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en Portugal cuando se acercaba la reunion de unas Cortes que representaran fielmente los votos públicos, y se impuso á Doña María de la Gloria el célebre manifiesto del 9 de Octubre.

Aquella especie de reaccion, triunfante en un principio, no dió la paz á Portugal; se encendió la guerra civil, y para hacer más triste y precaria la situacion de aquel bello reino, aprovechose del goneral disturbio el partido miguelista: penetraron en Braga 3,000 hombres armados, retirándose las autoridades á Barcellos, y al siguiente dia á Oporto; se puso en insurreccion casi toda la provincia de Miño, y los absolutistas por un lado y los progresistas por otro, pusieron en grande apuro á la reina, á cuyos oidos pudo llegar el eco de las voces que llegaron á podir su destitucion ó su abdicacion.

Pero ya tendremos que ocuparnos de los sucesos del vecino reino que ocasionaron la intervencion armada en el siguiente año, dirigida por el genoral D. Manuel de la Concha, y volvamos á nuestro país, donde se reprodujo de nuevo la guerra civil.

MONTEMOLIN Y LA INGLATERRA

LXV

Insignificantes y pronto castigadas fueron las partidas que se levantaron en la provincia de Gerona, en Enero y Junio de 1846. Aquellas gentes apenas tenian bandera; el partido progresista no estaba on disposicion de pelear, y el carlista se organizaba para hacerlo cuando se presentase la ocasion que esperaba. El manifiesto de Bourges del 12 de Setiembre era ya el grito de alarma; no aún el de guerra, y si á ella se empezaron á lanzar algunos impacientes en Cataluña, arrastraron una existencia penosa, aunque no disminuyó su fé ni se quebrantó su constancia.

Con la fuga de Montemolin, coincidió la de cuantos personajes carlistas pudieron efectuarla ("), por estar ya convenido el plan

(1)

Relacion de los carlistas que desaparecieron de sus residencias en Francia, con sus nombres y apellidos, grados y calidad, fecha de an fuga y pueblo en que reaidian.

D. Carlos Luis.

para

reunirse en Londres, no asistiendo los que estaban en Bur- · deos por haber sido encerrados en la ciudadela de Blaye "" al negarse á dar palabra al prefecto de la Gironda de no prestar oidos á proposicion ni intentar nada en favor del conde de Montemolin, sin que mediara para tal prision lo que con equivocados informes se supuso en Madrid y rechazaron dignamente los interesados.

Montemolin, que antes de ir á la capital de Inglaterra habia viajado por Turin, Viena y el Haya, pudiendo estar complacido

D. Joaquin Julian Alzáa, goneral, se fugó el dia 16 de Setiembre de Bourges. D. José María Arroyo, general, el 26 de id. de Poitiers.

D. Ramon Cabrera, general, en 13 de id. de París.

D. Juan Montenegro, general, el 16 de id. de Bourges.

D. Manuel Añon, brigadier, el 25 de id. de Pout de Neylc.

D. José Domingo Arnau, brigadier, el 25 do id. de Mansilles.

D. Casimiro Iliarbe, brigadier, el 26 de id. de Bordeaux.

D. Romualdo María Mon, secretario del conde, el 16 de id. de Bourges.

D. Joaquin Lozaeta, consejero de guerra, en id. do id, de l'arís,

D. Francisco Aguirre, coronel, el 24 de id. de París.

D. Vicente Batanero y Palazuelo, canónigo y coronel, el 23 do id. de Nancy. D. José Borges, coronel, en 27 de id. de Bourges.

D. Juan Caballería, coronel, de Lyon.

I). José Estartus, coronel, de Orleans.

D. Ramon Lagos, coronel, de Monsbridsson.

D. Ignacio Carnol, comandante, en 21 de id. de Croyes.
D. José Montilla, comandante, en 21 de id. do París,
D. Francisco Sanchez, comandante, el 4 de id. de Tours.
D. Felipe Calderon, estudiante, el 19 do id de París.
D. Diego Echevarría, teniente, el 21 de id. de París.
D. Santiago Marrullan, teniente, el 21 de id. de París.
D. Primo Angulo, subteniente, el 20 do id. de París.
D. Ramon Erran, subteniente, el 19 de id, do Parts.
D. Ambrosio Porez, de París.

