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soldados, dándose á conocer y recomendándoles continuaran tan subordinados como estaban, dijo a los catalanes: que su enseña era Constitucion del 37, trono de Isabel II é independencia nacional; que la libertad no corria ningun riesgo; que las Córtes iban pronto á reunirse, que fueran todos españoles y no se provocaran conflictos que pudieran hacer perder lo mismo que todos invocaban; que se dieran á la reflexion y meditaran por la suerte de la capital, envidia por su industria del extranjero, y le evitarian la amarga pena de presentarse como guerrero, el que sólo envidiaba la gloria de pacificador. A la vez se declaró la provincia en estado de guerra, que aún no lo estaba, á pesar de los dias en que se habia peleado con tanto encarnizamiento.

Ordenése á Prim que tomara inmediatamente la ofensiva: bloqueó á San Andrés de Palomar; dispuso Ametller al saberlo, que la brigada Martell construyese un puente de carros sobre el Basós para acudir en auxilio de la poblacion, y al pasar el rio se vió atacado y obligado á repasarle, introduciéndose á la vez una parte de las fuerzas de Prim on San Andrés, contra el que rompió el fuego el 22. Esforzado el ataque, no lo fué ménos la defensa; disputábase el terreno á palmos, se hizo tanto uso del fuego como de la bayoneta, y al fin triunfó Prim, haciendo unos 200 prisioneros. Entre los muchos muertos, se contó el coronal Sisch, ayudante de Prim, y heridos de gravedad Milans del Bosch y Galofre.

La pérdida de San Andrés fué funesta para Ametller, por la separacion de algunas de sus tropas con sus jefes; Martell con unos 800 hombres tuvo que dirigirse al campo de Tarragona, para sublevarla, y Riera, con ménos fuerza, intentó introducirse en Barcelona; pero rechazado y disperso perdió en la madrugada siguiente más de 200 hombres de los 600 que llevaba, cayendo tambien prisionero el mismo Riera con otros al dirigirse á Sabadell. Terrible golpe para los centralistas, que valió á Prim la faja de mariscal, que le regaló Serrano por tenerla puesta cuando recibió el parte.

Hacia la parte de Martorell, Montoria, secretario de la junta,. quedó prisionero y dispersada su gente; Reus, cuyo pronunciamiento no fué temible, por ser sólo la declaracion de algunos centralistas, so sometió al gobierno, y Ametller marchó hácia Gerona, persiguiéndole Prim, que atacó á Mataró, no ménos bravamente defendida que San Andrés por tres batallones de la mili

cia y alguna fuerza del ejército y de carabineros, apoyados en buenas fortificaciones, cuya conquista costó mucha sangre, así como la de las casas, barricadas y conventos á que últimamente se vieron reducidos, atacándoles nuevas fuerzas de refresco, que les obligaron á rendirse. La mortandad fué grande por una y otra parte, y quedaron en poder de Prim 525 prisioneros, incluso el gobernador y presidente de la junta D. Ramon Herbella.

El vencedor, gran cruz de San Fernando por el anterior triunfo, envió algunas fuerzas á someter el castillo de Hostalrich, y siguió contra Ametller, bloqueando à Gerona el 29 de Setiembre.

Creyendo conveniente el gobierno mostrar más energia, declaró enemigos de la nación á cuantos tomaron parte en la rebelion de Barcelona y Zaragoza, á los que las promovieran, alentaran y sostuvieran, y á los que en algun otro punto se alzasen con cualquier pretexto, persiguiéndolos y castigándolos con arreglo á las leyes; autorizaba á los generales en jefe de los ejércitos y capitanes generales de los distritos á proceder breve y sumariamente con arreglo á ordenanza contra los jefes, oficiales, individuos del ejército y demas dependientes del ramo de guerra que hicieran causa comun con los sublevados, considerando comprendidos á todos los individuos del ejército y dependientes del ramo de guerra que se encontraban sin autorizacion en cualquier sitio sublevado y no lo abandonaran, y ánn continuando en él, aunque no tomaran parte en la sublevación, exceptuando á los empleados de almacenes, hospitales, parques y encargados de la custodia y conservacion de efectos del gobierno y material de guerra de dificil trasporte, mientras fuesen respetados estos efectos.

