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llo no fuese todavía sino una muestra de lo que podria ser en lo futuro, representábase ya á algunas imaginaciones con todo el ideal de la belleza, de la lozanía y del encanto, y se hacian de ello pinturas y descripciones seductoras, y no faltaban ya elogios para el autor y director de aquella trasformacion. Mas tampoco faltaba quien mirándolo bajo un aspecto diametralmente opuesto, representára al rey (14 de marzo, 1769), que las labores iban mal dirigidas, que las casas se desmoronaban, que los colonos eran maltratados, que carecian de pasto espiritual en varios pueblos, y que las colonias estaban en desórden, pidiendo que se girára una visita en averiguacion de los abusos que se denunciaban. El autor de esta representacion fué el suizo José Antonio Yanch, que habia traido de su patria á las colonias doce familias, de ciento que habia contratado. La denuncia surtió su efecto; examinada por cuatro consejeros de Castilla, produjo el envio de un visitador á las colonias ""). Noticioso Olavide de este paso, que tanto afectaba á su honra, escribió al ministro de Hacienda Muzquiz, contradiciendo una por una las acusaciones de Yanch, y rogándole encarecidamente que se prohibiera al suizo salir de España hasta que el visitador exáminara la conducta de cuantos habian intervenido en la formacion de las colonias; porque si hemos delinquido ó errado, decia, seremos dig

(4) Fué nombrado al efecto don Pedro Perez Valiente.

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nos de castigo ó de desprecio; pero si los asertos de Yanch fuesen calumniosos, justo será tambien que se le escarmiente para que aprendan otro s á no insultar á los buenos servidores del rey ("). A pesar de esto, la órden de visita se espidió, y lo que se hizo fué encargar tambien al obispo de Jaen, á don Ricardo Wall y al marqués de la Corona, inspeccionasen privada y reservadamente las nuevas poblaciones, é informasen sobre su estado, y sobre los puntos que eran objeto de la acusacion.

Aunque algunos de estos informes no fueron favorables á Olavide, porque la delacion' de Yanch no era del todo infundada, volvió aquél, por nueva real órden, en que se elogiaba su actividad y celo (18 de agosto, 1769), á encargarse de la superintendencia. Pues si bien era cierto y grave el cargo de la falta de sacerdotes alemanes, necesitando los colonos de aquella nacion de intérprete hasta en el tribunal de la penitencia, la causa de los demas abusos consistia en que el contratista Thurriegel habia enviado gran parte de gente viciosa, díscola y vaga, que hacia necesario el rigor por parte de los comision ados, y esto á su vez producia deserciones y daba ocasion á desórdenes. Llamado mas adelante Olavide á la córte, y oidas sus esplicaciones en junta de consejeros, estudiados y cotejados detenidamente todos los datos, noticias y opi

(1) Cartas de Campomanes y abril de 1769.

de Olavide á Muzquiz, marzo y

niones, queriendo la junta cortar de raiz todos los abusos y quejas, acordó que se redactasen y diesen al superintendente nuevas instrucciones, que aprobadas por el rey (16 de enero, 1770), y sin hacer cuenta del voto particular del marqués de la Corona, se trasmitieron á Olavide para su cumplimiento y ejecucion. Del acierto que presidió á estas instrucciones y del buen desempeño del ejecutor certificaron los resultados, pues en el otoño de aquel mismo año pudo probar que la reciente cosecha habia ascendido á ochenta y tres mil setecientas ochenta y seis fanegas de todos granos, dejándola íntegra á los que solo recolectaron lo suficiente para su sustento, y comprando á los que cogieron más para socorrer á los que carecian de lo necesario: que se habían distribuido mas de tres mil vestidos, y mayor número de camisas: que asi las casas de los colonos como los edificios públicos estaban concluidos, si bien los corrales no se habian hecho por el mucho gasto, ni completado todavía el número de ovejas y de vacas que se habia de distribuir á cada colono. En fin, el informe pareció tan satisfactorio al Consejo, que á propuesta del fiscal acordó se dieran las gracias á Olavide por su actividad y celo, exhortándole á que continuára observando la misma conducta, cuya providencia se le comunicó con aprobacion de S. M. (16 de enero, 1771). Hasta el mismo delator Yanch concluyó por traer hasta el completo de las cien familias suizas á que se habia obligado, que fué como una

retractacion tácita de sus anteriores acusaciones, ó por lo menos daba á entender que habian cesado los motivos de sus quejas "").

Mas si de esta persecucion vino á salir triunfante Olavide, no tuvo tan buena fortuna en la que mas adelante le suscitaron, de otro carácter y naturaleza. Cuatro años trascurrieron, durante los cuales marchaban en progreso las nuevas poblaciones, sin que su direc tor hubiera sido de nuevo molestado, y corria ya el de 1775 cuando fué delatado al tri bunal del Santo Oficio por herege, ateo y materialista. Hizo la delacion fray Romualdo de Friburgo, prefecto ó gefe de los padres capuchinos que de Suiza habian sido traidos para que diesen el pasto espiritual á los colonos estrangeros, y á cada uno de los cuales señaló y su ministraba el superintendente cinco mil reales anuales para su congrua sustentacion, estipendio muy suficiente, atendido el que por lo comun gozaban otros párrocos en España, y por tál le tuvo y conceptuó el Consejo, aunque de ser escaso se quejasen aquellos religio sos. La delacion nó carecia de fundamento, bien que en ella se mezclase parte de fanatismo, parte de encono y venganza personal, impropia de quienes vestian tal hábito y profesaban tan estrecha regla.

El fundamento era, que imbuido Olavide en las

(4) El espediente del establecimiento de estas colonias existe en el ministerio de la Go

bernac ion, donde se pueden ver documentos curiosos sobre la materia.

máximas y doctrinas de Voltaire y de Rousseau, sus amigos y correspondientes, solia hablar con sus colonos de la manera que aquellos filósofos pudieran hacerlo acerca de las prácticas esteriores del culto católico y de los mandamientos y prescripciones de la Iglesia, tales como el ayuno cuadragesimal, los sufragios por los difuntos, el rosario, la limosna de las misas, los sermones, la administracion de ciertos sacramentos, y otras ceremonias y prácticas cristianas; y como no era teólogo, segun él mismo después decia, fácilmente en estas conversaciones se le deslizarian sin advertirlo ni conocerlo proposiciones que fuesen verdaderamente heréticas. La ignorancia y el fanatismo estaban en mezclar con estas acusaciones la de que prohibia que las campanas tocáran á nublado, que defendia el movimiento de la tierra, que no consentia enterrar los cadáveres sino en los cementerios, que permitia á los colonos divertirse y bailar en las tardes de los dias festivos, con que perdian de ir á la iglesia y otras seme jantes. Parte tuvo en la delacion la ojeriza y venganza personal, porque entre aquellos capuchinos habia. algunos indóciles y díscolos que se negaban á obedecer y someterse á la jurisdiccion del vicario, y en vez de aquietar sugerían quejas á los colonos. Con ellos solia tener frecuentes desazones Olavide, y de su conducta hacía tiempo se habia quejado al fiscal del Consejo. Distinguiase entre todos por lo dominante, arrebatado bilioso el mismo padre Friburgo, de lo cual habian

y

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