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-Señor, por amor de Dios, que vuesa merced me oiga-dijo el fraile.

-Hable su reverencia-contestó Carbajal. -Ya sabe vuesa merced-continuó el dominico-que Alonso Camargo es de la tierra

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del señor gobernador Gonzalo Pizarro, y que es muy servidor de su casa. Por ende, esto de que ahora se le acusa, sin falta levantado es. Suplico á vuesa merced le perdone, que de casar ha con esta mujer, en lo cual

vuesa merced hará buena obra y la sacará de pecado.

Carbajal se fijó entonces en la muchacha, la tomó la barbilla y la dijo sonriendo: -¡No eres mal bocado, grandísima pícara! Y volviéndose al intercesor, añadió con

sorna:

-Padre, á eso que su reverencia dice quiérole contar un cuento. Ha de saber que, en un pueblo, sucedió á un hombre honrado que quiso matar al corregidor, y que éste prendióle, y sabida la verdad, condenóle. Y sacándole á justiciar los alguaciles, salió una p.....rójima, muy bellaca y muy sucia y con una cuchillada por la cara, dando gritos: No maten al señor Fulano y dénmelo por marido. Y en aquella tierra era ley que cuando una hembra de esa clase pidiese por marido á un condenado á muerte, no le matasen si él quisiese casar con ella; y á los gritos que daba la mujer pararon los alguaciles, y dijeron: Señor Fulano, casaos con esta mujer y no moriréis. Y él volvió la cabeza, y como la vió y conoció que era de las de cinturón dorado, y como él era hombre honrado y caballero y de tanta presunción, contestó á los alguaciles: Señores, ande el asno, que no quiero tal mujer. Así que, padre reverendo, el señor Alonso Camargo, vecino y regidor del Cabildo y merecedor de emparentar con duquesa, ha de

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decir lo que dijo aquel hombre honrado. Ello no tiene remedio y sin falta morirá, que ya otra vez perdonado lo hube. Y tú, lárgate, bribona, á pescar sin caña ni anzuelo, que anguila no te ha de faltar mientras te sobre desvergüenza.

Y Camargo y otros muchos fueron ajusticiados aquel día.

Juan Morales de Abad, después de andar una semana sin encontrar quien lo amparase, cayó en manos de la gente despachada en persecución de los fugitivos. Presentado á Carbajal, arrodillóse ante él pidiéndole gracia é intentó besarle los pies.

—¡Cómo, señor Morales!-le apostrofó don Francisco. ¿No me pudisteis matar y queréisme ahora morder? Pues yo os prometo que, aunque tengáis más vida que un gato, habéis de morir esta vez; porque, para que no resucitéis, os harán cuartos, y ninguno llevarán al agua. Ya veremos si es obra de romanos el matar á vuesa merced,

Es popular en Chuquisaca la creencia de que, ni aun hecho cuartos, murió Juan Morales; pues en la noche de su suplicio desaparecieron sus restos. De aquí saca el pueblo como consecuencia, que los cuartos volvieron á juntarse, y que el cuerpo de este pobre diablo pasea de noche, embozado en una capa, por las calles de la ciudad.

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EL HIJO DE LA DICHA

Con ese mote fué bautizado, en 1547, el capitán Lope Martín, y por mi fé que el mote nada tuvo de antojadizo.

Cuando llegaron á Trujillo los primeros rumores de haberse defeccionado en Panamá la escuadra de Gonzalo Pizarro, el capitán Diego de Mora, que era el gobernador de la ciudad, se puso en viaje para Lima á fin de comunicar á su caudillo la importante noticia. En la primera jornada saliósele la espada de la vaina, hiriendo al caballo que montaba. Túvolo el de Mora por malísimo agüero, y regresando á Trujillo alzó bandera por el rey.

El demonio de los Andes.-7

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