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et dos alcaldes, cuales el concejo escogiere por esto, cada una cuanto vale, cuando facen la muebda del logar dont les envian, que si por aventura, alguna daquellas bestias moriere, que sepades que habedes á dar el concejo et el pueblo por ella, et que dedes tanto por ella cuanto fue apreciada daquellos dos jurados, ό dos alcaldes, asi como sobredicho es (1).»

En Aragon habian empezado á concurrir á las córtes los procuradores de los pueblos antes que en Castilla.

A las de Borja, celebradas en el año 1131 para el nombramiento de sucesor en el trono á D. Alonso el Emperador que no habia dejado mas hijo que á D. Ramiro, monge sacerdote, asistieron los ricos-hombres, mesnaderos, caballeros y procuradores de las ciudades y villas, segun refiere Zurita (2)..

A las de Zaragoza de 1163 ademas de los prelados, ricos-hombres, mesnaderos é infanzones, asistieron procuradores de Huesca, Jaca, Tarazona, Calatayud, Daroca y la misma Zaragoza. Quince fueron los nombrados para aquel acto por el concejo de esta última ciudad (3).

El gobierno de aquel reino fue desde sus principios algo mas popular que el de Castilla. «Es cosa muy averiguada y sabida, dice el citado Zurita (4), que los ricos-hombres y caballeros y universidades del reino, desde los principios, por evitar que no pudiesen ser notados en lo venidero, cuando los reyes se viesen en mayor estado, de ningun género de rebelion, siempre perseveraron en conservar su derecho, con autoridad de congregarse y unirse, por lo que tocaba á la defensa de la libertad. El derecho que los aragoneses llamaron privilegio de la union y los castellanos hermandades y cofradías, merecen alguna mas esplicacion. Voy á darla en el capítulo siguiente, dejando para el libro tercero la continuacion de la historia interesantísima de las córtes.

CAPITULO XVII.

Nuevas amplificaciones de los derechos del estado general.-Creaciones de gremios, cofradías y hermandades.

Uno de los derechos mas naturales y mas inabdicables del hombre es el juntarse con otros para oponerse á los atentados contra su vida y su propiedad, irresistibles á sus fuerzas solas. Este es el orígen y fundamento principal de la sociedad, y este es

t

(1) Memorias para la vida del santo rey D. Fernando, pag. 521.

(2) Anales de Aragon, lib. I, cap. 53.

(3) Ibid., lib. II, cap. 24.

(4) Ibid., lib. I, cap 5.

el medio de que han usado en varios tiempos los pueblos españoles cuando su gobierno no ha sido justo ó cuando aun siéndolo, sus reyes han carecido de los talentos y fuerza necesaria para sujetar á los sediciosos y perturbadores del órden público.

La palabra pueblo no ha tenido siempre ni en todas partes una misma significacion. «Cuidan algunos, dice una ley de las Partidas, que el pueblo es llamado la gente menuda, asi como menestrales é labradores; é esto non es ansi: ca antiguamente en Babilonia, é en Troya, é en Roma, que fueron lugares muy señalados, ordenaron todas estas cosas con razon, é pusieron nome á cada una, segun que conviene. Pueblo llaman el ayuntamiento de todos los omes comunalmente; de los mayores, de los medianos, é de los menores. Ca todos son menester, é non se pueden escusar, porque se han de ayudar unos á otros; porque puedan bien vivir, é ser guardados, é mantenidos (1).»

Este fue el pueblo de Roma y de otras grandes ciudades en las brillantes épocas de su libertad, y estos fueron tambien los pueblos españoles mientras gozaron de igual beneficio; mas privados de sus municipalidades, de sus curias, sus duunviros y demas empleados elegidos por ellas mismas, y subrogados en su lugar condes y gefes militares, ¿qué libertades ni qué influencia podia tener la gente menuda en el gobierno nacional?

Pero desde que los ciudadanos, el estado general ó la gente menuda, como se llama en aquella ley, comenzaron á respirar con alguna libertad por sus nuevos fueros, pudiendo ya tratarse sin tanto temor á la opresion de los nobles, les era menos difícil adoptar medios muy semejantes al que los nobles habian inventado para garantirse mutuamente sus vidas y propiedades, cuales eran las ligas, hermandades ó cofradías, que todas venian á ser instituciones de una naturaleza muy semejante.