(Los refugiados españoles que el gobierno francés mandó encerrar en la ciudadela de Blaye, fueron: los señores marqués de Valdespina, grande de España, antiguo ministro de la Guerra; los generales Villarreal, Gomez, Vargas y Guibelalde; los coroneles Manzano, Nogueruela, Zabuto, Coballos y Ayete, y tres eclesiásticos Gonzalez, José Antonio y José Ubago. Varios de estos refugiados, á saber, Villarreal, Valdespina, Manzano y Nogueruela, fueron asistidos, con motivo de sus indisposiciones, por Mr. Brivio, cirujano mayor de la plaza. Sopolana fué encerrado en la conserjería, desde donde en vano reclamó se le sometiera á los tribunales si habia delinquido, ó si no se le pusiera en libertad si no tenia más delito que sus ideas exponiendo la situacion de su señora embarazada, cuyo alumbramiento se efectuó siguiendo su esposo en la prision.

de la acogida que en estas cortes obtuvo, llegó á Lóndres en las más favorables circunstancias que pudiera desear, porque al reconciliarse D. Enrique con Cristina y Luis Felipe dejó de ser el candidato favorito de la Inglaterra, y entraba en sus miras políticas halagar al carlista. Perfectamente sabia el gabinete inglés los proyectos del conde, la mision de los agentes que recorrian las cortes del Norte, creyendo lograr algo más de lo que consiguió su abuelo, los partidarios que reclutaban, las belicosas instrucciones que salian de Cavendish-Square, su morada; nada impedia; visitóle más de una vez el mismo Palmerston, y celebraba si no alentaba, las diarias noticias que publicaban todos los periódicos de Londres, hasta de insignificantos detalles, "" tratándole siempre de majestad.

El paso más notable fué la visita hecha á D. Cárlos por el ministro de Negocios extranjeros, Lord Palmenton, pues aunque conocia que sólo con este hecho olvidaba el tratado de la cuádruple alianza, lo hacia en venganza de haber la Francia violado el tratado de Utrech. Y contrastaban tanto más aquellas visitas, cuanto que en 1844, reclamando Manners en la cámara de los Comunes contra la detencion que sufria en Bourges la familia de D. Cárlos, se opuso Peel contestando: Harto destrozado se halla este pais por las disensiones intestinas, y no es justo agravar el mal consintiendo que un elemento nuevo de discordia promueva nuevamente la guerra. Así, pues, el interés de la España, el de Francia y el de Inglaterra, exigen que la prosencia de D. Cárlos no empeoro la suerte de la Peninsula. Deseo que aquel país goce de un

(1) El Morning-l'ost del 26 anunciaba de esta manera la visita que le hizo el ministro de Negocios extranjeros de Inglaterra, que tanto llamó la atencion:

"Ayer el conde de Montemolin salió á pasear por la mañana temprano, y despucs se ocupó en dospachar algunos negocios. Por la tarde el conde recibió varias visitas, entre ellas las del vizconde l'almerston, y vizconde Ranelagh, y las de otras varias personas que se interesan en los negocios de España. Comió en seguida con los oficiales de su séquito..

En el del dia 27 decia el mismo periódico:

"Ayer el conde de Montemolin se ha ocupado en trabajar hasta la una. Despues recibió las visitas de muchos personajes de distincion, ingleses y extranjeros, entre otros al conde de Cherleville, al capitan Ryder Burton, de la marina real, & Mr. Borth. wick, indivíduo del Parlamento, etc. El conde de Montemolin visitó en seguida los trabajos del nuevo palacio del parlamento, habiéndole acompañado Borthwick, el marqués de Villafranca, el general Montenegro y el coronel Merry...

gobierno responsable y constitucional, y deseo sobre todo el término de esos conflictos terribles que turban la paz é impiden la prosperidad de España. Hemos reconocido á la reina, y si D. Carlos vuelve á España, ¿en qué se convierte nuestro reconocimiento?.

