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Procuróse despertar algun tanto el patriotismo español; se recordaron antiguas glorias de nuestras armas on las costas africanas, teatro de sangrientos combates, producidos unas veces por el celo religioso y otras por vengar agravios recibidos; se llegó hasta designar las poblaciones que debian conquistarse; más se tropczó con la falta de recursos y de fuerzas, y con la deplorable situacion del país. Reforzáronse, sin embargo, las guarniciones de nuestras posesiones en Africa, y se hicieron preparativos, exigidos por el decoro nacional, pues se recibieron entonces algunas ofensas de los berberiscos, no todas impunes, pues bien las vengó el teniente Troll, con fuerzas de Melilla, el 11 de Marzo en el combate y apresamiento de un cárabo africano.

Mediaban en tanto negociacionos diplomáticas: el imperio marroquí aprestaba sus huestes, armaba sus pequeñas embarcaciones, que ejercian sus acostumbrados actos de piratería, y no parecia imponerle la actitud que iba tomando Europa, acostumbrado á tenerla tributaria. La Francia enviaba muy eficaces instrucciones al general Bougeaud, gobernador de la Argelia, y bien pertrechados buques de guerra; tambien España envió á Tánger la fragata Cristina y algunos otros barcos; interpúsose la Inglaterra como mediadora, interesada como lo estaba en el comercio con Africa: dijo lord Aberdeen, ministro de negocios extranjeros, en la cámara de los Lores, que «el gobierno do S. M. B. estaba tan convencido de la necesidad que habia de evitar toda nueva lucha entre los estados de Europa y Africa, que á su mediacion se debia el que no hubiese estallado la guerra entro la Cerdoña y Tunez, y entre España y Marruecos, habiendo aceptado estas dos últimas la mediacion ofrecida por la Inglaterra para terminar satisfactoriamente sus diferencias; creyendo podria conseguir no prosiguiesen las rotas hostilidades entre los franceses y marroquíes, y que Abderhaman, mejor aconsejado, renunciaria á todo proyecto de agresion contra la Francia. Pero Abderhaman no podia contener el fanatismo de sus súbditos, grandomente excitados por Abd-elkader, en el que miraba un competidor á su corona, ó más bien le estimulaba para halagar á las masas, no vacilando en romper las hostilidades contra la Francia, y en proclamar la guerra santa.

Y el gobierno español seguia en tanto indolentes negociaciones, cuando pudo haberse apoderado, ó intentado apoderarse de algun puerto marroquí, y ocupar sobre el estrecho del Océano

Atlántico los puntos más favorables al comercio y á la navegacion ""; esto era lo que el patriotismo exigia, no contentarse con ir enviando algunas compañías á nuestras posesiones africanas: arreció el peligro, como era consiguiente, se alistaron más fuerzas, y pudimos tener una escuadrilla delante de Tanger, donde ya habia buques de toda Europa, á los que se guarccieron los naturales de cada nacion que habitaban en Tanger, temiendo el bombardeo que al fin efectuó el príncipe de Joinville el 6 de Agosto, y despues el de Mogador, que coincidiendo con la famosa jornada de Isly, apresuró al emperador á ajustar la paz con los fran

ceses.

Pocos dias antes la habia ajustado con España, accediéndosc á que fuera castigado el agente moro que asesinó á nuestro cónsul; indeninizacion por los actos de pirateria cometidos en la costa; recobrar y áun adelantar nuestro territorio en el campo de Ceuta, y saludar al pabellon nacional.

Las fronteras de Ceuta, segun el tratado de Larache de 6 de Mayo de 1845 (28 Kabeat Etsani, 1261 de la Hegira) se restituyeron al estado en que se hallaban antiguamente, y se expresan en él.

FILIPINAS APOLINARIO DE LA CRUZ Y LA COFRADIA DE SAN JOSÉ
REBELION EMANCIPADORA

CXIV

Tiempo hacia que en el archipiélago filipino, dividido en 31 provincias dependientes de Manila, residencia de las principales autoridades, poblado con más de cuatro millones de habitantes, inclusos unos 2,000 europeos, bastantes chinos y de otros paises, atraidos por el cebo del comercio, y muchos mestizos procedentes de la mezcla de todas estas razas, se reflejaban las oscilaciones políticas de la madre patria.