No iban seguramente bien los negocios para los centralistas, aunque se pronunció Figueras y otros puntos; porque en Gerona habia que obligar a la milicia à defender el pronunciamiento, y no habiendo alli el mayor entusiasmo, una de esas lamentables desgracias, harto freenontes en aquella capital, vino á hacer más apurada su situacion : desbordése en la madrugada del 19 el rio Galigans; llevó en su feroz corriente casas y familias enteras, dejando asolada la plaza y barrios de San Pedro, y en pos de su curso miseria, luto y lágrimas, que mitigó en parte una suscricion general. "

(1) Se arruinaron más de 70 casas y se ahogaron sobre 100 personas, entro ellas

(1)

Hemos citado el pronunciamiento de Figueras, harto importante, y debemos consignar que hallándose alli el antiguo ropublicano Abdon Terradas, no podia ménos de aprovechar aquellas circunstancias, y esta villa formó su junta "") y declaró en su programa de junta contral, compuesta de representantes de las provincias, elegidos por todos los españoles sin excepcion; gobierno provisional ejercido por dicha junta central hasta la inmediata convocacion de una Asamblea Constituyente, é igualdad de derechos politicos entre todos los españoles para lo sucesivo, base indispensable para hacer efectiva la soberanía nacional.

Nosotros, añadia la proclama de la junta, no invocamos este ni aquel sistema: ningun derecho nos asiste para imponer á los demas lo que à nosotros nos parece lo mejor. Dése la nacion soberana las instituciones que más apotezca; elijanse los jefes que la han de regir: resérvese la eleccion de todos sus funcionarios, y de este modo acabarán de una vez los partidos; pondráse un freno á los especuladores politicos; los aduladores y sostenedores de los tiranos so convertirán en servidores y sostenedores de la causa del pueblo, porque éste será entonces el supremo poder, y la felicidad de todos será el fruto de tamaña regeneracion.»

Contando Araoz con fuerzas suficientes para tomar la ofensiva, la anunció el 18 intimando à la junta so rindiera á discrecion; mediaron algunas contestaciones sin resultado; hubo el 21 dos horas de cañoneo y fusileria; arreció al dia siguiente; al mismo tiempo se empeñaban fuera de Barcelona algunas escaramuzas, como la efectuada en San Cugat del Vallés, en la Bordela y en otros puntos: el alcalde y vecinos de Martorell, cansados del hospedaje de los centralistas, que causaron algunas molestias, efectuaron un acto de arrojo y los celaron de la villa; y temiéndose en Igualada por el órden, la junta auxiliar del partido mandó que la persona que de palabra ó hecho alterase la tranquilidad pública, ó se presentara con gorra, blusa ú otro distintivo de los que usaban los que en la capital se habian declarado contra el gobierno proclamado por la nacion, sería preso y procesado on el término de seis horas

familias enteras, como la del juez de primora instancia, Sicars, que contaba sicta hijos, salvándose el mayor, que con su padre estaba fuera de Gerona.

(4) Presidida por Terradas, siendo vocales Monturiol, Burgell (de San Clemente), Mar de Castellon de Ampúrias), Amat (de Peralada, y suplentes, Torres, rogidor de Figueras, y Brosés (de Cabanes;.

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para sufrir la pena que las leyes establecian, aplicable igualmente á los que se ocupasen en construir i vender aquellos distintivos pú– blica ó secretamente, ó los tuviesen en su poder: para evitar la introduccion en la ciudad de los perturbadores, se obligó á todos los vecinos mayores de catorco años á proveerso de una papeleta de seguridad, y se ordenó que las tabernas se cerrasen á las siete de la tarde y los cafés á las nueve.

