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CAPÍTULO XXIV

TRATOS CON BARBARROJA. - DESASTROSA JORNADA DE CARLOS V Á ARGEL

1541

Silencio de los historiadores sobre este punto.-Documentos que nos informan de él.-— Carta del capitán Alarcón á Barbarroja.-Entrevista de Alarcón y Barbarroja en Constantinopla. Tratos para atraer á Barbarroja al servicio de Carlos V y condi ciones que faltaban para venir á concierto.-Capítulos á que Barbarroja accedía.— Sentida carta del rey de Túnez al secretario de Carlos V, exponiéndole su situación y pidiendo auxilio.-Ida y estancia oculta del capitán Vergara en Constantinopla. -Proposiciones de Barbarroja.—Cómo se desconcertaron los tratos.-El capitán Rincón.-Proyectos del sultán contra Túnez.-Determina Carlos V la conquista de Argel.-Razones que alegaba para justificar la expedición.-Las de sus generales en contra de la empresa.-Resuélvese Carlos contra el dictamen de éstos.-Grande ejército y armada.-Peligrosa navegación.— Arrogancia del gobernador argelino.— Huracanes y borrascas.-Triste y calamitosa situación de los imperiales á la vista de Argel.-Estragos grandes en la flota y en el campamento.-Valor y serenidad de Carlos V.-Desastrosa retirada.—Magnanimidad del emperador. - Reembárease el ejército.-Nuevos infortunios.-Dispersión de la flota.-Regreso de Carlos á España.

Antes de referir la desventurada expedición del emperador Carlos V á Argel, vamos á dar cuenta de un suceso, de que no hemos hallado noticia en historiador alguno, español ni extranjero, y cuyo conocimiento debemos á documentos inéditos y originales que han venido á nuestras manos, y que extrañamos hayan sido desconocidos hasta ahora.

Hablamos de los tratos que mediaron en este tiempo entre el emperador Carlos V y el famoso Barbarroja, para que éste, apartándose del servicio del sultán de Turquía, se viniese al del rey de España, trayendo consigo la mayor parte de la armada turca, bajo las condiciones que luego habremos de ver. En estos tratos, en que sin duda se proponía el emperador dejar quebrantado el poder del turco, una vez que lograra la defección de su almirante, intervenía el capitán Alonso de Alarcón, obrando de acuerdo con el almirante del imperio el príncipe Doria, y con el virrey de Sicilia Fernando de Gonzaga. La siguiente carta de Alarcón á Barbarroja, fecha en Parga (ciudad de Turquía), á 21 de setiembre de 1538, nos informa ya bastante de la naturaleza de estas negociaciones y de las bases sobre qué se fundaban. Decíale así:

«Muy poderoso señor.-Yo escribí á V. A. desde el Cabo de Santa María con Dragut Arráez, dándole aviso de mi llegada allí, y de cómo el príncipe Doria era venido con gruesa armada del emperador á Corfú..., y por procurar lo que al servicio de V. A. conviene, según me lo tiene mandado, acordé de suspender mi viaje para España, y con un correo escribí al emperador mi llegada á Pulla, y como me quedaba por volver á esta armada á ver el estado en qué estaba, y por hablar al dicho príncipe Doria y al viso-rey de Cicilia que aquí viene, y ver si con ellos se podría con

