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que con su conducta escarnecia la religion, se lanzó en 1833 á defenderla, obedeciendo más bien á sus inclinaciones belicosas. Historiados ya sus hechos en la guerra civil de los siete años, propicia ocasion se le ofrecia ahora, y su presentacion fué ruidosa.

Las autoridades, que no supieron, y por consiguiente, no impidieron un desembarco de armas y municiones en la playa de Badalona, no evitaron tampoco que la ciudad de Cervera, que contaba más de 5,000 habitantes, guarnecida sólo por una escasa compañía de tropa, cuya mitad salió á conducir caudales, y otra parte de ella marchara á Guisona, for temor de que se perturbara el órden, fuera ocupada por Tristany, de acuerdo con algunos amigos de dentro, y ayudando al canónigo el Ros de Eroles y Griset. Se apoderaron de 90,000 reales que habia en la administracion de Rentas, del tabaco y pólvora; invitaron á los presos á seguirles, haciéndolo los más; á los cinco soldados que daban la guardia en la cárcel, los desarmaron y dejaron en libertad; y al salir dos guardias civiles á llevar el parte diario, ignorando la invasion, recibieron una descarga al llegar á la plaza de San Miguel; murió uno, y quedó el otro herido y prisionero, y sus compañeros rompieron el fuego desde el cuartel, sosteniéndole hasta que los invasores, unos 200, abandonaron formados la ciudad, sintiendo Tristany no haberse apoderado del gobernador que, aunque sorprendido en la cama, pudo fugarse, defendiéndose

antes.

Sólo se victorcó á Cárlos VI, y su caudillo se afanó en hacer comprender que nadie temiese; que ya no habia blancos, negros, ni amarillos. Habia mandado derribar las murallas, lo cual sólo tuvo efecto en los torreones y puertas de las Vírgenes y Capuchinas. Sólo de la casa del gobernador faltaron varios efectos, y del juzgado algunas causas criminales. Pero aunque tal aspecto presentaba la guerra, la consternacion fué general, y los vecinos pidieron proteccion, si no habian de abandonar la ciudad é irse á Lérida.

Tristany cayó en seguida sobre el destacamento que habia ido á Guisona, que mandado por el jóven teniente Gotaredona, se resistió, hasta que el incendio de una casa contigua á la que ocupaba, indujo á los 14 soldados á soltar las armas y entregarse, tomando algunos parte con los montemolinistas, que dejaron en libertad al teniente.

De Guisona marchó Tristany a Vichfret y á Calaf, y á poco á

Tarrasa.

Breton, á quien causó gran sensacion la noticia de lo sucedido en Cervera, aunque enfermo, se hizo conducir en una especie de silla de manos á aquella ciudad, à la que llegó con una pequeña columna y 4 piezas; mandó recdificar los torrcones destruidos, dió una proclama llamando á Tristany jefe de bandidos y asesinos, que quiso inaugurar su declaracion de guerra con uno de esos golpes que parecen obra de la astucia y de la inteligencia militar, y no eran otra cosa que el cfecto del ascendiente que tenia en el país y de la fanática proteccion que sus habitantes le dispensaban; que merced á sus confidencias habia entrado en Cervera, lo cual podia repetirse por las simpatías que tenia, por sus confidencias, por la seguridad de convertirse de soldados de la fé en simples paisanos, por la rapidez de un movimiento y las pocas necesidades que tenia el que de todo se apoderaba cuando le convenia; que sucesos como los de Cervera no bastaban á impedirlos la actividad de las tropas y la vigilancia de los jefes de columnas; y que. no teniendo tropas para ocupar militarmente el país, pedia el apoyo de los catalanes. Regresó á Barcelona, y sabiendo por un confidente que militaba con Tristany, que este iba á caer sobre Tarrasa, envió al coronel Manzano con 300 infantes y 25 caballos á aquella poblacion, ya ocupada por los montemolinistas; y en el momento en que su jefe daba al alcalde D. Agustin Gali la seguridad de que no queria hacer la guerra más que á los que se mctian con ellos, pues todos eran ya unos, sc vieron atacados con más arrojo que prudencia. Sorprendido Tristany, apenas pudo organizar la resistencia en la plaza de la iglesia y en la estrecha calle donde se parapetó. Trabóse porfiado combate, en el que no lució la pericia del jefe liberal, lo cual produjo no pocas victimas, y púsole en situacion critica y desesperada, y apelando sólo al arrojo y dando él primero el ejemplo, acometió á paso de ataque y á la bayoneta al enemigo, le desalojó y persiguió hora y media.

