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AMAGO Á LA CORUÑA, EL FERROL Y ORENSE-GRAVES FALTAS

XLI

Dividido el ejército revolucionario en dos divisiones, al salir la primera de Santiago supo Solis que Mac-crohon ocupaba el Carral con la columna batida en Sigueiro, por haberse retirado Samper enfermo á Betanzos; y como deseaban sorprenderlos y castigar con su derrota el hecho de Sigueiro, marcharon á la una de la madrugada y se encontraron con que Mac-crohon se habia retirado, y siguió haciéndolo sin aprovecharse de las ventajosas posiciones por que iba pasando, ni detenerse hasta los molinos de viento que rodean á la Coruña, de los que se posesionaron por estarle prohibida la entrada en la plaza. Solis ocupó á poco el portazgo, colocó sus avanzadas en el puente de Monelos, á media hora corta de la ciudad, distribuyó Mac-crohon varias guerrillas por las alturas de Santa Margarita, y ambas fuerzas se estuvieron contemplando desde las ocho de la mañana hasta las scis de la tarde, en que no viendo Solís ningun movimiento favorable en la plaza, fué á pernoctar á Botanzos para ir al Ferrol ).

Solís no logró su objeto en la Coruña; era ya tarde, y un gran contratiempo para la revolucion, que aprovecharon las autoridades del gobierno, allegando recursos y defensores, sin escascar hasta las más violentas medidas, que se exigian en no muy delicadas ni cultas formas. Todo demostraba el temor de algunas autoridades y lo mucho que tenian que hacer los que se propusieron evitar el pronunciamiento de la Coruña y el Ferrol.

(2) Esta misma estancia de las fuerzas de Solís á las puertas de la Coruña, demostró la impotencia de las autoridades del gobierno, y evidenciaban más y más el craso error de Solís, do no comenzar el pronunciamiento en la Coruña y el Ferrol, como muchos pretendieron; y no dejó de importar que al ofrecerse la intendencia militar de las tropas que debian sublevarse en Galicia à D. Manuel Somoza Cambero, despues de ontorarle del plan concertado, manifestó que no tomaria parte en él si no se iniciaba el movimiento simultáneamente en la Coruña y en el Ferrol, puesto que habia elementos para triunfar. Aun despues de desatendido su consejo, y fuera de la primera plaza la guarnicion, pidió aquel autorizacion á la junta para apoderarse de los puestos que quedaban cubiertos por escasa fuerza, y por la dificultad de rennirze los indivíduos de la junta, que estaban ocultos, nada se hizo.

Caminando á este último punto Solis, supo en Betanzos que ol provincial de Málaga, que se hallaba á dos leguas, trataba á toda prisa de introducirse en el Ferrol, y conociendo la importancia de apoderarse de esta fuerza, dispuso que una parte de la suya ocupase el puente Puerco; pero se anticiparon los de Málaga, y sólo pudo perseguirles haciéndoles 108 soldados prisioneros y 2 oficiales y cogiendo varios efectos. Destináronse los prisioneros al bataIlon de Gijon, á solicitud de ellos mismos, y aunque se incorporó Buceta, que habia obtenido este triunfo, & Solís, estaba ya aumentada la guarnicion del Ferrol, consideró inútil su presencia ante la plaza, y dispuso marchar à Lugo, base principal de sus operariones, y al efectuarlo se le presentó una comision de porsonas distinguidas y respetables del Ferrol á manifestarle que del siguiente dia 18 al 19, se haria alli el pronunciamiento, rogándole le protegiese. El cobo era grande por la importancia de tal pronunciamiento, y ni vacilar era posible por las muchas y poderosas razones que en su favor abundaban. Al formar ol 18 sus fuerzas para emprender la marcha, recibió avisos de varios paisanos de que numerosas tropas se dirigian por la parte de Leira Carral, hácia Santiago; suspendió el movimiento del Ferrol, adoptó las medidas que el caso requoria, y al convencerse de la inexactitud de la noticia, embarcó la artilleria para Puente Deume, por no poderla conducir por fierra; siguió á este punto el resto de la fuerza, y el 19 llegó á las inmediaciones de la ciudad, de donde dispararon dos cañonazos, cuyo ceo fué desgarrador para Solis, que otra cosa esperaba. Continuó todo el dia al frente del Ferrol, sin recibir el menor aviso, ni la más leve disculpa; comprendió entonces lo infructuoso y comprometido del movimiento; determinó retroceder desengaña do y triste á Puente Deume para seguir á Betanzos, y en aquella misma noche recibió una comunicacion de la junta de Lugo, manifestándole que las fuerzas del gobierno que se hallaban cerca de aquella poblacion habian marchado, y constaba á la junta, que las de Concha se dirigian á la provincia de Orense para hacerlo despues à la de Pontevedra, ocupar su capital, y operar sobre Santiago. Por esta noticia creyó Solís á Concha, operando en combinacion con Mac-crohon, consideró inútil su marcha á Lugo por separarse de lo que juzgaba iba á ser teatro de la guerra, y rccibiendo tambien noticias de Santiago que se veia algo amagada y demandala auxilios, halló justa Solis la exigencia, así lo contes

