Oficios divinos y administracion de los sacramentos y otras ordenanzas

Portada

Dentro del libro

Páginas seleccionadas

Otras ediciones - Ver todas

Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 187 - Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id. pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todas las cosas que os he mandado. Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos
Página 116 - No todo el que me dice, Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése entrará en el reino de los cielos.
Página 15 - Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.
Página 122 - Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Página 200 - Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, la cual es su cuerpo y Él es su Salvador.
Página 28 - Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas
Página 2 - No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra...
Página 125 - ¡Santo! ¡Santo! ¡Señor Dios de los ejércitos! ¡Llenos están los Cielos y la tierra de la Majestad de vuestra gloria ! Se oían castañetear los dientes de Adelaida, pálida como la muerte.
Página 130 - Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. — Perdónanos, señor. — Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. — Escúchanos, señor. — Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. — Ten misericordia de nosotros.
Página 30 - Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, * porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Información bibliográfica