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en política; pero tantos se interesaron por él que volvió al servicio, y en Enero de este año de 44 salió de Valencia con una columna de 250 carabineros de infantería y 80 de caballería, á perseguir el contrabando; y de acuerdo con los progresistas, y por ellos elegido, empleó algunos dias adormeciendo á las autoridades y dando tiempo á que estuviera todo dispuesto en Alicante para el pronunciamiento, al que coadyuvó eficazmente el secretario del gobierno político, D. Félix Garrido. Al anochecer del 25 entró en esta ciudad, y un tiro fué la señal de alarma, especialmente para las autoridades, que se hallaban tranquilas en casa del alcalde constitucional, D. Miguel Bonanza, como do costumbre, y salieron inmediatamente Lassala, Ceruti, el baron de Finestrat, D. Balbino Cortés, el alcalde y su hermano D. Juan Bonanza y otro, que llevados de su arrojo no vacilaron en penetrar en la posada de la Higuera, donde se alojaron los carabineros, teniendo lugar escenas terribles en medio de la oscuridad y de la confusion que la misma y las voces y las cuchilladas que se repartian producia.

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Presas las autoridades y libres de este obstáculo los pronunciados, se reunió gran parte de la milicia nacional, y cogido el santo fueron sorprendidas en el castillo y cuarteles las fuerzas del provincial de Valencia, preso su coronel y algunos oficiales, y desarmándose los soldados que se negaron á tomar parte en la rebelion. Para guarnecer el castillo se nombró al Empecinado, que lo entregó despues á Roncali.

El baile de máscaras que habia aquella noche en el Ayuntamiento, terminó á la una al saberse la alarma que ya habia cundido. Se tocó generala á las cinco de la mañana, y un cañonazo disparado á las seis del castillo de Santa Bárbara, despertó á los habitantes, disparándose otro á los pocos minutos, anunciando el toque á rebato de la campana de dicha fortaleza, que se habia efectuado un pronunciamiento desconocido de la mayoría, y hasta

(1) Se ha publicado que Bonet, habia obtenido dul comandante general una órden de arresto para un oficial de un cuerpo que habia cometido una falta de subordinacion, y en su consecuencia se trasladó al castillo de Santa Bárbara, en calidad do detenido, el capitan D. Juan Diez el Empecinado, y al ir algunos carabineros á viaitarle se apoderaron del cuerpo de guardia, y despues de su gobernador D. Fernando Lanzarote; pues el teniente del provincial de Valencia Sr. Ruiz, se habia decidido antes por los pronunciados.

de muchos de los nacionales que se rennian. Se victoreaba desde el castillo à la Constitucion y á la reina, y muera el ministerio; se oian descargas de fusilería hacia el convento de San Francisco: el capitan do artillería D. Diego Miranda, cuando al salir del baile supo el arresto de las autoridades, formó su tropa y marchó al baluarte; pero estaba ya ocupado por los carabineros y se refugió en el convento de San Francisco, donde tomó el mando de los provinciales de Valencia, casi sin oficiales por no haberse podido unir estos á la tropa; quiso Miranda hacer uso de la fuerza, más no la encontró dispuesta á ello, y tuvo que capitular con los que le sitiaron. Al cesar el fuego, se dió á cada soldado diez reales, formando con todos los pronunciados una columna mandada por Bonet que dió vuelta á toda la ciudad.

Nombróse una junta, titulada Suprema de gobierno de los reinos de Aragon, Valencia y Murcia; presidióla Bonet, que hacia de comandante general; diósc la vicepresidencia al republicano D. Manuel Carreras, y eran individuos de ella D. José María Gaona, D. Miguel España, y D. Marcelino Franco, vocal secretario. Dieron una proclama diciendo que el ministerio era hijo de la mentira y mendigaba el poder del bando carlista; que no soltarian las armas hasta conseguir las reformas que se deseaban en la Constitucion, y terminaba: «Abajo el ministerio, la camarilla y la ley de ayuntamientos, en nombre de la soberanía del pueblo. Viva la reina constitucional "".