tó, y que enviaría desde Betanzos artilleria y alguna más fuerza, enviando el 20, 160 infantes y las dos piezas que tenia, y siguió hácia Santiago pernoctando en Sigueiro.

Mandaba la segunda division del ejército, denominado libertador, D. Leoncio Rubin, que salió el 15, à la vez que la primera, en direccion à Orense; pernoctó en Chapa, al siguiente dia en Carhallino, y i pesar de sólo distar cuatro leguas de la ciudad, no llegó a sus inmediaciones hasta las cuatro de la tarde del 17, dando lugar á que Cendrera apresurase su marcha para entrar en la poblacion, como lo hizo a las diez de la mañana, á que se fortificara el puente aunque no con solidez, y se tomaran las medidas necesarias para resistir el ataque.

Grandes esperanzas fundaban los revolucionarios en Orense, donde dominaban el partido progresista, y donde por su posicion, inmediata á la raya de Portugal, para penetrav en ella los emigrados é introducirse armas y municiones, ofrecia los elementos que uinguna otra, y no habian escascado los trabajos. Guarnecianla provinciales de Guadalajara y Mondoñedo y las secciones de carabineros y guardia civil. So contaba con los sargentos de tales cuerpos, y aunque muy vigilados aquellos por sus jefes, algunos oficiales de Guadalajara ofrecieron sublevar el cuerpo en cianto se pronunciasen en Lugo y Santiago. Llegó el caso de exigirles el cumplimiento de su palabra; ganaron algunas compañias de Mondoñedo y fijaron el jueves santo para pronunciarse; pero una hora antes de la designada se frustró todo: perdióse la ocasion de preparar otro nuevo golpe por la salida al dia siguiente de la mayor parte de la guarnición, formando la columna del brigadier Cendrera, y el pueblo por si se declaró impotente para pronunciarso, ó más bien por estar basado todo en el elemento militar; se ofreció á Solis, sin embargo, que en cuanto ondeara sobre el puenle de Orense la bandera revolucionaria, hasta los más nentrales se aprestarian i unirsele.

Allí se presentó Rubin; pero nadie se pronunciaba, y pidió la entrega de la plaza, y al irse aproximando á ella, se colocó otra compañía sobre el puente de l'edriña, para defender el pueblo de una invasion por la izquierda del Miño, Trató Arias de atraer a los que se ponian á su frente, y le hicieron fuego; mandó Rubin tomar posiciones y tocar parlamento, y à las músicas ol himno de Riego; avanzó el oficial parlamentario por entre una lluvia de

balas, y en la imposibilidad de salvar el puente, se paró, saludó á los amigos que à aquel lugar los habian llamado, y con el sublimo acento que exigía la situacion en que se encontraba, les dijo: gracias, compañeros, gracias, y se volvió con el mismo marcial continente a las filas de sus camaradas que contestaban con vivas á la reina y la libertad, al fuego de los que esperaban los recibiesen con los brazos abiertos. No se experimentó ninguna desgracia, lo cual, decia Rubin en sus partes ""), «me indemniza del sentimiento que me ha causado la falta de cumplimiento en las palabras que se habian ofrecido..

