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Decíase en el manifiesto á la nacion que, peligrando la libertad, se restableció la junta suprema de gobierno por ser un deber y una necesidad; recuerda lo que hizo on Junio, las ofertas no cumplidas; expone la conducta del ministerio, y que para hacer frente á la crísis y dar la señal á las provincias, habia vuelto á constituirse, y llamaba á las armas para que la bandera de la junta central fuera la que les llevase al combate, la que coronase la victoria, y la que asegurase para siempre los caros objetos de la Cons. titucion, Isabel é independencia nacional "").

El general Aballe bloqueó el puerto de Barcelona y ofició á los alcaldes del distrito dándoles cuenta de la insurreccion, cuyas pretensiones decia que ignoraba aún; que habia oido que tenia construida una bandera con lema de república; quo ni el pueblo barcelonés ni la milicia habian tomado parte, y que si lo creian conveniente reunieran la de cada partido para ir con ella sobre la capital; porque si el ejército se mezclase en estas cuestiones revolucionarias, le presentarian á la nacion entera como tirano y agresor do sus conciudadanos..

Prim, á quien dolia hacer armas contra sus paisanos, aún continuó en Gracia empleando, inútilmente, cuantos medios conciliatorios le sugeria su buena voluntad.

El 3 se posesionó Riera de la Plaza de la Constitucion; procuró atraerse á una gran parte de la milicia y pueblo, como lo consiguió, y D. Isidoro de Riera dirigió una proclama á los soldados del regimiento de la Constitucion, invitándoles á desechar las intrigas de los enemigos; que el capitan general y el gobernador Prim no querian más que comprometerlos con el pueblo; que estaban rodeados de moderados; que Barcelona adoraba al ejército y no queria hostilizarle, sino asegurar su porvenir y el de la patria, para lo que el regimiento debia unir sus esfuerzos.

Y por último, habló la comision popular á los catalanes, diciéndoles que acaba de saber con el mayor asombro é indignacion, que D. Juan Prim, ébrio seguramente de venganza y de rencoroso encono, habia salido de la ciudad con el pérfido intento de llamar sobre Barcelona el odio de toda la provincia; que los de

(4) Firmaban el presidente Rafael Degollada, D. Antonio Baiges, José María Bosch, Vicente Soler, José Masanet, Juan Castells, Agustin Roverter, José María Montaña y Romá, vocal-secretario.

seos de la comision no eran otros que la instalacion de la central; que Prim habia tratado de sofocar las justas esperanzas del pueblo catalan y de los españoles todos, y que la comision velaria porque se cumpliera el deseo general.

Las autoridades del gobierno publicaban á la vez sus proclamas, y el jefe politico, Giber, decia el 2 á los barceloneses, que una fuerza armada desobediente, habia entrado en la capital y apoderádose de la plaza de San Jaime, y que en tal actitud hostil no podian ser oidas sus pretensiones, reuniéndose en tanto las autoridades civiles y militares y jefes de la milicia para proveer á la seguridad del vecindario.

Falto de fuerzas el jefe politico para hacerse respetar, se trasladó á Gracia el mismo dia 2 con las demas autoridades, lo que comunicó á los nacionales de la provincia, alentando su decision y ofreciéndoles restablecer en breve el órden.

PRINCIPIAN LAS HOSTILIDADES

XIX

En esta actitud la junta, y habiendo ido Prim á Cataluña á hacer que imperase la autoridad del gobierno, la lucha era inminente, y comenzó el mismo dia 3 por la tarde, al querer desembarcar fuerzas procedentes de Tarragona. El combate fué encarnizado; peleaban españoles, cuyo valor se enardecia con el ruido del cañon y la sangre que se derramaba. El valiente coronel Baiges tuvo la muerte de los héroes "; su pérdida fué trascendental para la insurreccion.

Prim se hizo dueño de la Barceloneta, y allegando continuos refuerzos podria penetrar en Barcelona por las mismas brechas abiertas por la junta, que empezó el derribo de las murallas.

La lucha, sin embargo, apenas cesaba un momento: unos y otros combatientes estaban enardecidos; se olvidaba la humanidad. Los once individuos que representaban al ayuntamiento, ro

(1) Dijose entonces que D. Antonio Baiges habia sido espía en Londres de Fernando VII, y militó despues en las filas carlistas.

garon al capitan general cesara el fuego para intentar una avenencia, y aunque el general deseaba lo mismo so negó á suspenderle mientras continuase el de la plaza: estaba en lo justo, mas no protendiendo que los concejales con el vecindario desarmasen á los sublevados y entregasen sus jefes á la autoridad militar. Inútiles las gestiones, no se pensó más que en vencer ó morir: nombróse una junta de armamento y defensa, y la suprema aumentó el número de sus vocales "".

Tan eficazmente trabajaron, no sólo en Barcelona sino fuera de ella, que fué efecto de su propaganda el pronunciamiento de Mataró, Gerona, Hostalrich, Olot y casi todo el Ampurdan.

El gobernador de Monjuich, Sr. Echalecu, que tan alto puso su nombre en anteriores sucesos, se negó á hacer fuego sobre Atarazanas, y le reemplazó el coronel D. Fernando Zayas, que empezó haciendo disparar bala rasa contra aquella fortaleza, cuyo gobernador Torres y Riera hizo bandera negra de su corbata.