Escasa pérdida sufrió Tristany, que hubiera visto copada su partida á saber esperar Manzano; asi que aquel sacó más gente, por la que de Tarrasa se le unió, y dejó una proclama, concediendo amplia amnistia en nombre del rey constitucional, á los que se hallasen dentro y fuera de España, y hubieran combatido contra su padre, y apelaba á los sentimientos de honradez y patriotismo

de todos los españoles para entronizar un sistema que hacia compatible la libertad con la restauracion de sus derechos.

Batido á poco por Baxeras en San Pedor, y al dia siguiente en Suria, tuvo Tristany que dividir su gente, mandando él una parte, otra el Ros de Eroles, y la tercera Vilella. Entre ellos iban Borges y otros que habian de adquirir cierta celebridad.

La guerra era ya un hecho: Enna tuvo que salir de Barcelona al frente de una columna de todas armas; Breton impuso pena de la vida á todo el que se cogiera con los rebeldes, á los espías, á los que llevaran correspondencias, á los que, habiendo estado en las partidas, se refugiasen en las casas de campo, á los que auxiliasen á los enemigos con armas, municiones ó dinero, á los reclutadores, etc., etc., y haciendo responsables á los padres de sus hijos y á los amos de sus criados.

REEMPLAZA Á BRETON EL MARQUES DE NOVALICHES-PROCEDER DE LOS MONTEMOLINISTAS—FUSILAMIENTO DE TRISTANY

LXIX

No pudo plantear Breton el rigor con que creia indispensable combatir al enemigo que se ostentaba temido, por verse reemplazado el 7 de Marzo por el marqués de Novaliches, D. Manuel Pavía, à quien ofreció el gobierno aquel ya dificil mando, le declinó por respetos al general Breton, y sólo le aceptó consignándose lo gratos que habian sido sus servicios, y haciéndosele conde de la Riva.

El haber servido Pavia en aquel pais con el baron de Meer, á cuyas órdenes fué segundo jefe de E. M. del ejército de operaciones, y despues gobernador militar de Barcelona, le debian permitir estudiar bien los sucesos y formar su plan, áun cuando se lamentó de la falta de fuerzas, que consistian con las pocas que llevó, en unos 22,000 hombres. Los montemolinistas apenas pasarian de 400.

Al llegar á Barcelona, pudiendo salvarse en el camino del encuentro con los montemolinistas, dióse á conocer, manifestando el dolor con que habia sabido que se intentaba renovar la guerra civil, bajo la ridicula enseña de Cárlos VI y Constitucion, y no creia

que hubiese quien se dejase seducir por los que en la Panadella y el Bruch tiïeron sus manos con la sangre de víctimas indefensas, é incendiaron á Moya, Ripoll y otras poblaciones fabriles; que con el auxilio de la Providencia, y la ayuda de los buenos, confiaba que aquellos pocos miserables no les arrebatarian la paz tan necesaria; que se volvieran al vecino reino; que él daria gustoso su sangre porque escenas como las que pasaron no se reprodujesen jamas; pero que si eran pertinaces y obcecados, todo el rigor de las leyes, por más que lo lamentara, caeria sobre los que fucsen aprehendidos.

Y á la vez que las autoridades del gobierno exponian la necesidad del rigor para vencer, los sublevados procuraban atraer prosélitos por la bondad, mandando Montemolin desde Londres, que no se tomaran represalias, y á la conducta que observaran sus enemigos, cualquiera que fuese, opusieran la disciplina, el órden é ideas conciliadoras (").