cluir ó tomar algún buen apuntamiento en los negocios de V. A., pues ambos juntos y cada uno por sí tienen comisión y poder del emperador para entender en ellos como su propia persona, y llegué aquí á la Parga anoche, donde los he hallado, y holgaron con mi venidą; y habiendo platicado largamente sobre cada cosa en particular, entiendo que estos dos señores serían muy contentos, y tienen deseo de ver el efecto de estas nuestras pláticas, porque tal persona como la de V. A. la querrían ver prosperada estando en devoción y buena amistad con el emperador, y particularmente cada uno le procuraría de hacer todos los placeres y servicios que fuese posible; pero estos señores me dicen que la principal cosa que les conviene hacer es procurar que la palabra y promisión del emperador en manera ninguna se quebrante con amigos ni enemigos, por mal ni bien que pueda seguirse, porque S. M. ha tenido y tiene siempre por cosa muy principal el mantener su palabra, y no consentirá que direte ni indirete se quebrante, y que hablar en dar á V. A. el reino de Túnez por la orden que se ha platicado no se podría hacer, si primero V. A. no mostrase razones bastantes y suficientes para que todo el mundo vea y sepa cómo el rey de Túnez le ha faltado á lo que le tiene capitulado y prometido; y que si el dicho rey hubiese faltado á su promesa, el emperador, en tal caso, no sería obligado á guardarlo ni á defenderlo en el dicho su reino, ni á darle ningún favor ni ayuda, y podrían libremente capitular con V. A. Pero paréceles á estos señores, que si V. A. se contentase de ir en Berbería y estar allí á la devoción del emperador, le podría dar luego á Bona, que la tiene en su mano, y le podría dar á Bujía, que es suya; pero porque aquel puerto es el mejor y más importante de aquellas partes, dicen que V. A. había de prometer de tenerlo limpio de corsarios y malhechores. y que para conquistar el reino de Bujía y todo lo que hay desde Bona hasta el reino de Tremecén, el emperador le daría á V. A. todo el favor que le demandare; y las cosas de bastimentos y mercaderías y contratación de sus reinos y vasallos serán comunes con los vuestros, y se tratarán como buenos amigos y aliados con toda seguridad, y S. M. holgará y tendrá por bueno todo el acrecentamiento de estado y de honra que V. A. tenga; y dicen que la plática de lo de Túnez podrá quedar para adelante, si no se halla manera y causa justa cómo el emperador, sin quebrantar su fe y palabra, pueda desemparar agora al rey de Túnez. Y en lo que toca á lo de Trípoli, dicen que aquella ciudad está en poder de la orden de los caballeros de San Juan de Rodas, á los cuales el emperador se la dió que la defendiesen y hiciesen allí su frontera, pero que muy bien podría V. A. tornarla á pedir al Gran Maestre, y creen estos señores que luego se la restituya, y desta manera el emperador la podrá dar á V. A.; y cualquier otra cosa que esté en manos del emperador ó que se pueda hacer buenamente en beneficio vuestro, estos señores holgarán que se platíque en ello, y lo otorgarán y concederán con buena voluntad, contando que V. A. con brevedad se aparte de la gobernación de esa armada, y se vaya con sus servidores y amigos á Argel, ó otra parte de Berbería, donde pacíficamente pueda estar, y les deje á ellos que se avernán con el resto de la armada del gran señor, que cierto, según están poderosos estos príncipes de galeras y naves y gente, con razón parece que pueden emprender

cualquier gran cosa é yo les he dicho cuanto V. A. me mandó, y lo que yo sabía de cómo se pudieran haber hecho grandes daños en las tierras del emperador, y que V. A. lo ha suspendido esperando de venir á la conclusión de su amistad por no enojar á S. M., y que no haciéndose agora lo que pide podrá hacer V. A. tal tratamiento en sus tierras de los reinos de Nápoles y Cicilia, y aun de España, que todo el mundo conocerá que V. A. no tenía gana hasta aquí de enojar á S. M. ni de deservirle, y estos señores príncipe Doria y viso-rey de Cicilia me dicen que bien creen que V. A. pudiera haber hecho más daño en tierras del emperador, porque por muchas partes estaban sus capitanes y ejércitos ocupados en las guerras contra el rey de Francia. Pero agora ya tienen hecha tregua por diez años, en los cuales no podrá haber guerra entre ellos, ni el uno podrá ser contra el otro; antes, después de concertada la tregua, el emperador y el rey se han visto y hablado en Aguas-Muertas. De manera, que el poder del emperador que es tan grande como á todos es notorio, no se empleará sino en fortificar y defender bien sus reinos y tierras, y aun según sus altos pensamientos, no dejará que sus enemigos le vayan á buscar, antes saldrá ó mandará tener siempre fuera su gruesa armada para ofender sus contrarios: y sobre cada cosa destas habemos dicho y platicado muy larga y particularmente todo lo que se podía y debía decir... Y en caso que V.A. no sea contento con esto, yo me partiré luego en viendo su respuesta para el señor emperador, etc. De la Parga, sábado XXI días de setiembre 1538 (1).»

