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y en los actos del reino, se usó por algun tiempo el idioma lemosin, en prueba de lo cual nos cita el Sr. Torres Amat los fueros de D. Jaime el Conquistador, las proposiciones ó discursos de la Corona en la apertura de las Córtes, las ordenanzas y otros documentos oficiales. Aquel idioma (digá– moslo de paso) es el que algunos designan con el nombre de romance, aunque en la comun inteligencia sea este el verdadero idioma castellano; y es que, derivados del latin todos los idiomas y dialectos neo-latinos, en cuyo número hay que contar al provenzal y sus derivados, llamáronse todos romans ó romances, esto es hijos del romano, siendo mas natural esta etimologia que la árabe de al-romi, enunciada aunque no apoyada por Marina.

Y ya que hemos hablado de los fueros y del idioma en que parece haber sido algunos redactados, no será inoportuno el indicar que mucha parte de ellos, y desde luego los de D. Jaime I, fueron sucesivamente traducidos del romanz en latın, como lo afirma el Justicia mosen Juan Gimenez Cerdan en su célebre carta á Diez d' Aux, por los famosos letrados Jimenez Perez de Salanova, Galacian de Tarba y Juan Lopez de Sessé. En la coleccion general que de ellos corre impresa nótase que hasta los primeros años del siglo XV, esto es, hasta los decretados en las Córtes de 1414, todos se hallan redactados en idioma latino, (20) empezando á leerse en castellano

(20) Pero ese latin era en muchos fueros tan impuro como lo fué generalmente en la edad media; y porque de él mismo se puede fácilmente deducir el que en Aragon habia de usarse como vulgar, copiaremos un trozo correspondiente á 1247, que dice: «Villana debet habere per suas dotes unam domum coopertam in qua sint duodecim bigæ et unam arenzatam vinearum et unum campum in quo possit seminare unam arrobam tritici in voce linaris, et suas vestes integré et suas joyas et unum lectum bené paratum de melioribus pannis qui sint in domo et duas meliores bestias de domɔ aptas ad laborandum cun omnibus suis apparamentis.»>

los de las Cortes de Maella de 1423, asi como los de Alfonso III, inclusos en los de Pedro III que los dió en 1283, pero que desde luego tienen un lenguaje mas moderno que el de su tiempo.

Volviendo á insistir sobre la introduccion del idioma provenzal. quien mas contribuyó á ella, despues de los primeros condes catalanes de la Provenza, fué D. Jaime el Conquistador, el cual, hasta donde esto es posible, declaró lengua de córte el lemosin, que merced á varias causas llegó á hacerse popular, aunque no, como se ha supuesto, en todo el reino. Pero debe, sin embargo, notarse que al cabo de un siglo decayó la pureza de la nueva habla y la nueva literatura, pues si bien hacia el fin del siglo XIV (1390) se fundó en Barcelona, y luego en Zaragoza, un Consistorio de la Gaya Ciencia á imitacion del que años antes (1324) se habia fundado en Tolosa, ya es punto bastante averiguado en la historia de las letras y las artes, que las Academias suelen fundarse para detener la decadencia, pero sin poder atajarla por completo si otras causas no comunican nuevo impulso al ingenio, de suyo libre y aventurero. Tambien contribuyó á esa decadencia el elemento castellano, gradualmente introducido en la Corona de Aragon, ya por el advenimiento de Fernando I en 1414 (21), ya por el ejemplo del marques de Villena que á un tiempo insinuaba el gusto aragonés en Castilla y el idioma castellano en Aragon.

De entre los escritores que prefirieron el idioma lemosin, son muchos y muy ilustres los que pueden citarse, pe

(21) Ticknor cita un certamen celebrado en Valencia el año 1474, en que se presentaron cuatro poesias castellanas: Milá dice en sus curiosísimas Observaciones sobre la poesia popular que los romances castellanos se hicieron tradicionales ya en el siglo XV.

ro nosotros nos contentaremos con recordar á Alfonso II que fué el primer trovador conocido, y floreció hasta el fin del siglo XII; Pedro II, cuyas trovas se conservaron en una coleccion de ciento veinte trovadores; Jaime I, que escribió una Crónica lemosina (22) anterior á la de Alfonso el Sábio é impresa en 1557 y en 1818, ademas de otras obras, como Lo libre de la saviesa; Pedro III, conocido como trovador; el infante D Pedro que en la coronacion de su hermano Alfonso IV, ocurrida en 1328, lució sus dotes poéticas, siendo los cantores ó juglares de sus poemas los afamados Romaset y Novellet; Juan Francés, que describió aquella coronacion en idioma lemosin; Pedro Lastanosa que floreció en 1348; Pedro IV, autor de una Historia de su reinado, de uu Libro de los Oficios de su casa y, segun se asegura, de algunas poesias; Juan I, conocido como poeta; Fray Juan Monzon que floreció en la primera mitad del siglo XV; Mosen Pedro Navarro, Rodrigo Diez, Juan Dueñas, Santa Fé y Martin Garcia, todos cinco poetas lemosines de la misma época; Juan Torres, que lo fué tambien y floreció hacia el fin del siglo XV.

