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con el de Aragon son bajo mas de un aspecto reparables. Los orígenes de la reconquista fueron á la verdad idénticos en ambas comarcas, habiendo lidiado unos y otros en las montañas, que los árabes llamaban indistintamente tierra de Afranc, y habiendo contribuido de consuno á la creacion de la nueva monarquia con las limitaciones que ya son de todos conocidas. Viniendo á mas claros tiempos, se sabe que Alonso el Batallador dió fueros aragoneses á un gran nùmero de pueblos de Navarra, concediendo á Tudela el privilegio zaragozano de Tortum per tortum, que consistia en la facultad de desagraviarse cada uno á si propio, y otorgando á la misma villa y á todo lo que hoy es su merindad el fuero de Sobrarbe, que mas tarde se convirtió en fuero general de Navarra. Tambien es cierto que aunque este no pertenezca en su lenguaje á la época de D. Ramiro á quien al gunos refieren su confeccion, fué por lo menos arreglado en castellano para los navarros en el siglo XIII, copiado para la reina el año 1346 con los de Jaca y Estella en idioma de Navarra, confirmado repetidas veces á algunos pueblos aun en el siglo XVI, impreso muy tarde en 1686 y 1815, con supresion de ciertas penas y pruebas demasiado bárbaras ó indecentes, y observado en mucha parte (47) hasta nuestros dias, siendo todavia frecuente en los escribanos el estender los contratos matrimoniales á fuero de Sobrarbe (48). Igualmente se dió á algunos pueblos, pero en latin, el famosísi

(47) En la Prefacion de los fueros de Aragon, 1624, se dice que con los de Sobrarbe vivierou por mucho tiempo los navarros.

(48) De Sobrarbe de Tudela, como dice siempre Yanguas, á quien se debe en parte la primera copia que los navarros han tenido de él, pues les ha sido desconocido muchos siglos hasta que en 1833 se sacó un traslado para el archivo de Pamplona por el académico, hoy obispo en Palma, D. Miguel Salvá, y otra de esta por D. José Yanguas para el de Tudela.

mo de Jaca, concediéndose ya en 1129 á los francos que poblasen el Burgo de San Saturnino en Pamplona y todavia en 1497 á Santisteban de Lerin.

Y si á todo esto agregamos las afinidades que habian de imprimir entre alto-aragoneses y navarros sus mismas montañas al norte y su misma ribera al mediodia; sus hermandades establecidas en los siglos XIII, XIV y XV; su casi idéntica legislacion; sus iguales condiciones é intereses durante la reconquista; su comun origen monárquico, cuando no (como aconteció tambien) sus mismos reyes; su compañerismo en las mas notables empresas, como en las bataHas de las Navas y Alcoraz, y finalmente su mutuo comercio, en que se sabe que Zaragoza surtia á Navarra (como consta de documentos pertenecientes al siglo XIV) de artífices, físicos, medicamentos y aun toreadores; facilmente se .convendrá en la perfecta conformidad de su lenguage, respecto del cual podrian ser comunes todas las observaciones que llevamos hechas, debiendo añadir solamente que, apesar de hablarse el vascuence en muchos pueblos, el lenguage oficial fue sin embargo el castellano, sin que de aquel idioma primitivo exista un solo monumento ni en el archivo de la Cámara de Comptos ni en el de la Diputacion de Navarra.

Pues bien: si se concede á este reino la analogia que de hecho tiene con el de Aragon (49), y si partiendo de ahi

(49) En la Memoria sobre el feudalis.no que, premiada por la A cademi de la Historia, ha sido publicada en 1856 por su autor D. Antonio de la Escosura y Hevia, se entiende por Coronilla de Aragon la reunion de Navarra, Aragon, Cataluña y Valencia, y respecto de los dos primeros reinos se dice muy bien que fué uno mismo el origen y causa de ambas monarquias, simultáneo su desarrollo político, idéntica su legislacion civil, y su progreso y marcha social de un mismo caracter con poco sensibles diferencias. (pijs. 40 y 49)

son lícitas las pruebas que de él emanen para confirmar las que llevamos expuestas, entonces podemos asegurar que, aparte las obras poéticas del gusto é idioma lemosin (50), en lo demas todo conduce à demostrar que Navarra sintió la influencia aragonesa y que alli no se usaron los idiomas latino, lemosin, francés ni vascuence, sino solo el castellano desde que tuvo nacimiento. Cuantos documentos hemos examinado nos han conducido á esa misma conclusion: hemos observado que hasta la mitad del siglo XII no hay un solo documento que no sea latino; que desde entonces se ha usado con preferencia al latin y con esclusion de otros el romance puro; que el fuero general de Navarra, el cual tiene pasages tomados á la letra del de Sobrarbe, entre ellos el prólogo y el artículo I sobre la eleccion de rey, ofrece una muestra del lenguage ya bastante formado que se usaba en la primera mitad del siglo XIII; que en las donaciones, privilegios y demas instrumentos públicos hay absoluta analogia con las prácticas y el lenguage de Aragon hasta en las fórmulas ó rúbricas curiales; que esto no se verifica solo en los pueblos comarcanos al reino de Aragon, como Tudela, Cascante (51) y otros de esa merindad, sino aun en los mas avecindados al Pirineo, y por consiguiente mas sometidos á la influencia francesa ó vascongada; que es finalmente en

