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terles en tan vasto designio. Llevaba entre sus papeles un proyecto firmado en París á 22 de Diciembre de aquel año, cuyas principales cláusulas eran: solicitar buques, armas y municiones de Inglaterra; indicar que los Estados Unidos aprestarían 10,000 hombres á cambio de la cesión de las Floridas y el abandono de todas las islas españolas menos Cuba; y que se gratificaría á los ingleses por sus auxilios con 30:000,000 de libras esterlinas, la alianza de los Estados que se independizaran y un tratado de comercio. Pitt el joven, que ocupaba el Ministerio entonces, dió esperanzas de algún éxito favorable en el negocio, y el sidente del Almirantazgo lo avocó con miras de resolverlo. Pero consultado el presidente Adams de los Estados Unidos, se negó á contestar, dejando á Miranda sin apoyo en la oferta anticipada que había hecho del concurso de aquella nación.

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Ni Miranda ni el Gobierno inglés, sin embargo, abandonaron el proyecto que les traía preocupados. El aventurero caraqueño, fértil de imaginación, combinaba bajo todos respectos nuevos planes en sustitución de los que le fracasaban; y el Gabinete de San Jorge, desesperado por los triunfos de Napoleón y el aplastamiento de ánimo de España, que no se atrevía á romper con el conquistador, espiaba la oportunidad de arrancar á la Corona española algunos de los pingües dominios que constituían su poder en el hemisferio americano. De esta manera, Miranda siempre en juego, aprovechaba el estado de ánimo de los hombres políticos de la Gran Bretaña para incitarles á tomar parte en todos los proyectos que iba urdiendo. Cuadraba á su intento que los ingleses hubieran tomado posesión de la isla de Trinidad, desde la cual comenzaron á

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circular papeles incendiarios á toda la Costa-Firme, proclamando la revolución, la independencia y la libertad. Miranda mismo envió algunos de esos impresos á personas importantes de su país; pero no todos los recibieron de buen grado, y hasta hubo algunos que los denunciaron á la · autoridad española, como provenientes de un traidor desagradecido (1). Con todo, la semilla de esta subversión iba prendiendo, y fructificaba ya en algunos ánimos.

Sintiéronse en Venezuela estremecimientos de malestar, á los que dió en cierto modo causa la aparición de algunos emigrados españoles, que el Gobierno de Madrid había confinado allí por su afición á los principios republicanos, según se decía. De ello tomó pie Miranda para fraguar un nuevo plan por el cual había de hacer una invasión á la Costa - Firme, protegido de los ingleses. La idea no desagradó al Gobierno británico, que estaba en actitud de auxiliarla por la proximidad de sus posesiones recientemente conquistadas, así es que el nuevo plan se maduraba con grandes probabilidades de éxito, cuando la paz de Amiéns, firmada en 1802 entre Inglaterra y Francia, desbarató el proyecto. Desde luego quedó Miranda relegado á segundo término, á pesar de todas las promesas que se le habían he cho; lo cual no fué parte á abrirle los ojos sobre su verdadera posición.

Muy dado á fantasías, como lo son todos los conspiradores, especialmente aquellos que viven expatriados, Miranda prosiguió sus trabajos entre algunos personajes ingleses. Eran de este número Sir Evan Nepean y Sir Home Popham, que por distintos motivos ocupaban em

(1) Ramon Azpurúa, Hombres notables de Hispano-América; tomo I,

pleos elevados en la Administración y el Parlamento, y ante los cuales apuró Miranda todo recurso, poniendo en línea la multitud de planes que bullían en su cabeza. Gustaron los dos ingleses, sobre todo, de la idea de una invasión al Río de la Plata, como que presentaba los mayores prospectos de satisfacción á las exigencias del comercio británico, y de lucro á los que practicaran la tentativa. Se trabajaron y requirieron memorias y observaciones sobre el tópico, siendo cada vez mayor el convenci miento de su importancia. La idea no era nueva, por cuanto ya la había deslizado Miranda en otras conversaciones, y no faltó ministro que la prohijase en sus planes; pero esta vez parecía haber encontrado acogida más ferviente que las anteriores. Miranda, á quien ningún interés personal despertaba el Río de la Plata, buscó los medios de combinar esta expedición con la que él mismo había propuesto anteriormente para convulsionar su país, y del entronque posible de ambas, nació el pensamiento de favorecerlas á un tiempo. Así las cosas, fué encargado de la presidencia del Almirantazgo inglés lord Melville, quien después de hablar con los proyectantes é informarse bien del asunto, hizo saber al conspirador caraqueño «que no era prudente ó conveniente, ó quizá posible al país en aquel momento, comprometerse en toda la extensión de sus proyectos;» y mientras de esta manera le desahuciaba, propuso el noble lord á sus colegas, que era de la mayor importancia para Inglaterra estar alerta y vigilar el progreso de las operaciones de Miranda, « para valerse de ellas con el fin de abrir el mercado de la América del Sur al comercio y manufacturas inglesas. >>