Si D. Carlos se comprometiera á establecerse en cualquier punto de Europa que no fuera España, y renunciase ú toda esperanza de volver á aquel país, ni el gobierno francés, ni el nuestro se opondrian à que saliese de Francia. »

Se le dieron banquetes, recibió obsequios, y estuvo, como suele decirse, á la moda. Esto favorecia sus planes, que al formarlos y conducirlos con más habilidad, le hubieran dado más resultado.

PARTIDO MONTEMOLINISTA

LXVI

Desde la abdicacion de D. Cárlos Maria, era su hijo el jefe del partido que se llamó montemolinista, por el título que adoptó. tomado del nombre de una villa de la provincia de Badajoz, que debió su fundacion á los romanos, y contiene cerca de 3,000 habitantes, habiendo pertenccido al priorato de San Marcos de Leon.

Olvidando lo pasado, segun declaró en su manifiesto, queria fundar un gran partido nacional, en el que todos cupieran, y no vaciló en invitar á algunas personas notables del progresista, que no admitieron la coalicion à que se les convidaba. Hubo quienes la querian, al menos para pelear y vencer à la situacion, que podia no ser legal, pero era fuerte y valerosa, porque valor y grande, necesitaron aquellos gobiernos moderados para arrostrar hasta cierto punto la cuestion de fueros de las Provincias Vascongadas, aunque no la resolvieron, para celebrar la quinta en Cataluña, establecer el sistema tributario, arrostrar las iras de los progresistas y vencerlos, la desesperacion del carlista, el disgusto de la Europa y la cólera de la Inglaterra. Y una gran parto de los que no querian la coalicion, aceptaron la simultaneidad de la accion, para lanzarse los carlistas a los campos, y pronunciar les progresistas algunas ciudades populosas. No se adelantaba mucho

en estos trabajos, á los que no era ajeno el gabinete inglés, y los montemolinistas continuaron los suyos para organizar sus huestes y contarlas antes de emprender la lucha, muy temida por el gobierno, si tenia que combatir la coalicion armada carlo-progresista.

Muchos antiguos carlistas desconfiaban del éxito de la lucha, si habian de combatir solos, y algo de esto pensaba, y con razon, el mismo Cabrera; pero los de menos esperiencia eran los más audaces, como es frecuente, y creyeron que con comprar uniformes, armas y inuniciones en Slicefielid y Birminhgan y enviarlas á uno de nuestros puertos, estaba asegurado el éxito. Algo de esto supo el gobierno español, y previno á todas las autoridades militares y civiles, aunque no les envió órdenes como la que hemos publicado contra Espartero: ayudóle oficialmente el gobierno francés, no limitándose á internar carlistas, sino á encerrarlos en prisiones, como hemos visto.

Montemolin confiaba es sus propias fuerzas; las contaba y eran numerosas; pero no estaban dispuestos todos á tomar las armas, al ménos en un principio, y como pululaban á su alrededor los que más ilusiones se hacian, y contaban ménos con los obstáculos que con su buen deseo, la adhesion do los antiguos carlistas á los unevos montemolinistas fué considerada por su número más que por su valor, y sobre todo, por su poder de accion.

Para más ilusionar, casi se creó una junta que se llamó provisional vasco-navarra, que solo dió ostensible señal de vida en una proclama dirigida á los vasco-navarros ", en la que haciendo una oxtraña mezcolanza con los principios liberales y carlistas, y hasta condenando el sistema tributario que en nada afectaba á los vascongados, la expedicion de Florez que no obligaba á ningun hijo de aquel país por no tener ninguno en el ejército, les baticinaba la pérdida de todos sus privilegios, pedia el alzamiento de las cuatro provincias, al grito de laurachat (cuatro en una), ostentando el estandarte de verdadera libertad, del orden y de la justicia; que sólo Carlos VI podia garantir un gobierno ilustrado, paternal, previsor y digno; que no era un déspota, sino muy ilustrado; que la union y decision fuese la divisa de todos, olvidando anti

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Eucabezaba: Campo del honor y de la verdadora libertad, al pié de los P’irineos, 14 de Setiembre de 1846, y no tenia más firma que el título de la junta.

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