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este, en verdad, no hizo importantes modificaciones, pucs conservaba las armas á la milicia nacional, se hacia un paréntesis de aquellos dias, y volvia todo al ser y estado del 17 de Setiembre.

Concha impuso doce horas para la adopcion de las estipulaciones que se enviaron ratificadas en la mañana del 28 "). Fué por la tarde el segundo cabo á hacerse cargo de la plaza y establecer los puestos necesarios, y á las cuatro hizo el general su entrada por la puerta de Santa Engracia al frente de las brigadas 3.* y 4.", desembocando despues Campuzano con la 1.a y 2.* en el Coso.

El resumen de las fuerzas sitiadoras de todas armas era de 40 jefes, 511 oficiales, 6,816 infantes y 672 caballos, con 47 piezas, de ellas 24 do batir de grueso calibre, habiendo hecho 778 disparos contra la plaza, que hizo algunos más desde sus 10 baterías con 27 piozas (2).

La ciudad estaba defendida por la milicia nacional, aunque de sus 4,000 hombres sólo tomaron parte unos 3,000; una compañía sagrada de 150 oficiales del ejército, dos compañías del provincial de Zaragoza, diversas partidas del mismo y del de Huesca, con otros individuos sueltos de diferentes cuerpos, habiéndose repartido armas á otros habitantes, pudiendo fijarse el total de la fuerza, dentro de Zaragoza, en unos 5,000 hombres. La pérdida de muertos y heridos, dentro y fuera, no llegó á 40 hombres.

El heroismo de los zaragozanos no se amenguó sometiéndose á un general que antes de combatir les habia vencido en generosidad; y tan celoso se mostró Concha en el cumplimiento de las bases, que temiendo el gobierno que la milicia fucse elemento de

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nuevas discordias, quiso reducirla á la impotencia, interpretando con arbitraria latitud el artículo referente á su reorganizacion, y Concha se opuso enérgico.

Si al enviarle el gobierno en reemplazo del poco acertado Lopez Baños, trató de hacerlo de un jefe de bastante prestigio para sostener el espíritu de las tropas, de energía para dominar las complicaciones de aquella situacion, y con la prudencia necesaria para emplear vigorosamente el rigor y la dignidad, acertado estuvo on la eleccion, y Concha con su conducta honró al gobierno que le eligió, quien á su vez le recompensó con la gran cruz de San Fernando, que tanto pudo lisongear al jóven general.

La junta de Zaragoza no se mostró mónos dignamente, dimitiendo cuando conoció que debia terminar aquella situacion, y no ser un obstáculo para la transaccion propuesta por ella, de acuerdo con el ayuntamiento, cuando estuvieron plenamente convencidos de la inutilidad de los esfuerzos de los zaragozanos.

Las noticias que se recibian de Galicia alentaron á los que no se daban aún por vencidos; presentaron dificultades los oficiales del segundo batallon de la milicia para la reorganizacion acordada, y aunque hubo alguna alarma se disolvió el segundo batallon, se terminó todo pacíficamente, dirigiendo Concha el 7-Noviembreuna proclama á los zaragozanos inspirándoles la dehida confianza, y diciéndoles que, aunque disuelto ya el batallon expresado, pues ya habian entregado las armas, pudiera reorganizarse, á imitacion de los demas.

Reemplazó á Concha el 15 de Noviembre el general Breton, y marchó á Madrid con sentimiento de los que ya le conocían en Zaragoza, y conocian tambien al que le reemplazaba.

PRONUNCIAMIENTOS CENTRALISTAS

XV

En casi todu Españia se intentaron ponunciamientos, pero no habia cohesion en los trabajos y no podia haber resultados; erun manifestaciones espontáneas del sentimiento liberal avanzado, hijas más bien del entusiasmo que de la cordura.

De la quinta se trató de hacer pretexto en Valencia para el

pronunciamiento, mas faltó decision y fué preso y enviado á disposicion del cónsul de su nacion un famoso italiano que figuró en todos los motines, llamado Priamo di Raimundi.

El proyecto de pronunciamiento de Vinaroz quedó trastornado por las autoridades civil y militar de la provincia, y en algunos otros puntos de la misma sucedió lo propio: en este pais y en todo el Maestrazgo, había más accion en el elemento carlista, comą,lo demostraba el Groc, Lacoba, etc.

Tambien en Zamora supieron aprovecharse los carlistas de las circunstancias, y abusaron los liberales de su fuerza apaleando à algunos de aquellos, en lo cual no mostraban mucho liberalismo; Ꭹ al culpar sólo á los absolutistas de algunos excesos, fué engañado el mismo gobierno, como lo demostró tristemente el ministro de la Gobernacion en la circular que dirigió al jefe político.

Valladolid, que tan notable parte tomó en la coalicion, consideró amenazadas de muerte las instituciones liberales y el trono, y su milicia nacional se dirigió a la del reino porque el comun peligro les llamala á la comun defensa, y aclamaban la union que era la fuerza, sino querian ser vencidos por los enemigos de la libertad "".

En Leon, donde si hizo muchos carlistas el obispo Abarca, hahia no pocos y decididos liberales y áun republicanos de valer, no siguieron á la coalicion en Julio, teniendo que acudir de Zamora y Astorga para que se pronunciara contra el regente; y ahora la antigua corte de Castilla no fué de las últimas en aclamar la junta central y Córtes constituyentes. Exasperados los ánimos con las elecciones, llegó á Leon el provincial de su nombre, se le recibió con entusiasmo, se le obsequió con esplendidez, y la junta, compuesta de los Sres. Arriola, Moran, Garcia, Lujan y Valera, comenzaron á entenderse con el ayudante del provincial, Sr. Rubio. Llegó á apercibirse de algo el comandante general de la provincia, D. Modesto de la Torre, se aceleró el movimiento, y los mismos individuos de la junta fueron en busca de los tambores y cornetas de la milicia nacional; les obligaron a tocar generala, se opuso el alcalde, D. Mauricio Gonzalez, pero cogió Lujan un tambor, aquel se retiró, acudieron al toque los nacionales al átrio de

Firmaban esta alocucion los Sres. Manglano, Gardoqui, Nieto, Lopez, Mozo, Sangrador, Ledo, Herrero, Garran, Ulloa, Sologaistua, etc., etc.

la catedral, donde se situó la junta y los entonces oficiales don Francisco Izquierdo y D. Francisco Osorio.