No ménos fuertes medidas tuvo que adoptar la junta de Gerona para conservar á su favor el espíritu público, y sometia á una comision militar como traidor á la patria al que conspirase contra el pronunciamiento, esparciera noticias alarmantes y propalara voces subversivas; al que procediendo de Barcelona no se presentase á tomar las armas, si era apto, ó á contribuir con lo que la junta exigiera; el amo de casa que ocultara á alguno de estos, y consideraba como un deber de todo buen ciudadano la denuncia y sostenerla.

Ordenó la junta una requisa de 100 caballos, y el jefe político, D. Agustin Hidalgo, anunció el 29 desde Mataró, que procederia mancomunadamente contra los bienes de los indivíduos de la junta para reintegro de las cantidades que hubiesen exigido despues de su circular del 9.

JURAMENTO Y ENTUSIASMO DE LOS CENTRALISTAS

XXI

Aunque los centralistas barceloneses iban quedando solos, ni temieron ni se desalentaron. Atendió la junta á las esposas é hijos de los nacionales y francos prisioneros, à que no faltase alimento á los ancianos y achacosos que de él carecian por falta de trabajo, y subiendo que Araoz trataba de embarcar á los heridos del ejército, le ofició ofreciendo sus hospitales y asistencia para que no peligrasc la vida de aquellos heridos en la travesía por mar, asogurando serian tratados con el mayor esmero, y concluida su curacion podrian volver a sus filas. No creyó Araoz necesario acep tar tan generosa oferta, y correspondió á olla diciendo que permitiria gustoso la entrada de las cosas precisas de que se careciese en la plaza, pasándole nota.

Otro proceder queria el gobierno se tuviese con los centralistas, en armonía con sus disposiciones, y reemplazó á Araoz el 21 con D. Laureano Sanz. Grave cra esto para Barcelona, pero lo fué más la noticia do lo sucedido en Mataró; desaparecieron por temor, el gobernador do Atarazanas, Torres y Riera, el que enarbolú dias antes bandera negra, y el secretario de la junta Sr. Nogués; convocó ésta á todos los jefes y oficiales en el salon de San Jorge; les arengó el Sr. Degollada, manifestándoles valiente que la junta estaba resuelta á sopultarse entre las ruinas de la ciudad antes que ceder de su empeño; y preguntándoles si podia contar con ellos, contestaron unánimemente: hasta la muerte. El vicepresidente D. José Maria Boschi y Patzi, descnvainó entonces su espada, felicitó á los bravos, en cuyas venas ardia la libre sangre catalana, y añadió: Compañeros: el que se sienta con valor para dar su vida por la libertad de la patria, cruce su espada con la mia, y juremos aqui todos luchar hasta vencer ó morir por la santa causa que defendemos. Todos cruzaron sus espadas, prestaron fervorosos el juramento, y tan grandioso espectáculo terminó declarando traidores á Torres y Riera y á Nogués. Las bandas militares recorrieron las calles por la noche tocando himnos patrióticos, que enardecian el entusiasmo del inmenso gentío que las seguia victoreando á la libertad y á la junta.

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No era aquella una de esas festivales en que se puede demostrar impunemente el entusiasmo patriótico; porque se llevaban dias de pelea, aún les cercaba el enemigo y les apuntaban los cañones de la fuerte ciudadela y del temido Monjuich, de los amenazadores Fuerte Pio y el de D. Cárlos; no celebraban un triunfo, sino una resolucion heróica, despues de una funesta derrota y terribles desengaños; alli no había más inspiracion que la del valor, ni más sentimiento que la honra, ni más divisa que la libertad; alli se sentia, no se pensaba.

El ejército sitiador que presenció aquella procesion iluminada por la luz de las antorchas que llevaban los actores de ella, debió comprender que se las habia con enemigos esforzados y resueltos.

Al prepararse Sanz á atacar, declaró la junta milicianos nacionales á todos los solteros y viudos sin hijos de diez y siete á cuarenta años de edad; formó con los penados por delitos leves una compañia de salvaguardias, y pidió à la junta de armamento y de

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