La llamada paz de Dios no habia sido suficiente para contener los atentados y estragos horrorosos de la anarquía. Aun los eclesiásticos, no obstante el sagrado escudo de la fe, que es la fuerza mas inespugnable en una nacion católica, y sin embargo de que por las instituciones canónicas tenian ya monasterios y cabildos, que eran otras tantas hermandades unidas con vínculos mucho mas estrechos y mas indisolubles que las de los legos, no por eso dejaron de formar otras cofradías particulares para celar la observancia de sus privilegios y de los cánones de sus concilios. El Compostelano del año 1114, despues de haber decretado que los legos no hicieran violencia alguna á las iglesias ni á sus bienes; que ninguno se apropiara los diezmos, primicias y oblaciones de los fieles; que los comerciantes, peregrinos y labradores pudieran

(1) L. I, tit. 10, Part. 2.

andar seguros por los caminos; que los casados entre quienes hubiera algun parentesco se separaran; que nadie pudiera vender ni comprar iglesias como entonces se acostumbraba y algunos otros cánones imponiendo á sus infractores la pena de escomunion en todos los reinos de Castilla, Portugal, Galicia, Estremadura y Aragon, concluyó formando una cofradía, que se habia de juntar todos los años por cuaresma para castigar y corregir á los delincuentes (1)..

Los plebeyos, ya mas libres que en los siglos anteriores, pensaron tambien en formar sus hermandades, gremios ó cofradías. En las ciudades muy populosas la multiplicacion de consumos, tanto de comestibles como de manufacturas y otros géneros, ó de necesidad, ó de regalo y de capricho, iba multiplicando en la misma proporcion el número de artesanos ocupados en cada oficio. Todos ellos formaban una clase, casi enteramente nueva. Hasta aquel tiempo apenas se habian visto mas que soldados ó labradores: ni los unos ni los otros gastaban mas que lo muy preciso para la subsistencia y el abrigo.

Carnero y vaca fue principio y cabo;

Y con rojos pimientos y ajos duros,
Tan bien como el señor comia el esclavo.
Estaban las hazañas mal vestidas,
Y aun no se hartaba de burriel y lana
La vanidad de fembras presumidas.....

(Quevedo).

Los artesanos, los revendedores y comerciantes por mayor y por menor; estas clases, tan-injustamente menospreciadas en los siglos bárbaros, estas fueron, si bien se reflexiona, las que mas han influido en la opulencia, la civilizacion y la prosperidad de las naciones. Porque ¿qué fuera la milicia si no estuviera auxiliada por los artesanos con la fabricacion de armamentos de mar y tierra y los demas menesteres de la tropa? ¿Y qué aun la mas noble y la mas necesaria de todas las artes, la agricultura, si les revendedores, los fabricantes y demas menestrales no dieran salida á los sobrantes de frutos y ganados de los propietarios y labradores?

Multiplicados los artesanos, en cada oficio se encontraba ya un número, mas o menos crecido, de familias unidas naturalmente por la conformidad de ideas y de intereses, y por consiguiente muy propensos á enlazarse en las corporaciones que llamamos gremios, los cuales fueron vigorizando mas y mas de cada

(1) Hist. Compost., lib. 1, cap. 101.

dia al estado general y estimulándolo tambien á formar sus hermandades para defender sus libertades y resistir las opresiones de los señores.

La religion contribuyó tambien para fortificar mas el espíritu gremial. Cada gremio eligió por su protector y patrono á un santo, le consagró alguna fiesta y otros ejercicios de piedad, los cuales les daban mas motivos y ocasiones de juntarse sin escándalo y aun de formarse ordenanzas para su gobierno.

Véase la narracion de una hermandad que se formó á principios del siglo XII, escrita por un anónimo contemporáneo. «En este tiempo todos los rústicos labradores é menuda gente se ayuntaron, faciendo conjuracion contra sus señores, que ninguno dellos diese á sus señores servicio debido. E esta congregacion llamaban hermandad; é por los mercados é las villas audaban pregonando: sepan todos, que en tal lugar, tal dia señalado, se ayuntará la hermandad, é quien fallesciere que no viniere, su casa se derrocará. Levantáronse entonces, á manera de bestias fieras, faciendo grandes asonadas contra sus señores, é contra sus vicarios, mayordomos, é facedores por los valles, persiguiéndolos, é afoyentándolos; rompiendo é quebrantando los palacios de los reyes, las casas de los nobles, las iglesias de los obispos, é las granjas é obediencias de los abades; é otrosí gastando todas las cosas necesarias para el mantenimiento; matando los judíos que fallaban; é negaban los portazgos é tributos á sus señores; é si alguno por ventura se lo demandaba, luego le mataban; é si alguno de los nobles les diese favor é ayuda, á tal como este deseaban que fuese su rey y señor. E si algunas vegadas les parecia facer grande esceso, ordenaban que diesen á sus señores las labranzas tan solamente, negando todas las otras cosas.... (1).»