El brigadier D. Narciso Ametller marchó desde Lérida á Barcelona con Martell y algunas fuerzas. Estaba indudablemente por los pronunciados; pero le hacian vacilar Lopez y Serrano, con quienes seguia correspondencia: escribió á Prim desde Igualada, pidiéndole una entrevista; fué Prim á su encuentro en la mañana del 9; conferenciaron en San Feliú de Llobregat; trataron de terminar aquella situacion sin derramar sangre; acordaron almorzar con los de la junta al dia siguiente, para conseguir la avenencia que tanto descaba el conde de Rens, y cuando conferenciaban los dos amigos, regresaron à Barcelona los comisionados de los centralistas que habian ido á Madrid: so exaltaron más los ánimos por llegar desauciados; Prim volvió á Gracia y Ametllor á Sans y á Barcelona, donde viendo la imposibilidad de avenencia con Prim, se unió resueltamente á los pronunciados, dispuesto a sepultarse entre las ruinas de la ciudad. El batallon de Zamora, que le habia acompañado antes de entrar en la capital, se fué à la ciudadela á unirse con las tropas del gobierno, como lo hicieron algunas otras fuerzas, que no estorbaran á los centralistas, porque no contaban con bastantes puebles de la provincia y áun de las

.1) Con los Sres, de Quintana, Rius y Rosell, Zulueta, Tort, Fabregas y el corouel 1). Juan Martell, que se acercaba á Barcelona al frente de un batallon de francos, siguiendo formando parte de la junta los res. Benavent y Queralt, que estaban comisionados en Madrid.

demas de Cataluña, por obedecer unos & Prim y estar otros á la espectativa.

No faltó, sin embargo, Gerona, que nombró su junta "", la que dió la comandancia general de la provincia á D. Francisco Ballera, coronel del provincial de Gerona. Dirigió el ayuntamiento una proclama para que no se cerrasen las tiendas; que se confiara en las autoridades, que velaban por los intereses y seguridad individual de todos, y se entregaran á sus negocios, «seguros de que si el dia anterior una mano osada pudo mancharse con el crímen, no volverian á repetirse tales escenas» (2).

La junta de Barcelona consideró á Ametller buena adquisicion, y le nombró mariscal de campo y capitan general del ejército y principado, declarando por otro decreto traidor á Prim. No lo era seguramento, porque ningun compromiso habia contraido con la junta, y no se habia separado del gobierno. Indignosc Prim de este acto, reunió á los jefes y oficiales á sus órdenes, se identificaron con su justo enojo, y se decidieron á no transigir.

Ametller aceptó el mando, no el empleo, y marchó con una columna al encuentro de Ballera, que salió tambien de Gerona con otra. Empezó bien la escursion del primero, que sorprendió é hizo prisioneros en San Andrés de Palomar á unos 50 oficiales y alguna tropa armada, enya sorpresa no era la primera, pues en las salidas que efectuaban de la plaza ejecutahan tales aprehensiones, y en una expedicion á Sarriá prendieron á varios de los fugitivos de Barcelona, causando algunas víctimas y esperimentándolas á su vez.

Ametller dejó pronunciado á San Andrés, se reunió en Mataró con Ballera, y juntos fueron a Badalona, pronunciándose á su paso Tordera, Calella, Canet, Arenys de Mar, Vilasá de baix y Vilasá de dalt.

Prim, en tanto, se aprestaba á operar desde Gracia, á donde llegó el nuevo capitan general, D. Miguel Araoz, con algunos refuerzos.

La tregua de estos dias la aprovechó la junta de Barcelona para hacer mayor la defensa y allegar recursos y fuerzas. Siguiendo el funesto precedente establecido, dirigió una alocucion al ejér

Presidióla D. Ramon Cabrera, que habia pertenecido á la de Junio, y eran indivíduos de ella los Sres. Maranges, Antet, l'ararols y Prats,

(2)

Firmaban el alcaldo Basó, los regidores Poch, Ortiz, Rexach, Desoy, Esteva, Barnoya, Batlle, Soler y el subsecretario Font.

cito, ofreciendo licencias absolutas á todos los sargentos, cabos y soldados de la quinta del 39 inclusive que se adhiriesen al pronunciamiento en el término de cuatro dias; igual beneficio á los procedentes de las quintas del 40 y 41, concluidas que fuesen aquellas circunstancias y se hallase organizada la junta central, y los de la quinta del 42, dentro del término de un año en que lo fueren los de la anterior.

El 12 declaró la junta traidor á la patria, y que sería pasado· por las armas el que las tomase contra la central, declarando inclusos en igual pena, los que osparciesen voces para alentar á los enemigos y desalentar á los pronunciados y á los que prestasen á aquellos, auxilios de cualquier especie.

Temiendo el sitio, del que empezó á hablarse, prohibió la junta la extraccion de toda clase de viveres, de inmuebles, efectos y equipajes, y adoptó fuertes providencias al efecto ", decretando que, en atencion á que el ministerio habia faltado al programa que motivó el alzamiento de Junio, y se hallaba supeditado por una pandilla moderado-carlista, le destituia y declaraba nulos y de ningun valor ni efecto, todos los decretos y resoluciones que dictara desde aquella fecha en adelante, sujetando á revision los actos anteriores, y á revalidacion todos los nombramientos, grados y condecoraciones que hubiese concedido. No se podia faltar á la constante aficion de destruir; el edificar era secundario.

OPERACIONES

XX

Las fuerzas que con insistencia pidió Prim al gobierno iban llegando, las organizaba, y dióle tiempo la marcha de Ametller á

Mataró.

El nuevo capitan general no podia ménos de dirigir su voz á los barceloneses antes de combatirlos, y á la vez que lo hizo á los

(Ördenó despues que todo el que de palabra ó por escrito se dirigiese & aquella corporacion ó á cualquiera de sus indivíduos, intercediendo para la revocacion de las determinaciones que adoptase contra los desafectos á consecuencia de los últimos acontecimientos, pagaria 1,000 rs. de multa con destino á las perentorias urgencias de la guerra.

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