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tos datos históricos sirviese solo para dar, en perjuicio propio, noticia á los extranjeros de nuestros descubrimientos, hizo que se tratase de sumirlos en el olvido, dando ancho campo á las calumnias y falsedades, con que han querido desacreditar nuestra conducta: y no es pequeño servicio facilitar el conocimiento de estos papeles, oscurecidos ó arrinconados, al historiador que quiera tomar sobre sí la ardua empresa de hacer saber al mundo la verdad, volviendo por el honor patrio ultrajado.

Por no privar á España de estos beneficios, el autor quiso en sus últimos años hacer un esfuerzo y coordinar los materiales acopiados; pero habian crecido de tal suerte sus apuntes en el espacio de cerca de sesenta años de vida estudiosa, que le arredró su número, como le hubiera sucedido á cualquier otro, aun siendo mas jóven y estando menos sobrecargado de ocupaciones. Iba, pues, á perderse el fruto de tan asiduos trabajos. Pero D. Agustin Perez de Lerma, sugeto apreciable por su honradez, excelente carácter y constante aplicacion, que fué dependiente del Sr. Navarrete cuando estaba de secretario de la Escuadra, y que adherido á él toda la vida por los vínculos del respeto y de un agradecimiento, digno de todo elogio, le fué útil en todas sus empresas literarias por su primorosa letra y por su curiosidad y paciencia para arreglar papeles, hacer índices y extractos, temeroso de que obra tan interesante quedase incompleta y estancada, se ofreció para evitarlo á encargarse del trabajo mecánico de la coordinacion y copia de los apuntes, sin pretender por ello mas galardon que la complacencia de hacer

este servicio al que veneraba como su antiguo favorecedor. Arregló, pues, por artículos las dispersas notas, extractó ó copió de los libros todo cuanto en ellas hallaba solamente indicado, y escribió correlativamente estas noticias en pliegos á media márgen, para que el autor, libre de la engorrosa y larga tarea de la coordinacion, pudiese ver á un golpe de vista lo que resultaba respecto á cada escritor, y redactase sus artículos añadiendo las observaciones que juzgase oportunas. Este método de trabajar lo habia usado el Sr. Navarrete aun en obras de menos extension, ya por no permitirle otro sus muchas ocupaciones, ya por el prurito que tenia de apuntar de antemano mucho mas que lo que necesitaba, en términos de que, no trabajando de seguido, su misma abundancia de datos tenia que confundirle, si una mano amiga, cuando él no tenia tiempo para ello, no desenmarañaba el caos de sus apuntes. Pero en la presente obra el último trabajo de redaccion no llegó á verificarse, porque los achaques y muerte del autor lo estorbaron; y así se publica en su mayor parte tal cual salió de las manos de Lerma. Si el erudito escritor hubiese podido examinarla; cuántas correcciones hubiera hallado que hacer en el estilo, cuánto hubiera suprimido de lo que se publica, y cuántas juiciosas observaciones añadido en su lugar sobre las obras y sus autores! Sabido es que el escritor al dar la última mano á una obra, ni admite en ella todo lo que ha apuntado, ni cuando recoge los materiales apunta todo lo que piensa decir. Muchas notas se hacen á veces con precipitacion y solo por si podrán ser útiles; mientras las observaciones que resultan del fondo