Las hermandades y cofradías se multiplicaron de tal manera, que llegaron á formar una parte de la constitucion política de aquellos tiempos. El gobierno de la provincia de Alava fue una cofradía, subdividida en varias hermandades, cuya descripcion puede leerse en el Diccionario geográfico-histórico publicado por la Academia de la Historia.

En las hermandades y cofradías se introdujeron algunos abusos, como ha sucedido en casi todas las demas instituciones politicas y religiosas. Uno de ellos era el de nombrarse alcaldes privativos para sus negocios, por lo cual san Fernando prohibió todas las que no tuvieran por objeto algunos actos de piedad y religion. «Otrosí, decia en un ordenamiento dirigido á la villa de Uceda en noviembre de 1250, sé que en vuestro concejo que se facen unas cofradías, et unos ayuntamientos malos, á mengua de

(1) P. Escalona, Historia del real monasterio de Sahagun. Apénd. 1.

mio poder, et de mio señorío, et á danno de nuestro concejo, et del pueblo, do se facen muchas malas encubiertas et malos paramientos. Et mando, so pena de los cuerpos, et de cuanto havedes, que las desfagades, et que daqui adelante non las fagades, fora en tal manera para soterrar muertos; et para luminarias, para dar á pobres, et para confuerzos; mas que non pongades alcaldes entre vos, nin coto malo. Et pues que vos do carrera por do fagades bien, et almosna, et mercet con derecho, si vos á mas quisiésedes pasar á otros cotos ó á otros paramientos, ó á poner alcaldes; á los cuerpos, et á cuanto oviésedes me tornaria por ello (1).»

San Fernando no era intolerante de las hermandades ó juntas populares dirigidas á fines honestos y virtuosos; pero sí de conciliábulos sediciosos, y de que las permitidas se propasaran á crear autoridades nuevas, que es uno de los derechos mas característicos de la soberanía.

La misma prohibicion ó restriccion de las cofradías repitió D. Alonso el Sabio: «Tiene por bien, decia un capítulo del ordenamiento publicado en Valladolid el año 1258, que non fagan cofradias nin juras malas, nin ningunos ayuntamientos malos, que sean en daño de la tierra, é á mengua del señorío del rey, sinon para dar de comer á pobres, ó para luminarias,

muertos, ó para ahuerzos, é que se coma en casa del muerto, é ó non para otros ayuntamientos malos; é que non haya alcaldes para soterrar para juzgar en las cofradías sinon los que fueren puestos del rey en las villas, ó por el fuero: é á los que lo ficieren se torne el rey á ellos, é á cuanto que ovieren: é el alcalde que recibiere esta alcaidía que pierda cuanto ha, é sea el cuerpo á merced del rey: é manda el rey que todas las cofradías que son fechas que se desfagan luego, si non que caigan en esta pena sobredicha.>>

Pero duró poco aquella prohibicion ó restricciones de las cofradías. Reflexionando luego D. Alonsó sobre las obligaciones de los reyes, calificó de tiranía tales prohibiciones. «Tirano, dice una ley de las Partidas, tanto quiere decir como señor que es apoderado en algun reino ó tierra por fuerza, ó por engaño, ó por traicion. E estos atales son de tal natura, que despues qué son bien apoderados en la tierra, aman mas de facer su pro, magüer sea daño de la tierra, que la procomunal de todos; porque siempre viven á mala sospecha de la perder. E porque ellos pudiesen complir su entendimiento mas desembargadamente, dijeron los sabios antiguos, que usaron ellos de su poder siempre contra los del pueblo en tres maneras de artería. La primera es que estos atales punan siempre que los de su señorío sean necios, é medro

(1) Memorias para la vida del santo rey D. Fernando, pag. 322.

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