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1.o de Agosto con más energía; pero el ministerio, teniendo en cuenta que el mayor número de provincias no pedian lo que Cataluña, y asesorado, siguió adelante con su obra, y despechada la Junta, protestó contra la convocacion de las Córtes, y declaró que los Ministros nombrados por ella faltaban á sus palabras; pedia la convocacion de una Junta central, calificando de nulas é ilegales las Córtes llamadas, por faltarse al articulo 19, que no permitia la renovacion del Senado sino por terceras partes, y á estos documentos, presentados al gobierno por diputados de la Junta, contestó aquel declarando tales corporacioncs meramente auxiliares. Obedecieron todas, incluso la de Barcelona; mas al dia siguiente salió una protesta contra el decreto de Madrid, é inmenso gentio pascó una bandera con el lema de Junta central. El capitan general, al ver este pendon de guerra, desarmó por sorpresa al primer batallon de voluntarios; corren todos á las armas, las recobra el primer batallon que se apoderó de Atarazanas, refugióse la autoridad militar en la ciudadela, resuelta á sostener el órden, envia el Gobierno en su ayuda al brigadier Prim, y lo que sucedió nos ocupará más adelante.

RECHAZA EL MINISTERIO LA JUNTA CENTRAL

IX

No faltó razon al ministerio Lopez-Serrano para combatir el establecimiento de la Junta central, decidiéndose por la reunion de

da de la necesidad imprescindible de un gobierno central para uniformar la accion de todas las provincias, se sirvió decretar con fecha 28 del último Junio, que se constituyese en esta ciudad el ministerio Lopez, quedando á mi cargo el despacho de todas las secretarías ínterin se reunou los demás miembros del gabinete. Al misno tiempo dispuso que se considero al ministerio como gobierno provisional, interin se adhieren á su constitucion definitiva todas las juntas provinciales del reino, representadas por dos comisionados de cada una, reunidos en Junta central. A consecuencia de las predichas disposiciones, se halla instalado interinamente on esta capital el gobierno provisional de la nacion, y he resuelto comunicarlo á V. S. para los efectos consiguientes, incluyéndole 50 ejemplares de la hoja oficial, que contiene todos los decretos expedidos por el mismo hasta la fecha, á fin de que se les de el más exacto cumplimiento por todos los empleados de las dependencias del cargo de V. S. Dios guarde á V. S. muchos años.-Barcelona 2 do Julio de 1843.-Francisco Serrano.-Sr. Jefe político de.....

Córtes que representaban más, y entrar de lleno en la senda de la legalidad, harto lastimosamente abandonada.

De suyo ofrecia grandes dificultades la Junta, porque habia que acordar el número de sus indivíduos, cuántos tendria que nombrar cada provincia, cómo se habia de instalar y por qué reglamento regirse. Y aún vencido esto habian de nombrar la central las juntas salvadoras instaladas en las capitales de las provincias, cuya mayor parte eran moderadas? ¿Las habian de nombrar los pueblos? Tantas dificultades se presentaban, que áun vencidas, y no pronto, era más fácil la reunion de Cortes, áun prescindiendo de que no se habia de erigir frente á un gobierno establecido una Junta que, teniendo facultad legislativa, anulaba de hecho las Cortes.

Así, pues, y prescindiendo de los compromisos que el general Serrano contragera en Barcelona al constituirse en gobierno provisional, y de cuyos compromisos no participaban sus compañeros, obró con prudencia y tino el ministerio, resistiendo la convocacion de la Junta central, que habria llevado la revolucion por un camino desconocido no exento de peligros, por lo heterogéneo de los elementos de que la Junta se compondria, dominando en ella el partido moderado; y áun sobreponiéndose los progresistas, la revolucion habria ido más adelante de lo que muchos querian, sin que prejuzguemos si habria sido ó no un bien.