Conócese que Barbarroja quiso tratar personal y verbalmente todas estas cosas con el intermediario del monarca español, puesto que el mismo Alarcón, en carta al emperador Carlos V, fecha 25 de setiembre, le da cuenta de la entrevista que tuvo con Barbarroja en la misma ciudad de Constantinopla, y de las propuestas, contestaciones y réplicas que entre los dos mediaron acerca de las condiciones de la negociación. En esta entrevista supo Alarcón originalmente de boca de Barbarroja todo lo que había mediado entre el sultán y el rey de Francia, los auxilios que éste había pedido, y los que aquél le había dado (2).

Estaba la principal dificultad para llegar á un concierto definitivo, en

(1) Archivo general de Simancas, Estado, leg. 1459.-El único historiador de los que hemos visto que parece columbró debía haber algunas inteligencias secretas con Barbarroja, es el italiano Gregorio Leti, que al observar que publicada la liga contra el turco se habían separado el príncipe Doria y Barbarroja casi sin ofenderse, dice sospecharon los más suspicaces si entre Doria y Barbarroja habría alguna inteligencia secreta, lo que á su entender penetraron los venecianos, y fué la causa de apartarse de la liga y confederarse con el turco. Onde molti si diedero á formar forti argomenti, credendo i più speculativi per fermo che tra il Doria e Barbarossa vi passase qualche intelligenza segreta, per meglio conservarsi senza perdita l'uno nella gratia di Solimano, l'altro di Cesare, cosa que penetrata poi da' Venetiani si retirarono dalla Lega e si accomodarono col turco.—Pero estuvo muy lejos el historiador italiano de penetrar los verdaderos tratos que mediaban.

(2) Copia de carta autógrafa de Alonso de Alarcón á la S. C. C. M. de Carlos V, dándole cuenta de su entrevista con Barbarroja. Archivo de Simancas, Estado, legajo 1459.

que, por una parte, Barbarroja quería ser repuesto por el emperador en posesión del reino de Túnez, y Carlos V y sus generales exigían de Barbarroja, que además de las galeras con que él hubiera de venir quemara la mayor parte de las del turco. Esto último parecía equivocarlo el infiel, pues no lo comprendía en los capítulos del convenio, lo cual hacía concebir sospechas y recelos de que no obrara de buena fe en estos tratos el antiguo corsario argelino (1). Por su parte, el emperador y el regente de España vacilaban mucho en lo de volver á despojar á Muley Hacen del reino de Túnez en que Carlos le había puesto, para dárselo otra vez á Barbarroja, cuando parece que aquel no había dado motivo fundado de queja para tan violento despojo: bien que por otro lado, calculaban que tal vez sería más útil y aun decoroso darle el reino de Túnez que Orán, Bujía y Trípoli, plazas ganadas por los abuelos del emperador; mucho más, cuando lo que ahora no le cediesen por voluntad lo podría él tomar por la fuerza. Los capítulos á que accedía Barbarroja para confederarse con el emperador y venir á su servicio eran los siguientes:

«Que será amigo de amigo y enemigo de enemigo.

»Que se vendrá á servicio de S. M., con 55 ó 60 galeras.

>>Que enviará su hijo á España para que esté con S. M.

»Que desarmará las galeras todas, y hará los arraeces alcaides y limpiará la mar de corsarios.

>>Que si S. M. hiciere la guerra al turco, que le ayudará con todas sus fuerzas, y á donde quiera que fuesen nuestras galeras irán las suyas, si Su Majestad quisiere.

>>Que será la contratación libre entre los vasallos de S. M. y la Berbería, sin diferencia alguna, como si todos fuesen de una ley...

>>Que si S. M., por algunos respectos hiciere la guerra á venecianos, que le ayudará con todas sus fuerzas á tomar á Venecia, y á todo lo demás que S. M. quisiere.

>>Que si el rey de Francia hiciere la guerra á S. M., que le ayudará á tomar á Marsella, y á tomar todo el reino si S. M. quisiere (2).»

(1) «En lo que Alarcón y los otros (decía el gobernador de España, arzobispo de Toledo, en carta al emperador) habían ofrescido de parte de Barbaroja, siempre se decía, que cuando él se hubiese de apartar del servicio del turco y venir al de V. M., había de quemar y echar á fondo las más galeras y navíos que pudiese de las del armada del turco, y él venirse con la otra parte, que había de ser la mayor, para que se viese que él traia verdad en este negocio: agora en estos capítulos no hace ninguna mencion desto, sino solamente de venir con cincuenta y cinco ó sesenta galeras, y segund este tracto ha andado y anda público, no se puede dejar de sospechar que viniendo desta manera no fuese con sabiduría y concierto del turco, cuanto más, que aunque él salga, etcétera.»-Archivo de Simancas, Estado, leg. núm. 49.