La Torre, on tanto, condujo à la tropa frente á los nacionales, la mandó avanzar, y en el acto, varios oficiales con el ayudante Rubio ordenaron a los soldados levantar las culatas é ir al encuentro de los nacionales, con quienes se abrazaron aclamando junta central, Córtes constituyentes y victoreando á Barcelona y Zaragoza. Se pasó en seguida á las casas consistoriales, donde se formó la junta de gobierno y otra de armamento y defensa. El mando de la milicia se confirió à D. Vicente Varela, y el de gobernador de la provincia á D. Luis Diaz Montes.

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Organizóse enseguida una columna para apoderarse de Astorga, y se expidieron comisionados á Asturias, Galicia y provincias limitrofes; pero la antigua ciudad romana cerró las puertas, y la columna tuvo que regresar á Leon. Izquierdo tomó el mando de las tropas, acudieron nacionales de las inmediaciones y se aprestaron á defenderse. Acudió Senosiain de Valladolid con respetables fuerzas, se situó en el arrabal del puente de Castro, y al sabersc en Leon se preparó una sorpresa, que se efectuò, conduciendo prisioneros à la ciudad varios oficiales de infanteria y caballería). Al dia siguiente se presentó la batalla á las tropas de Senosiain, que hicieron retirar al agresor, aunque en buen órden y habiendo causado bajas.

Superior en fuerzas el representante del gobierno, cercó y cañoneó la ciudad, y despues de la resistencia posible, el comandante Izquierdo y la mayor parte de los individuos de la junta de gobierno y de armamento y defensa, marcharon á Portugal y otros se ocultaron.

En Santander no pasaron los amagos de canciones y vivas, por algunos grupos que no hallaban direccion ni jefe; frustróse en Burgos, Cindad Rodrigo, Segovia y otros puntos. En San Sebastian hubo descos, y en Tolosa sintomas en la guarnicion, que dieron lugar al arresto de 16 oficiales, conducidos á Vitoria. En Pamplona aclamaron la junta central algunos sargentos y soldados de

in La componian los Sres. Alvarez, Carrillo, Argüelles, Ordax Avecilla, Rodri guez Boloque, Rico y Arriola.

(1) Pidieron éstos permiso para montar en sus caballos, y concedido incauta y generosamento, volvieron grupas, dejando burlada la buena fé de los que creyeron en su palabra.

España, pero no les secundaron los paisanos; fué preso el instigador, y el coronel Capuzo y el general Claveria restablecieron la disciplina, momentáncamente interrumpida, fusilaron al sargento primero Leller y se disolvió la milicia nacional.

El regimiento de Borbon, de guarnicion en Trujillo, contribuyó á sofocar el pronunciamiento que habian de efectuar algunos oficiales del mismo cuerpo, como ya se intentó en Mérida. Habia elementos en Extremadura, pero faltó direccion.

Alguna habia en varios puntos de Andalucía, mas faltaba la cohesion que en otros paises. En Sevilla hubo el 28 de Agosto conatos de sedicion, se repitieron el 29, y no llegó á turbarse sériamente el órdon hasta cerca de un mes dêspues, el 24 de Setiembre, en que bastantes grupos, que fueron engrosando desde las primeras horas de la noche, victorcaron á la junta central y gritaron á las armas; acudieron pocos á tomarlas, y el jefe politico Sr. Muñoz Bueno, aunque considerado en connivencia con la sublevacion, tuvo que ir á sofocarla, llevando á su lado al jefe de Estado Mayor Sr. Primo de Rivera: se desalojó fácilmente el café Turco y el Museo, se prendió á algunos, y á las doce de la noche la tranquilidad era completa.

Cádiz se aprestó á secundar el movimiento; no hubo la reserva debida, ni faltaron delatores; se prendió à algunos agentes, y se sofocó el pronunciamiento.

El de Córdoba estaba mejor preparado, mas faltó direccion y valor al ejecutarle; y sólo un hombre, el valiente coronel del provincial de Córdoba, D. Genaro de Quesada, acompañado de tres ó cuatro oficiales y de otros tantos soldados, hizo frente y metió en órden á si insubordinada tropa y al paisanage, exponiendo su vida, pero logrando que los mismos soldados pronunciados se declarasen en contra, y costóle trabajo impedirles acometer à los grupos de paisanos armados, con los que momentos antes fraternizaran "".

(1) Son curiosos los pormenores de aquellos sucesos. Hallábase a fin de Agosto en Jetafe el teniente coronel D. Genaro de Quesada mandando el provincial do Segovia, cuando se le mandó á Córdoba, por saberse el mal espíritu de su batallon provincial, que empezó á reunirso en Setiembre para reorganizarle, recibiendo el 23 órdenes separando varios capitanes y subalternos, sin propuesta de su jefe, No habia tenido aún tiempo Quesada de conocor el personal ni áun el espíritu del batallon, enando eu la noche del 24 le avisó el jefe político que se intentaba turbar el órden en aquellos momentos; dirigióse al cuartel, oyendo en el camino un fuego con

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