Las Córtes, áncora siempre del pueblo español, no presentaban tantos inconvenientes y era lo legal; porque sólo ellas podian encauzar debidamente la revolucion y proporcionar un desenlace fácil y conveniente á la complicadísima situacion que se habia creado, y tantos recelos y desconfianza á todos inspiraba. Por esto decidió el gobierno, no sin tener que vencer grandes dificultades que unos y otros le oponian.

Y gran lucha tuvo que sostener con los decididos por la central, que no perdonaron súplicas, reconvenciones, amenazas y hasta apelar á las armas, obligando al gobierno á combatir y áun á aniquilar á muchos de los elementos con que debiera haber contado para resistir á los que en sentido bien opuesto lo mortificaban y affigian; á los que temerosos de que sus proyectos se malograsen, y resueltos á arrojar la máscara que aún los cubria, en el primer momento en que el peligro que se presentara creyesen exigirlo, procuraban preparar el terreno, en que debian á su tiempo evolu

cionar, y encaminaban todos sus esfuerzos á que se declarase por el gobierno mismo mayor á la reina, prescindiendo de todas las dificultades que lo hacían en esta forma impracticable. Apoyados eficazmente los ministros en la opinion de algunas personas, con valentia y tal fuerza de razones, que hicieron enmudecer á sus mismos adversarios, combatieron semejante pensamiento, resisticron por mucho tiempo tan imprudente exigencia, aplazando la resolucion de esta grave cuestion para cuando las Córtes se reuniesen, é indicando oportunamente que de ella deberian ocuparse. Tuvieron, sin embargo, un momento de debilidad, que supieron aprovechar los que de la declaracion de la mayoría hacian la base de todos sus proyectos y esperanzas. La indefinible escena del 8 de Agosto en el real palacio, fué una transaccion sin duda entre los que procuraban á toda costa precipitar tan grave suceso, y los que se habian propuesto, si no impedirlo, neutralizar al ménos las consecuencias de él que presentian. Así lo dijo el presidente del gobierno provisional en medio de una inmensa asamblea convocada para oirlo.

PRONUNCIAMIENTO EN ZARAGOZA

X

La aptitud del gobierno en contra del establecimiento de la Junta central ofrecida al pais, fué un excelente motivo para los que no estaban conformes con la marcha politica que se llevaba, y era una buena bandera de oposicion; asi que la junta de Zaragoza que habia negado su obediencia al ministerio y apoderádose Ortega de la autoridad del capitan general, aun cuando vió que no podia continuar como gubernativa, no queria disolverse; y en vista de las medidas que empezó a tomar el capitan general Lopez de Baños, le propuso quedar como auxiliar del gobierno; pero se opuso el general, obediente á las órdenes del ministerio, y la intimó su disolucion, que se realizó despues de una gran junta, á la que concurrieron jefes de la milicia y personas importantes.

Disolviéronse las juntas de Huesca, Barbastro y otras, y fué venciendo el gobierno las graves dificultades que se le presentaban, que no eran pocas. Las juntas disueltas no estaban confor

mes, en general, con su condescendencia, forzada en algunas; se conspiró, y una nueva revolucion estalló en Barcelona, como veremos, secundando Zaragoza aquel pronunciamiento en la noche del 17 de Setiembre.

La capital de Aragon no se habia adherido al alzamiento de Julio, hasta despues de instalado el gobierno provisional en Madrid; y áun así, hacia alarde de su consecuente afecto á Espartero; era evidente su oposicion al gobierno, y fuerte, por casi unánime, explicándose naturalmente lo sucedido el 30 de Agosto, venciendo los progresistas sobre los pronunciados, desarmándose y haciendo salir de la ciudad la fuerza franca, llamada patolea, que se habia organizado durante los sucesos do Julio.

