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este señor escribió que no habia absolutamente nada entablado alli; que tuvo que empezar por saber con qué jefes y oficiales se podia contar, y para preparar una entrevista con uno, tuvo que rodearse de tres amigos de la mayor confianza: se acordó que la ejecucion del plan se conflase exclusivamente á militares; se hizo acudir al Sr. Mendicuti, quien se avistó con cierto jose; pidieron 4,000 duros para los gastos primeros; se trató tambien de extender las negociaciones á Sevilla, por exigirlo así los militares que la guarnecian, contándose con personas de influencia en aquella ciudad, Utrera, etc.; se prepararon igualmente en Galicia, à pesar de lo sucedido, nuevos elementos de revolucion; pero se recibió de Londres la órden de suspender todos los trabajos y devolver el dinero, como se hizo, para entregarlo á los que lo habian facilitado. El motivo de osta suspension fué la seguridad que dió lord Palmerston de que estaba trabajando para que el partido liberal triunfase sin necesidad de recurrir á la violencia, por lo cual convenia la quietud por entonces; y si como se esperaba, el pensamiento del gabinete inglés salia fallido, se debia apelar á la fuerza, y en este caso seria apoyado por dicho gabinete con todos los medios que le fucsen dables.

Los que concibieron la esperanza del triunfo del partido progresista por la influencia en la córto de España del gabinete inglés, le vieron en breve defraudada; y como los desastres hasta entonces esperimentados desunieron á aquel partido algo más de lo que lo estaba, fué convirtiéndose esta desunion en discordia, y hasta se llegó á incurrir en la inconveniencia de decir El Espectador: Sépanlo los moderados: á Lopez con su elocuencia, á Caballero con su lógica, y á Serrano con su espada, se los regalamos con mucho gusto á pesar de cuanto hagan ahora, y en lo sucesivo para parecer de nuevo patriotas. »

A esto se contestó: En vano es que se nicgue la excision que hay en el partido progresista. El Espectador (3.' época) ha hecho bien en publicarla, para alejar dudas; pero entiéndase que todo este partido está unido y compacto, si se exceptúan los hombres intolerantes del Espectador, que son muy pocos, y a quienes no necesita para nada el partido progresista..

La junta directiva del Espectador rechazó aquel artículo, y declaró que el partido progresista estaba desorganizado y próximo á disolverse.

El infante D. Enrique, que habia dirigido al duque de la Victoria la comunicacion de que ya dimos cuenta, diciendo que no se mezclaba en ninguna trama politica, la olvidó, y dió oidos á los que le tomaron nuevamente por bandera, lisonjeándole con que las Cortes le declararian heredero del trono español; autorizó al general Iriarte en la conferencia que con él tuvo en Bruselas á ponerse de acuerdo con los amigos de Londres y con Palmerston, y fué el general á Inglaterra: viniendo D. Enrique á Madrid, prosiguieron los trabajos á pesar de la comunicacion de S. A. á la reina anulando su protesta, y el ministro inglés se mostró conforme en cambiar el ministerio afrancesado con otro amante del país y que fuese progrosista por los medios y principios que acordamos, y de respetar siempre á la reina y á su esposo "". Prosiguieron por algun tiempo estas comunicaciones, y en la multitud de las que se cruzaron, y de los agentes que vinieron de Londres, no vemos más que la impotencia de realizar lo que unos y otros querian.

Por este tiempo ocurrió en Zaragoza un motin, promovido á los gritos de viva la Constitucion de 1837, abajo el sistema tributario, muera el gobierno; que no tuvo más consecuencias que derramarse alguna sangre inútilmente, quedando por la noche tranquila la ciudad y presas unas 24 personas, entre ellas un armero que fué el que distribuyó las armas. Se interpretó de diferentes maneras este acontecimiento, que fué aislado, y efecto de cabezas calenturientus, que tanto abundan en todos los partidos, y el mismo gobierno no le dió importancia, aunque se lo presentaron como efecto de planes misteriosos y aún tenebrosos.

NUEVAS CORTES

LXIII

El 30 de Octubre se corraron las sesiones de aquella legislatura, y al dia siguiente se disolvió el Congreso y se convocaron las nuevas Cortes para el 25 de Diciembre.

(1) Carta del general Iriarte à D). Enrique, fechada en Londres el 27 de Noviembre de 1846, quo le fué ontregada por el embajador de Inglaterra en Madrid.

Acudieron los progresistas á las elecciones, se reunieron en Madrid, nombraron la junta central, que dió un manifiesto, haciéndose intérprete del ponsamiento de la union del partido liberal, y de que las diferencias quedaron borradas en el infortunio comun, habiéndose sacrificado hasta los recuerdos en aras de la patria; y pintando la situacion que se atravcsaba, decia: «La seguridad individual atropellada, la imprenta sujeta á un régimen peor que la censura prévia, heridas de muerte algunas, y amenazadas otras de las reformas conquistadas por el espíritu del siglo, á costa de inmensos sacrificios; aumentados los impuestos, desperdiciadas las rentas del Estado en fomentar el fausto y la opulencia, que insultan á la miseria pública; defraudadas las esperanzas que hiciera concebir el enlace de S. M. al considerar que el gobierno continúa en el mismo camino de errores y desaciertos, y agitados los ánimos con el fundado temor de ver amenazada la independencia nacional: hé aquí el triste cuadro de nuestra situacion......