Por supuesto que, después de esta negativa, no quedaba

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Miranda muy habilitado para proseguir sus negociaciones con esperanzas de buen éxito. Pero como podían más en su ánimo los ímpetus revólucionarios que la fuerza de los desencantos, se guardó bien de enfriar las relaciones que tenía adquiridas, y las frecuentaba con la misma asiduidad de antes, para buscarse protectores y elementos. Entre los conocidos con quienes contaba, era Sir Home Popham el que parecía serle similar en concepciones fantásticas, y sobre quien ejercía mayor ascendiente. Popham no era natural de Inglaterra, como que había nacido hacia 1762 en Tetuán, de un cónsul inglés allí residente. Su primera educación fué confiada á un miembro de su familia, doctísimo en leyes, y después pasó á la escuela de Westminster, de la cual sus rápidos progresos le sacaron para la Universidad de Cambridge, teniendo sólo 13 años de edad. Algunas cortas excursiones marítimas que había hecho, parecían indicar en él vocación á la carrera de la mar; pero esa inclinación no se fijó totalmente en sus planes hasta que hubo estado un año en Cambridge, y entonces, bajo los auspicios del comodoro Thompson, su protector, abrazó el servicio naval, distinguiéndose pronto por su valor Ꭹ audacia en ocasiones repetidas. Su carácter aventurero y el deseo de allegar fortuna, le hicieron aceptar, ya teniente, el comando de expediciones arriesgadas como libre cambista (free trader) en los mares de la India. Sirvió más tarde en Flandes y Holanda, y se hizo notar en el sitio de Nimeguen, por lo cual fue promovido á capitán. Tomando parte sucesiva en diversos lances de guerra, su nombre se hizo popular, y en 1803 entró al Parlamento, diputado por Yarmouth (1).

(1) Notes on the Viceroyalty of La Plata (Appendix).

Era Sir Home, á ese tiempo, uno de los confidentes de Pitt, que le escuchaba y atendía con agrado. De carácter atrevido y diestro para vencer las dificultades, mitad soldado y. mitad diplómata, sin escrúpulo para mentir cuando era necesario, pero hábil para deshacer los inconvenientes en que solían embrollarle sus ofensas á la verdad, Popham era el tipo apropiado para tiempos de revuelta, en que los caracteres de doble fondo están apuntados á la fortuna. Pitt, cuya resolución en la tribuna contrastaba singularmente con su apatía en la acción, estimaba en Popham las calidades de que él carecía, y daba rienda á los proyectos del marino, que le prometían nuevos mercados para el comercio inglés y lauros para las armas de la Gran Bretaña, bien menesterosa entonces de ambos auxilios con motivo. de la estrechez á que Bonaparte la tenía reducida. El marino y el ministro, pues, siguieron entendiéndose sobre la combinación de un plan que proporcionase á Inglaterra nuevas colonias donde dar salida á sus productos, y en previsión del bloqueo continental con que ya amenazaba Napoleón á los ingleses, se buscó cualquier eventualidad propicia de extender la dominación británica en los mares.

De acuerdo con estas ideas, y encantado Popham de las perspectivas que Miranda desarrollaba ante sus ojos, se dejó influir á punto de comprometerse á secundarle y usó de todo su valimiento para poner al Ministerio de su parte. Lo consiguió, en efecto, recibiendo orden. de Pitt para frecuentar á Miranda y ponerle en comunicación con el Gabinete. Estrecháronse con tal motivo las relaciones entre estos dos conspiradores, ni el uno ni el otro nacidos en suelo inglés, y destinados, empero, á provocar un cataclismo á Inglaterra. Popham, á par de

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