(50) En 1847 publicó D. Pablo de Ilárregui un poema lemosin sobre la Guerra civil de Pamplona (sig. XIII) compuesto por el francés Guillermo Aneliers: esto como se vé no es literatura navarra, pero se cita porque en el prólogo contiene algunas observaciones, conformes con las nuestras, relativas al uso, pero no uso vulgar, del idioma lemosin.

(51) Véase una muestra de lenguage, que suponemos inédita, tomada de un documento que, con otros varios del siglo XIV, hemos visto en el archivo municipal de aquella ciudad. Es un Ordenamiento sobre distribucion de aguas, su fecha 1254 «Memoria sea para todo tiempo ad in perpetuum como auemos las aguas de Tarazona.... los de Tudela todos los doce meses del annyo en cada mes... e deuen ir el alamin cristiano e el alamin moro con

casi todos ellos tan idéntico con el de Aragon el dialecto familiar, como que apenas hay palabra ó frase que no les sea perfectamente comun, observacion que hemos hecho practicamente recorriendo el reino de Navarra antes y despues de formar nuestro Vocabulario, pero que no puede hacerse sobre el Diccionario de las palabras anticuadas que contienen los documentos de Navarra (por D. José Yanguas 1854), en donde, si bien se hallan esplicadas cerca de mil quinientas voces, son simplemente anticuadas á nuestro entender (esto es corrientes en los documentos de Castilla) muy cerca de mil de ellas, siendo curiosas y dignas de estudio (algunas por su orígen francés) unas cuatrocientas, y no llegando á cuarenta (52) las que, como verdaderamente aragonesas, habiamos incluido ya nosotros en nuestro vocabulario.

Queda pues demostrado con la historia de Aragon, y comprobado con la de Navarra, que en estos reinos tuvo el idioma español las mismas vicisitudes y épocas que en Castilla, á quien venció bajo mas de un aspecto, sin que nunca hayan existido ni existan hoy mismo sino aquellas diferencias naturales entre provincias que cultivaron diversas relaciones, que mantuvieron entre sí por mas o menos tiempo cierto forzado aislamiento, y que en algun modo conservaron su

lures cauacequias guardas, et deuen ir á Tarazona el XXI del mes, por la almoceda e deuen citar á los zabacequias del rio mayor de Magallon et a todos los otros zabacequias de los otros rios de Tarazona, e a otro dia de la manyana, que es XXII dias, que sean todos en la presa de Magallon al sol

salido etc.>>

Co

(52) Tales son adula, atrebudar (atreudar), aturar, calonia, cena, manda, cuitre, doncas (duncas), dula, encalzar (engalzar) emparanza, encara, escaliar, ganancia (hijos de), goaitar (aguaitar), greu (greuge), honor, jubero, lecxa (leja), lezda, mala-voz, meitadenco, parar, pareilla, rabal, vistraer, zabazequia y zalmedina.

carácter tradicional y con él algunos resabios y modismos; pues, como dice el anónimo autor del Diálogo de las lenguas, <«cada provincia tiene sus vocablos propios y sus maneras propias de decir, y es así que el aragonés tiene unos vocablos propios y unas propias maneras de decir, y el andaluz tiene otros y otras.»

II.

A este exámeu vámos á dedicar el resto de nuestra tarea, procurando señalar la procedencia de algunas palabras, legitimando en lo posible su uso, probando que á su invencion ha precedido instintivamente el mejor juicio, y manifestando que no son barbarismos de gente inculta, sino á veces primores que el idioma castellano debiera prohijar (53) ó no haber abandonado. Entiéndase que para la formacion de este discurso, asi como para la del Diccionario que le sigue, hemos de servirnos, en cuanto nos sea d'able, de escritores aragoneses, de anuncios é inscripciones oficiales, de avisos impresos, de la conversacion de personas cultas, y solo en donde todo esto no alcance, del habla comun de los aragoneses. No abultaremos, pues, el vocabulario ni la crítica con palabras de las que frecuentemente se improvisan pero no se estienden ni se hacen permanentes: tampoco no lo haremos con las locuciones latinas usadas por nuestros foristas como ne pendente apellatione, artículo de toliforciam, sentencia de lite pendente, neutram y otras, pues aunque

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[53] Yo en caso de haber de formar algun vocablo nuevo dice Mayans en sus Origenes, antes le tomaria de las provincias de España que de las estrañas, antes de la lengua latina como mas conocida que de otra muerta.»

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