Estos, sin otros que cita Latassa en su Biblioteca antigua, en donde por lo demas abundan en mayor número los escritores en latin (por no decir latinos), prueban de un modo evidente que en Aragon (23) se hizo mucho uso del idio

(22) Algunos ponen en duda la autenticidad de esa Crònica.

(23) En lo que realmente se llama Aragon que es el objeto principal de nuestra tarea, sobre todo desde este párrafo, pues por lo demás ya sabemos que la Corona aragonesa se ha designado muchas veces con el nombre comun de Aragon, como se ve en aquellos versos de Bernardo de Auriac, rovador del siglo XIII, en que dice de los catalanes.

Et auziran dire por Aragó

O et neuil en luec d' oc e de no.

ma lemosin para la poesia, la historia y la legislacion, y de eso mismo dan testimonio aquellas palabras del marqués de Santillana en su famoso Proemio: «los catalanes, valencianos, y aun algunos del reino de Aragon, fueron é son grandes oficiales de este arte,» esto es, de la de trovar, llamada gaya ciencia. Compruébalo tambien la noticia que dán muchos historiadores sobre haberse abierto en Zaragoza un Consistorio del gay saber al modelo del que se habia fundado en Barcelona con maestros ó mantenedores de Tolosa; y tambien nos lo acredita, entre otros autores de buena nota, el diligente Zurita, el cual pinta en esta manera el reinado de Juan I, que floreció en el siglo XIV: «y en lugar de las armas y egercicios de guerra, que eran los ordinarios pasatiempos de los príncipes pasados, sucedieron las trovas y poesia vulgar y el arte de ella que llamaban la gaya ciencia, de la cual se comenzaron á instituir escuelas públicas; y lo que en tiempos pasados habia sido un muy honesto ejercicio, y que era alivio de los trabajos de la guerra, en que de antiguo se señalaron en la lengua lemosina muchos injenios muy escelentes de caballeros de Rosellon y del Ampurdan que imitaron las trovas de los provenzales, vino á envilecerse en tanto grado que todos parecian juglares."

De lo espuesto hasta aqui habrá quien pueda verosimilmente inferir, y tampoco no le faltarán autoridades en que apoyarse, que Aragon se sirvió hasta el siglo XIV inclusive del idioma latino y del provenzal y no de ningun otro, cuya opinion robustecen los fueros de Jaca escritos en lemosin y conservados en un códice del Escorial; una Crónica manuscrita de los reyes de Aragon eserita en catalán y citada en el libro de las coronaciones de Blancas; una coleccion de fueros,

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que fué la primera compilacion y se hizo en catalán, habiendo sido disfrutada por Diego Morlanes; el homenaje rendido en catalán á Pedro el Grande por Jaime II de Mallorca, que corre con algunas piezas latinas al fin de la crónica de D. Pedro el Ceremonioso publicada en nuestros dias; y muchos otros documentos que comprobarian el uso general de ese idioma en nuestro reino, habiéndose de contar entre ellos algunos libros que se dicen escritos en romance, pero entendiéndose que son en provenzal, el cual se denominaba tambien con aquel nombre.

Mas, aun concediendo nosotros que el idioma lemosin ó el catalán fueran el lenguage de la poesia, el de la casa real y el de cierto género de documentos oficiales que no se redactaran en latin; nunca deduciriamos la absoluta de que aquel fuera el idioma literario, cuando á eso se oponen, no ya algunos escritores imparciales como Terreros y Aldrete, sino los importantes documentos que se nos ofrecen, siglo por siglo, desde el primero documental que es el duodécimo; ni mucho menos incurriríamos en el manifiesto error de suponer que aquella lengua sabia hubiera sido el idioma del pueblo como lo afirma Viardot, á cuya autoridad ha cedido un laborioso escritor aragonés (24), asi como tampoco no podemos convenir con Mayans para quien «la antigua lengua aragonesa se conformaba mas con la valenciana, ó por mejor decir era lemosina.»

Creemos nosotros, muy al revés, que en Aragon hubo

(24) D. Mariano Nougués en su obra histórica sobre la Aljaferia, en quien sospechamos que haya influido el recuerdo que hace el abate Andres del Sr. de la Curne, colector diligente de poesias provenzales, á quien una poesia francesa antigua hizo deducir ante la Academia de Inscripciones y Bellas letras que los catalanes y aragoneses hablaron la lengua de oc.

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