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HISTORIA

DE LA

UNIV. OF

DOMINACIÓN ESPAÑOLA EN EL URUGUAY

LIBRO PRIMERO

ESTABLECIMIENTO DEL GOBIERNO ESPAÑOL EN EL URUGUAY

Progresos de la invasión portuguesa. - Elementos de resistencia. Vida interna de Montevideo. - Fiscalización aduanera. - Guerra comercial de los portugueses. - Alzamiento de los charrúas. - Introducción de los portugueses en Río-grande.-Cerco de la Colonia. - Energía de su Gobernador. - Armisticio. - Los portugueses conquistan Río-grande. - Salcedo y el Provincial de los jesuítas. — Muerte de Zavala. — Disensiones entre los miembros del Cabildo de Montevideo. - Petición al Rey sobre libertad de comercio y nombramiento de Gobernador propietario.-Primeras contribuciones directas.- Malestar político y económico de Montevideo.- La Iglesia de Buenos Aires y sus amenazas de excomunión. - Quejas del Cabildo al Rey.-Inseguridad en la campaña.-Creación de la plaza de teniente de Rey. -Contestaciones que originó la medida. -— Don Juan de Achucarro primer teniente de Rey.-El señor de Andonaegui y sus ideas de exterminio. - Nuevo alzamiento de los charrúas.- Combate del Queguay.-Arbitrios económicos de Ando

naegui.- Consecuencias del auto de Zavala sobre la pureza de la sangre.-Tratado de Madrid.-Oposición de los jesuítas. La diplomacia inglesa. - Nombramiento de Viana para Gobernador propietario. .

(1730 — 1750)

La invasión portuguesa sobre las fronteras del Plata se verificaba obedeciendo inspiraciones diversas, que unas veces nacían de la Corte de Lisboa, otras de los gobernadores del Brasil, y en muchos casos, hasta de la iniciativa individual de ciertos aventureros. Cuando Portugal fué incorporado á España (1580), sus dominios americanos no llegaban más que hasta San Vicente, sobre los 24°, y por muchos esfuerzos que hubiera hecho para romper esa barrera, concediendo donaciones de tierras que rebasaban dichos límites, nunca pudieron ultrapasarlos sus donatarios (1). Las actuales provincias de Santa Catalina y Ríogrande del Sur en toda su extensión, se habían conservado españolas, y al independizarse Portugal (1640) siguieron siéndolo, por tradición social y derecho recono

cido.

Fundada y perdida la Colonia en 1680, se encontraron los portugueses con que un simple revés militar les arrojaba de nuevo, desde los 35° sobre la costa atlántica, que habían traspuesto audazmente, para situarse en la margen septentrional del Plata, hasta los 24°, donde les recluía la mala suerte de sus armas. Para evitar nuevos contratiempos de ese género, y mientras gestionaban pre

(1) Cazal, Corographia, I, IV.-S. Leopoldo, Resumo historico de S. Catherina, cap I.

tendidos derechos á la Colonia, resolvieron escalonarse entre los dos paralelos mencionados, como paso previo que les asegurase la embocadura del Plata y sus territorios colindantes. Franquearon con tal designio el antiguo límite de la Cananea, extendiéndose por San Francisco y Santa Catalina, desde donde fomentaron correrías de los suyos, para abrirse camino hasta las regiones platenses y arrear con grandes trozos de ganados cerriles. En 1715 ya eran habituales dichas correrías, habiendo llegado partidas portuguesas hasta Santo Domingo de Soriano; y cinco años después, cuando el Rey de Portugal creó el gobierno de San Pablo, formalizáronse las expediciones, recibiendo sus individuos orden de poblarse subrepticiamente en dirección á la frontera de Ríogrande.

Contra este doble movimiento de avance que por mar nos arrancaba más de doscientas leguas de costa oceánica, y amenazaba arrancarnos por tierra todo su complemento latitudinal, habían opuesto los españoles muy poca resistencia positiva. Reconcentrados sobre la cuenca del Plata, no tenían otro puerto de vanguardia que Buenos Aires, ni otra defensa de la frontera terrestre que las Misiones jesuíticas. En tal posición, estaba demarcado de antemano el límite de sus iniciativas, y por eso fué que se contrajeron á rechazar las agresiones de sus rivales, sea desalojándolos de Colonia, donde al fin habían vuelto á establecerse, sea ocupando á Montevideo con miras de conservarlo á todo trance. La situación de España en el Uruguay era, pues, sumamente precaria al despuntar el año 1730. Por el S E. había abandonado á las incursiones portuguesas toda la costa comprendida desde el Cabo de Santa María hasta

más allá de la Cananea; por el N. sufría un despojo paulatino, y en el centro mismo de sus recursos, entre Buenos Aires y Montevideo, se interpolaba el establecimiento portugués de Colonia, desafiando la habilidad de su diplomacia el esfuerzo de sus hombres de guerra.

y

Los progresos de esta invasión constante estrechaban por todos lados al Uruguay, cuyos recursos propios eran insuficientes para contenerla. Hacia la frontera del N. contaba con las Reducciones jesuíticas, pobladas en aquella fecha por 8354 familias, sumando una totalidad de 37,498 individuos, que se descomponía así (1):

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En el interior del país no había otro centro de sociabilidad que el pueblecillo de Soriano, pues las guardias militares más o menos próximas á Colonia, y alguna que otra toldería estable de indígenas, no eran para tomarse en cuenta. El resto lo componían tribus errantes y caravanas de vaqueros que cruzaban de tránsito para entregarse á sus faenas. Tal era el medio en que debía influir la nueva ciudad fundada por Zavala.

Montevideo comenzó desarrollando su vitalidad entre el despotismo y la anarquía. Representado el despotismo

(1) Lozano, Hist de la Cong: I, I, II.

por la clase militar, pretendía imponerse en todo sentido; mientras que representada la anarquía por las corporaciones civiles y los ciudadanos, á cada instante hacía sentir los deseos de reconquistar el terreno que su rival la obligaba á perder. Los oficiales españoles que comandaban la guarnición de la plaza, adolecían de aquellos defectos de severidad que desacreditaron á tan alto punto el carácter de sus iguales en América: imbuídos en la pretensión de ser los primeros en todo, monopolizaban, no solamente el poder político en su mayor extensión, sinó que hasta abarcaban para sí todo ramo de negocio productivo. Por su parte, el Cabildo y sus empleados, los pobladores y sus familias, miraban con disgusto aquella arrogación de atribuciones; y de aquí nacían tropiezos de todo género, que amenazaban contiendas civiles en perspectiva. Ni los unos ni los otros, es necesario confesarlo, ejercían dentro de límites prudentes la autoridad que les estaba confiada. Engreídos los miembros del Cabildo por las facultades que su investidura les daba, hacían mérito de sostenerse en el terreno adquirido empleando en sus discusiones y reclamos un lenguaje agrio, capaz en su concepto de sustituir la falta de fuerza positiva con la suposición de fuerza moral que algunos atribuyen al palabreo violento. Disgustados los jefes de la fuerza pública por aquellos procederes, generalmente justos en el fondo, pero que en la forma eran inconvenientes y provocativos, no consultaban más que su orgullo para rebatirlos, y como tuvieran el poder militar á su disposición, les era posible juntar al temor que éste inspira, la amenaza que humilla, y no desdeñaban de hacerlo en cuanto lo permitía el caso.

una vida tan dificultosa, se agregaban nuevos contra

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