Para contrarestar esta tendencia, y predisponer á la vez favorablemente el ánimo de los pueblos, ordenó l'avia el 22 de Marzo, que las tropas inspirasen confianza a los habitantes del pais por su comedido y arreglado comportamiento; que en las poblaciones

Circular-Ha llegado al conocimiento de S. M. que el gobierno de Madrid so propone adoptar medidas de extremo rigor, y áun atroces, con los que tan heróicamente defienden su justa causa, para obligar por este medio á sus generales á que tomen represalias é imiten el genio brutal de los enemigos, para fundar en esta conducta el descrédito de la causa de S. M., porque envidioscs del plausible comportamiento de los jefes que han salido á campaña, temen, y con razon, los efectos y la atraccion que tan noble comedimiento y disciplina produce, no sólo en los pueblos, sino en las tropas enemigas, resultado que S. M. no quiere perder à costa de los mayores sacrificios, y así me manda S. M. diga á V..... que sea la que quiera la conducta del enemigo, se abstenga V..... de hacer represalias, y que á todas las atrocidades que los enemigos ejecuten oponga V..... los medios de disciplina, órden, moderacion y reconciliacion que S. M. tiene reiteradas veces recomendado, para que la odiosidad de los actos reprobados que aquellos cometieren, pese sólo sobre ellos, y que la España y la Europa pueda juzgar con exactitud, é imponer en su juicio serero la responsabilidad á quien corresponda. De este modo merecerá V..... la aprobacion de los pueblos, será su amparo y su protector, y los enemigos, lejos de apoyo y defensa encontrarán ruina y descrédito. Quiere S. M. que en sus armas brille la virtud, el verdadero valor y la humanidad, y que éstas no vean ni combatan más enemigos que los que les opongan resistencia en el campo de batalla.

De Real órden, etc. Londres 10 de Marzo de 1817.-Dios guarde, etc.-(Firmado de Real órden).-Mon.

y casas de campo les molestaran lo menos posible; que diesen pruebas palpables de que se ocupabau principalmente en procurarles el reposo y tranquilidad de que eran merecedores, exigiendo la más estrecha responsabilidad en la observancia de tales principios.» Al propio tiempo dió permiso el gobierno para tapiar algunas casas de la montaña, donde Tristany tenia sus mejores guaridas, aunque esto apenas llegó á ejecutarse.

Todo era, sin embargo, inútil para impedir la guerra, ni áun para extinguirla. Aparecian nuevos partidarios, y tan osados algunos, que sólo 14 hombres penetraron silenciosamente en Martorell, poblacion de más de 3,000 almas, á cuatro leguas de Barcelona, y despues de estar bebiendo en una taberna contigua à la casa-cuartel de la guardia civil, y frente al ayuntamiento, se marcharon tranquilos. Si aquí podia alentar la impunidad lo corio del número, con mayor penetraron en Agramunt, Balaguer y otras poblaciones de la importancia de estas, atreviéndose hasta acercarse á la inmediacion del almacen de pólvora de Lérida, sin más que trabarse un pequeño tiroteo. Experimentaron algunos contratiempos los montemolinistas, y hubo partidario, como Don José del Bosch 2, que á los doce dias de pronunciarse, fué cogido y fusilado; pero esto no impedia que aparecieran otros, esforzándose por dar una regular organizacion siquiera, à aquel levantamiento tan fraccionado y hacerle aparecer lo que nunca ha podido ser en Cataluña. El que mandaba la division montemolinista del Campo de Tarragona, D. Juan Forner, para justificar el alzamiento y hacerle simpático, á la vez que temido, expidió una circular en la que manifestaba, con gran descuido ortográfico, que descando D. Carlos remediar las vejaciones y atropellamientos que estaba sufriendo el pueblo español, y compadecido de la esclavitud que le oprimia, se habia visto precisado á valerse de sus aliados y llamar á todos los españoles, sin excepcion de clases ni opiniones, para combatir contra los destructores de la nacion; que se olvidase todo lo pasado; que él, como comandante general, recorria el pais para proteger á los habitantes y respetar las propiedades, así como castigar al que cometiese tropelias ó perjudicase á

!1) Al alcalde D. Francisco Baxeras se le procesó por no haber levantado el somaten para perseguirles.

(2) El Penitent de Finistras.

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