«En lo de Barbaroja (decía él mismo en carta á Fernando de Gonzaga, virrey de Sicilia) paréscenos, que teniendo seguridad que él no anda doblado en este negocio, y que cumpliria lo que ofresce, que seria una cosa muy á propósito á los negocios de S. M., pero todos estamos muy dubdosos y con pensamiento que el tracto es doble, por haber sido y ser una cosa pública, y haber hablado Barbaroja con Alarcón y con otros en presencia de turcos, que hace creer que lo que trata es con sabiduría de su amo, etc.»> (2) Archivo de Simancas, Estado, leg. núm. 49.-Este documento está firmado por don Fernando de Gonzaga, y debajo tiene un sello sobre cera encarnada

Estas negociaciones se continuaron los años 1539 y 40, no obstante la invasión de las costas de Italia por el turco, y el ataque y toma desastrosa de Castelnovo de que hemos dado cuenta en otro capítulo. Y entretanto, ignorante de todo lo que pasaba el rey de Túnez, seguía cifrando toda su esperanza en el emperador, y en carta á su secretario Francisco de los Cobos se lamentaba de su situación de la manera siguiente:

«Alabanza á Dios sólo.-Del siervo de Dios en cuya confianza pone todas sus cosas públicas y privadas, el rey de los moros Mohamad Al Hacen, rey de Túnez, á quien Dios haga victorioso; al secretario grande entre los de su generación, y honrado y nombrado entre los de su ley, Cobos, el comendador mayor, á quien Dios Altísimo honre: Hacemos saber, que estamos con el amor y amistad que sabéis os tenemos: siempre procuramos saber nuevas de vos; muchas veces habemos escrito al emperador y á vos, haciéndoos saber la aventura en que estamos y lo que padecemos, por habernos tomado todas nuestras ciudades, que no nos queda sino solamente la ciudad de Túnez, y que los turcos han tomado y poseen todas las ciudades de la costa, de las cuales salen los corsarios y van á vuestras ciudades, y nos han ocupado á nosotros y á vosotros, de lo cual seréis avisado por el capitán Francisco; y pues tenéis allá armada que gana sueldo sin trabajar (y Dios os encamine á ello), enviádnosla para que nos libre de estos turcos, y será utilidad vuestra, porque en esa corte del emperador otro de quien nos ayudar sino de vos no tenemos. Una carta os darán con esta para el emperador, por la cual le avisamos de la estrechura en que estamos. Queremos de vos tengáis de ello cuidado, y que aconsejéis como seamos librados, etc... Fecha á veinte días de la luna de Moharram, año de 946 (1539). Dios nos haga partícipes de sus bienes. -Al secretario grande entre los de su generación.... etc. (1).»

A esta sentida reclamación del soberano tunecino favoreció, como veremos luego, el rumbo que fueron tomando los tratos entre el emperador y Barbarroja. A principios de 1540 llegó de incógnito á Constantinopla el capitán Juan de Vergara, enviado por el virrey de Sicilia, á proseguir la negociación con el príncipe mahometano. Tuvo éste escondido al capitán español dentro de una cámara por espacio de tres semanas. Barbarroja se mostró muy dispuesto y hasta deseoso de concluir y efectuar el concierto, y se alegró mucho de que el emperador y la corte de España manifestasen la misma buena voluntad. Se quejó de haberse dado á este asunto más publicidad de la que convenía, lo cual había suscitado ya sospechas en el sultán, y obligádole á él á justificarse mañosamente con el Gran Señor. El plan que proponía para poder verificar disimuladamente y sin riesgos su defección era, que el emperador enviara su armada á Levante, y combatiera á Lepanto, cuya plaza podía ser fácilmente entrada, decía, por cierta parte débil del muro que él señalaba; que aunque pudiese socorrerla no saldría hasta saber que había sido tomada; que el mismo sultán le mandaría salir al encuentro de la armada española, y entonces era la ocasión de incorporarse á ella. Prometía Barbarroja hacer que personas particulares de su confianza compraran los capitanes españoles cau

(1) Archivo de Simancas, Negociado de mar y tierra, leg. núm. 14.

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