ANTIGUO GENERAL DE LOS TEATINOS, CONSULTOR DE LA SAGRADA CONGREGACION traducida por D. ILDEFONSO JOSÉ NIETO, Presbítero, doctor en sagrada Teologia y en Jurisprudencia, abo- PROLOGO. Dios, ser eterno, santo y perfecto, nada hace en el tiempo sino con relacion á la eternidad; nada hace en el órden de la naturaleza, que no lo ordene al órden de la gracia; nada hace por el hombre, que no sea para gloriarse en el hombre y por el hombre, atrayéndole á sí, llenándole de su amor y haciéndole participante de su propia felicidad. Así pues, cuando, al ir á formar á la mujer al principio del mundo, dijo Dios: «No es bueno que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante á él: Non est bonum esse hominem solum; faciamus ei adjutorium simile sibi» (Genes., 11); por estas grandes palabras, de las que quiso hacer una ley de órden social, constituyó á la mujer como la ayuda del hombre, no solo en todo aquello que se refiere á sus necesidades materiales, sino tambien principalmente en todo aquello que tiene relacion con sus necesidades espirituales. Es pues un deber de la mujer cuidar del hombre, edificarle con sus ejem→ plos, mejorarle con sus santas inspiraciones y santificarle con sus virtudes. Ayudar al hombre á conseguir su salvacion es el fin principal de la mujer, su mision, su ministerio, su gloria, su grandeza y su dignidad. Así pues, la mujer tienė, segun los T. 1. 1 |