() No enemigos, sino amigos del gobierno, escribian desde Argel, 30 de Junio, y lo publicaban los periódicos ministeriales: "La España ha obrado con poca ó ninguna energía; ha demostrado poco tino, poco vigor, poco deseo de vengar los insultos que le han hecho repetidas veces los marroquíes, y esta conducta débil é inexplicable de parte de su gobierno, se atribuye en Europa á impotencia y à poca susceptibilidad nacional de parte de sus gobernantes..

Apolinario de la Cruz, donado de San Juan de Dios, inquieto, sagaz, con resolucion y fé en sus empresas, sabiendo inspirarla á los demas, verboso y diestro para conservar sn superioridad sobre sus secuaces, aparentando virtud y austeridad cu el cumplimiento de sus deberes, formó en 1832 una asociacion titulada Cofradía de San José, con indigenas y gente del pueblo bajo, como la más fácil de seducir; y con el objeto aparente de rendir culto al Santo, era un plan de conspiracion, y el donado, instrumento de algun ambicioso de más consideracion, que aspiraba á ser rey do aquellas islas. Llamábanse hermanos los individuos de la asociacion, se reunian por las noches, rezaban y se leian á manera de cdictos las órdenes del fundador y director Apolinario, contribuyendo cada uno á los gastos de la corporacion, con juramento de obediencia ciega y pasiva á la voluntad de aquel. Sabedor de esto el arzobispo de Manila, expulsó á Cruz del convento, y puso coto á sus demasias: pero desplegó en la provincia de Tayabas su genio catequista, le extendió á otros puntos, y áun à Manila; tomó ya parte en este asunto el capitan general Oráa en 1841, empezó á perseguirles de acuerdo con las autoridades eclesiásticas, habiéndose distinguido antes el celoso párroco do Lucban en extinguir aquella sociedad, que no tenia otro objeto que la emancipacion de los indios, declarándose Apolinario rey de los Tagalos; se prendió á algunos de los afiliados, y viendo Apolinario levantada sobre su cabeza la espada de la justicia, dirigióse á la provincia de Tayabas, reunió en Izaban 6,000 personas de ambos sexos, armadas con fusiles, lanzas, flechas y campilanes: acudió i apagar aquel incendio el gobernador Ortega con 150 hombres, que llevaban 50 fusiles y tres falconetes; exhortó á los rebeldes el virtuoso é ilustrado fray Antonio de Mateo, sin ser atendido, ni las palabras dè paz y perdon del gobernador, quien inspirado por el valor más que por la prudencia, so lanzó en medio de los enemigos, y al caer herido y prisionero se desbandó su gente, abandonando las tres piezas. Los piadosos cofrades inmolaron inhumanamente á Ortega.

El suceso era grave por sí y por las consecuencias, y Oráa envió inmediatamente una pequeña columna y cuatro falúas con doble tripulacion del puerto de Cavito, poniendo al frente de las fuerzas al teniente coronel de caballoria D. Joaquin Huet. que habia demostrado su valor en los campos de Navarra; mandó á Gon

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zalez, comandante del batallon de milicias disciplinadas de Batangas, marchara á reunir las fuerzas necesarias para operar, nombró á Vital gobernador de Tayabas, y adoptó cuantas providencias le sugirió su celo.

Engreidos los sublevados con su triunfo, desoyeron las ofertas de indulto de Iluct: aumentada su gente, y con el auxilio do 200 flecheros negros, se parapetaron sobre la falda del monte Banajaó, apoyados sus flancos en dos riachuelos, defendido el frente con empalizadas y en bateria los tres cañoncitos apresados, que rompieron el fuego al aproximarse la tropa de IIuet, la cual arrostrando la muerte se lanzó valerosa al combate: chocaron con violencia, sostuvose tres horas una lucha desordenada y feróz, huyendo al fin vencidos los insurgentes, dejando en poder de los vencedores las tres piezas y 314 mujeres, muchas de ellas heridas. Apolinario de la Cruz y su segundo Purgatorio, buscaron su salvacion en la fuga; mas fué preso el primero, por la justicia de Sariaya y fusilado á los dos dias en Tayabas, quedando con su muerte extinguida la archicofradía de San José.