En cuanto el gobierno recibió la noticia, ordenó la inmediata publicacion de la ley de 17 de Abril de 1821 en las provincias de Alicante, Murcia, Albacete, Valencia, Almería y Castellon de la Plana; anunció que exigiría á su tiempo la responsabilidad más estrecha á las autoridades que se habian dejado sorprender, y se mandó en nombre de S. M. que todos los jefes, oficiales y sargentos que perteneciesen al ejército, milicias provinciales, nacional, carabineros ó armada que tomaron parte en la rebclion, serian pasados por las armas donde quiera que pudieran ser habidos, con la sola identificacion de la persona; si invitada la tropa sublevada de todas armas á volver á sus banderas en un corto plazo, no se presentase, sería diezmada con arreglo á ordenanza, cuando fuese habida, y todos los paisanos que como jefes de la rebelion

Véase documento núm. 12.

hubiesen aparecido en la de Alicante, serian tambien pasados por las armas ". Se enviaron fuerzas de mar y tierra, se prohibió la publicacion de partes y noticias, y se adoptaron cuantas medidas sugirió al gobierno la energía que se propuso emplear.

La junta de Alicante, on tanto, prendió á algunas personas, se apoderó de los caudales públicos, dirigió una circular á los ayuntamientos de la provincia, mandándoles movilizar en corto plazo la milicia nacional y dirigirla á la capital, exigiendo para socorterla las cuotas necesarias á los primeros contribuyentes, y creó una junta de armamento y defensa, encargada de reorganizar las fuerzas que debian reunirse en la ciudad.

El 30 mandó la junta que se admitiesen en la plaza á libre tráfico, los algodones extranjeros, pagando 25 por 100 de derechos, y el 31 se ofreció á todos los sargentos del ejército que se pronunciaran el grado de subtenientes, ofreciendo un real de plus á los soldados que les siguiesen, y 500 reales de gratificacion á los que so presentasen con caballo y montura.

Estas precipitadas y arbitrarias disposiciones, produjeron entusiasmo en unos y temor en otros. Reinaba en la ciudad agitacion febril: sólo se oia estruendo de armas; fuertes destacamentos de nacionales custodiaban las murallas; numerosas partidas de gente armada recorrian las calles; los milicianos de los pueblos circunvecinos llegaban en tropel, y el vecindario, sobrecogido de una especie de estupor, se encerró en sus hogares esperando con recelo el resultado de aquellos sucesos.

En Muro y Concentaina se intentó el pronunciamiento simultánco al de Alicante; pero fué débilmente ejecutado y fuertemente rechazado. En Aspe detuvieron los vecinos á una partida de los carabineros sublevados, y sólo en Monovar, Petrel y algun otro pueblo secundaron por el pronto el alzamiento de la capital; y aunque en Orihuela y otros puntos habia ayuntamientos favora, bles à los pronunciados, fueron sustituidos por otros que inspiraban más garantías á las autoridades: empezaron à tomar las disposiciones que la situacion reclamaba, y cuando estaban desarmando la milicia, entraron en la noche del 3 los fugitivos de Murcia,

!) En vista de esta disposicion del gobierno, la junta declaró solemnomento traidores á la patria a los ministros y á Narvaez, y tomó otras disposiciones de trascendencia.

anunciando la llegada de una columna de los pronunciados de Cartagena y Algezares, que Camacho procuró hacer tenida. Pretendieron, sin embargo, las autoridades, la resistencia, y como desconfiaban del comandante de armas y de otros, hicieron salir la tropa de la ciudad, y se pronunció ésta, llegando despues la columna anunciada do Cartagena. Al saberse en Orihuela el desastre de Elda, abandonaron la ciudad los pronunciados, acompañados de los nacionales de Bigastro y Torrevieja.