Mientras sucedia la anterior escena, las autoridades, acompañadas de la guardia civil y de un inmenso gentio, se hallaban en la alameda del Crucero, á 400 pasos del puente que dominaban, aguardando impacientes el desenlace de este tristo encuentro. Veinte soldados de Rubin se habian apoderado de una taberna que está frente al puento, con mucha serenidad y grande arrojo, y lo demás de la fuerza, de las viñas y huertas inmediatas. Ocupadas estas posiciones, asi continuaron hasta las ocho de la noche. Creiase en el pueblo que intentarian forzar el puente algunas horas más adelante, pero Rubin tuvo por conveniente retirarse á Quintela, saliendo de este punto á las doce de la noche para Rivadavia, á donde llegó á las siete de la mañana del 18 12).

No era esto lo que de él se esperaba; y aunque se lamentó Rubin de que no se le cumplieran palabras ofrecidas, so creyó que media hora antes do acercarse á la ciudad, recibió varios avisos de los que con él estaban en relaciones para que hiciera precisamente su entrada en Orense por cualquiera de las barcas del Miño, que solamente estaban guardadas por diez ó doce carabineros, pues la tropa que defendia el puente fortificado no era de confianza; y aunque estos avisos eran atendibles, hizo más caso de las cartas de algunos capitanes que le ofrecian pronunciarse en cuanto se acercara. Puedo disculparso á Rubin confiara más en estos capitanes que on los paisanos; pero es inexplicable tardara tantas horas en las cuatro leguas de Carballino à Orense, pudiendo haber llegado cuando menos i la vez que Cendrera, impidiendo así se fortificara el puente y se pusiera en defensa la ciudad, y con

Fechalo en Rivadavia el 18.

(2) Do Porto.

siguiendo acaso que en medio de la alarma producida por su prosencia, se le uniesen los que despues no tuvieron valor para cumplir su compromiso. Rubin estuvo tardo y fné luego flojo: es lo menos que de él puede decirse.

Aún so creyó en Orense que, á virtud de las noticias que tenia Rubin, destacase por la noche medio batallon i la barca de Barbante para pasarla y penetrar en el pueblo, libre aquel paso de los carabineros que le custodiaban; más la inoportuna y pronta retirada á Rivadavia, y contra el dictámen de la mayor parte de Jos jefes, lo inutilizó todo. Allí debió haberse convencido de lo que aún se podia hacer con probabilidades de éxito, y sabiendo que Concha estaba aún á siete leguas; y en vez de hacer lo que se lo aconsejaba y presentaba como seguro, reunió junta de jefes, y opinando todos por subsistir en Rivadavia, como punto verdaderamente militar, por la seguridad de seguir sin riesgo los movimientos de Concha, proteger á Santiago, auxiliar á Solis, ó retirarse á Vigo ó Pontevedra, manifestó se hallaba decidido á marchar inmediatamente á Puente Areas, alejándose así de Santiago, y abriendo á Concha el camino para ir en su busca. Aún le repusioron, que habiéndose comenzado la venta de la sal, con arreglo á un decreto de la junta superior, era peligroso dejarle sin concluir, por lo que amenguaria el espíritu público, de suyo decaido con la retirada de Orense, y sólo contestó al Sr. Arias, que si él y otros jefes querian quedarse en Rivadavia hicieran lo que les agradase, porque él se marchaba á la mañana siguiente.

Era consecuente esta conducta, con la que tuvo con los oficiales de reemplazo que so le presontaron alli y en Carballino, à quienes aseguró no tenia fé en el pronunciamiento, diciendo á un sugeto de crédito, que habia tomado parte en la revolucion por compromiso. Se olvidaba quo ora intruso en aquella revolucion.

Marchó Rubin á Puente Areas el 19, y Arias le signió á las cinco horas, concluida la venta de la sal.

El proceder de Rubin, por todos comentado, abatió mucho el espíritu público de los pronunciados, é impidió no pocas adhesiones.

Y no era sólo Rubin el que cometió faltas y no estaba á la altura de las circunstancias. Ya vimos la grande de Solis en Sigueiro; cometićronlas tambien casi todas las juntas; y la central de Galicia, en su afan de reformarlo todo, cuando no debió haber

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