 | Modesto Lafuente - 1851 - 520 páginas
...Chorreábanos por »el rostro la sangre, que tuvimos que enjugar con un «pedazo de cendal que llevábamos; y con todo íba>mos riendo para que no desmayase el ejército, y asi »nos entramos en nuestra tienda. Se nos entumeció »desde luego la cara y se nos hincharon los... | |
 | Modesto Lafuente y Zamalloa - 1851 - 516 páginas
...Chorreábanos por »el rostro la sangre, que tuvimos que enjugar con un «pedazo de cendal que llevábamos; y con todo íba»mos riendo para que no desmayase el ejército, y asi »nos entramos en nuestra tienda. Se nos entumeció «desde luego la cara y se nos hincharon los... | |
 | Modesto Lafuente - 1851 - 516 páginas
...Chorreábanos por »el rostro la sangre, que tuvimos que enjugar con un »pedazo de cendal que llevábamos; y con todo íba»mos riendo para que no desmayase el ejército, y asi »nos entramos en nuestra tienda. Se nos entumeció »desde luego la cara y se nos hincharon los... | |
 | 1902 - 636 páginas
...causó la herida, con nuestra propia mano dimos al arma tal tirón, que la quebramos. Chorreábamos entonces por el rostro la sangre de la herida ; teníamos...Íbamos riendo para que no desmayase el ejército... » ' CABEZA DEL REY JAIAE I. DE ARAGÓN Jaime I en estos términos : « Deuets sauer que aquest rey... | |
 | 1902 - 634 páginas
...causó la herida, con nuestra propia mano dimos al arma tal tirón, que la quebramos. Chorreábamos entonces por el rostro la sangre de la herida ; teníamos...y con todo íbamos riendo para que no desmayase el ejercito... » CABEZA DEL REY JAIWE I. DE ARAGON Jaime I en estos términos : « Deuets sauer que aquest... | |
 | 1902 - 634 páginas
...causó la herida, con nuestra propia mano dimos al arma tal tirón, que la quebramos. Chorreábamos entonces por el rostro la sangre de la herida ; teníamos...enjugárnosla con un pedazo de cendal que traíamos ; v con todo Íbamos riendo para que no desmavase el ejército... » REVUE HISPANIQUE CABEZA DEL REY... | |
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Dios que nos pasase de parte a parte; pero se nos clavó más de la mitad de la saeta, de modo que en el arrebato de cólera que nos causó la herida, con nuestra propia mano dimos al arma tal tirón que la quebramos. Chorreábamos entonces por el rostro... 