PRONUNCIAMIENTOS FRUSTRADOS-CARTAGENA

LXII

En Alcoy se pretendió el 29 secundar el movimiento; pero fueron vencidos y presos algunos de los que lo intentaron, muriendo otros en la refriega que se trabó, debiéndose el restablecimiento del órden á la mayoría de los nacionales y al comandante de armas D. José Espinosa y Canaleta, que publicó al dia siguiente una sentida alocucion. Inexorable el gobierno, mandó que los aprehendidos fueran pasados por las armas, justificadas sus personas como autores de la tentativa; que se le diera parte de haberse cumplido asi sin miramiento, para conocimiento de S. M., sin que dotuviera el temor de las represalias; pucs si bien S. M., añadia, verá con dolor las víctimas que el furor de los rebeldes pueda sacrificar, pesa más en su real ánimo la necesidad absoluta de que la ley y la vindicta pública sean una verdad, segura de que la poca sangre vertida antes de que se enconen las contiendas civiles, ahorra mucha para despues, y porque tambien exige la patria que aquel á quien por su desgracin ó por su incuria toque la malaventurada suerte de ser víctima, sepa resignarse á serlo cuando por ello resulta un bien á la causa pública. "").

Interesaba á los pronunciados en Alicante extender la insurreccion, y enviaron una columna expedicionaria á la importante

(1) Comunicacion del ministro de la Guerra, Sr. Mazarredo, al capitan general del cuarto distrito.

villa de Elche, la bella Jerusalen española por sus montes de palmeras; mas no contaban allí con los elementos que muchos creian; fueron rechazados los expedicionarios, y hasta se formó otra contracolumna para perseguirlos, mandada por el comandante de voluntarios D. José Bru y Piqueras, de grande influencia. Esto era ya una contrariedad terrible para la revolucion, cuyo aislamiento habia de ser su muerte; pues si en un principio, y sin haber acudido aún fuerzas del gobierno, se veia rechazada por la misma opinion popular, en cuanto fueran acudiendo las tropas que el gobierno enviaba solicito, ya estaba perdida.

Aún se esperaba, sin embargo, que no faltaran todos á sus compromisos, y que Cartagena secundara el movimiento, al que daria grande importancia por tenerla la plaza. Trabajaba para ello el general D. Francisco de P. Ruiz; y el capitan graduado de comandante D. Fulgencio Gavilá y el teniente D. Manuel Andía, contaron con la guarnicion de Cartagena, consistente en el primero y tercer batallon de Gerona, cuyo regimiento mandaba don Juan Zapatero, à la sazon en otro punto.

Todo preparado, se efectuó el pronunciamiento el 1." de Febrero, prendiéndose al gobernador militar D. Blas Requena; nombróse una junta de gobierno presidida por D. Antonio Santa Cruz, que elevó al dia siguiente una exposicion à S. M., en la que se lamentaba la junta de que el pueblo español tuviera otra vez que apclar al derecho de alzarse para defender sus hollados fueros y salvar las instituciones, caramente adquiridas y cual nunca amenazadas, y próximas á desaparecer por la liga que habian formado hombres de opuestas opiniones, para quienes la libertad era un nombre vano, por guiarles su ambicion y privados intereses; que no enumeraban las infracciones del Código jurado, ni las disposiciones reaccionarias adoptadas por los ministros que la aconsejaban, por estar al alcance de todos; que sólo la ley de ayuntamientos, causa antes de un alzauniento, abolida despues y restablecida al presente sin la aprobacion de los cuerpos colegisladores, el trasiego de empleados y el restablecimiento de la policía, hacian vor hasta qué punto se despreciaba el voto explicito de los pueblos y la Constitucion; que tanta ignominia y desafuero no podia ser tolerado, y un grito aterrador para los tiranos y de salvacion para los buenos, que resonó en Alicante, habia sido repetido en aquel suelo, y en breve se difundiria en todos los ángulos de la monar

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