Ya en la noche del 10 de Setiembre se victorcó en la retreta al Duque de la Victoria, sin que esto produjera ni una amonestacion. Predispuestos los ánimos, se dispuso el pronunciamiento para el 17, en cuya mañana empezaron á reunirse en el café de Jimeno los más decididos, permitiéndose demostraciones que no fueron reprimidas. Se aumentaron los grupos, pasó uno de ellos despues de anochecido por frente á la casa del capitan general, situada en el Coso, tocando llamada y victoreando á Espartero; hizo entonces presente la autoridad militar á la civil y municipal si necesitaban fuerza armada, prevenida en los cuartcles; no la creyó conveniente la segunda por no irritar más los ánimos, y que iba a disponer se llamase á la milicia, en la que confiaba para mantener el órden, pero sólo acudieron los interesados en llevar adelante el movimiento.

El capitan general, en union del jefe politico, del segundo cabo Cañedo y el estado mayor, pasó á visitar los cuarteles; y en tanto, se reunian en la sala capitular algunos jefes de la milicia, á los que manifestó el alcalde primero, Sr. Urries, su sorpresa y la del Ayuntamiento por un suceso que estaba muy lejos de temer despues de la sesion de aquella tarde; que esperaba que la milicia. nacional, bien convencida de tal verdad y en cumplimiento do sus palabras y compromisos, rechazaria las sugestiones de los discolos y ambiciosos que sólo esperaban medrar á costa de los incautos; se explicaron en igual sentido D. Pascual Polo y Monge, comandante de la caballería, y varios concejales y oficiales que usaron de la palabra; se acordó inculcar estas ideas á los nacionales ya reunidos, ideas que aseguraban ser las de la inmensa

mayoría de la milicia, como se confirmaria el dia siguiente cuando con la repoticion del toque de llamada se reunieran todos sus indivíduos, pues hasta entonces no lo habian verificado más que unos 600, y que pasara Urries á ponerlo todo en conocimiento del capitan general y jefe politico.

A la una de la noche acabó esta reunion, y el alcalde primero, con el síndico Laclaustra, conferenció dos horas con el general, el jefe politico y el segundo cabo en el cuartel de caballería, y convinieron en esperar la resolucion de la milicia, por no usar entonces de la fuerza. Prudencia fué.

Se convocó nuovamente á los comandantes de la milicia al Ayuntamiento; manifestaron estos que la mayor parte de su oficialidad discurria en el cuartel el medio de llevar á efecto lo acordado en la noche anterior; se habló sobre la poca fé que merecian los que la opinion pública designaba como los promovedores de la insurreccion, y so insistió en el compromiso de la ciudad cuando el general, en cumplimiento de su palabra y de su deber, llegase á hacer uso de la fuerza. Convinieron en todo los comandantes, y en sus discursos calificaron de malos patriotas á los que trataban de poner obstáculos á la reunion de las Córtes. Eran ya las cinco cuando se retiraron de la reunion, y volvieron á la que tenia la oficialidad en su cuartel; pero ya no era sólo de los nacionales: habian penetrado bastantes oficiales y jefes del ejército y personas extrañas, que manifestaron á la oficialidad de la milicia que la Constitucion peligraba: la proclama de Ugarte, impresa y repartida por la noche con notable profusion, la promesa que hicieron los coroneles Muñoz y Decref de que sus cuerpos y gran parte del ejército descaban unirse á este movimiento, el deseo de ser los primeros en el que suponian tendria lugar en toda la nacion, cambió el aspecto de las cosas, y á las sicte de la mañana no era dificil prever el resultado. Volvióse á tocar llamada, y acudiendo una mitad de la milicia, acordó el nombramiento de una Junta de salvacion, efectuándolo con la mayor tranquilidad.

A las diez de la mañana del 18 recibió el capitan general una carta del alcalde primero, anunciándole la imposibilidad de llevar á cabo su intento, y que él y la corporacion municipal se retiraban desde aquel instante à la vida privada, puesto que la voluntad de la milicia era apoyar á la Junta que, con el título de salvadora de la patria, se habia ya instalado y ejercia sus funciones como sobe

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