Por las declaraciones de éste se prendió á algunas personas en Manila; se encomendó su proceso, como juez instructor á D. Tomás Quintanar, ministro decano, y se publicó un indulto para que á él se acogieran los seducidos, como lo verificaron 1,100.

La conducta de Orán en estos acontecimientos, mereció otra recompensa que la del relevo del mando, al que no contribuyeron poco los agentes que los enemigos de España tenian en Madrid.

REBELION MILITAR EN MALATE

CXV

Si la rebelion de Apolinario habia muerto con él, no su causa, que aún tenia ocultos partidarios la emancipacion de las islas, y promovieron en Enero de 1843 la rebelion en que se declararon las tropas acuarteladas en el arrabal de Malate, en Manila, contando afiliados en casi todos los cuerpos que guarnecian la capital, excepto en el del Infante. Acaudillados los sediciosos por el sargento indígena Samaniego, se apoderaron de la ciudadela de Santiago, protegiéndoles la guardia del regimiento del Príncipe que

cubria este punto; apagaron las lámparas de las cuadras, hirieron y mataron á los oficiales que estaban de servicio, se dirigieron por la playa al foso y compuertas inmediatas al malecon de la izquierda del rio Pasig, les arrojó el centinela una escala de caña, por la que subió Samaniego y 80 hombres; y los 45 de la guardia, seducidos por el sargento Juan Práxedes, asesinaron á los oficiales y se unieron á la sedicion, que adquirió el punto más fuerte de Manila y un gran centro de defensa.

En grando apuro puso este suceso á las autoridades, por la topografía de la ciudad y situacion de los sublevados; pero acudieron solicitas al remedio; dictó Oráa las más acortadas disposiciones, bien secundadas por sus subalternos; ocupó activo el comandante Iparraguirre el cuartel de Malate, donde comenzó la insurreccion, y despues de haber rechazado los rebeldes el perdon con que se les brindó, al despuntar la aurora del 21 anunció el estampido del cañon el principio de la lucha; se traba cruenta, excitan los rebeldes á los indígenas á tomar parte en la rebelion, prometióndoles que pronto tendrian un rey indio; no se les unen; se defienden aquellos con desesperacion, y despreciando la vida 40 artilleros, dirigidos por el ayudante Jáuregui, los dos sargentos Sanchez y el cadete Ordovas, se lanzaron á la bayoneta sobre el baluarte de San Miguel, desalojaron á sus defensores, y se ensoñorearon de él y del de San Francisco. Replegáronse los vencidos al baluarto de Santa Bárbara, decididos á morir antes que rondirse, cuando un súbito y aterrador estampido llenó el espacio de humo, anunció la voladura del repuesto de municiones, é introdujo la confusion entre los insurrectos. A poco el teniente roy y el brigadier la Iglesia con tropas del Infante, Asia y Príncipe, y algunos paisanos españoles, cuya lealtad llevaba al peligro, penetraban á paso de carga por la puerta del baluarte, cuyos defensores, sobrecogidos por el incendio, que impulsado por el viento elevaba sus jigantescos brazos hacia el otro baluarte, y acosados por las tropas, se descolgaron por la muralla. Persiguióles la caballería, apostada en la playa de Santa Lucia; hizo 22 prisioneros y 29 el capitan del puerto, con buen número de paisanos por sospe→ chas, á quienes se dió pocos dias despues libertad por inocentes.

Exterminada la rebelion, quedaba un gran peligro, que amenazaba á la mayor y más rica parte de la capital. El incendio de Santa Bárbara se aproximaba al gran almacen de pólvora. Traba

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