Se abstenia de designar candidatos, pero no se creia la junta dispensada de indicar se buscaran hombres atentos al bien público y no á sus intereses personales, que defendieran la seguridad individual, la libertad de imprenta con el jurado, la institucion de la milicia ciudadana, la desamortizacion civil y eclesiástica, mantener la extincion de los diezmos y señoríos; promovieran grandes y radicales economías en los gastos públicos, exigieran la verdad en los presupuestos y la publicidad de su inversion, y afianzaran el decoro y la independencia nacional. No importa, concluia diciendo, que quedemos vencidos en las próximas clecciones, si con la lucha de hoy preparamos la victoria para el porvenir..

Esto, en efecto, es lo constitucional.

Entre los manifiestos electorales que se publicaron, fué el más notable el de Mendizabal, desde París, que cra todo un programa de gobierno y de administracion.

Hubo en estas elecciones lo que en todas respecto á abusos electorales por parte del poder, y deseando éste que no fuera elegido el Sr. Pacheco, jefe de la oposicion conservadora, más temido por más afin, púsole en tal aprieto, que tuvo que hacer dimision de la fiscalía del Tribunal Supremo y marchar á Córdoba, habiendo conferenciado antes con el rey, lo que ocasionó una me

dio crisis on el ministerio ", que no pudo impedir la doble eleccion de Pacheco.

El gobierno triunfó, como es costumbre, en las elecciones; los conservadores no se dieron por vencidos, por considerar posible su elevacion al poder, y los progresistas presentaron una minoría, en la que se contaba Cortina, Olózaga, Sancho, Luján, Mendizabal, San Miguel, La Serna, Muchada y otros, hasta poco más de cincuenta, que era bastante, teniendo en cuenta la division en que estaban. En Madrid, Sevilla, Leon, Tarragona y alguna otra capital, obtuvieron gran mayoría. Creyóse por algunos que esto alarmó al gobierno; no es exacto; no le agradó la eleccion de Olózaga; pero cortó por lo sano, negándole el pasaporte para venir á España á tomar asiento en el Congreso (2); y no tenia para qué temer á la minoría progresista en unas Córtes casi exclusivamente moderadas. Más temor podian infundirle sus mismos correligionarios, como lo experimentó en breve al tratarse de la eleccion de presidente, lo cual produjo una crísis, que se fué sorteando, y obligó á aplazar hasta el 31 la apertura, pretextando el poco tiempo que mediaba entre la anteriormente convocada y las elecciones, y que lo crudo de la estacion y lo intransitable de los caminos eran la causa de que no se hallasen en la capital muchos diputados.

Llegó al fin el dia de la apertura de las Córtes, que se verificó en el Congreso, con la solemnidad de costumbre, leyendo S. M. el discurso, on el que realzaba lo que se habia hecho, y exponia algo de lo que debia hacerse.

Para presidir el Senado habiase nombrado al marqués de Viluma, que al inaugurar las sesiones de aquel alto cuerpo, manifestó, que creia que no tenia ni debia tener significacion politica ul

(0) Isturiz dijo á la reina: »Los ministros están á los piés de V. M., pero no á los del Sr. Pacheco...

(2) No se arredró el Sr. Olózaga; salió de París para Bayona con pasaporte belga, y con el de nuestro cónsul en esta ciudad, el Sr. Bustamante, al que no se habia comunicado instruccion alguna, y se lo destituyó por no haber consultado al gobierno; entró en España, fué detenido en Lozoyuela y conducido á la ciudadela de Pamplona. Esto fué un paso impolítico, y un conflicto para el gobierno y el trono, por abrir camino á nuevas y más fatales consecuencias, que las ya conocidas; porque al fin se trataba de una cuestion entre el monarca y uno de sus súbditos.

(*) Véase documento núm. 29.

terior, aplicable á los negocios del Estado, su nombramiento, y que procuraria desempeñarle, defendiendo las prerogativas del Senado dentro del círculo trazado por la Constitucion.

EMIGRADOS EN PORTUGAL.

LXIV

El ministro de Portugal en Madrid, reclamó el 5 de Julio del gobierno español, que se pasasen órdenes muy terminantes y positivas á las autoridades fronterizas, para que ejercieran la más severa vigilancia en la raya, puertos del Sur y en los de Galicia contra la introduccion de arinas y municiones para Portugal, islas adyacentes, y posesiones ultramarinas de S. M. F.; que se renovaran las órdenes á los capitanes generales do la frontera para el desarmo é internacion de súbditos portugueses, sospechosos de pertenecer á la faccion del usurpador, y no se les consintiera permanecer en la frontera aún desarmados; que se expidieran órdenes para vigilar á los súbditos portugueses, sobre todo, los procedentes de Italia, se espulsara á los que no tuvieren sus pasaportes en regla, y que los capitanes generales de la frontera comunicasen con los respectivos generales portugueses. El gobierno accedió á cuanto el portugués pedia, y reclamó á la vez para que fuera mejor ejecutada la internacion de los emigrados españoles residentes en Portugal; pero la situacion en que se hallaban los partidos en el vecino reino, hacia que nuestros emigrados progresistas se vieran protegidos por sus correligionarios portugueses, reanudando la amistad las esperanzas que mútuamente se infundian para lograr cada uno sus propósitos.

El gobierno español, que llegó á desconfiar de la situacion politica de Portugal, empleó su influencia para que en este reino predominaran las ideas que ejercian el poder en el nuestro, hasta amenazando con invadir el territorio portugués, lo cual fué ya considerado como cuestion de dignidad y decoro nacional, y el conde Das Antas dispuso armar á todos los emigrados, proporcionarles vapores para desembarcar en cualquier puerto español, y que se invitara al duque de la Victoria, al que se le prestaria una cooperacion sin límites. Sucedió en breve una contrarevolucion

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