del asunto, las reserva generalmente el autor en su mente para cuando despues de bien estudiado toma la pluma para desentrañarlo. Publicada esta obra por meras apuntaciones, adolece de los defectos consiguientes á la falta de una buena redaccion. Así es que mientras contiene fútiles menudencias, que debieran haberse desechado; mientras se han admitido en ella nombres no acreedores á verse comprendidos, porque sus obras no pueden considerarse como marítimas; y, por último, mientras en una obra que lleva el título de Española se incluyen artículos de autores extranjeros, formados equivocadamente con notas que solo se recogieron para ilustrar el de sus traductores ó comentadores, se dejan pasar escritos de autores que gozan de la mayor reputacion, sin que ni una palabra se diga sobre ellos. Verdad es, que por su dificultad se han descartado de esta obligacion la mayor parte de los que hasta ahora han compuesto Bibliotecas; pero en la presente esta falta debe atribuirse á la fatalidad de que no pudiese pasar por manos de su autor ántes de publicarse, y no á que este se hallase sin conocimiento de los libros no analizados, puesto que de algunos de ellos ha hecho críticas luminosas y acertadas en otros escritos. Sirva de ejemplo el artículo de Fray Bartolomé de las Casas. A pesar de la celebridad de este apóstol de los indios, pónese de él un artículo escueto, escaso de noticias biográficas, y se citan sus obras sin decir nada de ellas; siendo así que el autor habia dado sobre este asunto un informe circunstanciado á la Academia de la Historia, y en la Introduccion del primer tomo de los Viajes de Colon, la siguiente interesante crítica,

que, aunque larga, transcribiremos aquí para suplir en parte la falta de su artículo.

, que

"De todas las obras que dejó escritas este prelado religioso, ninguna hay mas importante que la Historia general de las Indias en tres volúmenes alcanzan hasta el año 1520, y se conservan originales manuscritos, los dos primeros en la Real Academia de la Historia, y el tercero en la biblioteca Real. Tuvo á la vista muchos documentos originales, de los cuales copió unos á la letra y extractó otros con puntualidad, y entonces solo es digno del mayor crédito y estimacion. Por esta causa, y por haber presenciado el autor muchos de los primeros sucesos de Indias, ha sido su obra como la fuente donde han bebido sus claras noticias muchos escritores, especialmente Antonio de Herrera en sus Décadas y en otros opúsculos. No merece tan entera y absoluta fe cuando refiere los hechos que le contaron otros; porque habiendo comenzado á escribir esta historia (segun dice en el prólogo) en 1527, á los 53 años de su edad, y concluídola en 1559, cuando ya tenia 85, y confesando además que escribia siendo muy viejo lo que vió y no vió, y habia pasado en el espa-' cio de mas de sesenta años, no es extraño que ya le flaquease la memoria, confundiendo unos hechos con otros, alterando su cronología, y aun los incidentes y causas que intervinieron. Pudiéramos citar muchos ejemplos, pero bastará el siguiente."

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Supone que despedido Colon de sus primeras negociaciones en la Corte, y de las que despues entabló en Sevilla con el duque de Medina-Sidonia, le llamó el de Medinaceli al puerto de Santa María,

donde le recibió con sumo agrado, y aficionándose á su conversacion le mantuvo en su casa, oyó sus proposiciones, comprendió la importancia de la empresa, aprontó el caudal necesario para ella, mandó construir los navíos, y solicitó real permiso para ejecutarla; pero la reina, dándole las gracias, le rogó cediese aquella negociacion á la corona; para lo que llamó de nuevo á Colon y mandó pagar al duque cuanto habia gastado hasta entónces en la construccion y apresto de los navíos; y en ellos diz que se hizo el primer viaje y descubrimiento. Añade Casas que esto le contó muchos años ántes un Diego de Morales, sobrino del mayordomo que tenia el duque, y fué causa de que este oyese á Colon y aceptase su ofrecimiento. Si se compara esta narracion con los documentos señalados con los números VII y XIV que publicamos, se verá que aun cuando hay en ella cierto fondo de verdad, varian notablemente las circunstancias, y entre ellas la de no haber hecho Colon su viaje en las naves que se dice habia preparado el duque y comprado la reina, sino en las que aprestó la villa de Palos, como estaban obligados sus vecinos por sentencia del Consejo."

“Para dar á conocer el carácter singular de este escritor, es preciso presuponer que su sistema sobre la conquista del Nuevo-Mundo, se reducia á que solo la autoridad del Papa pudo lícitamente constituir á los príncipes por soberanos de las tierras descubiertas, concediéndoles únicamente cierta supremacía, sin perjuicio de quedar los naturales reyes y señores con sus mismos é inmediatos señoríos, y con los súbditos que cada uno tenia anteriormente; pues

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