el vizconde queria desheredarla para beneficiar á los hijos que habia tenido en de Marsella. Inés, no la dió por dote, al entregársela á Barral, mas que cien marcos de plata, obligándola á renunciar á su sucesion. El vizconde por

con

su testamento, á mas de la restitucion de dichos cien marcos, legó á María otros cuatrocientos con sus ropas, sortijas, joyas y muebles (1).

Como la muerte de este vizconde echó abajo todos los planes del señor de Montpeller, este trató de volver á casar á su hija María comprometiéndola por nuevos lazos á renunciar la sucesion en el señorío de Montpeller. Puso á este efecto los ojos en Bernardo conde de Comminjes, aun cuando este señor tenia todavía vivas dos mujeres, á la primera de las cuales habia repudiado y á la segunda repudió entonces para casarse con María. Al efectuar esta su segundo enlace, que se realizó en 1197, no podia tener mucho mas de quince años. Segun el contrato de bodas, Guillermo dió en dote á su hija doscientos marcos de plata y los trajes de novia.

El mismo dia de su matrimonio, Guillermo hizo firmar á María un auto por el cual esta, diciendo reconocer «que el señorío de Montpeller no debe pasar á manos de mujeres, lo renuncia y abandona enteramente por ella y sus sucesores en favor de Guillermo su padre, y de Guillermo su hijo y de Inés, hermanastro suyo (2).» Bernardo con · de de Comminjes, su esposo, se comprometió lo mismo por su parte, y ofreció como garante de su juramento al conde de Tolosa su primo. Sin embargo, ya sabemos que todas las precauciones de Guillermo de Montpeller para asegurar la sucesion á los hijos de su segundo matrimonio, fueron completamente inútiles.

Ha sido necesario dar estos antecedentes para mejor aclaracion de lo que va a seguir. á

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Guillermo
VIII
de

Montpeller y
testamento.

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1202.

A fines del 1202 murió Guillermo VIII de Montpeller, y ya queda Muerte de dicho que tuvo junto á su lecho de muerte á Pedro de Aragon, y acaso tambien al conde de Tolosa. En su testamento nombró herederos á los hijos de su segundo matrimonio, como si hubiesen sido legitimados. A su hijo mayor, Guillermo, le dejó la ciudad de Montpeller, y es de notar que á su segundo, Tomás, le dió entre otras cosas los derechos que tenia sobre la ciudad de Tortosa en Cataluña (3). Por una cláusula del testamento dejó sus hijos, sus tierras y sus súbditos bajo la proteccion y la guardia de Dios, de la Vírgen María, de la reina D. Sancha de Aragon, del rey D. Pedro su hijo del conde de Tolosa.

Y

(1) Historia del Languedoc, tom. III, pág. 106.

(2) Copian por estenso este auto los historiadores del Languedoc en el tom. III, pág. 108.

(3) Puede verse en el testamento que se hallará en la Historia del Languedoc, tom. III, pág. 118.

TOM. 11.

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